Por Mario Cadenas Madariaga.-

La Argentina no ha tenido una política nacional de salarios hasta la fecha.

Antes de 1930 era lógico que no hubiera, por que el liberalismo no contaba con políticas sectoriales, porque en el mercado, los precios se formaban por la ley de la oferta y la demanda, entre otros el salario, lo que no fue óbice para que se tuviera en la Argentina un nivel tan alto, que permitieron la inmigración europea, a contrario de lo que sucede actualmente en que solo contamos con retribuciones que sólo atraen a los inmigrantes de los países vecinos, o del África más recientemente.

Esta situación fue quebrada por la crisis de los años treinta que provocaron una fuerte caída del empleo y los salarios, como de los demás ingresos. Lo que no se comenta en esta forma sino que se responsabiliza a una deliberada política de los gobiernos de la época.

Con el justicialismo, a partir de 1945, la política salarial consistió en obtener el máximo que las circunstancias permitían, según la apreciación de los dirigentes sindicales y el criterio de las autoridades del Ministerio de Trabajo. Tales determinaciones no se hacían con criterios técnicos sino simplemente prácticos, predominantemente demagógicos, y la crítica de los sectores empresariales, todo dentro del régimen de convenciones colectivas.

El resultado de los 70 años transcurridos (1945-2015), analizados en términos comparativos en el orden mundial, nos lleva a la conclusión de que ha sido perjudicial para los trabajadores argentinos, porque sus ingresos crecieron mucho menos que el promedio de todos los países. Esta verdad debería ser conocida por todo el sindicalismo nacional, pero es ocultada por los gobiernos justicialistas.

Las bases de una nueva política nacional de salarios

Los principios de una nueva política nacional de salarios deberían ser los siguientes:

1) Los salarios generales seguirán una evolución paralela a la evolución del PBI por habitante. Por ese motivo los sindicatos deben ser favorables a una política de fuerte crecimiento.

2) Sin perjuicio de ello los sindicatos pueden pretender que la participación del salario en la distribución del ingreso nacional crezca progresivamente, como una política de largo plazo. En economías como en el Reino Unido o Alemania, altamente tecnificadas, la participación del salario en los ingresos es mucho más elevada que en las economías menos desarrolladas. (Ver Informe sobre salarios 2014/2015 OIT. La Argentina fue excluida de este informe por la falta de seriedad de sus cifras. La participación del salario en el ingreso varía entre los países desarrollados y en desarrollo entre un 58% y el 36%).

3) Al trabajador le conviene la política de estabilidad monetaria, porque la inflación, por ser de evolución incierta, no es previsible, y todo incremento mayor al previsto es una pérdida para el trabajador y una inferior puede comprometer la continuidad del empleo.

4) Los salarios sectoriales deben seguir una evolución paralela al crecimiento de la productividad del sector o de la empresa. El crecimiento de la productividad debe ser distribuida entre los trabajadores y la empresa según las causales a que obedece. En la practica no hay una correlación muy estrecha y hay períodos en que siguen evoluciones contradictorias, unas favorables al trabajo y otras al capital.

5) Las centrales sindicales deben tener asesores económicos de gran nivel a todos los efectos: a) para que las discusiones salariales se discutan en un nivel técnico correcto, lo que facilitará los convenios colectivos de trabajo; b) para aprender que el salario depende del crecimiento de la producción, y no de la demanda; c) preocuparse por se alcance el pleno empleo, en actividades productivas, no como sucede hoy en el Estado, y por la educación porque la actual en la Argentina dificultará el crecimiento del salario y del empleo.

La política de salarios en la actual coyuntura económica

Con el próximo gobierno que se hace cargo a partir del 10 del actual, se iniciará una nueva política salarial, en la que se debe diferenciar una especifica del período de transición, de una posterior y de carácter permanente.

En el primer período la política salarial formará parte de una modificación de los precios relativos de toda la economía, porque uno de los errores esenciales de la herencia recibida es una enorme distorsión de dichos precios que afecta la producción y la productividad de todos los sectores.

Esta distorsión es el resultado de la intervención del Estado, impulsado por ideologías equivocadas, cuya ejecución ha aislado la economía argentina de la mundial y provocado un crecimiento interno mucho más bajo que el promedio internacional en los últimos setenta años.

En la modificación de los precios internos la próxima reforma no producirá un efecto igual para todos los sectores, sino que será más favorable para los sectores exportadores y para los que sustituyen importaciones y menos para las actividades que se dedican al mercado interno -en general, los servicios-, excepto las que registren precios muy rezagados respecto del mercado internacional como la construcción, en su caso.

Pero como la reforma del sistema de precios lleva el objetivo esencial de producir un aumento muy importante en la producción y la productividad de toda la economía, ésta será la expectativa para todos los sectores, incluido la del trabajo.

Parte de las medidas anunciadas están dirigidas a garantizar la integridad del salario y de las jubilaciones, como es la actualización del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, o la rebaja del IVA sobre los alimentos.

Sin perjuicio de las medidas anteriores, a nuestro criterio, hay otras que se deben contemplar y son las que han mejorado la rentabilidad de las empresas, por la eliminación de las retenciones y del cepo.

Es decir esta reforma económica que aumentará la producción y la productividad de la economía, y el aumento de algunos precios internos, debe contemplar un aumento de los salarios, a otorgarse por decreto, para que tenga efectos generales equitativos, para todos los sectores.

No tendrá efectos inflacionarios, porque se solventará con parte del incremento de la productividad producida por la misma reforma. Generalmente por no contemplar decisiones como ésta, estas reformas se han convertido en impopulares, y son causa del fracaso político de los gobiernos que la instituyen (Frondizi en Argentina, Büchi en Chile o Cardoso en Brasil).

La política salarial después de la transición

Después del período de transición, por ejemplo a partir de junio del año 2016, cuando la economía ofrezca signos de estabilidad, comienza el período de normalidad en la política salarial, que se ejecutara a través de las convenciones colectivas de trabajo por cata rama de actividad, o la modalidad que tenga, preferiblemente por dos años de duración, sin intervención del Estado, que se limitará registrar los acuerdos, o evitar derivaciones mayores en caso de huelgas u otras medidas de fuerza.

En estas negociaciones se debe ponderar por actividad el aumento que se puede otorgar u obtener sobre la realidad económica propia de cada actividad.

* El autor fue Jefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Trabajo, en 1956, a los 26 años, siendo Ministro el Dr. Horacio Aguirre Legarreta, y luego, en 1964, miembro del Consejo de Salario Vital Mínimo y Móvil en representación del empresario rural.

Share