Por Hernán Andrés Kruse.-
El discurso de Alberto Fernández en Davos
El 28 de enero el presidente de la nación habló en el Foro Económico mundial de Davos. Lo hizo, obviamente, desde la residencia de Olivos. Las partes más relevantes de su discurso fueron, me parece, las siguientes:
1-«Les agradezco la oportunidad de estar frente a este Foro de tanto impacto, que nos convoca a la reflexión y a la acción para construir un mundo diferente. La pandemia que vivimos no es un mero accidente de la historia. Es un llamado de atención para edificar una «casa común» desde otros cimientos. O despertamos mejores o sucumbimos peores. No hay otra opción para el día después de esta calamidad. Vivimos un tiempo en el que se ponen a prueba todos los paradigmas. Estoy seguro que el imperativo moral que se impone es poner nuestra prioridad en los últimos, los descartados, los invisibilizados, los más vulnerables. La fraternidad debe ser el nuevo nombre del desarrollo y la solidaridad el nuevo nombre de la paz social. Son valores que no resultan exclusivos de un sector. Deben comprometer a los Estados y a las empresas. A los trabajadores y al capital. Esto no es una teoría, sino una convicción que hemos llevado adelante en Argentina en estos meses de gestión”.
La pandemia del Covid-19 está marcando un punto de inflexión histórica. Lamentablemente no mejoraremos como personas. En la Argentina buena parte de la sociedad vive como si nada pasara. Las manifestaciones callejeras, las fiestas clandestinas y la gente apelmazada en las playas son claras demostraciones de un desprecio por la vida del otro que indigna. El virus nos está haciendo peores personas, está exacerbando un individualismo que destruye cualquier atisbo de convivencia social. El desarrollo debe basarse en la fraternidad y la paz social debe llamarse “solidaridad”, enfatizó el presidente. Se trata tan solo de una mera expresión de deseos. La solidaridad sólo se palpa en las salas de terapia intensiva, último refugio para quienes se debaten entre la vida y la muerte. Es un mundo que nada tiene que ver con el mundo exterior donde millones de personas se dan el lujo de ignorar la pandemia. Alberto Fernández cree que llegó el momento de que tanto los gobiernos como las empresas se unan en pos del bienestar general de la humanidad. La realidad es muy diferente. Estamos asistiendo azorados a un dantesco espectáculo protagonizado por gigantescos laboratorios que lucran con la desesperación de todos. La escasez de vacunas lejos está de ser un accidente. Es la aplicación sin miramientos de la clásica ley capitalista de la oferta y la demanda, en virtud de la cual si escasea un bien apetecido por un gran número de personas su precio se encarece. En estos momentos los dueños de esos laboratorios se deben estar haciendo multimillonarios. Porque nadie duda que hoy el bien más demandado por la humanidad es la vacuna contra el Covid-19. Oh casualidad, sólo un puñado de países-los más poderosos-están recibiendo una cantidad de vacunas lo suficientemente importante para permitirles satisfacer la demanda. El resto-que son la inmensa mayoría-deberá conformarse con migajas. La Argentina forma parte de ese resto.
2- “La renegociación de las condiciones del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional incorporará nuevas perspectivas macroeconómicas y un entendimiento común de las necesidades específicas de la economía local. No hay más lugar para ajustes irresponsables e imposibles de cumplir, que perjudican la credibilidad tanto de nosotros como de quienes otorgan asistencias irreales. El programa que se acuerde con el Fondo será enviado al Congreso para involucrar a toda la dirigencia política argentina en un camino de desarrollo que tenga la sustentabilidad de la deuda, la inclusión social y la transparencia como políticas de Estado. Un hecho histórico para el país. No es el tiempo del conformismo sino de la transformación. Nosotros observamos los desafíos que se suscitan de la crisis actual como un punto de inflexión para avanzar en el «gran reinicio» que pregona el Profesor Schwab. En este nuevo escenario es necesario vincular el multilateralismo con un concepto de multisolidaridad, que involucre a Estados, empresas y trabajadores”.
Albert Einstein dijo que sólo un loco pretende obtener resultados diferentes aplicando los mismos métodos. La historia económica argentina ha demostrado hasta el cansancio que cada acuerdo con el FMI provocó efectos deletéreos sobre el nivel de vida de la población. Todavía está fresco en la memoria colectiva el traumático 2002. La debilidad del presidente Duhalde transformó al enviado del FMI Anoop Singh en un virtual virrey. Fue tal su poder que llegó a exigir que el Parlamento sancionase leyes que beneficiaran a élites empresariales con estrechos vínculos con el FMI. Años más tarde Mauricio Macri se arrodilló frente a Lagarde, por entonces jefa del FMI, para que lo ayude con dólares. Ese ruego se tradujo en la ayuda más relevante dada por el FMI a un gobierno en toda su historia. Ambos períodos tuvieron en común un formidable crecimiento de la deuda externa y un descenso vertiginoso de la calidad de vida del pueblo. ¿Por qué sería diferente ahora con Alberto Fernández? ¿Porque Biden es el presidente de Estados Unidos? “No hay más lugar para ajustes irresponsables e imposibles de cumplir”, enfatizó el presidente en clara alusión a su antecesor. ¿Qué garantiza que con Georgieva en la presidencia el FMI dejará de exigirle al gobierno argentino ajustes imposibles de cumplir? El FMI fue creado para obligar a los gobiernos que le solicitan ayuda financiera a ajustar a sus poblaciones. Ello siempre fue así. Está en su naturaleza. ¿Cree realmente el presidente que porque él está sentado en el sillón de Rivadavia el FMI dejará de ser lo que siempre fue: el prestamista internacional de última instancia o, si se prefiere, el usurero internacional de última instancia?
3- “En la Argentina lo tenemos claro, hemos tomado plena conciencia de que al fin del día todos somos uno. La ética de la solidaridad nos convoca. Es la hora de la responsabilidad política, social, ética y ambiental Necesitamos trabajar en conjunto con el sector privado para aprovechar las oportunidades de la transición, para desarrollar industrias eficientes y no contaminantes, apalancando el enorme potencial que la Argentina tiene en materia de generación limpia en todo su territorio, con magníficas oportunidades solares en el norte y los mejores vientos del mundo en la Patagonia… y en el desarrollo de las materias primas como el litio y el hidrógeno en todas sus variantes para agregar valor en el país”.
Desde que está en la Casa Rosada el presidente no ha hecho más que profundizar la grieta. ¿De qué ética de la solidaridad está hablando si el 26 de noviembre pasado permitió que miles de personas se apretujaran para darle el último adiós a Maradona? ¿De qué ética de la solidaridad está hablando si llegó a decir que lo que diferenciaba a su gobierno del anterior era la ética? ¿Alberto Fernández hablando de ética? Si tanto le importa la ética ¿por qué apoya con fervor a Gildo Insfrán?
4- “Nuestro querido Papa Francisco, lanzó el año pasado una convocatoria universal a pensar otro modo de hacer economía. Coordinó ese encuentro mundial en Asís, Italia, el economista Luigino Bruni, que acaba de publicar un libro titulado Capitalismo infeliz. Ese título, Capitalismo Infeliz, me parece una magnífica definición de lo que debemos dejar atrás. Ahora, el pacto solidario global es la meta que tenemos por delante. Tenemos que superar la infelicidad opulenta de sociedades que descartan a los más débiles e idolatran la ganancia desenfrenada y deshumanizadora, de un modo amoral. Ni la economía ni la política son un mero contrato sino un conjunto de relaciones entre seres humanos, donde las heridas, los sueños y las expectativas del otro también cuentan a la hora de construir decisiones y mirar con ojos nuevos los horizontes del futuro. Es ahora o nunca”.
Alberto Fernández pretende cambiar el mundo. Aspira a que el capitalismo haga feliz a la humanidad. Nadie puede estar en contra de semejante aspiración pero antes sería conveniente, ya que tanto le interesa la felicidad de la gente, que preste más atención a lo que sucede en la Argentina. Evidentemente el presidente pareciera no ser consciente de la realidad. Por lo menos el 50% del pueblo está sumido en la pobreza, es decir, unos 22 millones de argentinos. Nuestra moneda se deprecia día a día, carcomida por una inflación incontrolable. Los alumnos de todos los niveles no tuvieron clases durante todo el 2020 por más que algunos expertos señalen que las clases virtuales reemplazaron con eficacia a las clases presenciales. No se necesita ser un experto en educación para ser consciente de que el aprendizaje sólo tiene lugar con el contacto cara a cara entre el docente y el alumno. Como si todo ello no bastara, la máxima apuesta del gobierno para este año electoral está muy cerca de naufragar. Aparentemente Rusia dejaría de continuar suministrando a la Argentina más dosis de la Sputnik V lo que obligaría al gobierno a negociar con otros gobiernos. Por estas horas se habla de una eventual ayuda de China, pero no hay nada concreto al respecto. ¿Llegarán en marzo las vacunas de Estados Unidos y Gran Bretaña? Nadie lo sabe con certeza. Creo que ni siquiera el propio gobierno. Ante la incapacidad del gobierno en hacer frente a tantas calamidades juntas cuesta creer que Alberto Fernández haya tenido el tupé de sugerir ante los poderosos del mundo la necesidad de mejorar éticamente el capitalismo. Es probable que luego de su alocución hayan esbozado una mueca de sorna.
