Por Guillermo Cherashny.-

Las sorpresivas inclusiones de Diego Kravetz en la SIDE como señor 8 y la designación por ahora de tres meses de Luis María Kreckler en la Secretaría de Relaciones Internacionales de la Cancillería son un síntoma muy positivo de Javier Milei de incorporar mérito a la función pública.

Kravetz era Jefe de Policía porteño y antes Secretario de Seguridad en Lanús, con una extensa carrera, que es poco común en los gobiernos, y tiene «quilombo político», porque sabe quién es quién en la política argentina, a lo que suma expertise en el tema de seguridad interior. Hoy por hoy, en la SIDE, donde el policía que está en esa área recibirá una ayuda inestimable y, de paso, el milésimo suma individualmente, como le gusta al presidente, dirigentes del PRO de uno.

Como agregado a la nominación, Kravetz tiene una medalla adicional, porque está cuestionado por Verbitsky y Grabois, que en este gobierno es un mérito por sí solo ya que un «duro» en seguridad es muy bien visto en los libertarios, para los cuales el respeto a los derechos humanos y la anticorrupción no constituyen ninguna prioridad.

En tanto, el embajador Kreckler demuestra que al Canciller le interesa la capacidad y la trayectoria, al revés de la mediocridad que rodeaba a Mondino, despedida por su soberbia y por no interpretar al presidente, ya que Luis Kreckler es sin duda el cuadro más importante del servicio exterior en el campo de las relaciones económicas internacionales y de gran visión política. Así es como se recuerda que en el 2000, siendo embajador en Austria, «la vio», cuando la entonces ultraderecha ganó las elecciones parlamentarias y elevó un informe sobre lo que se venía en Europa y el tibio gobierno de De la Rúa lo «entregó» a Página 12 para que hicieran una tapa y lo desplazaron de esa importante embajada. No está de más aclarar que el tiempo le dio la razón. Luego Kreckler ocupó el cargo que tiene hoy y luego embajador en Alemania y Suiza y, cuando el inútil de Felipe Solá lo jubiló de oficio, fue Scioli quien lo convocó como cónsul en San Pablo, donde tiene excelentes contactos con la elite brasileña, ya que también fue embajador en ese país.

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