Por Osvaldo V. Buscaya.-

Es Delito de Lesa Humanidad el enriquecimiento en la gestión gubernativa de los “representantes”, el fraude sobre el Estado, el abuso sobre la niñez, la trata, el proxenetismo, el travestismo y sus consecuencias, como toda violencia de género.

“Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley”. Osvaldo Buscaya

No importa con cuáles atributos sexuales se nazca, esos por los que el personal médico y el registro de identificación atribuyen al recién nacido un sexo. Lo que importa es cómo se perciba o sienta el sujeto cuando tiene uso de razón y así debe quedar inscrito. O no, porque oí a uno de esos nuevxs teóricxs, B.P. Preciado, proponer que se elimine el sexo del registro médico y legal, lo que dejaría libre a todo sujeto para todas las opciones sexuales. Son los Principios de Yogyakarta 2007 actualizados en las leyes trans.

Pues, ¿qué estamos haciendo acá, frente al poder mundial globalizado del transexual ecuménico perverso patriarcado? Debemos considerar que, mundialmente, nos impone una lógica con el elemento denominado “trans”, en nuestra actividad personal imposibilitándonos, de eludir los efectos de esa lógica impuesta por el poder mundial globalizado del transexual ecuménico perverso patriarcado: En esta situación “trans” ineludible, solo podemos arribar a lo conceptual de comprender las variantes, dinámicas y finalidades del poder mundial globalizado del transexual ecuménico perverso patriarcado, irresoluble ambiguo sexual, en una gran simulación en la que son expertos los integrantes de la política/seudocientífica transexual ecuménica perversa patriarcal.

Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninología) cuanto tenemos que aprender sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.

El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual.

“El feminismo es única y absolutamente la mujer”.

Un travesti o un trans no es una mujer.

El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninología), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.

Más sobre las consecuencias de la nueva teoría de género

Por Gioconda Espina | Tribuna Feminista | 3 de abril de 2023

La periodista feminista sueca Kajsa Ekis Ekman escribió Sobre la existencia del sexo. Reflexiones sobre la nueva perspectiva de género, que Ediciones Cátedra y la Universidad de Valencia ha publicado dos veces en su Colección “Feminismos” (la última en 2022). Se trata de un informe riguroso de los cambios legales conseguidos por el lobby trans a nivel mundial, no sólo en Suecia sino en otros países de la UE, EEUU y América Latina (no en Venezuela, porque esa discusión aún no ha aterrizado aquí, donde todas las urgencias son por la sobrevivencia).

La premisa de la que parte la autora es la que comparte Tribuna Feminista: desde 2017 ha venido ocurriendo una inversión de los conceptos sexo y género. Los y las exitosas -por ser muy publicitadas por los medios y las RRSS- téoricas de esa inversión, sostienen que lo que llamamos género, esa relación de cada sujeto sexual con el mundo, es ahora “congénito”. El sexo, en cambio, sería una “construcción” social, por lo tanto, secundario para la identificación médica y legal del sujeto. El mundo al revés.

No importa con cuáles atributos sexuales se nazca, esos por los que el personal médico y el registro de identificación atribuyen al recién nacido un sexo. Lo que importa es cómo se perciba o sienta el sujeto cuando tiene uso de razón y así debe quedar inscrito. O no, porque oí a uno de esos nuevxs teóricxs, B.P. Preciado, proponer que se elimine el sexo del registro médico y legal, lo que dejaría libre a todo sujeto para todas las opciones sexuales. Son los Principios de Yogyakarta 2007 actualizados en las leyes trans.

Como sabemos, la mayor parte de las objeciones a las leyes trans ha sido para evitar los efectos de la decisión de un o una menor de edad que -con mucha frecuencia y con toda razón- sólo se ha sentido atracción en su infancia por lo que la cultura sexista ha considerado secularmente que es característico del otro sexo: jugar con muñecas y cocinitas, gustarle todo lo rosado, ponerse vestidos y tacones de la mamá siendo niños, etc. Jugar béisbol o fútbol, sentirse más cómoda con pantalones y zapatos deportivos, jugar videojuegos, etc. siendo niñas. Así que su “decisión” probablemente ha sido sólo una protesta por lo que la cultura ha pensado que debe ser por razones de su sexo.

