Por Hernán Andrés Kruse.-
EL PROGRAMA LIBERAL
“El Movimiento Libertad, creado en octubre de 1987 por Vargas Llosa, se proponía acabar con los privilegios, el rentismo, el proteccionismo, los monopolios y el estatismo para abrir el Perú al mundo y crear una sociedad en la que todos tuvieran acceso al mercado y vivieran protegidos por la ley. Su programa fue presentado en diciembre de 1989 en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE). Las reformas que despertaron más reacciones adversas entre propios y extraños fueron las siguientes:
LA PRIVATIZACIÓN DE LAS EMPRESAS PÚBLICAS
“Debía abarcar la totalidad del sector público, casi 200 empresas. Su finalidad no era tanto técnica (reducir el déficit fiscal o proporcionar recursos al Estado) como social: transferir a la sociedad civil la propiedad de las empresas convirtiendo en propietarios y accionistas privados a los obreros, los empleados y los consumidores de los servicios de las mismas para crear una masa de propietarios entre los pobres del país. La prensa adversa señaló que la medida generaría medio millón de despedidos. Esta medida permitiría reinsertar al Perú en la comunidad financiera y atraer inversión extranjera, especialmente japonesa. La simpatía inicial del empresariado durante la batalla contra la estatización de la banca fue convirtiéndose en temor cuando el candidato exaltó la economía de mercado y anunció el fin del proteccionismo y la apertura de fronteras a la importación”.
LA CREACIÓN DEL MERCADO LABORAL
“Acabaría con la figura de la estabilidad laboral establecida por el gobierno de Velasco Alvarado, para crear los nuevos puestos de trabajo necesarios para dos tercios de la población que estaban en el desempleo o el subempleo. Se respetarían los derechos adquiridos de los que ya los tenían y sólo se impondrían nuevas reglas a los nuevos contratados. Se incluiría la falta de productividad entre los causales de despido. Se ampliaría el periodo de prueba para evaluar la capacidad del trabajador. Se ofrecerían esquemas de contratación temporal de acuerdo con las variaciones del mercado: contratos de formación y aprendizaje, trabajo a tiempo parcial, contratos de relevo y jubilación anticipada. Se permitiría que el trabajador se constituyera en empresa individual y autónoma para contratar con el empleador la prestación de sus servicios. Se democratizaría el derecho de huelga que era privativo de las cúpulas sindicales: en adelante los movimientos huelguísticos serían decididos por votación secreta, directa y universal y se prohibirían las huelgas en servicios públicos vitales y las de apoyo. Se penalizaría la toma de rehenes y locales en paros sindicales”.
LA REFORMA EDUCATIVA
“Para que los pobres pudieran competir en el mercado de trabajo era necesario crear la igualdad de oportunidades para todos los niños y jóvenes elevando la calidad de la educación. Para ello se reformarían los planes de estudio tomando en cuenta la heterogeneidad cultural, regional y lingüística de la sociedad peruana. Se actualizaría a los docentes y se pagarían buenos sueldos. Los planteles serían equipados con bibliotecas, laboratorios y una infraestructura adecuada. El mayor obstáculo para todo ello era la gratuidad indiscriminada de la educación pública. Por ello, a partir del tercer año de secundaria se sustituiría la gratuidad por un sistema de becas y créditos, y quien estuviera en condiciones de pagar financiaría total o parcialmente su educación. Nadie que careciera de recursos se quedaría sin escuela”.
LA REFORMA DE LA REFORMA AGRARIA
“Se introduciría el mercado en el campo privatizándolo y transfiriendo las empresas estatales y semiestatales a la sociedad civil para crear una masa de propietarios y empresarios independientes. Gran parte de esa reforma estaba en marcha: los campesinos espontáneamente habían venido parcelando las cooperativas. Se proponía otorgar títulos de propiedad privada a los cooperativistas que así lo decidieran. La privatización no sería obligatoria; podrían continuar como cooperativas los que quisieran, pero ya sin subsidios del Estado. Los grandes ingenios de la costa recibirían asesoría técnica para transformarse en sociedades anónimas y sus cooperativistas serían convertidos en accionistas. Se eliminaría el control de precios de los productos agrícolas y con el régimen de mercado los productores obtendrían precios justos determinados por la oferta y la demanda”.
PACIFICACIÓN
“Vargas Llosa proponía combatir el terror no con más terror sino movilizando a los campesinos, obreros y estudiantes, y poniendo al frente a las autoridades civiles; como presidente asumiría personalmente la lucha contra el terrorismo, reemplazaría a los jefes político-militares de las zonas de emergencia por autoridades civiles y armaría a las rondas campesinas para enfrentar a Sendero Luminoso. Proponía que, como en Israel, la población civil se organizara para proteger los centros de trabajo, las cooperativas y las comunidades, los servicios y las vías de comunicación, colaborando con las fuerzas armadas pero con la dirección de la autoridad civil”.
LA ESTRATEGIA DE LA DERROTA
“Como hemos visto, Vargas Llosa no era el mejor candidato, era el único disponible. Pero no es lo mismo ser un buen literato, un excelente publicista de la propia obra o un gran propagandista de la derecha que lograr la presidencia de un país. El mayor problema fue su carencia de vocación política; no sentía esa “atracción obsesiva, casi física, por el poder” que caracteriza a los políticos. Por el contrario, sentía un desprecio hacia la política y hacia los políticos. Su crítica pragmática a la “politiquería” corrupta, carente de ideas o de ideología, se dirige particularmente a los cuadros medios, a los caciques y a la tropa, sin la cual nada se puede hacer. Su desprecio por la tropa expresa su visión elitista y liberal, según la cual sólo un grupo selecto es capaz de comprometerse con los grandes principios liberales, con indiferencia hacia los resultados prácticos y el interés personal. En su balance, sólo él y sus muy cercanos colaboradores habían asumido un compromiso pleno con la causa abstracta de la democracia.
Pero su círculo íntimo, el de la gente más confiable para él —amigos y familiares—, era de políticos improvisados que no pudieron eliminar los vicios o controlar a los politiqueros con quienes se aliaron. Y tampoco funcionaron como asesores confiables pues el candidato, desoyendo sus consejos, hizo en todo momento su voluntad. La masa, las concentraciones masivas, le producían horror, no por los riesgos que representaban para su seguridad (en el contexto de la guerra civil que se vivía fue objeto de numerosas agresiones); lo que lo incomodaba era el contacto cuerpo a cuerpo con la masa, los besos, los abrazos, las peticiones y el tener que pronunciar discursos demagógicos, comprensibles para esa masa, en los que debía rebajar su lenguaje de la literatura a la arenga. Despreciaba a esa masa torpe, ignorante e irracional tanto como a los politiqueros.
