Por Hernán Andrés Kruse.-
Actuaba como un virtual ministro sin cartera. Se manejaba como el rescatista de un gobierno que marchaba a la deriva luego del feroz golpe que recibió a raíz del escándalo de los alimentos no entregados en tiempo y forma por Sandra Petovello. En las últimas horas el presidente de la nación oficializó su ingreso al gabinete en carácter de ministro de Desregulación y Transformación del Estado. ¿De quién estamos hablando? Del economista ortodoxo Federico Sturzenegger. Según lo detalla el Decreto 585/2024, el nuevo organismo tendrá a su cargo “todo lo concerniente a los cursos de acción para la implementación de la desregulación, reforma y modernización del Estado en miras a redimensionar y reducir el gasto público y aumentar la eficiencia y eficacia de los organismos que conforman la Administración Pública Nacional, la transformación de gestión, la simplificación del Estado, y el diseño y ejecución de políticas relativas al empleo público” (fuente: Infobae, 6/7/024).
De manera pues que, de aquí en adelante, deberemos soportar estoicamente el accionar de un fanático ultraliberal, de un mesiánico que, al igual que Javier Milei, se cree un elegido por la providencia para sacar a la Argentina de la ciénaga populista, de un émulo de Torquemada. Buceando en Google me encontré con un escrito de Facundo Iglesia titulado “El regreso del quetejedi: un perfil de Sturzenegger” (revista Anfibia-28/5/024). Aconsejo su lectura ya que el texto nos hace recordar la trayectoria política de quien tuviera activa participación en los nefastos gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri.
Escribió Iglesia (una aclaración: los subtítulos son de mi autoría):
STURZENEGGER Y EL MEGACANJE
“Federico Sturzenegger golpea el monitor monocromático en su oficina del Ministerio de Economía. Lo que ve no es lo que esperaba. Es agosto de 2001. En mayo, el presidente Fernando De La Rúa lanzó el Megacanje, una operación para postergar tres años los vencimientos de deuda. Por unos meses pareció que sí, pero ahora es evidente que no: los mercados no les creen. “El riesgo país tendría que bajar”, dice Sturzenegger, secretario de Política Económica mirando el numerito en la pantalla. A principios de agosto el riesgo país retomó su camino alcista. El indicador que mide las chances de cesación de pagos y que aparece constantemente en televisión con música catástrofe. “Tener 975 puntos de riesgo país como hoy igual no cambia demasiado las expectativas de una reactivación rápida; aún lejos la Argentina sigue afuera del mercado internacional para financiarse”, publicó el diario Ámbito Financiero el 8 de mayo de 2001.
UNO DE LOS PERSONAJES CENTRALES DE LA ARGENTINA CONTEMPORÁNEA
“Sturzenegger tiene 35 años y un doctorado de economía en el MIT. Hace seis años volvió al país desde Los Ángeles para convertirse en el economista jefe de la privatizada YPF. Sostuvo el puesto hasta 1998, cuando la española Repsol tomó la empresa. En marzo de 2001, Ricardo López Murphy lo convocó para ser parte del gobierno de De la Rúa. Sturzenegger dice que siente su rol como “estar en la cabina de un avión cuyos motores empiezan a fallar”. López Murphy renunció el 20 de marzo, a los quince días de asumir, pero Sturzenegger no se fue. Sturzenegger, todavía, no se quería ir.
“No tenía recorrido o vocación de meterse tanto en la ejecución, pero sí en la estrategia, en el diseño de políticas de corto plazo y en la comunicación con terceros”, dice alguien que lo cruzaba en los pasillos de Economía. Ya en la segunda mitad de 2001 el superministro Domingo Cavallo, con quien tiene muy buena relación y lo ubica entre los “jóvenes economistas más brillantes del país”, está cada vez más convencido de sus propias ideas y toma medidas sin consultarlas con nadie. Antes de cada reunión, Sturzenegger coordina cuidadosamente con sus compañeros cómo le transmitirá la situación al ministro que ya no escucha razones. Ante lo que percibe como una situación insostenible, varios funcionarios de segunda línea del Palacio de Hacienda empiezan a renunciar escalonadamente para no desatar una crisis institucional. Sturzenegger se irá el 20 de noviembre, poco más de ocho meses después de asumir, diez días antes de que se impusiera el “corralito” y un mes antes de que caiga el gobierno de Fernando de la Rúa.
Pero Sturzenegger va a volver. En diciembre de 2015, catorce años después del 2001, se convierte en el primer presidente del Banco Central de la gestión de Macri, cargo del que será eyectado en medio de internas cruzadas: su esquema de “metas de inflación” choca con la realidad. Volverá otra vez. Javier Milei lo llevará como asesor en 2023, como uno de los principales arquitectos de la reforma integral que el libertario impulsará en el país con la Ley Bases y su Mega DNU. No es todo: en la noche del 27 de mayo Milei hará cirugía mayor en su gabinete y Sturzenegger ocupará un ministerio de “desregulación” creado a medida. Si la economía es el motor de la historia, Sturzenegger es uno de los principales personajes de la Argentina reciente”.
