¡Hay que pasar el verano…!
Por Luis Alejandro Rizzi.-
Quiso la casualidad que el 20 de marzo, cuando Mauricio Macri cumpla sus primeros 100 días de gobierno, terminará el verano, por lo tanto será esencial para el nuevo gobierno “pasar el verano…”
Llamemos a las cosas como uno quiera, ajuste o corrección de los desajustes, pero se vendrá una devaluación o adecuación de las monedas extranjeras de alrededor de un 60% que le fijaría al dólar un valor que oscilaría entre 14,50 y 15.00 pesos; quita o disminución de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, que se podría materializar dirigiéndolos exclusivamente a la demanda para el transporte, energía, lo que de algún modo será compensado con la adecuación o “ajuste” de los mínimos no imponibles, suba de tasas de interés, disminución de dos o tres puntos del déficit fiscal y posiblemente recesión.
A este cuadro se debe agregar que ya Kristina se quedó sin dólares, lo que se confirma con la imposibilidad que tuvo YPF de pagar u$s 120 millones por la compra de dos empresas petroquímicas o la virtual caída de la página de la AFIP para comprar el llamado “dólar ahorro”. Al quedarse sin reservas, será imposible hablar de devaluación, ya que lo que no existe no tiene precio. Ahora habrá que ver cuando comenzarán a ingresar dólares al central y a qué precio la gente estaría dispuesta a venderlos y comprarlos. Pero no se podrá decir que se devaluó.
Este es el escenario inmediato, por eso será esencial para el gobierno “…pasar el verano…”. Es probable que con el primer día de otoño ya se pueda presentir la llegada de una tenue primavera económica.
Si bien es cierto que es difícil saber si la gente en general tenía o tiene conciencia de la gravedad de la situación que dejan los 12 años de gobierno “k”, tenemos que admitir que por lo menos presentían que había cosas que andaban mal, ya que en caso contrario “precios cuidados”, “El Plan ahora 12 cuotas”, el “dólar ahorro” , los distintos cepos vigentes, las irrisorias tarifas de luz y gas en Capital Federal y alrededores comparados con el precio de una pizza o un café en un bar de la ciudad o el servicio de telefonía celular (para quien tiene la suerte de poder terminar una conversación) no tienen relación alguna. Es lo que los economistas denominan “relación de precios”.
En este lapso también se generó un hábito de consumo fácil y ello lo demuestra algunos números, veamos: entre 2002 y 2015 la venta de electrodomésticos creció alrededor de un 700%, la venta de autos nuevos un 540%, y así podríamos seguir con varios rubros más.
En definitiva en este lapso de gobierno “k” más de diez millones de personas ascendieron a la clase media. A la gente poco le importa como se hizo este ascenso y sus consecuencias futuras, poco piensa en los problemas que tenemos de infraestructura, la virtual inexistencia de servicios ferroviarios de cercanías y de larga distancia, los que parecería que recién luego del accidente de la estación “Once” en el año 2012 se tomó conciencia de su pésima calidad y se inició un proceso de mejoras con la asistencia de material chino.
En este lapso también nos acostumbramos a que lo “malo” es mejor que nada.
En cierto modo este largo proceso de atraso que venimos padeciendo desde 1930 nos generó una cultura de la mediocridad que nos llevó a tolerar anomalías impensadas como la adulteración de las estadísticas, el incumplimiento de fallos judiciales causa de un nuevo aunque parcial “default”, aislamiento internacional, 28% de pobreza amen de los problemas de inseguridad, presencia del narcotráfico y una generalizada sensación de corrupción que probablemente ahora se exprese en expedientes judiciales.
El gobierno de Kristina tuvo la habilidad y la suerte de poder esconder esta grave crisis cuyos efectos se comienzan a notar con cifras escalofriantes del déficit fiscal, prueba de un gasto desmesurado que no solo se refleja en la magnitud de ese déficit, sino en la necesidad de financiamiento para recuperar nuestra maltrecha infraestructura.
Más de una vez la Argentina ha demostrado notable capacidad de recuperación y el sector agropecuario puede ser el primer motor que comience a tirar para adelante por ello la eliminación de todas las retenciones y la disminución de la aplicada a la soja en cinco puntos por año, sea el incentivo necesario para que ese motor arranque con plena y máxima potencia.
Es esencial que el mismo día 10 de diciembre se anuncie un programa concreto, necesario para poder “pasar el verano” que significará que estamos de una buena vez, protagonizando el ansiado “cambio”.