El peronismo y los derechos humanos
Amnistía Internacional fue muy dura este fin de semana sobre la situación que se vive en materia de derechos humanos en Formosa. “¿Hoy en Formosa se están violando los derechos humanos? Absolutamente sí: hay detenciones arbitrarias, condiciones inhumanas de aislamiento, maltrato a niños detenidos en las mismas condiciones que los adultos, mujeres y varones en los mismos lugares violando la intimidad”, lanzó a manera de acusación Paola García Rey, directora adjunta del organismo en Argentina. “La gente entra a los lugares y no sabe cuándo va a salir; entran con hisopados negativos, por ser contactos estrechos, y en el día 14 cuando se supone que van a ser liberados, pueden dar positivo el día 13 y van a foja cero, vuelven a empezar los días”. En ocasiones los aislamientos “se extienden por más de 30 días”, enfatizó. La respuesta del gobierno nacional no se hizo esperar. Santiago Cafiero, jefe de Gabinete de ministros, replicó con dureza: “A nosotros no nos tienen que venir a decir qué tenemos que hacer con los derechos humanos”. “No necesitamos que nos digan a los argentinos, mucho menos a nuestro espacio político que tiene siempre una especial sensibilidad en el respeto de los derechos humanos; nosotros somos hijos de las madres y de las abuelas, así que a nosotros no nos tienen que venir a decir qué tenemos que hacer con los derechos humanos” (Infobae, 1/2/021).
Efectivamente, el peronismo está íntimamente ligado con los derechos humanos. Durante décadas muchos de sus dirigentes sufrieron exilio, cárcel y persecución. Ahí está la historia para demostrarlo. Luego del derrocamiento de Perón el 16 de septiembre de 1955 el peronismo fue proscripto. Ello significó una contundente violación al derecho de los ciudadanos peronistas de votar por la fuerza política de su preferencia. Pero hubo más. En junio de 1956 se produjo una sublevación encabezada por el general Valle que fue aplastada por el gobierno de Aramburu y Rojas. Valle y sus seguidores fueron pasados por las armas. Recién en 1973 el peronismo pudo competir por la presidencia. Ello significa que durante casi dos décadas se le prohibió toda manifestación política. Durante la dictadura militar muchos dirigentes peronistas fueron encarcelados, torturados y finalmente desaparecidos, como bien señala Cafiero. Vale decir que, en materia de derechos humanos, el peronismo fue una víctima. Es imposible negarlo.
Sin embargo, se trata de una parte de la historia. Nadie discute su veracidad, pero es una historia parcial. La historia también enseña que el peronismo fue una fuerza política que violó sistemáticamente los derechos humanos. Durante el apogeo de Perón-fines de la década del cuarenta y el primer quinquenio de la década siguiente-el peronismo se ensañó con la oposición. Gran parte de sus máximos referentes fueron encarcelados y otros se escaparon preferentemente a Uruguay para no sufrir la persecución peronista. Durante su exilio en Madrid el general bendijo el accionar terrorista de las “formaciones especiales” que comenzaron a asolar el territorio argentino a partir del secuestro y posterior asesinato de Aramburu. Luego, ya con Cámpora en la Rosada, ese accionar se incrementó. Consciente de que la guerrilla peronista se le había ido de las manos Perón bendijo el accionar terrorista de la triple A. Luego del alevoso asesinato de Rucci ambas facciones del peronismo dirimieron sus diferencias a balazos haciendo de la Argentina un gigantesco campo de batalla. ¿Y el respeto a los derechos humanos? Bien gracias.
En plena recuperación de la democracia el peronismo atentó contra la estabilidad del gobierno de Alfonsín. ¿Acaso alguien puede creer que los saqueos que asolaron al país en mayo de 1989 fueron espontáneos? Lo mismo hizo a fines de 2001 al fogonear saqueos en la provincia de Buenos Aires y “convencer” al efímero presidente Rodríguez Saá que abandone Chapadmalal en aquel dramático último domingo de aquel fatídico año. Vale decir que el peronismo sufrió golpes de Estado y propició otros, sufrió en carne propia el terrorismo de Estado y también lo propició (la triple A).
Lo mismo cabría decir de la otra gran fuerza política: el radicalismo. Sufrió golpes de Estado (Yrigoyen, Frondizi, Illia, Alfonsín y De la Rúa) y participó en otros (1955). Como se observa, nadie es inocente.
The Lancet puso fin a la incertidumbre
La politización del proceso de vacunación condujo a una incertidumbre sumamente dañina para la psiquis, golpeada por la pandemia, de los argentinos. Las dudas y vacilaciones del gobierno nacional, su incapacidad para brindar información veraz respecto al comienzo de la vacunación y fundamentalmente la calidad de la vacuna Sputnik V fue aprovechada por la oposición que no dudó en embarrar aún más la cancha. Tal fue así que la doctora Elisa Carrió llegó a decir que la Sputnik V era lisa y llanamente veneno. Muchos argentinos le creyeron porque la vacuna estaba floja de papeles, es decir sus resultados finales no habían sido publicados en revistas científicas de renombre internacional.
Afortunadamente tal estado de ánimo se terminó hace unas horas al publicar The Lancet su estudio de evidencia y eficacia completa de la vacuna rusa. Los datos demuestran que la Sputnik V tiene una efectividad de 91,6% y no registró efectos adversos graves. Se acabaron, pues, las dudas.
A continuación paso a transcribir un artículo de Daniela Blanco publicado en Infobae el día de la fecha (2/2/021) que brinda un pormenorizado panorama del asunto. Escribió la periodista:
“La objeción científica que arrastraba la vacuna Sputnik V sobre la validación de los resultados de su Fase III revisados por pares internacionales, como lo exige el trabajo de la ciencia, quedó saldado a partir de la publicación hoy de su estudio de evidencia y eficacia completos en la prestigiosa revista The Lancet. La vacuna rusa desarrollada por el Centro Gamaleya publicó en The Lancet los resultados de los análisis de eficacia del inoculante, revisados finalmente por pares a nivel internacional. En un análisis intermedio de un ensayo clínico de Fase III, Sputnik V mostró resultados sólidos en cuanto a eficacia, inmunogenicidad y seguridad. La eficacia de la vacuna Sputnik V contra el COVID-19 fue del 91,6 por ciento.
El proceso científico avanzó hacia el casillero correcto pero la Argentina y el resto de la región- que apostó por esta vacuna como el único suministro disponible en esta primera etapa para perforar la pandemia contra el COVID-19, aún aguarda las dosis prometidas. Hasta el día de hoy para el caso local llegaron tres envíos vía aérea; los dos primeros con 300 mil dosis y el envío 3, con 220 mil. El anuncio de la publicación de los resultados provisionales en The Lancet lo confirmó a Infobae el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya del Ministerio de Salud de la Federación de Rusia y Rusia a través del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) en donde se confirma la alta eficacia y seguridad de la vacuna. Sputnik V, que se basa en una plataforma de vectores adenovirales humanos bien estudiada, y es la primera vacuna registrada del mundo contra el coronavirus.
En el análisis de eficacia intermedio del estudio clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo ensayo, donde se incluyeron datos sobre 19.866 voluntarios en el análisis de eficacia (14.964 de que recibieron la vacuna y 4.902 el placebo), el tratamiento de dos dosis de Sputnik V administradas con 21 días de diferencia demostraron una eficacia del 91,6% contra COVID-19. El cálculo se basa en el análisis de 78 casos confirmados de COVID-19 identificados en el grupo placebo (62 casos) y en el grupo vacuna (16 casos). El inoculante “generó una sólida respuesta inmunitaria humoral y mediada por células”, informaron en un documento al que Infobae accedió en exclusiva. La expectativa era alta, más en la Argentina y en general para la región de América Latina, en donde Sputnik V es el único inoculante que se aplica hoy en día y que prometió gran cantidad de dosis en sintonía con la estrategia para las Américas de la vacuna de Oxford-AstraZeneca.
Al conocerse la noticia sobre la publicación de los datos de Fase III de Sputnik V en The Lancet, Infobae tuvo acceso exclusivo a las declaraciones de expertos internacionales.
Hildegund C.J. Ertl, profesora del Centro de vacunas e Inmunoterapia The Wistar Institute, Estados Unidos, expresó, “la vacuna es 100% efectiva para prevenir enfermedades graves o muertes, que al final es el parámetro más crucial; todos podemos lidiar con los estornudos siempre y cuando permanezcamos fuera del hospital o del cementerio. Incluso después de una sola dosis del régimen de refuerzo, la protección conferida contra la enfermedad fue del 87,6%. Por tanto, Sputnik V es más eficaz que las vacunas de AstraZeneca o Johnson & Johnson. La vacuna Sputnik V, la cual, a diferencia de las vacunas de ARN igualmente eficaces de Pfizer y Moderna, se puede almacenar en el refrigerador, será de gran valor para combatir la pandemia mundial de COVID-19 “.
Por su parte, Cecil Czerkinsky, PhD, director de Investigación del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (Inserm), Francia, dijo: “Los resultados intermedios del ensayo clínico de fase 3 de la vacuna contra el COVID de vector adenoviral Sputnik V son bastante impresionantes. Esta vacuna parece ser muy eficaz e inmunogénica en todos los grupos de edad. Es claramente una buena noticia, ya que esta vacuna de formulación dual es comparativamente fácil de fabricar y desplegar en un contexto de escasez anticipada de vacunas a nivel mundial y de problemas logísticos en el despliegue de las vacunas recientemente autorizadas para uso de emergencia, las cuales son sensibles a la temperatura”.