Vargas Llosa reconoce haber descuidado los aspectos exclusivamente políticos durante su campaña: fue intransigente, mantuvo una transparencia de propósitos que motivó muchos ataques y operaciones de descrédito que lograron alejar a muchos de sus iniciales partidarios. Acepta como su gran error haber centrado la campaña en la defensa de un programa de gobierno sustentado en principios y haberlos formulado abierta y claramente: “…fue candoroso de mi parte creer que los peruanos votarían por ideas. Votaron, como se vota en una democracia subdesarrollada, y a veces en las avanzadas, por imágenes, mitos, pálpitos, o por oscuros sentimientos y resentimientos sin mayor nexo con la razón” (Vargas Llosa).
De acuerdo con su balance, su mayor error fue su honestidad, es decir, para él no hubo error, el problema estuvo en la propia realidad, en el país, en el pueblo peruano que no estuvo dispuesto a cambiar su destino, que no fue capaz de apreciar y que no merecía un candidato de su nivel. Desde nuestra perspectiva, sus mayores limitaciones como político fueron la incapacidad para percibir la realidad objetivamente, la rigidez para adaptarse a sus exigencias, así como carecer de tacto político y de interés por desarrollarlo. Por otra parte, la alianza de derecha que conformó fue muy frágil, estaba basada en el oportunismo de todas las partes y no en una coincidencia real de propósitos; no había acuerdo en el programa entre los aliados y, aún más, había en el interior contradicciones insalvables.
La independencia del escritor respecto a la clase política tradicional era real, él tenía conciencia del desprestigio de los viejos políticos y de los viejos partidos, pero al final eligió el camino fácil de aprovechar la infraestructura que ellos podían poner a su servicio, en lugar de construir un aparato propio que le permitiera preservar su independencia y convencer al electorado popular de esa independencia. Al final su cálculo resultó errado, lo que obtuvo de sus aliados fue mucho menos de lo que esperaba. La composición de la alianza era muy heterogénea y contradictoria, pues expresaba a la derecha en pleno: oligárquica y moderna, terrateniente e industrial, y a los sectores medios; además, aún pretendía representar a los sectores informales urbanos y a los campesinos parceleros. Para los sectores conservadores, el candidato presentaba un conjunto de rasgos poco gratos: era agnóstico, casado en dos ocasiones e incestuoso, antimilitarista y tenía un supuesto pasado izquierdista. Para la débil burguesía industrial, su extremismo neoliberal era una amenaza a su supervivencia.
“…la enfermedad nacional por antonomasia, aquella que infesta todos los estratos y familias del país y en todos deja un relente que envenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos sociales… una efervescente construcción de prejuicios y sentimientos —desdén, desprecio, envidia, rencor, admiración, emulación— que es, muchas veces, por debajo de las ideologías, valores y desvalores, la explicación profunda de los conflictos y frustraciones de la vida peruana. Es un grave error, cuando se habla de prejuicio racial y de prejuicio social, creer que éstos se ejercen sólo de arriba hacia abajo; paralelo al desprecio que manifiesta el blanco al cholo, al indio y al negro, existe el rencor del cholo al blanco, al indio y al negro y de cada uno de estos tres últimos a todos los otros…” (Vargas Llosa). Este párrafo se refiere a su padre, cuya personalidad resentida marcó negativamente la vida del escritor y la de su madre, pero es también un ajuste de cuentas dirigido a la intelectualidad de izquierda y a la izquierda peruana en general que, según él, impidieron su triunfo: ellos promovieron el voto adverso de amplios sectores populares.
Así, más que el rechazo popular hacia su programa, su derrota fue para él consecuencia de la envidia y el resentimiento de la intelectualidad de izquierda hacia su persona, animadversión surgida décadas atrás con los primeros éxitos del escritor. Como vemos, el balance que hace de su propio desempeño como político es parcial: el ideologismo que tanto criticó a la izquierda, su utopismo, fanatismo y falta de realismo fueron errores que él mismo cometió. El escritor se constituyó en el personaje central de una ficción que como gran escenógrafo él mismo diseñó. La distinción entre ideología y política, realidad y ficción, no fue clarificada por el escritor en su actuación como político”.
(*) Fabiola Escárzaga Nicté (Departamento de Política y Cultura-Universidad Autónoma Metropolitana-Distrito Federal-México): “La utopía liberal de Vargas Llosa”.
18/04/2025 a las 10:09 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
“Pablo Gerchunoff: “Como en todo libertario, hay en Milei una desconfianza profunda para con la democracia”. (Recomendable lectura)
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
17/4/025
“A pesar de que a Milei no le gustaría lo que voy a decir ahora, comparte con Yrigoyen el hecho de que ha construido un poder desde abajo. Notablemente Milei también tiene algo de Yrigoyen en términos de estilo político.
Es un personalista despectivo de las instituciones, aunque, a diferencia abismal de Yrigoyen o de Perón, está muy lejos de alcanzar la estatura de caudillo. Ese es un problema, porque sin instituciones y sin un caudillo es difícil saber cómo se puede gobernar la Argentina”, dice Pablo Gerchunoff, autor de La imposible república verdadera. Argentina 1903-1930 (Edhasa), un ensayo histórico que aborda las tensiones y las heridas que marcaron el nacimiento de la república con derechos políticos plenos, en 1912.
A diferencia de quienes ven en el peronismo “el origen de todos los males” de la Argentina, para el presidente Javier Milei la causa de la larga decadencia se encuentra en las primeras décadas del siglo XX. De aquellos años se ocupa el flamante libro de Gerchunoff, autor de textos fundamentales de historia económica, profesor emérito de la Universidad Torcuato Di Tella y Miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
En una entrevista con LA NACION, Gerchunoff describe a Milei como alguien “apurado”, “con necesidad de construir poder” y con una “monotonía fiscal en su cabeza, algo importante pero insuficiente”. Aunque revela algunos de sus temores, anhela que en el futuro pueda decirse que el actual presidente posibilitó “el reencuentro de la Argentina con el progreso material”.
Con respecto de las distintas corrientes y miradas que conviven bajo el amplio y diverso paraguas del liberalismo, Gerchunoff, que se considera un liberal de izquierda, marca un límite infranqueable respecto del liberalismo libertario que dice encarnar el presidente.
