Por Claudio Izaguirre.-

Los femicidios, la guerra intrafamiliar, la demostración de poder sobre el otro y la imposición de una cadena de mando a como dé lugar, se convierten en escenas cotidianas en algunas familias formadas a partir del dominio del otro, lo que trae como consecuencia la reacción de cónyuge y el desastre familiar.

Entre el 85 y el 90% de las denuncias de violencia intrafamiliar son producidas por acciones llevadas adelante por el consumo de sustancias en alguno de sus miembros, que desencadenan situaciones que ponen en riesgo a todo el grupo conviviente. En este sentido no podemos avanzar más por la escasa información existente, dado que no se ahondan las investigaciones científicas, médicas o técnicas por haraganería estatal.

La Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SePIDRONA ex SEDRONAR), no escudriña estos aspectos porque consideran el consumo de drogas como un derecho humano que no debe ser cercenado. Por lo cual no acuden en auxilio de esas familias y no llevan a tratamiento a quienes, por sufrir una adicción, ponen en riesgo de vida a su entorno y grupo familiar.

Esta falencia de SePIDRONA alimenta las consecuencias producidas por esa falta de atención primaria y preventiva, quedando como única resolución de conflicto las fuerzas de seguridad enviadas por el Poder Judicial, una vez acaecidas las dantescas derivaciones que reflejan los medios de comunicación diariamente donde la víctima convertida en victimario irradia acciones irreparables.

Cuando ha acontecido lo irremediable, se informa en los medios de aquel autor material que ha llevado adelante la acción deleznable, pero nada se dice del actor intelectual, un Estado que no ha actuado en tiempo y forma para auxiliar al adicto enajenado y proteger a la familia de las acciones producidas en un momento de locura, causada por el consumo de drogas legales o ilegales.

SePIDRONA, ausente y sin políticas integrales que ayuden al adicto en crisis, provoca los femicidios que vemos azorados cuando un noticiero informa los detalles de algún caso. El adicto es abandonado a su suerte y la institución más encumbrada en estos temas, se convierte en un inútil espectador gracias a quienes prefieren los sillones cómodos al trabajo en campo.

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