El infectólogo argentino Omar Sued, presidente de la Sociedad de Infectólogos de Argentina, puntualizó, “el artículo, publicado en The Lancet, confirma los resultados exitosos y proporciona información adicional sobre la eficacia y seguridad de esta vacuna en diferentes subgrupos. Desde el punto de vista de la salud pública, la eficacia de la vacuna fue muy alta. El perfil de seguridad fue muy bueno. La difusión de esta información es vital para informar sobre la ampliación y el despliegue de esta vacuna en todo el mundo “.
Alexander Gintsburg, director del Instituto de Investigación Gamaleya de Epidemiología y Microbiología, manifestó: “La publicación de datos revisados por pares internacionales sobre los resultados de los ensayos clínicos del Sputnik V es un gran éxito en la batalla global contra la pandemia COVID-19. La seguridad y la alta eficacia se demuestran por los datos científicos sólidos presentados y felicito a todo el equipo del Centro Nacional de Investigaciones Gamaleya por este logro monumental. Ya se han creado varias vacunas basadas en adenovirus humanos y esta herramienta es una de las más prometedoras para el desarrollo de nuevas vacunas en el futuro“.
Kirill Dmitriev, director ejecutivo del Fondo de Inversión Directa de Rusia, comentó: “Este es un gran día en la lucha contra la pandemia de COVID-19. Los datos publicados por The Lancet demuestran que no solo Sputnik V es la primera vacuna registrada del mundo, sino también una de los mejores. Protege completamente contra COVID-19 severo según los datos que se han compilado y revisado de forma independiente por colegas y luego publicado en The Lancet. Sputnik V es una de las tres únicas vacunas en el mundo con una eficacia de más del 90% de eficacia, pero supera a ellos en términos de seguridad, facilidad de transporte debido a los requisitos de almacenamiento de +2 a +8 grados y un precio más asequible. Sputnik V es una vacuna para toda la humanidad“.
Según los resultados del estudio revisado por pares, la vacuna proporciona una protección completa del 100% contra casos graves de la nueva infección por coronavirus. Entre los casos graves confirmados de COVID-19, 20 se registraron en el grupo placebo, mientras que ninguno se registró en el grupo de vacunas. Debido al tiempo necesario para que se desarrolle la respuesta inmune, en la primera semana después de la vacunación no hubo diferencia significativa en la protección contra casos graves de COVID-19 entre los grupos de vacuna y placebo, mientras que en el período de 7 a 14 días la eficacia de la vacuna se elevó al 50%, en el período de 14 a 21 días al 74,1%, y al 100% a partir del día 21, brindando una protección total contra los casos graves del coronavirus. Según se aclara en el documento al que accedió Infobae, el estudio incluyó a 2144 voluntarios mayores de 60 años con las edades máximas de 87 años (grupo de vacuna) y 84 años (grupo de placebo), mostrando excelentes resultados de seguridad para los estratos de edad avanzada. La eficacia de la vacuna para los ancianos se demostró en 91.8% y no difiere estadísticamente del grupo de 18-60 años, demostrando también resultados de inmunogenicidad -capacidad que tiene un antígeno de activar el sistema inmunitario e inducir una respuesta inmune- en esta franja etaria.
Sputnik V ha demostrado un excelente perfil de seguridad: 70 episodios de efectos adversos graves eventos (SAE) no relacionados con COVID-19 se registraron en 68 participantes del estudio: en 45 voluntarios del grupo de la vacuna y 23 voluntarios del grupo placebo. Ninguno de esos eventos se asociaron con la vacunación según lo confirmado por el monitoreo de datos independiente del Comité. La mayoría de los efectos adversos (94%) fueron leves y se limitaron a síndromes similares a la gripe, reacciones en el lugar de la inyección, dolor de cabeza y astenia. Sputnik V es una de las tres únicas vacunas en el mundo que ha demostrado eficacia de más 90%. Se destaca entre estas vacunas gracias a una serie de ventajas clave, a saber: un mecanismo de vector adenoviral humano bien estudiado y altamente eficiente probado seguro durante décadas; el bajo costo de la vacuna en comparación con otros enfoques; y menos requisitos logísticos con una temperatura de almacenamiento de entre dos y ocho grados centígrados, lo que permite una distribución más sencilla en todo el mundo. La seguridad de las vacunas basadas en adenovirus humanos se ha confirmado en más de 75 publicaciones internacionales y más de 250 ensayos clínicos realizados durante las dos últimos décadas, mientras que la historia del uso de adenovirus humanos en el desarrollo de vacunas comenzó en 1953.
Los vectores de adenovirus son virus modificados genéticamente de la gripe común que no pueden reproducirse en un cuerpo humano. Cuando se usa la vacuna Sputnik V, el propio coronavirus no ingresa al cuerpo ya que la vacuna solo contiene información genética sobre parte de su capa de proteína externa, los llamados “picos” que forman su corona. Esto elimina completamente la posibilidad de infectarse como resultado de la vacunación y al mismo tiempo hacer que el cuerpo genere una respuesta inmune estable. Además, Sputnik V usa dos vectores diferentes, basados en serotipos de adenovirus humanos Ad5 y Ad26: en dos tiros separados, lo que permite una defensa más efectiva contra el coronavirus que las vacunas que utilizan el mismo vector para ambas inyecciones. Implementando dos diferentes vectores, Sputnik V evita un posible efecto neutralizante y genera una respuesta inmune más duradera. El Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya del Ministerio de Salud de la Federación de Rusia es uno de los centros de investigación más antiguos de Rusia, que celebró su centenario en 1991. El foco principal de la investigación del centro son los problemas fundamentales en epidemiología, microbiología médica y molecular e inmunología infecciosa”.
Una falsa antinomia
Desde que Néstor Kirchner asumió como presidente de la nación la oposición planteó, como estrategia electoral, una falsa antinomia: república o dictadura. Para la oposición el kirchnerismo siempre fue sinónimo de prepotencia, avasallamiento de la justicia y la propiedad privada, amoralismo, autoritarismo y populismo. Siempre fue la antítesis de los valores consagrados por la constitución de 1853. La oposición, obviamente, se situó en la vereda de enfrente autoproclamándose emblema de la república liberal. Durante la presidencia de Néstor Kirchner y las dos presidencias de Cristina Kirchner el poder mediático machacó con esa falsa antinomia pero que a la larga rindió sus frutos. Un importante sector del pueblo cree sinceramente que la alianza macrista-radical es el único garante de los valores republicanos, de la carta magna, de la moral y de la separación de poderes. La victoria de Mauricio Macri en 2015 fue para este sector el triunfo de la república sobre el populismo o, para emplear la antinomia sarmientina, de la civilización sobre la barbarie.
Con el triunfo de la fórmula del Frente de Todos en 2019 el 40% que votó a Macri quedó en estado de shock. Aún lo está. Basta con intentar dialogar con alguien que haya votado a Macri para percatarse de ello. Sigue atónito, perplejo, aturdido. Considera que una vez más la demagogia y el autoritarismo vencieron a la república. En consecuencia, las elecciones de este año se le presentan como una gran oportunidad para frenar el avance populista. Aquí, “razonan” los partidarios de Macri, no cabe términos medios: o se vota al populismo o se vota a la república. No se trata de una competencia electoral entre dos partidos sistémicos sino entre dos fuerzas políticas antagónicas, enemigas o, si se prefiere, entre el bien y el mal.
Ahora bien, ¿se trata efectivamente de una lucha a muerte entre una fuerza republicana y una fuerza populista? Aquí conviene deshacerse de todo lo que huela a fanatismo ideológico, que tanto afecta a los partidarios de Macri como a los partidarios de Cristina. El kirchnerismo ha sido desde su génesis la vertiente progresista del peronismo. En consecuencia, no puede despojarse de su histórica animadversión por los valores liberales de la constitución. El peronismo siempre estuvo en la vereda de enfrente de la concepción republicana-liberal. Aciertan los partidarios de Macri al exclamar la naturaleza antiliberal del peronismo en general y del kirchnerismo en particular. Ni Néstor Kirchner hasta su muerte y Cristina Kirchner creen, por ejemplo, en la separación de poderes. Como genuinos exponentes del caudillismo provincial, ejercieron el poder con mano férrea durante décadas en Santa Cruz. Para ellos resulta inconcebible que los jueces sean independientes. Ni qué hablar de la Corte Suprema. Lo mismo cabe acotar respecto al periodismo. El peronismo jamás toleró a los periodistas opositores. Basta recordar la decisión de Perón de confiscar el diario La Prensa durante su segunda presidencia. En definitiva, les asiste la razón a los macristas cuando acusan al kirchnerismo de ser enemigo del liberalismo.
El problema es que los partidarios de Macri creen que el macrismo y el radicalismo son los máximos garantes de los principios republicanos. La pregunta que cabe formular ahora es la siguiente: ¿fue republicano el gobierno de Macri? Otra vez hay que intentar despojarse de todo fanatismo ideológico para intentar brindar una respuesta lo más objetiva posible. Creo que Macri lejos estuvo de ser un presidente republicano. Es más, estoy tentado a afirmar que fue populista en varios aspectos de su gestión. ¿Acaso eliminó los planes sociales, emblema del populismo según los macristas? No lo hizo. ¿Acaso achicó el Estado? No sólo no lo hizo sino que incrementó el número de empleados públicos. ¿Acaso respetó la independencia del Poder Judicial? Al igual que Néstor y Cristina, Macri se mofó de ese principio liminar de la república. Y no lo afirma quien esto escribe sino nada más y nada menos que Elisa Carrió, por lejos una de las dirigentes políticas más relevantes de las últimas dos décadas.
