Por Hernán Andrés Kruse.-

Según el INDEC, conducido ahora por el economista Jorge Todesca, en el segundo trimestre de 2016 la tasa de desocupación trepó al 9,3 por ciento, contra el 6,6 por ciento de igual período del año anterior y el 5,9 por ciento del tercer trimestre del mismo año. Emergen en toda su magnitud las consecuencias que provoca en el empleo la política económica ortodoxa que viene implementando el gobierno de Mauricio Macri. Por su parte, la subocupación se incrementó en un 2 por ciento (de 9,0 a 11,2 por ciento). No estaban errados los gremios y las pymes que vienen advirtiendo sobre el paulatino deterioro del mercado de trabajo. Tampoco lo estaban las cifras vertidas por organismos descentralizados, consultoras y centros de investigación. Da toda la sensación de que tanto el equipo económico como el propio presidente no imaginaron, al comenzar su gestión, un escenario económico de semejante gravedad para esta altura del año. Lo cierto es que los despidos en el sector público, el desplome de las ventas en el mercado interno, la caída de las exportaciones y la apertura de las importaciones no han hecho más que darle la bienvenida al drama de la desocupación.

Las mujeres vienen sufriendo más que los hombres el drama de quedarse sin trabajo. La desocupación femenina trepó al 10,5 por ciento mientras que la subocupación lo hizo al 13,9 por ciento. Por su parte, la desocupación masculina ascendió al 8,5 por ciento mientras que la subocupación lo hizo al 9,2 por ciento. Los más afectados por la desocupación son los jóvenes (de 29 años para abajo): el 18,9 por ciento no tiene trabajo. Para colmo, en el curso de 2015 se registró un aumento del empleo no registrado del 2% (de 31,9 a 33,4 por ciento). En los 31 conglomerados urbanos relevados por el Indec los desocupados ascendieron en el segundo trimestre de 2014 a 890 mil personas, mientras que en el mismo período de 2015 ese número descendió a 783 mil personas. Lamentablemente, en 2016 la cifra se ubicó en 1.162.779 desocupados, lo que implica un incremento de unos 380 mil trabajadores que perdieron el trabajo. Cabe aclarar que el número brindado por el Indec se construye teniendo como base de referencia la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que engloba a 31 ciudades de todo el país y que brinda un panorama completo del mundo del trabajo (incluye los asalariados no registrados, monotributistas y trabajadores autogestivos de la economía laboral).

Las estadísticas desmienten el relato macrista en cuanto al deterioro de los indicadores laborales de 2011 a la fecha. A partir del segundo trimestre de 2014 la desocupación descendió un 1 por ciento (de 7,5 al 6,6 por ciento) el año pasado, ubicándose en este momento en 9,3 por ciento. Por su parte, la subocupación apenas disminuyó un 0,4 por ciento (de 9,4 al 9,0 por ciento) y en 2016 ascendió al 11,2 por ciento. En el tercer trimestre de 2015 la desocupación descendió al 5,9 por ciento (el registro más bajo de los últimos 28 años) mientras que la subocupación se mantenía en un 8,6 por ciento. Por su parte, la tasa de actividad aumentó casi el 2 por ciento (de 44,6 a 46,0 por ciento) entre el segundo trimestre del año anterior e igual período de 2016, en tanto que la tasa de empleo pasó del 41,5 al 41,7 por ciento. Las estadísticas no mienten: se detecta un marcado deterioro del mercado de trabajo. Ello obedece a múltiples razones. Una de las más importantes ha sido la política de despidos masivos en el Estado implementada por el gobierno nacional a partir del 10 de diciembre pasado. Otro factor a tener en cuenta es la fuerte caída de las ventas debido a la inflación que se desató por la megadevaluación de diciembre pasado. Además, el equipo económico de Cambiemos permitió el ingreso indiscriminado de bienes foráneos pese a que el mercado interno está parado. Para empeorar la situación, las exportaciones se vienen cayendo a raíz de la crisis brasileña.