“Si Milei es liberal, entonces yo no lo soy. Y si yo soy liberal, entonces Milei no lo es. Esto no quiere decir que yo no respete su pensamiento libertario, pero es un pensamiento, desde mi punto de vista, confrontativo con la democracia cuando vamos a fondo. Y entonces yo quiero decir: yo con ese tipo de pensamiento no querría ni siquiera compartir la palabra que nos nombra”.
-En tus últimos libros abordaste a los líderes que marcaron la vida política de la Argentina del siglo XX. Pienso en El Planisferio invertido, la biografía exhaustiva y documentada de Raúl Alfonsín. Pienso en La caída, que es una entrevista imaginaria con Perón en Puerta de Hierro. Y ahora llega La imposible república verdadera, un ensayo histórico cuyo protagonista es Yrigoyen. ¿Por qué Yrigoyen y por qué ahora?
-¿Por qué ahora? Porque tenía ganas. No es un libro pensado para que se conecte con el contexto actual, es un libro que tiene una trayectoria previa, que es la historia del radicalismo a partir de mi experiencia con Alfonsín. Me conecté con Alfonsín, fui un funcionario menor de Alfonsín, y a partir de ahí me empezó a interesar. Nunca fui radical.
-Más que radical te hiciste alfonsinista. Te conmovió Alfonsín.
-Le tuve un profundo respeto a Alfonsín, efectivamente, y a partir de ahí me interesó ver de dónde venía él, cuál era el origen, qué era el radicalismo. En esa línea, primero escribí un libro más económico que fue El eslabón perdido, sobre las tres presidencias, la de Yrigoyen en el 16, la de Alvear en el 22, la de Yrigoyen de nuevo en el 28. Y después seguí, y seguí conectándolo con el libro que vos recién citaste, que es La caída.
Entonces, me empezó a interesar cómo alguien que saca votos “de dimensiones peronistas”, digámoslo, como Yrigoyen en 1928, “el plebiscito”, dijeron en su momento, pudo caer a los dos años, pudo ser la víctima de una “revolución”. No digo golpe de estado, digo revolución porque era la palabra de la época. Y a los dos años de ser elegido, con una cantidad enorme de votos, es derrocado por una revolución militar, pero también por, y en eso se parece a la caída de Perón, por el desgaste de la edad y de su propia fuerza política, del partido y de los yrigoyenistas en general que empezaron a considerar que Yrigoyen se estaba volviendo un poco insoportable.
-Es inevitable ver pensar los hilos que unen pasado y presente. Milei considera que precisamente en esos primeros años de los que te ocupás en este libro está el origen de todos los males de la Argentina y son la causa de su crisis y decadencia. ¿Por qué crees que hace esa lectura?
-Para el mundo no peronista en general, el origen de todos los males está en Perón. El origen de todos los males son las políticas corporativistas, populistas y hay un rosario de palabras para explicar esa postura. Sin explicarlo mucho, Milei es el primero que dice: “Todo empezó antes, todo empezó hace más de cien años”.
En cierto sentido, este libro se conecta con el presente ¿Qué fue 1916? Fue la encarnación en Yrigoyen de un impulso democrático, pero también justiciero. Esa es la razón por las que es interesante ver ese momento desde los ojos de Milei, del Milei que, novedosamente, recrimina esos años –y no los del peronismo- como el comienzo de la decadencia y la crisis argentina. No sé si él cree eso o alguien le inculcó esas ideas, pero en todo caso, Milei simpatiza con “los desalojados del poder” como consecuencia imprevista de la ley Sáenz Peña, y se hace cargo del despecho con que esos hombres vivieron, estupefactos, el ascenso inesperado del caudillo radical.
¿Quiénes fueron los desalojados? Milei, como cualquier político, usa la historia a piacere. Los identifica como los arquitectos del progreso, por supuesto que no como una oligarquía desorientada. El drama argentino ha cumplido, entonces, más de cien años para Milei. Y si el peronismo no es el problema es, entre otras cosas, porque Milei ha nacido en sus márgenes y porque ahora trata de conquistarlo. Yo no escribí ese libro pensando en eso, pero cuando terminé de escribirlo me dije a mí mismo, estoy hablando de aquello que Milei más detesta.
«¿Qué fue 1916? Fue la encarnación en Yrigoyen de un impulso democrático, pero también justiciero. Esa es la razón por las que es interesante ver ese momento desde los ojos de Milei»
-¿Hay en Milei, entonces, una desconfianza en la democracia?
-Como en todo libertario, hay en Milei una desconfianza profunda para con la democracia que quiso nacer en 1912 y se frustró. La democracia casi no aparece en su retórica. Cuando coloca a Alberdi en el podio de los próceres es porque ha tenido una lectura imperfecta del tucumano.
Milei vive en su propia “república posible”, porque su convicción es que “la república verdadera” ha fracasado en estos más de 40 años, y ha engendrado una “casta política” enriquecida y corrupta. Hay algo llamativo y seguramente molesto para Milei si comprendiera el sentido de lo que voy a decir. La “casta política” es el equivalente funcional de lo que era “el viejo régimen” para Yrigoyen, el viejo régimen “falaz y descreído”.
La democracia es, para Milei, la dictadura de las mayorías, no la victoria del mérito, no la victoria de los argentinos de bien. Por eso la ley Sáenz Peña es una herida en el cuerpo de la nación. Fue en 1912 que se abrió la Caja de Pandora, la Caja que contenía todos los males del mundo, y sobre todo el mal que está por encima de todos, el de la justicia social, el de la democracia igualitaria, la fuente del desorden profundo. Y porque Milei tiene esa visión es que nos habla de una enfermedad de más de cien años y desprecia el sentido de 1983. La imagen de Milei lanzando dardos sobre una foto de Alfonsín es iluminadora. Milei es entonces un reaccionario.
-Según Milei, el origen de los males no está en el peronismo. ¿Crees que además de querer seducir y conquistar a sus votantes comparte con el peronismo el método político que utiliza? Me refiero a la confrontación política y la polarización permanente entre “nosotros y ellos”, “los argentinos de bien y la casta”.