Luego de afirmar que “hubo errores del anterior gobierno, que en vez de sanear realmente la Justicia hizo determinados acuerdos” confesó que durante el gobierno de Macri existió una mesa judicial que operó bajo las órdenes del propio presidente. Según la líder de la CC “al juez Farah-quien acaba de regresar a la Cámara Federal porteña-había que destituirlo y hacerle juicio político por la decisión que tuvo con Cristóbal López. ¿Qué hizo Juntos por el Cambio, qué hizo la mesa judicial? Negoció a través de Javier Fernández-integrante de la Auditoría General de la Nación-que vaya a otro juzgado, y entonces ahora puede volver”. Vale decir que Carrió no hizo más que confirmar que durante la presidencia de Macri existió una camarilla judicial que operó al margen de la constitución, una camarilla que, al decir del diputado Moreau, “decidía sobre la muerte civil de las personas”. Sobre el particular se expidió el diputado por Río Negro Martín Soria: “¿Sabés lo que es el lawfare? Carrió te lo explica, cortito y al pie: la cofundadora de Cambiemos confirmó que el gobierno macrista creó una mesa judicial para manipular la Justicia. Lo denunciamos hace un año, presentamos decenas de pruebas, pero a confesión de parte me remito” (fuente: Página/12, 3/2/021).
¿Cuál es la enseñanza que deja esta grave acusación de Carrió? Que en el fondo sólo hay diferencias de grado entre el kirchnerismo y la coalición macrista-radical. Que en el fondo se trata de dos fuerzas populistas, una peronista y otra no peronista. Se trata de dos vertientes de una misma fuerza política populista: por un lado, la vertiente kirchnerista; por el otro, la vertiente no peronista o macrista-radical. Se trata de dos fuerzas populistas que necesitan imperiosamente mantener viva la llama de la discordia, del antagonismo. Porque cuanto más profunda sea la grieta, mayores serán las chances de la fuerza política populistas hegemónica de permanecer en el poder, ya sea a través de su vertiente kirchnerista o a través de su vertiente macrista-radical.
Los límites de la politización
El documento publicado en la revista científica The Lancet corroborando las bondades de la vacuna Sputnik V fue recibido con beneplácito por el gobierno. Fue la prueba más contundente de la razón que le asistió al presidente de negociar con su par ruso la entrega de un buen número de dosis de la vacuna. Pero claro, ahora es fácil ensalzar al gobierno. Siempre es más sencillo hablar con el diario del lunes. Cuando Alberto Fernández anunció hace varios meses su decisión de negociar con el gobierno ruso la entrega de la vacuna en dosis apreciables, fueron muchos los argentinos-entre los que me encontraba-que directamente no le creyeron al gobierno. En realidad, no creían en la eficacia de la vacuna. Para muchos argentinos el solo hecho de que fuera elaborada por Rusia era una prueba por demás contundente de su fracaso. Para colmo, en todo este tiempo ninguna revista científica internacional de prestigio había publicado resultados concluyentes de su eficacia. No hay que olvidar que cuando Alberto Fernández anunció la negociación con Rusia la vacuna aún estaba en un temprano período de experimentación. Era lógico, por ende, que hubiera una desconfianza generalizada sobre la Sputnik V. Ni qué hablar cuando el mismísimo Putin expresó públicamente que por el momento no tenía pensado vacunarse porque la vacuna no había sido aprobada para los mayores de 60 años. Sin embargo, comenzaron los vuelos directos a Moscú para traer a nuestro país la vacuna. Cómo olvidar la narración plagada de emoción de Víctor Hugo cuando partió desde Ezeiza el primer vuelo.
El problema era muy delicado ya que apenas arribaron las primeras dosis de la Sputnik V, cuya eficacia en ese momento era incierta, comenzó la vacunación. La oposición, como era de esperar, se valió de este hecho para descerrajar munición gruesa contra el gobierno. El mayor grado de virulencia estuvo a cargo de Elisa Carrió quien no tuvo reparo alguno en acusar a Alberto Fernández de envenenar a la población. Realmente resultaba inverosímil que Alberto Fernández tuviera semejante intención pero era tal la incertidumbre que probablemente hayan sido muchos los argentinos que le creyeron a la líder de la CC. Nadie, en ese momento, tuvo la lucidez para parar la pelota, tranquilizar los ánimos, decir en voz alta algo elemental: “primero esperemos a que las revistas científicas de renombre internacional publiquen los informes de Rusia y luego, si son alentadores, proceder a la vacunación”. Así debió actuar el presidente pero, quizá asfixiado por la ansiedad y el desasosiego, ordenó el comienzo de la vacunación cuando aún era una incógnita la eficacia de la Sputnik V.
Todo se aclaró hace unas horas cuando la revista The Lancet publicó los resultados de la fase III de la vacuna rusa que demuestran que es eficaz en un 91%. No es difícil imaginar la satisfacción que debe haber experimentado el presidente al enterarse de la eficacia de la vacuna, como así también la desazón de la oposición. Porque si los resultados finales hubiesen demostrado una eficacia muy inferior al 91%, la oposición hubiera saltado a la yugular presidencial. Qué duda cabe que se hubiera hecho un festín. Es probable que se hubiera producido una crisis institucional de impredecibles consecuencias. Afortunadamente ello no sucedió. Tan eficaz es la vacuna rusa que inmediatamente después de la publicación de The Lancet Europa manifestó su disposición a recibir todas las dosis que sean necesarias. Putin, qué duda cabe, anotó un golazo de media cancha.
Ahora bien, que la eficacia de la vacuna rusa haya quedado finalmente demostrada no significa el fin de los problemas que atormentan al presidente. Porque tal como lo informa Román Lejtman en un artículo publicado hoy en Infobae (4/2/021) “Hasta ahora, el gobierno no puede confirmar oficialmente que lleguen nuevas vacunas durante febrero. Solo tiene promesas de Putin, la Organización Mundial de la Salud (OMS-COVAX), AstraZeneca-Oxford y el eventual acuerdo con Sinopharm (China). En stock quedan apenas las 110 mil vacunas que llegaron hace unos días desde Moscú. Y nada más”. El asunto es, como puede observarse, extremadamente delicado. Hoy el gobierno apenas dispone de 110 mil vacunas cuando hace poco tiempo atrás Alberto Fernández había asegurado que para esta época el número de vacunados ascendería a unos 5 millones. ¿Por qué el presidente lanzó tan temeraria afirmación? Resulta por demás evidente que daba por hecho que para comienzos de febrero esa sería la cantidad de argentinos vacunados. La realidad se está encargando de poner en evidencia que pecó de un excesivo optimismo. Da toda la sensación de que no previó la dura competencia que se entablaría a nivel internacional entre los países ávidos por comprar las vacunas salvadoras a cualquier precio. No tuvo en cuenta la mafia de los laboratorios que existe desde hace mucho tiempo. ¿O pese a saber de su existencia supuso que la Argentina ocuparía un lugar de privilegio en la sala de espera? Si la respuesta es afirmativa, pecó de ingenuo.
Lo real y concreto es que, tal como lo informa Lejtman, el gobierno dispone de muy pocas vacunas para dar comienzo a un masivo proceso de vacunación. Si en febrero se cae la negociación con Xi Jinping y en marzo no llegan las vacunas procedentes de Estados Unidos y Gran Bretaña, la pandemia podría llegar a causar estragos a partir de abril. Frente a semejante y probable escenario es fundamental que la clase política abandone de una vez por todas su infame tendencia a politizar esta cuestión. Porque lo que está en juego es nada más y nada menos que la salud de todos nosotros. Ojalá que en febrero arriben las dosis prometidas por el régimen chino y que en marzo lo hagan las otras vacunas. Y que el oficialismo y la oposición se den cuenta de que sólo unidos podrán hacer frente a tan poderoso enemigo.
Isabel Perón
Hoy, 4 de febrero de 2021, cumplió 90 años María Estela Martínez de Perón, quien ejerció la presidencia de la nación entre el 1 de julio de 1974 y el 24 de marzo de 1976.
Hablar de “Isabel” es hablar de la dramática tercera presidencia de Perón. Luego de casi dos décadas en el exilio el 23 de septiembre de 1973 el 62% del pueblo decidió en las urnas confiar nuevamente en el mítico general. En ese momento el país estaba al borde de la guerra civil a raíz de los dramáticos enfrentamientos entre la patria peronista y la patria socialista. Una vez llegado definitivamente al país el 20 de junio de aquel año, Perón echó a Cámpora de la presidencia y puso en ese lugar a Lastiri, por entonces presidente de la Cámara de diputados de la nación y yerno del todopoderoso ministro José López Rega. Su única misión fue la de organizar el proceso electoral que desembocaría en las presidenciales del 23 de septiembre.
El triunfo de Perón fue aplastante. Nunca antes un candidato a presidente había sido votado de manera tan abrumadora. Dos días más tarde, un comando montonero ajustició en la vía pública a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT y hombre de extrema confianza del general. Fue la manera que eligió la Orga para “convencer” a Perón de que debía co-gobernar con ella. A partir de entonces se desató una guerra despiadada entre los montoneros y la triple A apoyada por el sindicalismo peronista. Esa guerra alcanzó su punto culminante en enero de 1974 cuando un comando del ERP, aliado de la guerrilla peronista, copó el Regimiento de Azul. Perón no toleró semejante afrenta. A modo de represalia expulsó a aquellos gobernadores que respondían a la “tendencia” mientras los cadáveres de ambos bandos se amontonaban a lo largo y ancho del territorio nacional. El 1 de mayo de 1974 Perón confrontó en la Plaza de Mayo con los montoneros. Fue entonces cuando anunció que había llegado el momento de hacer tronar el escarmiento. La guerra civil se había desatado.