Protesta que el feminismo de todas las olas ha asumido como bandera política internacional. Es a eso que Beauvoir se refería en 1949 (El segundo sexo), cuando decía “no se nace mujer, se hace”. No se refería a la tergiversación que hacen los y las teóricas de la nueva teoría de género, que quieren convertir a Beauvoir en su pionera por esa frase. No es por azar que la mayor demanda de cambio de sexo sea de niñas y adolescentes, dice Ekman. Igual, agrego yo, escuchamos los y las psicoanalistas en la clínica: si hay más mujeres que hombres histéricos es porque la histeria es una protesta del sujeto del inconsciente contra lo que culturalmente se espera de él o ella en toda relación familiar, de pareja, política o laboral.

¿Trans o coartada?

La estrategia de confundir deliberadamente sexo con género ha llegado tan lejos que se llega a citar como “avances” en la lucha por los derechos trans los de la dictadura de los ayatollahs en Irán o la de los talibanes en Afganistán, anota Ekman.

Como ser homosexual es uno de los peores delitos, los ayatollahs proponen una “salida” a quienes se perciban o sientan que nacieron “en el cuerpo equivocado”, que es la que ellos llaman “corrección de sexo” por vía quirúrgica. Es relativamente fácil acceder a ella, por eso se habla del “paraíso trans iraní” para los extranjeros y nacionales que pueden pagar esa “corrección”. Los gays deben seguir en el closet a riesgo de ser colgados, como hemos visto por las RRSS y en TV. No en balde están acompañando a las mujeres que protestan en las calles, por sus derechos humanos, como el de no llevar obligatoriamente velo al salir a la calle.

En Afganistán existen las basha posh en Kabul, niñas disfrazadas de varones, para que puedan salir a la calle y hacer las diligencias de su familia sin ser castigadas. Una coartada de sobrevivencia que, sin embargo, tiene para las niñas un precio: no pueden ni amar a varones ni embarazarse después, porque pondrían en riesgo la seguridad de su familia y la de ella, por haber mentido.

Sobre las afganas e iraníes hoy no deben dejar de ver en TVE Play el documental Mujer, vida y libertad, dirigido por Teresa Martín. Ahí testimonia una afgana que vivió 10 años como hombre en el primer gobierno talibán para llevar dinero a su casa. Ahora vive en España.

Bloqueadores de la pubertad

Como el lobby de empresarios médicos y farmacéuticos, de los medios de comunicación y asesores jurídicos insisten en la necesidad de que la transición de un sexo al otro debe hacerse cuanto antes, para que cese el malestar por estar “en cuerpo equivocado”, se han multiplicado por el mundo las clínicas de asesoría y transición. Y también la administración de medicamentos requeridos para bloquear la pubertad (antes de que aparezcan el pecho en las niñas y crezca el pene en los niños). Los bloqueadores (análogos de la GnRH, la hormona liberadora de gonatropina) son ofrecidos con diversas marcas en cada país: Lupron en EEUU, Pamorelin en Suecia. Desde luego, el lobby siempre repite que los efectos en el organismo de quien transiciona son reversibles, si es que “excepcionalmente” un sujeto cambia de opinión. Pero no es así.

La verdad es que las GnRH son un tratamiento “contra el cáncer de próstata que (hace cesar) el 95% de la producción de hormonas sexuales”, la testosterona en los varones y los estrógenos en las niñas (p. 194), lo que quiere decir que se venden off label a niños y niñas con supuesta disforia de género; por eso los seguros privados no las cubren y por eso no tienen las farmacéuticas estadísticas del uso de las GnRH para tratamiento de disforia. Ni tienen que informar de efectos secundarios para una población que no sea la de hombres tratados por cáncer de próstata.

Así se construye un lobby

Como las GnRH son costosas pronto algunos empresarios le sacaron filo al negocio de producirlas, al tiempo que fabricaban un mercado, como hizo Frederick Paulsen a través de su multinacional empresa Ferring Pharmaceuticals, con sede central en Suiza, pero con sucursales EEUU, Reino Unido, Buenos Aires, Colombia, México y Polonia.

La empresa Ferring ya patrocinaba las investigaciones y los congresos de médicos a favor de la transición temprana, como Henriette Delemarrevan de Waal y Peggy Cohen-Kettenis, la pareja autora de la mayor parte de los estudios sobre el asunto. Luego la misma pareja entró en la directiva del lobby de la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénica, WPATH, que asesora en la materia a legisladores que impulsan las leyes trans. Ambas aparecen como referencia en el último Manual Diagnóstico Estadístico, DSM-5, que establece 8 criterios para diagnosticar “disforia de género pediátrica”, cinco de los cuales son lo que siempre hemos considerado estereotipos y roles de género impuestos por la cultura sexista a partir de nacer niño o niña, pero que ahora el lobby nos quiere convencer de que son congénitos.

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