-Sí, creo que son las dos cosas. Él es diferente a Macri en ese sentido. Macri tiene una visión más convencional respecto al peronismo. El peronismo es populismo y la versión última del peronismo que es el kirchnerismo es populismo y no hay mucho más que hablar. Yo creo que Milei nace, no digo como peronista en su vida personal, pero seguro en las márgenes del peronismo y quiere al mismo tiempo conquistarlo. Y en ese sentido, vos decías una cosa que vale la pena retomar, que además hay un problema de estilo político. Hace poco tiempo releí a Chantal Mouffe y a su marido, Ernesto Laclau, en La razón populista. Algunos párrafos de La razón populista parecen estar describiendo a Milei.
Dice: “El populismo es un estilo de gobierno que corta la sociedad en dos. Los de arriba y los de abajo. Y el populismo quiere representar a los de abajo”. ¿En qué sentido podemos incorporarlo a Milei a esa definición?
En el sentido de que él redefine lo de arriba y lo de abajo. Los de arriba son los políticos corruptos que se apropiaron del Estado. Y los de abajo son aquellos que sufren la ineficiencia y la corrupción de los políticos que se apropiaron y se enriquecieron a costa del Estado.
Entonces, él es antiestatista y antipolítico. Y ese punto, Milei es antipolítico, es lo que lo separa y genera cierta perplejidad en el arco republicano antiperonista de la política argentina. “¿No debería ser un poco más antikirchernista y antiperonista?” Y él básicamente es antipolítico, no antiperonista. Él tiene una visión arrasadora de toda la clase política argentina. No sé si de verdad lo cree, pero le resulta muy útil, muy importante para crecer. Así que Milei es un personaje de Laclau.
«Milei también tiene algo de Yrigoyen en términos de estilo político. Es un personalista despectivo de las instituciones, aunque, a diferencia abismal de Yrigoyen o de Perón, está muy lejos de alcanzar la estatura de caudillo»
-Volvamos por un momento a Yrigoyen y a Perón. Uno podría decir que Milei e Yrigoyen se parecen en algunos puntos: ambos son personalistas y, por lo tanto, despectivos de las instituciones. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian Milei, Yrigoyen y Perón?
-Perón es un poder construido desde arriba. A pesar de que a Milei no le gustaría lo que voy a decir ahora, Milei comparte con Yrigoyen el hecho de que ha construido un poder desde abajo. Está construyendo un poder que Yrigoyen también construyó desde abajo. Notablemente Milei también tiene algo de Yrigoyen en términos de estilo político.
Es un personalista despectivo de las instituciones, aunque, a diferencia abismal de Yrigoyen o de Perón, está muy lejos de alcanzar la estatura de caudillo. Ese es un problema, porque sin instituciones y sin un caudillo es difícil saber cómo se puede gobernar la Argentina. Pero Milei, como Yrigoyen, se percibe a sí mismo como un hombre con una misión para cumplir y no va aceptar límites para cumplirla.
Si es un populista, es un populista con poco pueblo, por lo menos todavía. Querría dividir a la sociedad en dos y movilizar “a los de abajo”, como diría Laclau. Solo que, esta vez, “los de abajo” no son los explotados en el sentido marxista del término, sino los atribulados por el peso de un Estado que no les da nada. Milei tiene, como Yrigoyen, un ingrediente religioso y por lo tanto antiliberal como Yrigoyen, insoportable para sus adversarios y quizás, como Yrigoyen, termine siendo insoportable hasta para sus más leales seguidores. Para Yrigoyen ese fue su final. Esperemos eso no ocurra con Milei.
-Milei dice que quiere destruir el Estado. ¿Quiere destruirlo o quiere usarlo y cooptarlo para su proyecto político?
-Yo creo que en algún momento pensó de verdad como un anarquista. Y pienso que, llegado al gobierno, si esa idea no se diluyó del todo ya, va a terminar diluyéndose. No hay más remedio.
La idea de destruir al Estado es una idea cercana al absurdo. No va a ser eso lo que va a ocurrir. Y lo que va a ocurrir es que él va también a apelar al Estado, va a usarlo como lo usan todos los gobernantes, como lo usan todos los caudillos. Insisto, él, no teniendo la fuerza todavía de un caudillo, es un hombre que está en minoría en el Congreso, no tiene una Corte adicta y no tiene gobernadores. Así que todavía le falta para ser aquello que le gustaría ser, que es un caudillo político popular. Todavía no la tiene. ¿Qué dirá la historia en el futuro? No lo sé. A mí me parece muy temprano para entender a Milei, para juzgar a Milei.
-¿Qué le gustaría ser? ¿Perón? ¿Roca?
-¡No tengo ninguna duda! Él diría públicamente “me gustaría ser Roca” e íntimamente también diría “me gustaría ser Perón”.
-¿Es posible decir algo hoy sobre las huellas que podría dejar el gobierno de Milei o es prematuro?
-Es una pregunta importante, porque de Alfonsín, Menem y ambos Kirchner, buenas o malas, quedaron huellas muy importantes. ¿Qué huella quedará de Milei? Mi respuesta es que no tengo la menor idea. Me resulta demasiado temprano para decir algo sobre la silueta definitiva del gobierno de Milei. Apenas pasaron 16 meses.
Lo que distingo es algo que me devuelve al tema del estilo: la prisa. Eso sí me llama la atención. Está apurado. Lo comprendo. Tiene que acumular poder casi desde la nada. Como decíamos, es minoritario en las dos cámaras del Congreso, no tiene una Corte adicta ni gobernadores leales. Es ridículo en ese contexto calificarlo de autócrata. Pero si bien no puedo todavía decir nada sobre el perfil definitivo de su gobierno, hay tres cosas que no me gustaría decir de él dentro de algunos años.
-¿Cuáles?
-No me gustaría decir “fue un fiscalista empedernido”. Eso es importante, pero es demasiado angosto. Si de Milei lo único que se va a poder escribir en el futuro es “nos dio una obsesión por el equilibrio fiscal”, yo diría, está bien eso, pero es insuficiente. Nosotros no vamos a salir del pantano solo con política fiscal. Y a mí me parece que Milei tiene una especie de monotonía fiscal en su mente.
Tampoco me gustaría decir que “lideró un ajuste ciego, no un proceso reformista”, que por momentos es lo que temo. Finalmente, no me gustaría decir que el éxito lo convirtió en un autócrata, lo que también a veces temo.
En cambio, me gustaría decir que posibilitó “el reencuentro de la Argentina con el progreso material”, una nueva versión del espíritu alberdiano, pero manteniéndose anclado en la república verdadera. Ni siquiera agrego el reencuentro “con la equidad”. No quiero excederme en mis ambiciones ni caer en la ingenuidad, pero tampoco es poco lo que pido. Sobre todo, porque no pertenezco a la nueva religión, que más que religión es un teorema: Equilibrio fiscal + Vaca Muerta = Crecimiento Económico.