Dos meses después Perón dejó este mundo. Consciente de la gravedad de la situación Ricardo Balbín pronunció un histórico discurso en las exequias del general intentando vanamente un llamado a la unión nacional. Su mensaje cayó en saco roto. La flamante presidenta, María Estela Martínez de Perón, desoyó el mensaje de Balbín. Rodeada por López Rega y Lorenzo Miguel, fue un instrumento del peronismo de derecha. La espiral de violencia se tornó incontrolable, al igual que el desastre económico. Promediando 1975 el entonces ministro de Economía Celestino Rodrigo impuso un severo plan de ajuste que pasó a la historia con el nombre de “Rodrigazo”. Las consecuencias fueron las previstas: inflación y desabastecimiento. Al poco tiempo López Rega abandonó el gobierno y Jorge Rafael Videla asumió la conducción del ejército. El golpe estaba en marcha. Aprovechando la licencia temporaria que Isabel se había tomado el presidente interino Italo Luder y los ministros firmaron el decreto de aniquilamiento de la subversión.
Incapaz de gobernar Isabel hizo antes de su derrocamiento su propuesta más sensata: convocar para el segundo semestre de 1976 a elecciones presidenciales. Nadie le hizo caso. Ni siquiera el propio Balbín. El 24 de marzo de 1976 las fuerzas armadas la derrocaron. Fue la crónica de un golpe anunciado. Nadie movió un pelo por Isabel. Sola y abandonada fue llevada al sur del país en calidad de detenida. Liberada en 1981 se radicó en Madrid. Optó por el anonimato. A partir de entonces muy poco se supo de su vida en la capital española.
A Isabel Perón le tocó ser presidente de un país envuelto en llamas. Es por ello que cuesta entender cómo un político como Juan Domingo Perón decidió que fuera su compañera de fórmula en las elecciones de 1973. Porque el general sabía perfectamente que le quedaba poco tiempo de vida. En consecuencia, que Isabel llegara a sentarse en el sillón de Rivadavia más pronto que tarde lejos estaba de ser una quimera. ¿Por qué Perón la eligió sabiendo que no reunía los mínimos requisitos para ser presidente? Nunca nadie supo los motivos que Perón terminó llevándose a la tumba. Lo cierto es que Isabel, cuya lealtad a Perón fue inquebrantable, pasará a la historia como la presidente que fue incapaz de ejercer el poder en un momento excepcional de nuestra historia. Pero ella no fue la única responsable porque, en definitiva, “la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer”.
Un artículo esclarecedor
La mafia farmacéutica
PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD
El mercado farmacéutico mueve unos 200.000 millones de dólares al año. Un monto superior a las ganancias que brindan la venta de armas o las telecomunicaciones. Por cada dólar invertido en la fabricación de un medicamento se obtienen mil en el mercado. Y las multinacionales farmacéuticas saben que se mueven en un terreno de juego seguro: si alguien necesita una medicina, no va a escatimar dinero para comprarla. Este mercado, además, es uno de los más monopolizados del planeta, ya que sólo 25 corporaciones copan el 50 por ciento del total de ventas. De ellas, las seis principales compañías del sector -Bayer, Novartis, Merck, Pfizer, Roche y Glaxo- suman anualmente miles de millones de dólares de ganancias, a lo que hay que añadir más todavía, dado que todos los grandes grupos farmacéuticos son también potencias de las industrias química, biotecnológica o agroquímica. Todo ello, y su imparable avidez por seguir haciendo dinero y creciendo cual un parásito destructivo, hace que las multinacionales del sector, haciendo gala de una total impunidad, se desentiendan de su verdadero cometido, la salud, y no reparen en aplastar a competidores menores, atacar a gobiernos débiles que intenten enfrentarlas y, lo que es peor, mantener precios prohibitivos para las poblaciones de escasos recursos y a la vez fabricar productos que en muchísimos casos terminan envenenando a los eventuales pacientes. Sobrados ejemplos hay en ese sentido. Uno de ellos tuvo como protagonista a Merck, uno de los gigantes farmacéuticos que se vio obligado a retirar del mercado a una de sus estrellas, el antiinflamatorio Vioxx (rofexocib), cuya venta le reportaba 2.500 millones de dólares al año. Pero hasta que Merck retiró ese medicamento fue demasiada la sordera, la negligencia y la falta de ética frente a las constantes advertencias sobre los riesgos cardiovasculares que producía. Actualmente, ese fármaco podría causarle a Merck muchas más pérdidas que su retiro de las ventas. En Estados Unidos, la compañía fue declarada responsable de la muerte de Robert Ernst y obligada a pagarle a su viuda 253,4 millones de dólares, pero se encuentran pendientes de resolución unas 5.000 denuncias, y puede suceder que la compañía farmacéutica tenga que desprenderse finalmente de entre 18.000 y 50.000 millones de dólares. Sin embargo no sólo Merck fue el responsable de la negligencia, sino que un organismo como la Agencia para las Drogas y los Alimentos (FDA-Foods and Drugs Agency), el ente gubernamental norteamericano que supuestamente debe velar por la salud y la alimentación de los contribuyentes, también es corresponsable. Desde el año 2002 se sabía que el Vioxx aumentaba la posibilidad de generar infartos al corazón o problemas similares, por lo que corrieron las sospechas: ¿apoyó Merck algunos trabajos o investigaciones de la FDA, o hubo algún tipo de contraprestación o, si se prefiere, de “coimas”?. Nada de ello resultaría extraño, si nos atenemos a los antecedentes de la FDA en el juego de intereses con que son favorecidos los grandes grupos químico-farmacéuticos, y de los que nos ocupamos en notas anteriores. Lo cierto es que Merck no retiró al Vioxx del mercado hasta el año 2004, un retraso inexplicable ya que eran demasiadas las evidencias de múltiples efectos cardiovasculares adversos del fármaco, y una falta de respuesta rápida incomprensible en una compañía fundada hace 340 años. La conclusión no es tan difícil: las ventas del producto fueron más importantes que sus efectos adversos.
Hipocráticos hipócritas
Hace tiempo que es vox pópuli el hecho de que los laboratorios acosan a los médicos para que éstos receten con exclusividad sus productos. Un acoso nada incómodo para los profesionales de la salud, ya que por aceptarlo se llevan no pocos beneficios. Lamentablemente hoy en día son una gran mayoría los médicos que de buen grado se dejan caer en las redes de este soborno. Incluso puede observarse, cuando alguien va a atenderse a un consultorio, de qué manera los doctores dejan de lado por varios minutos la atención a sus pacientes para dar preferencia a la recepción, en medio de los turnos, de trajeados visitadores médicos llevando en las valijas no sólo sus promociones, sino también los regalitos de rigor. Un caso de este tipo, y a gran escala, explotó con ribetes de escándalo en Italia, y la autoría del soborno en cuestión correspondió a otra de las grandes multinacionales farmacéuticas. Luego de un trabajo que le llevó dos años, la Fiscalía de Verona hizo pública hace unos dos años una investigación que sacó a la luz lo que en ese país también era un secreto a voces: médicos que reciben regalos y sumas de dinero de una multinacional farmacéutica a cambio de recetar sus productos. La acusación apuntó, con nombres y apellidos, nada menos que a 4.400 médicos de toda Italia y a 273 dirigentes y empleados del grupo británico Glaxo Smith Kline (GSK), uno de los líderes mundiales del sector, cuya sede italiana se encuentra precisamente en Verona. Las prácticas en cuestión se llevaron a cabo en el período 1999-2002, y las acusaciones van de soborno y corrupción a asociación delictiva en el caso de algunos dirigentes de Glaxo en Italia. La investigación se originó en la región del Véneto, cuando la Policía Fiscal descubrió en la contabilidad de la compañía una cantidad exagerada, de alrededor de 100 millones de euros, destinada a “promoción”. La Fiscalía acusó a Glaxo de haber desembolsado un millón de euros anuales para que los médicos prescribieran determinados fármacos y se atuvieran al catálogo de la compañía. De acuerdo a lo explicado por la policía italiana, todo el sistema de “comisiones” y regalos era controlado por un sistema informático conocido con la clave “Giove”, en el que era registrado el rendimiento de cada médico y en base a ello se establecía la importancia del premio. Los métodos de captación de los profesionales utilizados por Glaxo incluían viajes a lugares paradisíacos, relojes de oro, computadoras personales y dinero en efectivo. En algunas conversaciones telefónicas interceptadas por los investigadores en 2003, algunos vendedores de Glaxo se jactaban del aumento en las ventas logrado gracias a los sobornos. Por su parte, los fiscales informaron que la firma cuidaba a los facultativos en todos los niveles, desde la medicina general -2.579 profesionales denunciados- con obsequios de computadoras, reproductores de DVD o cámaras fotográficas, hasta los especialistas, con 1.738 acusados que recibían obsequios aún más valiosos como viajes, financiación de congresos y elementos de alta tecnología. Asimismo hubo un grupo de 60 médicos investigados, adscriptos a servicios de oncología, que participaron en un programa denominado Hycantim, un producto para el tratamiento de tumores. Según las acusaciones, esos médicos recibían incentivos por cada paciente al que le prescribían ese fármaco. Uno de los fiscales señaló, al referirse a los ejecutivos de la compañía y el precio del producto: “Para esta gente, cada enfermo valía 4.000 euros. Daba igual si el medicamento era bueno o no, lo importante era tener el mayor número de pacientes”. Una buena muestra de que la codicia de la industria farmacéutica ha convertido la enfermedad en un negocio. En el caso antes apuntado, contando con la complicidad de médicos que ningún favor le hacen a su otrora noble profesión, manchando el juramento de Hipócrates y convirtiéndolo en un código de hipócritas.
