Por Luis Alejandro Rizzi.-

Las últimas encuestas están mostrando una imagen virtualmente congelada y los tres candidatos -Scioli, Macri y Massa- no han podido sacarse ventajas.

Dejemos de lado el viaje de Scioli, las inundaciones que golpearon a la Provincia de Buenos Aires, las denuncias hechas contra Aníbal Fernández por supuestos vínculos con el narcotráfico y las fraudulentas elecciones de Tucumán, episodio que seguramente terminará con una menor ventaja para Manzur, pero que será proclamado ganador en los próximos días.

¿Entonces…? Es la pregunta que muchos nos formulamos.

Si partimos de un principio que diría clásico, para los que somos descendientes de la conquista española, tendríamos que tener en cuenta que para nuestra sociedad o si se prefiere para nuestro pueblo, la política es decisión y poco importa o poco se tienen en cuenta la calidad de la política y de las decisiones que en consecuencia se tomen.

Claro ejemplo de esta línea, en la que la política es decisión pura y permanente, son CORREA en Ecuador, MORALES en Bolivia, CHÁVEZ y ahora MADURO en la República Bolivariana y Kristina en Argentina.

Éste es el hecho, preocupante para algunos y saludable para lo que llamamos “mayorías”: poco importa como se conforman estas mayorías, pero lo característico es que para ellas, el concepto de “obediencia” se convierte en “sumisión” y como viene la mano hasta ahora, serán los sumisos los que decidirán la próxima elección.

Kristina tiene esto muy claro; por eso ha salido al escenario electoral, cuidando de no poner en juego su caudal, que parece importante. Por eso está apoyando a Aníbal Fernández para la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Aníbal es la imagen de la decisión, tiene respuesta y explicación para todo y en ese sentido debemos reconocer que es un excelente sofista que cautiva a una parte del pueblo como ocurría antiguamente en Grecia y tengamos en cuenta que con que cautive a un tercio de los bonaerenses sería el próximo gobernador.

Poco le importa a la gente que Maria Eugenia Vidal o el mismo Fernando Niembro descubran (¿recién ahora?) que en la provincia escasea el agua potable, faltan cloacas, los caminos están desechos, las inundaciones son moneda corriente, mucha gente vive entre el barro y la contaminación, que la educación está en grave emergencia y los hospitales públicos son una vergüenza. La visita a los vecinos, esa suerte de psicoanálisis a la bartola, tomando mate con la gente, suena como simpático pero no alcanza para ganar una elección.

Ese modo de hacer política puede generar simpatías, de hecho las genera, pero llegado el momento de votar, se elige al que se muestra más decidido; así reaccionan las masas, porque en la sumisión se consideran protegidas.

Ése es quizás el secreto del peronismo y todas sus variantes. Esa parte del pueblo valora más el “plan”, el mísero beneficio previsional o el bolsón de comida, que el asfalto o la cloaca. Y eso pasa porque ésa fue y es su normalidad de por lo menos los últimos 70 años. Esto es lo que nuestros políticos no entienden.

Macri cree que la política es una suerte de predicación, pero le falta demostrar que es capaz de “decidir”, para llegar a la polarización en la que tanto creer, se tiene que mostrar “decidido”.

En ese sentido, Scioli y Massa parecería que se han decidido; el primero por el “kristinismo” y el segundo por esa catarata de propuestas que está lanzando demostrando absoluta “convicción”, que es sinónimo de “decisión”. La cuestión es que quizás no le alcance el tiempo.

Kristina tiene su objetivo en el Congreso y en la Provincia de Buenos Aires; con eso le basta para pensar en el 2017 y 2019.

Kristina está, como lo estuvo siempre, absolutamente decidida; por eso se puede dar el lujo de considerarse “hegeliana”, de tratar de “burro” a un científico o de usar el soliloquio como medio de diálogo con la gente por medio del Twitter, de reducir el debate político a la nada y enfrente tuvo la suerte de que la oposición nunca supo cómo enfrentarla; por eso se mantiene cómoda en el centro de la escena y ése es el fuerte viento de cola que cuando menos lo mantiene a Scioli con un 38/39% no muy lejos del 10% que le permitiría ganar la elección.

Por eso Kristina logrará las leyes necesarias para que su sola sombra condicione al próximo gobierno, porque los “k” muy posiblemente seguirán siendo mayoría en el senado y primera minoría en diputados…

La cuestión entonces ya no pasa por el debate entre los candidatos, que sólo será una suerte de opio para los votantes; pasa por entender a la “sumisión” -y lo afirmo con profundo respeto- y por ahora Kristina está decidida y además se la cree.

Mientras tanto, el “mal de hubris” será tema para el periodismo “opositor”.

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