-No crees en eso.
-No. Es el enésimo atajo para convencernos plácidamente de que Vaca Muerta más la minería que añoramos desde que perdimos el Potosí le permitirá a la clase media más próspera un Miami por año, a la clase media-media un Florianópolis por año, a los estratos sumergidos de la sociedad alimentos baratos todo el tiempo, y a todos los que puedan, atesoramiento en dólares.
Mi impresión es que lo que tenemos por delante para consolidar el progreso material, y no una reactivación corta, es mucho más difícil. Milei ha chocado con esa antipática verdad cuando hace muy pocos días aceptó el fracaso de su primer plan estabilizador y emprendió otro, inevitable y riesgoso, que nace con la flotación cambiaria, a la que bautizó, a la manera de Trump, “el día de la liberación”.
No le podemos pedir paciencia a los de abajo porque sería una inmoralidad, pero sí creo que una clase política que quiera redimirse, incluyéndolo a Milei, debe mirarse menos a sí misma y hacer una docencia del esfuerzo, una docencia que reconvierta los valores de la sociedad. Gobernar es explicar, y lo que hay que explicar es lo siguiente: si tenemos una productividad baja no podemos tener una moneda fuerte.
Eso conduce siempre a una crisis. Yo sé que lo que estoy pidiendo es muy complicado. Quizás la docencia política de la que estoy hablando no tenga ni docentes ni alumnos. Quizás sea una imposibilidad. Pero, en todo caso, es la reforma económica, social y cultural que importa, la condición necesaria de cualquier otra reforma.
-¿Qué te generan los modos de Milei?
-Nada.
-¿Los agravios e insultos a académicos, economistas?
-Ah, no, me parece un espanto. Ahora entiendo a qué te estás refiriendo. Vos sabés que mi tic es tratar de entender y de ser indulgente con todos los personajes que andan dando vueltas por ahí. Si algo soy yo, es un historiador indulgente.
-Has mordido la manzana de la comprensión.
-Como escribí en La moneda en el aire, he mordido la manzana de la comprensión, que al final esa manzana se vuelve de verdad un veneno, por lo menos termina comprendiendo demasiado. Yo me acuerdo que cuando escribimos El ciclo de la ilusión y el desencanto con Lucas Llach. Lucas era muy joven. Y como yo estaba todo el tiempo mordiendo la manzana de la comprensión, Lucas con el estilo inteligente habitual de él me dice: “¿Y qué hacemos con Hitler?” Y ahí yo no tengo respuesta. Es un problema. ¿Qué me pasa a mí? Que yo a ese problema termino dándole menos importancia que la que realmente tiene. Pero eso es un problema mío. Yo me doy cuenta que le estoy cometiendo un error cuando le perdono los modos. Porque los modos importan.
-La familia liberal es amplia y absolutamente diversa. En ese universo parecen convivir, por ejemplo, un liberal de izquierda, como te autodefinís, y un liberal libertario, como se autodefine Milei. ¿Es posible? ¿Cómo se explica siendo tan distintas las miradas?
-El liberalismo es una familia de muchos hijos y hay una enorme desavenencia. Es una familia que se lleva muy mal. Hay un momento en que se lleva tan mal que ni siquiera reconoce al otro liberal como familia. Yo no soy de la familia de Milei.
Si Milei es liberal, entonces yo no lo soy. Y si yo soy liberal, entonces Milei no lo es.
Esto no quiere decir que yo no respete su pensamiento libertario, pero es un pensamiento, desde mi punto de vista, confrontativo con la democracia cuando vamos a fondo. Y entonces yo quiero decir: yo con ese tipo de pensamiento no querría ni siquiera compartir la palabra que nos nombra.»
18/04/2025 a las 10:14 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
“Que haya prensa libre es un derecho de la sociedad, no de los periodistas”
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
17/4/025
Quiero hacer una reflexión porque es un tema muy importante. El Presidente acierta y se equivoca, todo al mismo tiempo. No lo digo yo; lo dicen los mercados. De hecho, le fue bien con la salida del cepo y, si miramos el dólar oficial, se devaluó. Si vemos el dólar blue, es más barato que antes del lunes. Hoy perforó los $1200, le fue bien.
En ese contexto, la sociedad lo que necesita es tranquilidad después de estar mucho tiempo pendiente a qué susto le esperaba. Necesita tranquilidad y, sobre todo, que venga de quien mejor lo expresa: el presidente que tuvo más votos.
El mismo día que se levantó el cepo, Javier Milei estuvo en un canal de streaming hablando casi cinco horas y se la agarró con los periodistas por viejas cosas. Durante aquella entrevista apunto contra Jorge Fernández Díaz, Carlos Pagni y Alfredo Leuco.
Jorge Fernández Díaz es un hombre que siempre ha sido crítico, con todos los gobiernos. Lo recuerdo elogiando a escritores o artistas, pero de gobiernos a ninguno, a excepción de algún aspecto puntual. Es un hombre con una gran honestidad personal e intelectual y, además, es un escritor reconocido aquí y en el exterior. Acaba de ganar el Premio Nadal, que es el premio a la literatura más importante de habla hispana. Eso es Fernández Díaz. El Presidente no puede tratarlo así.
En el caso de Carlos Pagni hubo una calumnia. Tiene que saber que cada vez que hace una acusación, sobre todo moral, tiene que dar todos los datos, nombres y pruebas. Porque si da eso, parcialmente, es una calumnia. Pagni siempre se ha reservado y ha defendido su derecho a tener una mirada crítica respecto a los gobiernos. Ha sido así, ¿y qué problema hay? No vivimos en una dictadura. Felizmente vivimos en una democracia. Es una diferencia muy sustancial. La libertad está implícita en la democracia. La libertad, de la que el Presidente tanto se jacta de ser profeta en el mundo, la tendría que aplicar primero en su país.
El tercer periodista es Alfredo Leuco, a quien maltrató. Hay una realidad que el Presidente acepta: Leuco es crítico de Milei hace cinco años. Tiene una mirada crítica de él, ¿qué le vamos a hacer? ¿Vamos a cambiar a Leuco? Le guste o no le guste al Presidente. No hay más que eso, hay que respetar esa mirada. A Leuco lo conozco hace décadas y se que nada ni nadie está detrás de su posición periodística, más aún, tiene un compromiso definitivo y total con el sistema democrático. Sería el primero en defender a Milei si alguien saliera a desestabilizarlo.