Bayer, mucho más que una aspirina
Seguramente el grupo farmacéutico que se lleva las palmas en lo que hace a la acumulación de dinero y poder sin que le importe pisotear pequeños competidores y, peor aún, envenenar consumidores, es Bayer AG. Una empresa presente en todos los países del mundo que opera en la misma sintonía de colegas suyos como Monsanto y Dow Chemical, multinacionales químicas que también abarcan el rubro farmacéutico y de las que nos ocupamos en notas recientes. La historia de la compañía alemana Bayer, con su sede central en la ciudad de Leverküsen, se remonta al siglo XIX, cuando nació como IG Farben, y está colmada de hechos aberrantes, pero claro, “de eso no se habla”, y teniendo como toda multinacional con trapos sucios quien se los lave y contando además con 400 parlamentarios en su país, tanto regionales como nacionales, que antes pasaron por las filas de la empresa y continúan brindándole fidelidad, ocultar parte de su historia negra no le resulta difícil. Pero aquí recordaremos parte de esa historia. Esta multinacional, que también se identifica con agentes de guerra química, con innumerables insecticidas y venenos caseros y con “medicamentos” como la heroína -un temprano patentamiento de Bayer antes de comprobar lo que causaría-, ha trabajado en muchas oportunidades estrechamente con dictadores y criminales de guerra, desde Hitler en adelante. Uno de sus directores, Carl Duisberg, ya se había encargado personalmente de propagar el concepto de “trabajos forzados” durante la Primera Guerra Mundial, idea que posteriormente fue aplicada con mucha más dedicación por los nazis, al someter a esos trabajos forzados a prisioneros de guerra, habitantes de los países ocupados y trabajadores extranjeros. Esto a su vez derivó hacia los asesinatos masivos, muchos de ellos en el campo de concentración cuyos terrenos eran propiedad de la IG Farben y del que se guarda un lamentable recuerdo: Auschwitz. Pero la compañía no sólo colaboró con esos terrenos. También fabricó el gas Zyclon B, utilizado para exterminar judíos en ése y otros campos de concentración. Después de la Segunda Guerra Mundial, la IG Farben se fragmentó en las empresas Bayer, BASF y Hoechst, pero ninguna de las tres indemnizó adecuadamente a las víctimas, sobrevivientes o familiares. Cuando moría el siglo XX y tras una investigación de nueve meses, Bayer fue hallada responsable de la muerte de 24 niños en la remota aldea andina de Taucamarca, en Perú, al ingerir en su desayuno alimentos envenenados con el pesticida metil-paratión, en tanto otros 18 sufrieron daños en su salud y en el desarrollo a largo plazo. El pesticida, un organofosforado que era comercializado por la compañía con el nombre de Folidol, era vendido a pequeños agricultores en toda la zona andina peruana, la mayoría de ellos analfabetos y que solamente hablan en idioma quechua. Bayer empaquetaba ese pesticida -un polvo blanco semejante a la leche en polvo y sin olor a químicos- en pequeñas bolsas plásticas, etiquetadas en español y con el dibujo de un vegetal, en tanto las etiquetas no ofrecían ninguna información de seguridad, ni siquiera en pictogramas, que pudieran ser interpretadas por los habitantes de las aldeas.
Un informe del Congreso peruano concluyó en que Bayer debería compensar a las familias afectadas, y éstas iniciaron en octubre de 2001 una acción judicial contra la empresa y su subsidiaria Bayer-Perú, alegando que debieron tomar medidas para prevenir el mal uso de un producto extremadamente tóxico dada la preeminencia de idiomas indígenas en el interior de Perú. Sin embargo, dos días después de iniciada la acción legal el juez de la Corte Superior de Lima desestimó la demanda por “cuestiones de procedimiento” y concluyó sumariamente, e ilegalmente, que los demandantes “no habían planteado de manera adecuada el caso sustancial”. Según las leyes peruanas, en la fase inicial del litigio el juez sólo puede determinar si los documentos de la demanda están completos o no, pero no puede pronunciarse sobre cuestiones legales sustanciales. ¿Otra muestra del poder de una multinacional, en este caso quizás presionando o comprando a un juez?. El caso es que las familias apelaron esa sentencia ilegal y, por lo que se supo hasta ahora, aguardaban la fijación de una nueva audiencia, mientras acusan además al ministerio de Agricultura peruano de no hacer aplicar las normas sobre pesticidas, dado que en ese país es común la venta sin control de pesticidas de “uso restringido”, como el que causó la muerte de esos 24 niños. Durante la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible que se llevó a cabo en Johannesburgo, Sudáfrica, las familias afectadas escribieron al entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, pidiéndole que excluyera a Bayer del Pacto Mundial de la ONU debido a las acciones de esa compañía en Perú. El Pacto Mundial es una asociación entre la ONU y diversas empresas multinacionales que se comprometieron a “respetar el ambiente y los derechos humanos”. La carta a Annan fue firmada, en representación de la aldea de Taucamarca, por Víctor Huarayo Torres, dos de cuyos hijos estaban entre los 24 niños muertos por el envenenamiento con el pesticida de Bayer, y expresa: “Los padres dolientes de mi aldea no podemos entender cómo la ONU puede apoyar a una compañía como Bayer, que continúa vendiendo sus pesticidas más tóxicos, clasificados por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como extremadamente peligrosos, muchos años después de haber prometido públicamente retirarlos, en 1995. Tampoco entendemos por qué la ONU respalda a la compañía que permitió la venta de metil-paratión en una región donde sabía que los residentes no podrían leer las instrucciones de la etiqueta”. Pese a sus famosas aspirinas, Bayer debió soportar algunos otros dolores de cabeza, como en mayo de 2003, cuando un equipo de abogados de California presentó una demanda contra la compañía en nombre de enfermos hemofílicos. La acusación fue que Bayer había vendido en la década de 1980 coagulantes infectados con los virus de la Hepatitis C y el HIV. Por supuesto, Bayer rechazó la acusación explicando que se había atenido a “normas existentes en la época”. Cabe preguntarse si esas “normas” tuvieron que ver con los manejos de la FDA norteamericana, difundidos en ésta y otras notas, para jugar a favor de los intereses de las multinacionales químico-farmacéuticas. Por otra parte, a Bayer le interesaba sobremanera hacer pie en Wall Street llegando a cotizar en la Bolsa de Nueva York, una cima a la que aspiran llegar todas las grandes multinacionales, y para ello debía tener una carta de presentación intachable. Firmada seguramente por una FDA convenientemente “aceitada” y por el hecho de hacer “buena letra” en el mundo con sus productos y evitando juicios y demandas, al menos hasta que lograra aquel objetivo. Sin embargo no le fue tan fácil, ya que debió retirar del mercado el Lipobay (Cerivastatina), un medicamento para combatir el colesterol que no había sido debidamente comprobado, luego de que ocasionara miles de muertes por infartos y otras dolencias cardíacas.
La criminal actuación de Bayer con ese fármaco obedeció a su necesidad de encontrar un hueco en el mercado de los medicamentos contra el colesterol, copado por multinacionales norteamericanas. Necesidad y urgencia que demostraron, una vez más, que los intereses de estos grandes grupos están muy por encima de la ética y de la salud a la que dicen servir. De todas maneras, Bayer no sufrió en este caso los efectos de ninguna demanda en su contra. Es que las multinacionales farmacéuticas integran una parte destacada de la llamada Mesa Redonda Europea de Industrias, que se reúne periódicamente con altos consejeros de la Unión Europea para delinear las “líneas generales” de cada sector. Y como se dijo anteriormente, Bayer dispone de 400 ex ejecutivos de la firma que ahora son parlamentarios regionales o nacionales, a los que la multinacional además reúne mensualmente para presionarlos o tenerlos controlados, por lo cual no resulta para nada anormal que el gobierno alemán la haya absuelto de toda responsabilidad, negándose a iniciar cualquier acción jurídica, pese a las contundentes pruebas en su contra. Otro ejemplo del desprecio de estos grandes grupos por la humanidad, se dio cuando a comienzos del 2003, el India Committee of the Netherlands publicó un informe según el cual las multinacionales Bayer, Monsanto, Unilever y Syngenta explotaban a niños en la producción de semillas en la India. Para concluir con algunas muestras más de lo que realmente representa Bayer más allá de sus afamadas aspirinas, podemos referirnos a que esta compañía, una de las que más comercializa herbicidas, lo hace con algunos que han ocasionado lesiones graves en personas y animales, especialmente en el Tercer Mundo, donde los grandes grupos químico-farmacéuticos encuentran un campo fértil para que sus venenos sean aceptados y vertidos. Así ocurrió con el Baysiston, utilizado en los cultivos de café; Gaucho, para los de girasol; y el muy peligroso nematicida Fenamifos (Nemacur). En todo caso, estas multinacionales siempre van a estar cubiertas en todos los flancos posibles, ya que si los “mecanismos políticos habituales” llegaran a fallar, se ponen en marcha otros planes.
