Por Carlos Tórtora.-

Lo de ayer en Plaza de Mayo fue un test sobre el alineamiento de fuerzas en el mapa político. La movilización en apoyo de Cristina Kirchner giró en torno al despliegue de La Cámpora, de las 2 CTA y de los grupos de izquierda que hicieron causa común con el kirchnerismo. Fue escasa la presencia gremial, ya que la CGT dejó en libertad de acción a sus gremios y en su plenario se hizo sentir la voz de Hugo Moyano recordando la animadversión de Cristina hacia los sindicalistas. También se sintió la ausencia en la plaza de los 47 intendentes bonaerenses que responden al Movimiento Derecho al Futuro de Axel Kicillof.

Y no se advirtió la presencia de delegaciones de los gobernadores del PJ.

En suma, el kirchnerismo consiguió revitalizarse gracias al fallo que ratificó la condena a la expresidenta, pero no sumó a ningún sector de los que no le respondían. El significado el evidente: la circunstancial revalorización de Cristina no modifica en lo más mínimo la crisis que divide al peronismo. Sólo la replantea.

Lo nuevo de todo esto es que ahora el tiempo corre definitivamente en contra del cristinismo. Ella ya no podrá ser candidata y su poder tenderá a licuarse a medida que se acerque el 2027 y los presidenciables, como Kicillof y Sergio Massa, comiencen a ganar terreno.

Una de las máximas de Nicolás Maquiavelo se cumpliría así una vez más: «nadie debe seguir a un jefe que ya no puede proteger ni castigar».

En un esfuerzo importante para mantenerse en el primer plano, el círculo íntimo de Cristina habría conseguido que Lula da Silva prometa visitar Buenos Aires el mes que viene para entrevistarse con ella.

Con el tiempo en contra

La realidad de la política haría que el kirchnerismo se juegue casi todas sus cartas en los próximos 30 dias. Intentará, usando el sello del PJ bonaerense que preside Máximo Kirchner, llenar la mayor parte de las listas de candidatos para la elección legislativa provincial del próximo 7 de septiembre. Lo más probable es que sólo obtenga un porcentaje menor de candidaturas, porque Kicillof, con el respaldo de la CGT y los intendentes, haría sentir su peso.

De ocurrir esto, la pulseada por las candidaturas a legisladores nacionales para el 26 de octubre se daría con un kirchnerismo ya debilitado y en retirada.

Para el gobierno, este panorama significaría chocar con una realidad distinta a la de los últimos dos años. El eclipse de Cristina obligaría a Milei a rediseñar toda su estrategia electoral.

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