Por supuesto que los periodistas no fueron los únicos a los que maltrató, sino también a economistas, fundamentalmente a Carlos Melconian y Hernán Lacunza, a quienes conozco, respeto y les mando mi solidaridad personal. Me extraña porque ninguno de los dos es marxista. Están dentro del carril por el cual también transita el Presidente, con algunas disidencias. Pero, de nuevo, estamos en un sistema en el que podemos disentir.
El Presidente a veces me hace acordar a los Kirchner, que querían que les agradezcamos que teníamos libertad de expresión. No señores, la tenemos garantizada por la Constitución de 1853, por la reforma de 1860 y profundizada por la reforma de 1994. Hace casi 170 años que tenemos garantizadas en nuestro país la libertad de prensa y de expresión, las cuales fueron negadas durante los gobiernos militares.
Este martes, la periodista Cristina Pérez lo tuvo a Manuel Adorni en LN+. Cabe aclarar que él no insulta ni agravia a ningún periodista. Pero, en la situación de ella, entiendo que se sienta incómoda porque su esposo es el ministro de Defensa, Luis Petri. Entonces, el Presidente cuando habla le complica la vida a gente sin necesidad.
Que haya prensa libre es un derecho de la sociedad, no de los periodistas. La sociedad necesita estar informada según los canales de información que elija. Acá puede ver canales de televisión abierta, de noticias, radios, diarios o lo que quieran, con distintos puntos de vista, y puede informarse. Seamos coherentes.
Yo no quiero hacer una defensa corporativa del periodismo. Se que hay ciertos bolsones del periodismo que no son esto y que recurren al error frecuentemente, pero eso es solo un porcentaje. La mayoría trabaja mucho y honestamente. De todos modos, bajo ninguna circunstancia el Gobierno debe ser el juez de los periodistas. Es la sociedad y, en todo caso, el periodismo, haciendo autocrítica como corresponda.
18/04/2025 a las 10:21 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un mensaje de la justicia a Milei: nombrar jueces por decreto es inconstitucional
Irina Hauser
Página/12
18 de abril de 2025
Aunque uno ya renunció y el otro nunca asumió y para ambos sus pliegos fueron rechazados por el Senado, el juez Alejo Ramos Padilla sentenció que la designación por decreto como jueces en comisión de Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo es «inconstitucional e inconvencional». Lo hizo en el contexto de un amparo colectivo, impulsado por el CEPIS, Poder Ciudadano, ACIJ, CELS eINECIP y Fernando Cabaleiro, que pedía invalidar el decreto 137/2025 con el que Javier Milei dispuso esos nombramientos y en el que estaba pendiente un fallo sobre la cuestión de fondo. La decisión le advierte al Gobierno que hay una sola forma de nombrar jueces supremos –no dos, como ellos sostienen– y es a propuesta del Poder Ejecutivo pero con el acuerdo de los dos tercios del total de los miembros del Senado. Es un modo de señalarle al Presidente que no debería repetir el mismo camino y aceptar el del debate y el consenso político. Es un mensaje de acá en adelante.
Poner jueces por decreto, señala el fallo de Ramos Padilla, «es violatorio «de la forma republicana de gobierno, de la división de poderes, de la independencia del Poder Judicial y de la garantía del juez imparcial». A la vez deja a salvo, al dar por válidas, las decisiones que tomó García Mansilla en sus 40 días en la Corte: 214 sentencias y más de 30 resoluciones administrativas. Dice que es para evitar «perjuicios innecesarios a los destinatarios de dichas resoluciones y generar un panorama de incertidumbre e inseguridad jurídica».
El tribunal le había tomado juramento el 27 de febrero, en un acto secreto, y a partir de ahí participó en los acuerdos. Contra la postura del Gobierno la sentencia dice que la jura no validaba la designación por decreto. La propia Corte lo aclaró en la acordada que rechazó otorgarle licencia como juez federal a Lijo, lo primero que firmó García Mansilla en su breve paso por el tribunal. Fue un modo de sentar posición, lo que llamó la atención porque con las firmas de Horacio Rosatti y Carlos Ronsenkrantz, al ser un asunto de superintendencia, no era necesaria la suya.
¿LOS JUECES SON EMPLEADOS?
Milei nombró supremos en comisión con el argumento de que el Senado demoró demasiado el tratamiento de los pliegos y le adjudicó especulaciones políticas. Fue ostensible que quería poner jueces «propios» a como diera lugar. El argumento fue que cuando el artículo 99 inciso 19 de la Constitución dice que el Presidente puede «llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de la próxima Legislatura», el concepto incluye a los magistrados. Pero según Ramos Padilla el Gobierno ignora los pilares de la reforma constitucional de 1994 y dice que después de ella «sólo puede interpretarse válidamente el término ‘empleos’ a embajadores, ministros plenipotenciarios y otros cargos dependientes exclusivamente del Poder Ejecutivo Nacional, cuyo nombramiento requiere acuerdo del Senado, excluyendo así a los integrantes de un poder independiente del Estado».
«Hay una diferencia sustancial entre esos ‘empleos’ y los integrantes del Poder Judicial. Los primeros dependen del Poder Ejecutivo Nacional e integran la Administración Pública, mientras que los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación son la cabeza de otro poder del Estado, que debe mantener independencia del Poder Ejecutivo Nacional para que no se subvierta la división de poderes y el régimen republicano de gobierno», dice el fallo. Plantea que se afectaría no sólo la división de poderes en general sino la que separa al Poder Judicial del Ejecutivo. Y advierte algo señalado por numerosos constitucionalistas: «Este atajo inconstitucional permitiría designar a una misma persona en comisión como miembro de la Corte Suprema cada vez que el Senado entre en receso», «a total discrecionalidad». Esto es más grave, agrega, teniendo en cuenta que el Ejecutivo no tiene plazo para mandar nuevos pliegos al Senado y éste no puede designar por sí mismo sino que hace falta la voluntad de ambos poderes.
La clave de lectura que marca de la reforma constitucional de 1994 es que «buscó atenuar el presidencialismo y fortalecer el federalismo, el rol del Congreso y la división de poderes, creando un sistema de nombramiento de magistrados más transparente y consensuado». El Gobierno se corre de esa línea. «La interpretación que permite al Poder Ejecutivo Nacional evadir la necesidad de alcanzar consensos políticos (…) compromete la estructura del sistema democrático, republicano y federal…» El Poder Ejecutivo, como ya lo hizo ante la medida cautelar que impedía a García Mansilla firmar fallos y a Lijo, jurar, también puede apelar. Habrá que ver si mantienen la pelea.