Acción y reacción
De esos planes bien puede dar cuenta el colombiano Germán Velázquez, doctor en Economía y director del Programa Mundial de Medicamentos de la OMS, quien se atrevió a publicar un estudio en el que recomienda, entre otras cosas, la elaboración de medicamentos genéricos y la eliminación de las patentes, además de oponerse a los tratados de libre comercio (TLC) que con tantas urgencias y presiones intenta imponer Estados Unidos. Desde entonces el hombre vive bajo amenazas de muerte. En mayo de 2001 fue atacado en Río de Janeiro por un desconocido que le robó su cartera, lo golpeó y con una navaja le dejó en una de sus muñecas una cicatriz de 16 centímetros. Lo que había quedado como un simple atraco tomó otro cariz en Miami, cuando Velásquez asistió a una reunión de la OMS: una noche en que caminaba por Lincoln Road fue abordado por dos hombres que lo golpearon y lo amenazaron de muerte. Mientras estaba tendido en el suelo, sus atacantes le dijeron: “Esperamos que haya aprendido la lección de Río. Deje de criticar a la industria farmacéutica”. La cuestión estaba más clara. Velázquez denunció el hecho a la policía de Miami y lo comunicó de inmediato a la sede de la OMS. Según informó en su momento el diario español “El Mundo”, a su regreso a Ginebra todo pareció volver a la normalidad, pero diez días después sonó el teléfono por la noche en el domicilio de Velázquez y una voz le preguntó en inglés: “¿Tiene miedo?”. Cuando Velázquez preguntó quién era, la voz le respondió: “Miami, Lincoln Road”. Desde ese momento no cabían más dudas de que la vida del funcionario de la OMS estaba en peligro tanto en su casa como en el extranjero. Dos semanas después se repitió la llamada advirtiéndole que no asistiera a la reunión -que posteriormente se celebró y a la que Velázquez asistió de cualquier manera- de la Organización Mundial de Comercio (OMC), para discutir sobre la relación entre el derecho a la salud y la propiedad intelectual de los medicamentos esenciales. Por si fuera poco, y como otra muestra de los poderes con que son protegidos los intereses de las multinacionales, la entonces secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, le “sugirió” a quien era directora de la OMS, Gro Harlem Bruntland, que retirara de circulación el estudio elaborado por Velázquez y, más aún, que lo despidiera, pero esta funcionaria decidió mantener su posición negativa al respecto. El caso es que Germán Velázquez continúa luchando, entre otros aspectos, contra las patentes exclusivistas de las multinacionales farmacéuticas, por la libre elaboración de genéricos y por un fácil acceso de los países pobres a los medicamentos, mientras se ha visto obligado a vivir bajo permanente protección policial y de una patrulla de las Naciones Unidas. Presiones a las que obligan las grandes “familias” de la mafia farmacéutica.
El gran negocio
La globalización ha permitido que se desarrolle una nueva forma de poder, la farmacocracia, capaz de decidir qué enfermedades y qué enfermos merecen cura. Es así como el 90 por ciento del presupuesto dedicado por la industria farmacéutica para la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos está destinado a enfermedades que padece sólo el 10 por ciento de la población mundial. Un tercio de ésta carece de cuidados médicos adecuados. La codicia de las multinacionales del sector, los aranceles, las trabas burocráticas y la corrupción de los propios gobiernos de los países empobrecidos hacen posible que más de 2.000 millones de personas se vean privadas de su derecho a la salud. Según la OMS, millones de personas en Africa, Asia y América Latina sufren las llamadas “enfermedades olvidadas”, como el dengue hemorrágico, la filiasis linfática, la oncocercosis, la enfermedad del sueño o el mal de Chagas, que afectan a 750 millones de personas y acaban con la vida de medio millón cada año. Enfermedades causadas generalmente por parásitos, transmitidas por medio de agua insalubre o por picaduras de insectos; pandemias que caen en el olvido porque sólo afectan a las comunidades más pobres; y víctimas que no cuentan con el dinero suficiente para acceder a un tratamiento o una medicación adecuada. El caso del SIDA es un ejemplo claro de la diferencia que se da a unas enfermedades o a otras, según el nivel adquisitivo de quienes las padecen. En sus comienzos fue una enfermedad mortal de la que pocos habían oído hablar, pero cuando pasó a afectar a personas de los países desarrollados con capacidad para hacerse escuchar, asociarse y reclamar su derecho a la salud, las multinacionales farmacéuticas desarrollaron medicamentos que convierten al SIDA en una enfermedad crónica y no mortal. Aun así, más de cinco millones de personas mueren cada año por el HIV y la mayoría de los enfermos -nueve de cada diez infectados viven en países empobrecidos- no pueden pagarse los tratamientos adecuados. La vacuna contra el SIDA bien podría llevar años encerrada bajo llave en la caja fuerte de alguna multinacional farmacéutica. Para ninguna de ellas sería rentable comercializarla, sobre todo teniendo en cuenta que las personas más expuestas a esta enfermedad no podrían pagarla y que los enfermos de los países desarrollados ya pagan importantes sumas de dinero para su tratamiento. Este es uno de los abundantes capítulos que pueblan el particular código de “ética” de los grandes grupos químicofarmacéuticos. El director del Programa Mundial de Medicamentos de la OMS, nuestro ya conocido y amenazado Germán Velásquez, en el Diálogo “Salud y Desarrollo: los retos del siglo XXI” efectuado en Europa en 2004, explicó que “las patentes de los medicamentos pueden estar bloqueando el desarrollo en lugar de potenciarlo, pues se trata de un monopolio que conlleva altos precios”. Señaló también que en el mercado de los medicamentos, “en vez de reglas negociadas por todos y en interés de todos, muchas decisiones de la Organización Mundial de Comercio son tomadas a puertas cerradas y se protegen intereses especiales”, y al referirse a la situación sanitaria en Africa subrayó: “Si bien es cierto que la no atención médica de las personas está penada con la cárcel, actualmente se está cometiendo ese crimen con un continente entero y sus víctimas se pueden contar por millones”.
En otro orden y refiriéndose al tema del SIDA, expresó que “es una vergüenza que el 99 por ciento de las personas que tienen acceso a los retrovirales vivan en países desarrollados, mientras el 75 por ciento de las personas de todo el planeta viven en los países pobres, donde se vende sólo el 8 por ciento de todos los medicamentos del mundo”. En relación a los medicamentos genéricos -otra de las batallas en muchos casos desigual que libran algunos países del Tercer Mundo contra las multinacionales farmacéuticas ya que son mucho más baratos que los patentados por éstas-, India encabeza la producción mundial, y los exporta a varios países de Asia e incluso a algunos en desarrollo. Pero también está enfrentando en los tribunales, entre otras, la embestida del laboratorio Novartis, uno de los “grandes” del sector, ya que el gobierno indio le negó una solicitud de patente para introducir el Glivec, un medicamento contra el cáncer. Por el momento las empresas indias continúan produciendo su similar genérico, que cuesta sólo 2.700 dólares por paciente y por año, frente a la versión de Novartis cuyo valor es de diez veces más, 27.000 dólares, también por paciente y en el mismo período. Por su parte, Tailandia emitió recientemente una licencia obligatoria para quebrar la patente del Efavirenz, un producto de la compañía Merck contra el HIV, a fin de importar el genérico de fabricación india. En tanto, Filipinas está por librar una batalla legal contra la empresa Pfizer para poder importar de la India una versión del Norvasc, un fármaco para pacientes con problemas cardíacos. Por supuesto que las multinacionales del sector arremeten con demandas, juicios y todo artilugio jurídico contra estas expresiones de independencia sanitaria de los países que se atreven a ponerla en juego. No es para menos si tenemos en cuenta, por ejemplo, que respecto del Norvasc la compañía Pfizer obtiene en Filipinas 60 millones de dólares anuales sólo por la venta de ese medicamento, al cual cotiza a más del doble del precio del que está vigente en otros países, aprovechándose también de que en Filipinas las enfermedades cardíacas constituyen la principal causa de muerte. Lo cierto es que cientos de miles de personas podrían salvar sus vidas si los países desarrollados aseguraran que sus compromisos de Doha, Qatar, durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio, en materia de legislación de patentes, compromisos nunca asumidos efectivamente hasta el momento, proporcionen un equilibrio entre derechos y obligaciones, garantizando así que las vidas de las personas se antepongan a los beneficios económicos de las compañías farmacéuticas.