Según el INDEC la desocupación asciende hoy en el Conurbano bonaerense al 11,2 por ciento, en Gran Córdoba al 11,5 por ciento y en el Gran Rosario al 11,7 por ciento. Las zonas más afectadas por el desempleo en el Conurbano bonaerense son las fábricas metalúrgicas y textiles; en el Gran Rosario, línea blanca y carrocería; y en Córdoba, las automotrices y autopartistas. En estos conglomerados urbanos se produjeron despidos y cierres de empresas que no soportaron los embates económicos del gobierno macrista. El 15,7 por ciento de los ocupados necesita trabajar más horas para sobrevivir. Así sucede con el 17,6 por ciento de los ocupados en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, con el 18,6 por ciento de los ocupados en el noroeste (particularmente Tucumán y Salta), con el 21,2 por ciento de los ocupados en Gran Córdoba y con el 20 por ciento de los ocupados en Mar del Plata. La caída del empleo a lo largo de 2016 se registró fuertemente en el sector de la construcción y la industria manufacturera (fundamentalmente en el sector maderero, tabaco, automotriz, textil y fabricación de maquinaria y equipo). También se hizo sentir en las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, transporte, almacenamiento y comunicación, explotación de minas y canteras y hoteles y restaurantes (fuente: Javier Lewkowicz, “Era cierto que había una crisis de empleo”, Página 12, 24/8/016).

Página 12 entrevistó en las últimas horas a una ex viceministra de Trabajo, un ex director del Banco Central y dos analistas de sendos centros de investigación quienes trazaron un sombrío panorama respecto al futuro inmediato del mercado laboral, como consecuencia de la imperiosa necesidad del modelo económico implementado por el presidente Macri de disciplinar a los trabajadores a través del desempleo, y la concentración de los conflictos en las pequeñas y medianas empresas. Según la ex viceministra de Trabajo Noemí Rial “el cierre de las industrias, sobre todo las pymes con menos de 50 empleados, está provocando un fuerte aumento del desempleo. Y es un fenómeno que llegó para quedarse, nada hace pensar que vaya a modificarse esta situación”. Agregó que “en los últimos años, hubo un cierto estancamiento en la creación de nuevos puestos de trabajo, pero ahora directamente se están destruyendo las fuentes de empleo. Todas las medidas de impulso al primer trabajo, con reducciones en las cargas sociales, son maquillaje. Lo único que puede dar vuelta este escenario de distorsión laboral es el crecimiento de la economía, pero con las medidas que se vienen tomando no parece que vaya a pasar”. Planteó que lo que se viene es una recreación de la flexibilización laboral de los noventa: “son todas recetas que ya se probaron y no funcionaron”. Pablo Wahren, investigador de Citra-Umet (Centro de Innovación de los Trabajadores), consideró que la devaluación, la inflación y el tarifazo impactaron fuertemente el poder adquisitivo, lo que afectó seriamente la demanda local (poder de compra de los argentinos) y, en consecuencia, el nivel de empleo en el mercado interno. “La caída de la actividad se conjugó con la apertura de las importaciones. Entonces no sólo se vende menos sino que lo que se vende es importado. Este es uno de los fenómenos que está potenciando el aumento del desempleo”, precisó el investigador. Advirtió que “la idea del gobierno es que ramas como textiles, calzados, juguetes, entre otros, no son competitivas y deben iniciar un proceso de reconversión. El problema es que estas industrias son mano de obra intensiva, o sea contratan muchos trabajadores, y se pretende reemplazarlas por actividad de servicios que no necesariamente demandan tanto trabajo. El resultado no puede ser otro que mayor desocupación”. Adelantó que “la sociedad está más madura. Tras la crisis del 2001, la crisis del neoliberalismo, tiene que haber una respuesta social que le va a poner un freno a la desocupación. Es una sociedad que va a reaccionar mucho antes”. Martín Burgos, director del área de economía del CCC (Centro Cultural de la Cooperación), dijo que “la clave es el disciplinamiento del movimiento obrero, de los sindicatos”. “Estamos pasando de una grieta mediática a una grieta social. Al igual que ocurrió en los noventa, la gente que quede con trabajo va a tener buenos salarios, sobre todo si el tipo de cambio se sigue apreciando. Pero el gran problema es que las mayorías quedarán excluidas del mercado laboral. Es gente que va a estar precarizada y dispuesta a hacer cualquier tipo de tareas para tener un ingreso. Esto es lo que se viene”. “Los niveles de desempleo van a ubicarse en torno de 10 y 12 por ciento, cifras que son suficientes para que el nuevo gobierno pueda controlar a los sindicatos. Esta es una suba de la desocupación que forma parte de la estrategia del equipo económico, porque le permite contener la puja distributiva y bajar el poder de negociación de los sindicatos. Una desocupación en 15 o 20 puntos ya no es útil para la gestión porque implicaría un fuerte descontrol social”. Arnaldo Bocco, ex director del Banco Central, expresó: “los conglomerados urbanos industriales ahora están con tasas de desempleo de dos dígitos. Por ejemplo, Córdoba, donde están instaladas grandes fábricas del complejo automotriz; Rosario con la metalmecánica; Mar del Plata con pesca y turismo”. Aseguró que se está “en un escenario semejante al pre tequila (fuerte contracción de la economía local a mediados de los noventa por el contagio de la crisis financiera en México). Si la Argentina llega a tener un cimbronazo fuerte desde Brasil o el resto del mundo, la tasa de desocupación puede llegar a tener un salto como en 1994-95, cuando se pasó del 12 al 18 por ciento en pocos meses” (fuente: Federico Kucher, “El despido disciplinador”, Página 12, 24/8/016).