EN LOS ÚLTIMOS CIEN AÑOS
Tanto en los fundamentos del decreto como en sus presentaciones judiciales, el Gobierno decía que el nombramiento de jueces en comisión era una práctica constitucional habitual. «No existe una ‘práctica constitucional sostenida’ de nombramientos en comisión de jueces de la Corte Suprema, sino que se trató de una práctica que, luego de la primera década del siglo XX, cayó en desuso respecto de los jueces de la Corte y se tornó directamente inexistente para todos los magistrados tras la reforma constitucional de 1994», refuta Ramos Padilla. En los últimos cien años, precisa, «de los más de 75 magistrados que integraron la Corte Suprema» «sólo uno asumió como juez en comisión mediante decreto dictado por un presidente elegido democráticamente por el voto popular: el Dr. Manuel José García-Mansilla».
NI SUPREMOS NI JUECES INFERIORES
El juez subraya que tanto al interpretar la Constitución actual, las pautas de la Corte y las expresiones de los constituyentes que reformaron la carta magna y establecieron el actual sistema de nombramiento «evidencia que nuestra Constitución solo autoriza la designación de jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores a través del mecanismo previsto en el artículo 99, inciso 4 de la Constitución». No hay, dice el juez, un «doble sistema». «Interpretar –afirma– tal como lo ha hecho el Dr. García-Mansilla que el constituyente tácitamente decidió sostener una práctica que ningún gobierno democrático había utilizado desde el año 1910, y que se vincula a un artículo de la Constitución Nacional que no hace mención ni los jueces ni mucho menos a los miembros de la Corte Suprema, resulta manifiestamente inadmisible».
«El nombramiento en comisión del Dr. García-Mansilla y el Dr. Lijo no resulta constitucionalmente válido», concluye Ramos Padilla. También alerta que la falta de certeza sobre cómo deben ser elegidos los supremos «se irradia en cada una de las instituciones del país y afecta el normal funcionamiento del Estado de Derecho». Un sistema de nombramiento de jueces «que garantice la independencia judicial así como la aprobación por parte de una mayoría agravada en el Senado», reitera, es algo acorde a precedentes de la propia Corte y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
¿SOLO TRES SUPREMOS?
Uno de los argumentos oficiales fue que la Corte no podía funcionar con tres miembros, que quedaría paralizada. Ramos Padilla dice que más allá de que sería recomendable cubrir las vacantes en base a datos del funcionamiento del tribunal «no se observó la paralización de dicho órgano ni una afectación de su correcto funcionamiento». El mismo alto tribunal dijo que puede funcionar con tres integrantes implementando un mecanismo de integración con conjueces en casos donde no se logra mayoría para una decisión. «El nombramiento en comisión del Dr. García-Mansilla resulta más perjudicial para el sistema de administración de justicia, la división de poderes y la independencia judicial que acudir a la designación de conjueces…», dice la sentencia. Aseguró que su decisión «no invade la esfera de ningún otro poder, sino que se trata del ejercicio de la función más esencial que se ha encomendado a los jueces de la Nación: el control de constitucionalidad de los actos de gobierno».
La Corte, como quedó claro esta semana, se reúne, delibera y hasta da señales políticas, como lo hizo con la causa Vialidad, donde debe revisar la condena contra Cristina Fernández de Kirchner, un caso donde se verá si dejan el camino despejado para su eventual candidatura o si le obturan se a posibilidad y aumentan las posibilidades de detención. Este martes el tribunal, además, informó que firmó 282 resoluciones.
¿Y LA EQUIDAD?
Aunque no era parte de la discusión en la causa, Ramos Padilla señala que «no puede dejar de repararse que en tanto se propuso a dos varones como candidatos para integrar una Corte exclusivamente integrada por varones, esa decisión sería contraria también a la obligación del Estado Argentino de adoptar medidas concretas para garantizar la participación igualitaria de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones y las específicas recomendaciones del Comité de la CEDAW».
18/04/2025 a las 10:26 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Agravarán la catástrofe social, fuera los dos: Milei y el FMI
Eduardo Salas
Prensa Obrera
17/4/025
El gobierno ha presentado el acuerdo con el FMI como un hecho virtuoso que garantiza un período de estabilidad económica y abre las vías del despegue de la economía porque acercaría más al país a los mercados privados de capitales, un propósito que se vienen planteando todos los gobiernos desde la crisis de 2001. Nada más alejado de la realidad.
Incluso aquellos que saludan el acuerdo se encargan –en su interés de colaborar- de señalar las profundas razones que pueden hacer que el 23° acuerdo con el Fondo termine de la misma manera que la mayoría de los 22 anteriores: “en un desastre” (sic The Economist). La publicación inglesa, vocera del gran capital imperialista, cree que el gobierno enfrenta sintéticamente tres peligros: “la falta de aliados políticos, la aceleración de la inflación y los aranceles de Donald Trump” (La Nación, 15/4). Habría que señalar que a Milei no le faltaron aliados en estos 16 meses de gobierno, alcanza con leer los diarios de sesiones de ambas cámaras para ver cómo logró con una ínfima representación parlamentaria propia hacer pasar su política, además de la colaboración inestimable de la burocracia sindical; así y todo en tiempo récord tuvo que correr al FMI para que lo salven y después de meses de amansadora hizo lo que juró no iba a hacer: devaluar.
La apelación a la buena voluntad de otros también la tuvo el secretario del Tesoro de Trump, Bessent, que en sus escasas 12 horas de visita a la Argentina se encargó de presionar para un emblocamiento aún mayor con Estados Unidos, de hacer lobby a favor de la ruptura con China y augurar que la “fase 3” va a caminar si “los amigos apoyan al gobierno de Milei”, eso sí, no dejó un dólar rompiendo la ilusiones de un aporte del amigo Trump para ayudar al éxito del Javo. Es que como dijo The Economist “Milei siente una gran simpatía por Trump, pero su guerra comercial provocó una fuerte caída del precio del petróleo y amenaza el precio de los productos agrícolas. Esto debilita las ganancias de dos importantes exportaciones argentinas y dificulta la acumulación de reservas. El caos también favorece a los inversores reacios al riesgo, que ya desconfían de Argentina, un país que incumple constantemente sus obligaciones»: lapidario, más viniendo de quienes bregan porque el 23° acuerdo tenga un final distinto, aunque en esencia sea igual a los otros.