Rumsfeld y la gripe aviar
El tema de la gripe aviar alcanzó altos niveles mediáticos en los dos años anteriores. Al poco tiempo, luego de alcanzar también altos niveles de alarma transmitidos a la población mundial, las aguas comenzaron a serenarse. Por un lado se decía que una pandemia de gripe aviar -comparándola con la de influenza o “gripe española”, que costó unos 50 millones de vidas en el planeta entre 1918 y1920- costaría a su vez otros varios millones de vidas, especialmente en países pobres. Pero luego aparecieron algunas estadísticas que desvirtúan algo esa alarma, más aún cuando el mundo está a casi cien años de aquel período, en el que la tecnología y la elaboración de medicamentos estaba prácticamente en pañales. Dichas estadísticas muestran que desde hace nueve años, cuando fue detectado en Vietnam el virus de la gripe aviar, aún no llegan a cien las víctimas mortales, un promedio de once muertes al año, y en todo el mundo. Si bien no es para quedarse tranquilos exagerando la confianza, aún no da para asustarse demasiado. Sin embargo, la aparición del virus H5N1, nombre científico del que causa la gripe aviar, le vino bien a un hombre que encontró la excusa para lanzar otra de sus guerras preventivas: el presidente norteamericano George W. Bush, quien rápidamente hizo sonar la campana de alarma para que el mundo temblara de miedo. Es que había hallado una poderosa arma preventiva, con la que tiene bastante que ver su hasta hace poco brazo derecho en esto de lanzar guerras por aquí y por allá: el inefable Donald Rumsfeld. Se trata del antiviral Tamiflu, comercializado por la compañía farmacéutica suiza Roche, que en poco tiempo se convirtió en la gallina de los huevos de oro: los ingresos por su venta pasaron de 254 millones de dólares en 2004 a 1.000 millones en 2005. Además con un techo imprevisible por delante, teniendo en cuenta la grotesca reacción de los gobiernos occidentales al efectuar pedidos masivos del fármaco. Sin embargo, la realidad es que la eficacia del Tamiflu es cuestionada por gran parte de la comunidad científica: muchos se preguntan cómo se espera que pueda servir ante un virus mutante cuando apenas alivia algunos síntomas, y no siempre, de la gripe común y corriente. Una breve historia tal vez aclare algo la cuestión. Como bien señala el Dr. José Antonio Campoy, director de “Discovery Salud”, hasta el año 1996 el Tamiflu era propiedad de la empresa Gilead Sciences Inc, que ese año vendió la patente a los laboratorios Roche. ¿Y quién era entonces su presidente?. Pues nada menos que el incombustible y hasta hace poco secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld., a quien recordamos en una nota anterior como vinculado en su momento al laboratorio Searle, luego adquirido por la multinacional Monsanto, descubridor de un endulzante de trágicos antecedentes como el aspartamo, comercializado bajo los nombres de Nutrasweet y Equal y componente hoy en día de la mayoría de los edulcorantes y productos marcados como “no calóricos” o “libre de azúcar” que pululan en el mundo, algo a que también nos referimos en una nota anterior. Cabe destacar que Rumsfeld continúa hoy vinculado a Gilead Sciences Inc. como uno de sus principales accionistas.
El caso es que en cuanto se comenzó a hablar de la gripe aviar, Gilead quiso recuperar el Tamiflu alegando que Roche no hacía los suficientes esfuerzos para fabricarlo y comercializarlo. Que tuvo la suficiente fuerza para lograrlo -fuerza en la que probablemente puso su parte el entonces secretario de Defensa- lo demuestra el hecho de que ambas empresas se sentaron a negociar, acordando rápidamente constituir dos comités conjuntos, uno encargado de coordinar la fabricación mundial del fármaco y decidir sobre la autorización a terceros para fabricarlo, y otro para coordinar la comercialización de las ventas estacionales en los mercados más importantes, incluido Estados Unidos. A todo esto hay que agregar un detalle más: Roche ya se quedó con el 90 por ciento de la producción mundial de anís estrellado, planta que crece fundamentalmente en China si bien se la encuentra también en Laos y Malasia, y que es la base del Tamiflu. Así el escenario se fue completando. Sólo faltaba comenzar a encontrar poco a poco y en distintos países algunas aves contagiadas con el virus -una gallina aquí, dos patos allá-, para crear así una alarma mundial con la ayuda de científicos y políticos sin demasiados escrúpulos o de escasa capacidad intelectual, y de los grandes medios de prensa, que como todos saben no se caracterizan precisamente por investigar lo que publican o emiten. ¿Y qué tiene que ver Rumsfeld con todo esto?. Pues nada absolutamente, si nos atenemos a su respuesta, claro. De acuerdo a un comunicado emitido en octubre pasado por el Pentágono (otra fuente “creíble”), el entonces secretario de Estado no intervino en las decisiones que tomó el gobierno de sus amigos, el presidente Bush y el vicepresidente Dick Cheney, sobre las medidas preventivas que había que adoptar frente a la “amenaza de pandemia”. El comunicado afirma que se abstuvo y no tuvo nada que ver en la decisión de la administración norteamericana de aconsejar y apoyar el uso del Tamiflu a nivel mundial. Por lo tanto, al hombre hay que creerle. Como cuando aseguró solemnemente que en Irak había armas de destrucción masiva. Además, el hecho de que su nombre aparezca unido a una vacunación generalizada contra una supuesta gripe del cerdo durante la presidencia de Gerald Ford, en la década de 1970, que dio como resultado más de 50 muertos a causa de efectos secundarios, no es más que una coincidencia. Como también lo es que la FDA aprobara el aspartamo a los tres meses de que Rumsfeld se incorporara al gabinete de Ronald Reagan, pese a que tras diez años de estudios del producto no se había tomado ninguna decisión. Por supuesto, Rumsfeld tampoco tuvo nada que ver, tras el atentado a las Torres Gemelas, con la compra del Vistide, fármaco adquirido masivamente por el Pentágono para evitar los efectos secundarios que podía producir la vacuna contra la viruela entre los soldados norteamericanos a los que les fue aplicada antes de ser enviados a conquistar Irak. Además, que el Vistide fuera también un producto del laboratorio Gilead Sciences Inc., creador del Tamiflu, es otra coincidencia. Así que a no pensar mal de Donald Rumsfeld y, en todo caso, a seguir de cerca todas las informaciones que aún aparecerán sobre la gripe aviar, y por las dudas a llenar los botiquines con Tamiflu. Tal vez no será un medicamento muy combativo contra la gripe aviar, pero al menos podrá evitar, con un poco de suerte, un modesto resfrío.
Los laboratorios de Frankenstein
Para ir concluyendo esta trilogía de notas en las que hemos expuesto a la consideración de los lectores los desastres mundiales contra la humanidad a que la someten las multinacionales químicas como Monsanto y Dow Chemical, entre otras; los graves problemas de salud generados por el Nutrasweet, sus derivados y los demás edulcorantes cuya base es el aspartamo; y esta última sobre los atentados contra la salud que también cometen las multinacionales farmacéuticas, dedicaremos un párrafo a otras compañías que, en sus investigaciones para crear nuevos productos o mejorar los ya existentes, realizan experimentos aberrantes. La compañía Procter & Gamble (P&G) -dedicada a la creación y comercialización de productos que van desde jabones, shampúes y detergentes a diversos cosméticos y elementos femeninos como toallas higiénicas y tampones, y que no hace mucho extendió su accionar al rubro farmacéutico- al igual que Nestlé y Colgate-Palmolive está siendo acusada en los últimos tiempos de llevar a cabo crueles experimentos de laboratorio con animales, ya sea para probar químicos, cosméticos o alimentos balanceados. La organización británica “Uncaged”, que lucha por los derechos de los animales, acusa a Procter & Gamble de realizar experimentos dolorosos, invasivos y letales en perros, gatos y otras mascotas. Algunos de los que se mencionan son alergias severas inducidas en cachorros Siberian Husky y gatos muertos en experimentos abdominales invasivos. A su vez PETA (People for Ethical Treatment for Animals), otra entidad protectora de animales con más de un cuarto de siglo de trayectoria y con sede en Virginia, Estados Unidos, logró introducirse en uno de los laboratorios de IAMS, empresa adquirida en 1999 por P&G, y declaró haber encontrado perros que se habían vuelto locos tras un intenso confinamiento en jaulas con barrotes que tenían escasas dimensiones, otros a los que les habían extirpado las cuerdas vocales y algunos animales languideciendo en sus jaulas, abandonados y sufriendo horrores, sin asistencia veterinaria. Perro Beagle utilizado en experimentos con ácidos Los experimentos -denunciados en varias oportunidades y que motivaron que activistas de varios países, encabezados por “Uncaged”, realizaran un día de boicot a P&G en mayo de 2005, repitiéndolo exactamente un año después- incluyen la quema de la piel de los animales con ácidos, introducirles polvos en los ojos y otras lindezas por el estilo. Todo en nombre de la ciencia, por supuesto. Por su parte, Nestlé Purina Petcare lleva experimentando desde 1926 en un complejo ubicado en Saint Louis, Missouri (casualmente vecinos de Monsanto), donde alojan a alrededor de 600 perros y 500 gatos en trece edificios. Ellos mismos publican sus experimentos -entre los que figuran ciertos estudios en los que inducen fallos renales en perros y otros animales para después experimentar su cura con una dieta baja en proteínas- en periódicos científicos, con el fin de engordar las carreras y currículums de sus investigadores. En cuanto a Colgate-Palmolive, realiza sus pruebas en el Hill’s Pet Nutrition, en Topeka, Kansas. Hace algunos años, la Unión Británica contra la Abolición de la Vivisección publicó detalles de un experimento llevado a cabo por la compañía en la Universidad de Columbia, en el que se encerraba a conejillos de Indias en pequeños tubos de plástico y se les aplicaba una fuerte solución de sulfuro durante cuatro horas al día por espacio de tres días. Ello causaba que la piel de los animales se quebrase y sangrase. Los aquí expuestos han sido, en suma, algunos de los ejemplos que nos obsequian las multinacionales químicas y farmacéuticas -en buena parte de los casos ocultándolos, disfrazándolos, desmintiéndolos o atacando a quienes se atrevan a denunciar, criticar u oponerse por cualquier medio a sus designios-, y que nos dejan una pregunta prácticamente incontestable: a la vista de los efectos nocivos de muchos productos elaborados por las grandes compañías del sector, de que los mismos sean inalcanzables para gran parte de la población mundial por su costo o por no llegar a sus países, y de los monopolios ejercidos por estas multinacionales respecto del patentamiento de los fármacos, ¿qué podemos consumir en definitiva?; ¿cómo podemos defendernos del envenenamiento de los químicos y de los medicamentos no debidamente comprobados?; ¿quién nos protegerá contra tantas carencias y abusos?. Quizás la última palabra sólo la tengamos nosotros mismos.
Carlos Machado
karlos_585@hotmail.com
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