Productores frutihortícolas de las provincias de Río Negro y Neuquén, disconformes por la falta de rentabilidad del sector, decidieron protestar en la Plaza de Mayo regalando manzanas y peras. La sorpresa que se llevaron fue mayúscula cuando en poco tiempo una marea humana se abalanzó sobre el histórico lugar en demanda de esas frutas. Se formaron rápidamente largas filas en las que predominaban jubilados, desempleados y personas que carecen de vivienda. Muchos de quienes pidieron frutas de manera gratuita habían viajado muy temprano desde el conurbano bonaerense. Si bien los productores no fueron recibidos por el gobierno, lograron encontrarse con diputados de la oposición quienes se ofrecieron para ayudarlos. El sector frutícola no está pasando por un buen momento económico. Están en riesgo unos 2000 productores lo que implicaría la pérdida de unos 80 mil puestos de trabajo. Los productores reciben un kilo de manzanas cuyo valor asciende a los 3 pesos mientras que el costo de producción trepa a los 4,50 pesos. El problema se presenta en las góndolas donde el kilo de manzanas se llega a vender a 50 pesos. En relación con la pera el productor recibe un kilo de peras que cuesta 2,10 pesos mientras el costo de producción llega a los 4,50 pesos. En la góndola el kilo de pera se ubica en torno a los 23,50 pesos. He aquí el motivo fundamental de la protesta. Además, lo acontecido en la histórica plaza puso en evidencia la situación de vulnerabilidad de un sector importante de la sociedad. La medida de los productores demostró que en nuestro país, que supo ser el granero del mundo, hay muchos compatriotas que son capaces de esperar hasta una hora con tal de adquirir manzanas y peras gratuitamente. Pablo Castel, presidente de la filial Villa Regina de Río Negro de la Federación Agraria Argentina, dijo: “proponemos que se cree el Instituto (Nacional de la Pera y la Manzana) para regularizar la producción, distribución y comercialización. Mientras tanto, proponemos que el Estado nos retribuya esa falta de rentabilidad con subsidios y con ayuda tecnológica”. Por su parte, Daniel Fontova, productor de Allen, Río Negro, demandó al oficialismo que aplique “medidas coyunturales y de fondo para que las compañías que compran la fruta paguen el costo de producción más la ganancia”. “Que el gobierno fuerce a las empresas a que paguen más y que exija un precio garantizado”, reclamó el productor (fuente: “La peregrinación de la manzana”, Página 12, 24/8/016).

¡Cómo duele la Argentina de Mauricio Macri!

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