BIOGRAFÍA
“Federico Sturzenegger nació en 1966 en Rufino, un centro agrícola y ganadero de 20 mil habitantes en la provincia de Santa Fe. Se crió en Gonnet, una ciudad de La Plata famosa por albergar la República de los Niños, el primer parque temático del continente americano, creado en 1951 por Juan Domingo Perón. Su padre, Adolfo Sturzenegger, es un integrante de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de origen radical.
Federico es, ante todo, un académico. El segundo economista más citado del país después de Eduardo Levy Yeyati, con quien escribió varios textos. Se licenció en la UBA, fue profesor asistente de Economía en la Universidad de California en Los Ángeles, enseñó y fue decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella y fue profesor visitante de Políticas Públicas en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard. Se doctoró en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), una cantera de funcionarios públicos a nivel mundial”.
DEMASIADO APEGADO A LA TEORÍA
“En el MIT fue discípulo de Rudi Dornbusch, un liberal alemán experto en países emergentes y crisis de balanza de pagos que apoyaba la dolarización. Sin embargo, dice un colega suyo, hay algo que el argentino no aprendió de Dornbusch: “Sturzenegger ve las cosas de una manera muy teórica, con una teoría que baja muy rápidamente a la realidad”. Sturzenegger toma como guía para analizar la realidad y plantear políticas “la teoría más estilizada, con supuestos lo más abstractos posibles y alejados de las prácticas, de las instituciones y de la historia”, dice la misma fuente. A lo largo de su carrera política, las instituciones (sobre todo, los sindicatos) se le figurarán como un estorbo”.
CARGOS EN EL ESTADO
“Luego de renunciar al gobierno de la Alianza, se acercó al PRO y ocupó una seguidilla de cargos: presidente del Banco de la Ciudad de Buenos Aires (2008-2013), diputado nacional (2013-2015) y presidente del Banco Central (2015-2018). Cuando Milei llegó a la presidencia, se sumó como su asesor estrella”.
LA ESENCIA DE SU PENSAMIENTO
“Una pesadilla que tuvo en octubre de 2008, narrada en su libro “Yo no me quiero ir” (2013), da cuenta cabalmente de su pensamiento más profundo. Sturzenegger soñó que se moría. Moría sin ver a Gimnasia de La Plata campeón. Pero después se dio cuenta de que la pesadilla no se trataba sobre el equipo de sus amores: “Comprendí que estaba elaborando la idea de que mi anhelo de ver a la Argentina como una nación avanzada, equitativa y pujante, quizá no fuera posible en toda mi vida”. El sueño, dice el libro, se debe a que ese año asomaba por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kichner un incipiente intento por hacer crecer “el poder económico y regulatorio” del Estado”. Eso, según Sturzenegger, llevaría a la cooptación de voluntades políticas.
En su libro se define como un “optimista incorregible”. Quizás no sea tan distinto a los adjetivos que le atribuyen las fuentes consultadas para esta nota: máquina de trabajar, disciplina suiza, fundamentalista, mesiánico, cabeza dura, ingenuo, dogmático”.
LA MATERIA OSCURA
“El 85 por ciento del universo es completamente invisible. A esa materia que no emite ningún tipo de radiación electromagnética ni interactúa con la luz, la astrofísica la llama materia oscura. Su existencia es puramente hipotética. Sólo puede inferirse por sus efectos gravitacionales en el movimiento de las estrellas o las galaxias, que ninguna otra masa podría causar. Su composición es casi completamente una incógnita. El concepto sirvió, también, para explicar la economía.
En 2004 el gobierno de Estados Unidos calculó que tenía un déficit en su cuenta corriente de 2,5 billones de dólares. Pero si su economía tuviera tal agujero, dicen en un famoso artículo Sturzenegger y su colega Ricardo Hausmann, el gigante del norte pagaría intereses de deuda astronómicas. Los dos economistas encontraron su respuesta en las estrellas. En 2005, acuñaron el término “materia oscura” para referirse a los activos “invisibles” de un país que generan ganancia y escapan a las mediciones oficiales. El know how de una empresa o la reputación de una marca son activos invisibles. Bajo este concepto, Estados Unidos no tiene déficit, sino superávit: el 40 por ciento de su PBI, calculan, está hecho de esa incógnita. “Una vez que se considera la materia oscura, el mundo está sorprendentemente equilibrado”, aseguran Hausmann y Sturzenegger en un artículo del Financial Times. La economía, para ellos, es un poco como el universo”.
DEL TIPO DE CAMBIO FIJO E INAMOVIBLE A LOS REGÍMENES DE TIPO DE CAMBIO FLOTANTES
“Alguien que lo conoce bien dice que Sturzenegger, como muchos economistas, necesita un modelo teórico de referencia en su vida. Antes de 2001 y el estallido de la convertibilidad, estaba convencido de que el esquema que traería estabilidad al país era un tipo de cambio fijo e inamovible; un “hard peg”, es decir, una paridad dura como la convertibilidad. Años después de que el uno a uno estallara por los aires y que De la Rúa volara en helicóptero, Sturzenegger decía a quien quisiera escucharlo que había cambiado completamente de opinión: que ahora creía en los regímenes de tipo de cambio flotantes. Escribió papers detallando la nueva evidencia empírica que había encontrado al respecto. “El decepcionante caso argentino” es parte de ese corpus.