La realidad es que quebró el esquema económico y el rescate del FMI es un momentáneo salvataje a sí mismo y al capital financiero internacional de un default argentino que sería una bomba atómica en el cuadro de la presente crisis mundial. Pero sin resolver ninguna de las contradicciones internas que llevaron a este punto, agravando la ofensiva contra las masas y acentuando el sobreendeudamiento que estallará en el futuro. O sea, que nos llevan a otro desastre, más tarde o más temprano, catástrofe social mediante.
DEVALUACIÓN, INFLACIÓN, BICICLETA FINANCIERA, RECESIÓN Y MOTOSIERRA A FULL
En concreto el acuerdo con el FMI tiene el propósito de evitar que Argentina caiga en default, y salvar a Milei de un desastre electoral que precipite su ida del gobierno. El FMI exige reformas sustanciales –y el gobierno se comprometió a ello- como la previsional, que prevé el aumento de la edad jubilatoria, la eliminación de los regímenes especiales, el doble beneficio de las pensiones, la privatización de las jubilaciones y la imposibilidad para quienes no tienen los aportes completos de jubilarse, esto en un país donde el trabajo informal supera el 42%; como la reforma laboral que va contra las indemnizaciones, por una mayor flexibilidad como la aplicación del “banco de horas” que convierte las horas extras en horas normales, etc.; como el régimen tributario que busca un mayor gravamen sobre los trabajadores, y que ya una resolución aumenta lo que pagan 2.500.000 de monotributistas; en el régimen impositivo los requerimientos van a fondo en la centralización de los principales impuestos en manos del Estado nacional, pero sin coparticipación de las provincias, dejando a estas sin recursos para la salud, educación obras publicas, etc.
Este ataque contra la inmensa mayoría del pueblo y todos los trabajadores está planteado luego del mazazo que significó el ajuste brutal que ya efectuó la motosierra de Milei y los gobernadores, ahora afilada por el FMI para ir más a fondo.
La aspiración del gobierno parece limitarse –en el corto plazo- a llegar a octubre sin que se produzca un desmadre que le haga perder las elecciones o peor aún que lo suba a Milei o sus principales ministros a un helicóptero. Un punto clave lo juega el alcance de la devaluación aunque el gobierno se empeñe en insistir que no se producirá -a pesar que ya se produjo-, y lógicamente la repercusión de esta sobre la inflación.
Sin devaluación la inflación viene subiendo desde febrero; el 2,4% de ese mes fue superior al 2,2% de enero, tuvo un salto de más del 50% en marzo con el 3,7% y esto no como resultado del “calentamiento de la economía”, por el contrario el consumo viene cayendo desde hace 15 meses y no solo respecto a 2023 sino a 2024, es decir, pleno gobierno de Milei. En marzo, el gasto de los hogares se desplomó 5,4 por ciento interanual, contra un marzo del 2024 donde ya había caído 7,4 por ciento, según un informe de la consultora Scentia que publicó Página/12 (17-4). Y también en un cuadro de recesión: la industria argentina se contrajo un 9,4% en 2024, la construcción cayó un 27,4%, también un récord negativo en más de dos décadas y la actividad metalúrgica se contrajo 12,1% en 2024, con caídas en todos los subsectores. Esto como resultado por un lado de la caída del consumo y por el otro por la apreciación del peso.
La tendencia a la recesión es mundial, lo cual va afectar incluso los ingresos de la Argentina por la vía de la exportación, hay una caída de los precios internacionales de los commodities y los exportadores exigen una devaluación mayor para hacer más rentables sus menores ingresos en dólares; además de la oferta de manufacturas que no se colocarán en el mercado norteamericano. Esto es lo que ha agudizado los reclamos de la mesa de enlace del campo, que amenaza con no liquidar los fondos de la cosecha gruesa y argumenta que la devaluación no compensa la pérdida del dólar blend, ni la caída de los precios, ni el aumento de los insumos –en dólares-, y ya pusieron el grito en el cielo por el anunciado fin de la rebaja de retenciones el 30 de junio. En el terreno energético se viene produciendo una deserción de las grandes petroleras extranjeras de Vaca Muerta por la apreciación del peso, y por el cepo que no les permitir repartir utilidades y que el gobierno sostiene para todos los períodos anteriores y sólo habilitará en 2026 sobre el balance de 2025. A pesar de que el gobierno y los medios amigos sostengan en letras gigantes que el cepo se levantó, los capitalistas saben que no es así.
MÁS QUE NUNCA: ¡FUERA MILEI»
Todo esto coloca en la escena central cómo sostener las reservas, ahora “robustecidas” por un nuevo endeudamiento con el FMI –forzando el uso de los dólares para levantar una deuda del Tesoro con el Central a un costo muy superior que si se hubiera sostenido. En junio vencen $ 6.000 millones de dólares –no negociables- con los bonistas del acuerdo de Guzmán; Estados Unidos no aportó más fondos y hay que terminar de concretar los préstamos del Banco Mundial y otros. Es decir, la presión por los dólares acerca más el precio a los 1.400 que a los 1.000 que delira Milei.
Es por eso que el gobierno sacó una resolución que habilita a quienes traigan dólares y los mantengan por 6 meses –justo hasta antes de las elecciones- a que podrán llevárselos, para ello asegura –según algunos cálculos- una ganancia de hasta el 25% en dólares durante ese tiempo. En concreto está armando un nuevo carry trade, por eso aumentaron las tasas de interés –un aporte más a la recesión- , por eso se esfuerza en pisar el dólar, creando una nueva hipoteca que suma a la bola infernal ya creada. Los beneficiados: los bancos y los especuladores. Pero claramente agravará el desbalance comercial donde el superávit se sigue derrumbando (cayó U$S1,800 millones en marzo), la avalancha importadora y con ella la crisis industrial. No hay tal «fase 3», hay un cambio de rumbo a la medida de los amigos de Caputo.
El gobierno está tratando que la bomba estalle después de las elecciones cuando espera mejorar sustancialmente su base propia, pero los procesos electorales en curso –ver balance de las elecciones en Santa Fe- no muestran una afirmación de La Libertad Avanza. Lo que si aparece es la “apatía electoral” y la disgregación y fragmentación política de todas las fuerzas patronales, y la bronca frente al agravamiento de las condiciones de vida, la desesperación por garantizar un ingreso que permita afrontar el aumento de los precios de los alimentos, de los servicios, de los alquileres.