En 2002 volvió al llano y recuperó su rol como decano de la escuela de negocios de la Universidad Torcuato Di Tella. En 2005, lo nombraron “Joven Líder Global” en el Foro Económico Mundial de Davos. Ya por esos años, comenzó a acercarse a un nuevo partido político de corte vecinalista y oenegeísta: Propuesta Republicana, liderado por Mauricio Macri y luego refundado como PRO. En 2008 Macri se convirtió en el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y llamó a Sturzenegger para que presidiera el Banco Ciudad, cosa que hizo hasta el 9 de octubre de 2013. Algunos hitos de su gestión: despidos masivos, una encarnizada lucha contra el sindicato La Bancaria, denuncias de créditos preferenciales a miembros del PRO (luego desestimadas por la Justicia), la construcción de una nueva sede diseñada por el arquitecto británico Norman Foster y la instalación de la primera sucursal del banco en un barrio de emergencia, Villa Soldati.
En 2013, ya como diputado nacional, Sturzenegger comenzó a tener más visibilidad pública, aún cuando algunos de sus asesores le dicen que conviene guardarse porque él no era candidato a nada. De esa etapa tiene un remordimiento que lo persigue hasta hoy: haber votado positivamente por la ley de moratoria previsional en julio de 2014, que permitió que 500 mil personas accedieran a un haber jubilatorio. Se los suele comentar a sus alumnos de Macroeconomía Avanzada en la Maestría de Economía de la Universidad de San Andrés. Para él, fue un error que contribuyó a que el sistema jubilatorio hoy sea “insostenible”.
PASIÓN POR EL CINE
“Sturzenegger es cinéfilo. Son conocidas las figuras de Star Wars con las que adornaba su oficina en el Central (cascos y equipamientos tamaño ser humano de los personajes de la Guerra de las Galaxias”, los describe alguien que visitaba asiduamente su despacho para discutir con él), pero también hace cursos de cine con su esposa Josefina Roullet. Su loft de soltero fue una locación en “El hijo de la Novia”, la película de Juan José Campanella. Su libro “Yo no me quiero ir” está plagado de referencias cinematográficas: Indiana Jones, Mujer Bonita, Wall Street, Goodbye Lenin!, Gladiador. También compara a la “búsqueda del poder” del segundo gobierno de CFK con la joya de “El Señor de los Anillos”. “¿Quiénes serán nuestro Gandalf y nuestro Frodo?”, se pregunta.
Además de papers y conferencias, Sturzenegger también escribe poesía. Uno de sus versos más famosos, desenterrado por Página/12 en 2011, habla de un viejo amor o acaso algo más etéreo que no puede olvidar porque “en vos todo comienza y en vos termina”. Quizás hablaba de él mismo”.
LAS METAS DE INFLACIÓN
“Es 17 de diciembre de 2015 y Federico Sturzenegger está muy seguro de lo que hace. Mauricio Macro asumió la presidencia de la Nación hace siete días y, como presidente del Banco Central, está cumpliendo una de las principales promesas de campaña del PRO: levantar el cepo cambiario. Sturzenegger acaba de subir el tope a 2 millones de dólares mensuales y d levantar todos los requisitos. El dólar sube a 13,93. Sturzenegger festeja la medida en un almuerzo con el directorio del Banco Central. Pero uno de los invitados le hace notar que la devaluación se trasladará inmediatamente a precios. El fenómeno se llama “pass through”. “El pass through es un mito”, responde.
Los números oficiales del Banco Central en 2016 son fuertes: la inflación mensual de diciembre, que fue de 4%, duplicó la de noviembre; la anual fue de 40%, unos 15 puntos más que la del 2015. En 2017 amaina, pero se está incubando una crisis que estallará en 2018 y que expulsará a Sturzenegger del gobierno. La estrategia del presidente del Central para contener los precios se llama “inflation targeting”, o metas de inflación, que usa como principal ancla la tasa de interés /y no el tipo recambio o la cantidad de dinero). El 13 de enero de 2016, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, anuncia los objetivos para todo el mandato. Este año, dice, la inflación se encontrará en un rango entre 20% y 25%: al final será el doble. “Yo no me atrevo a decir que Federico se enteró por los medios cuáles eran las metas de inflación, pero anduvo por ahí-explicará Fernando Maños, gerente de prensa del Banco Central entre 2007 y 2018-. ¿Qué hizo Federico frente a esto? La meta de 2016 directamente no la tomó en cuenta. Era incumplible”.
09/07/2024 a las 12:09 PM
Observación acerca del título: «Regreso de un fanático ultra liberal». Según mi experiencia (en La Argentina y en el mundo) no existe ningún profesional de Ciencias Sociales, y con mayor razón los que se dedican a «la política», que pueda ser «fanático de nada». Sí, seguramente son propagandistas y activistas de sus visiones ideológicas. Los únicos fanáticos son algunos de sus ignorantes seguidores (tanto para «la derecha, la izquierda o el centro» de las Filosofías Políticas).