Por Hernán Andrés Kruse.-
EJES DEL ACUERDO FINANCIERO DE CAMBIEMOS CON EL FMI
“El acuerdo de Cambiemos con el FMI representaba un enorme salvataje financiero por 50000 millones de dólares, el más importante en la historia del organismo. A cambio de la firma del multimillonario préstamo, el Fondo reclamó el congelamiento de la base monetaria en términos nominales y la aplicación de medidas contractivas en el gasto público y social para alcanzar un equilibrio de las cuentas públicas. De esta forma, el FMI encomendó sus clásicas recetas de ajuste monetario y fiscal recesivos.
Cambiemos se comprometió a un recorte del gasto primario del 1.5% en 2018, 1% en 2019 y 1.2% en 2020, así como a una reducción del déficit fiscal por porcentaje del PBI del 2.7% en 2018, a 1.3% en 2019 y 0% en 2020. El gobierno aceptó profundizar el ajuste en la inversión pública (incluyendo la quita de transferencias a las provincias, reducción de subsidios en energía y transporte y en gastos de capital) y en la masa salarial de empleados públicos, para reducir el déficit fiscal primario y alcanzar el objetivo del déficit 0 en 2020.
En la “Carta de intención y Memorándum de Políticas Económicas y Financieras”, el FMI estableció metas de ajuste fiscal, activos y reservas del Banco Central e inflación, y las acciones fiscales, monetarias y cambiarias que el gobierno de Cambiemos debía implementar para alcanzarlas:
REDUCCIÓN DEL GASTO PÚBLICO
“El FMI estipuló que durante 2018 la contracción del déficit fiscal se concentre en la reducción del gasto público. El 88.2% del monto involucrado en las medidas fiscales debía basarse en el recorte del gasto, y un 11.8% dirigirse a la venta de activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. El ajuste del gasto público debía centrarse en: 1. Reducción de las transferencias corrientes y discrecionales a las provincias (estimado en 0.5 puntos del PBI, cuando en 2017 el total de las transferencias corrientes y de capital alcanzaron 1.6% del PBI). 2. Reducción de subsidios a la energía y transporte y en gasto de capital (cada uno proyectado en 0.3 puntos del PBI, frente a cerca del 2% que dichas erogaciones representaban en 2017). 3. Recorte de la masa salarial de los empleados públicos, tanto por la vía de la caída del salario real, como del achicamiento de la planta (estimado en 0.2 puntos del PBI). 4. Ajuste en las compras estatales y eliminación de las transferencias orientadas a cubrir el déficit de las empresas públicas. 5. Límites al crecimiento nominal de los salarios del sector público (incluidos los beneficios no salariales y otros pagos) a un promedio de 8% durante junio de 2018.
Para el año 2019 el FMI fijó un ajuste en el gasto público como vía de reducción del déficit primario del 64% del monto involucrado en ese año. Además, estableció un aumento en el recorte en las transferencias a provincias y subsidios, estipuló que se mantendría la misma reducción en gastos de capital y se reduciría el ajuste salarial en el empleo público. La merma del empleo público debía realizarse en áreas no prioritarias y congelarse las contrataciones en la administración federal (excluidas las Universidades) en 2019 y 2020. De acuerdo a los datos de CIFRA, en solo dos años el gobierno debía ajustar en las transferencias corrientes y de capital a las provincias en un 75%, reducir la tercera parte de los subsidios y del gasto de capital, achicar la masa salarial del empleo público en 9.4%, y las compras estatales en un 20%”.
METAS DE INFLACIÓN
“La inflación, objetivo del acuerdo para el 2018, se fijó en 27%, pero a través de bandas de flotación que podían alcanzar un 29% (banda interior del límite superior), hasta un máximo de 32% anual (banda exterior del límite superior). Para 2019 se estableció un 17% de inflación y una banda con un límite superior de 19%, hasta un máximo de 21% anual”.
POLÍTICA CAMBIARIA
“El Banco Central se comprometió a mantener un tipo de cambio flotante, salvo que “disfunciones del mercado” obligaran a realizar ventas en moneda extranjera. El informe del FMI sostenía que “se permitirá que la tasa de cambio se ajuste completamente a las condiciones reinantes en el mercado”. El programa incluía, además, un piso de reservas internacionales netas del Banco Central. El piso de reservas netas ―en comparación con el stock de junio de 2018― debía aumentar más de 7500 millones de dólares en junio de 2019. De este modo, las reservas se incrementarían de 27900 millones de dólares en 2017 a 29700 en 2018; ascenderían a 33400 millones en 2019, 44000 millones en 2020, y concluirían el programa con 54600 millones de dólares en 2021. El acuerdo estipuló, a su vez, una reducción en el stock de futuros no entregables de tipo de cambio (denominado “dólar futuro”) desde 2300 millones de dólares al 4 de junio de 2018, a 1000 millones a fines de junio de 2019. Además, el stock de LEBAC, en porcentaje del PBI, debía achicarse del 8.9% en 2017, a 5.5% en 2018, 3.4% en 2019 para llegar a 0% en 2020”.
POLÍTICA MONETARIA
“El FMI estableció como meta una reducción de la base monetaria interanual de 25.9% en 2018, a 21.3% en 2019, 18% en 2020 y 14.5% en 2021. La tasa de interés debía reducirse a 17.2% en 2018, 8.4% en 2019, 6.2% en 2020 y 5.7% en 2021”.
REFORMA DE LA CARTA ORGÁNICA DEL BANCO CENTRAL
“El acuerdo estipulaba un compromiso de implementar una Reforma de la Carta Orgánica del Banco Central en marzo de 2019. La reforma debía fijar a la estabilidad de precios como objetivo clave del Banco Central, prohibir el financiamiento del Banco Central por parte del gobierno y fortalecer su autonomía.20 Por último, la línea base del programa con el FMI estimó una meta de crecimiento anual del PBI de 0.4% en 2018 y 1.5% en 2019”.
EL DISCURSO DE LEGITIMACIÓN DEL ACUERDO CON EL FMI DEL GOBIERNO DE MACRI
“El gobierno macrista intentó justificar el salvataje del FMI en la necesidad de “transitar las turbulencias internacionales, minimizando el impacto sobre la economía argentina” y “proteger a los más vulnerables”, a través del “gradualismo”. Además, sostuvo que “el plan es consistente y sostenible económica, social y políticamente”. De acuerdo al informe de Presidencia de la Nación, “el nuevo sendero de convergencia fiscal permite que la ratio deuda pública a PBI comience a reducirse a partir de 2019”. A su vez, lograría recorrer “un sendero de crecimiento sostenido, creación de empleo y reducción de la pobreza”.
El 8 de mayo de 2018 Macri brindó un discurso en la Casa Rosada para anunciar el inicio de un acuerdo crediticio con el FMI, el cual se difundió a través de cadena nacional de radio y televisión. La alocución comienza expresando un compromiso de decir la verdad (“Ustedes saben que tengo un compromiso de decirles la verdad siempre”), con un fuerte grado de asertividad (“Mi convicción es que”). Según Macri, el gobierno estaba implementando una política económica “gradualista”, que buscaba alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas, cuidar a los “sectores vulnerables” y crecer, para generar trabajo y desarrollo. El presidente apela a la metáfora del “recorrido” de un “camino”, al que sitúa como el único posible (“estamos recorriendo el único camino posible”). De este modo, elimina la posibilidad de alternativas. A su vez, relaciona implícitamente continuar en ese sendero con una condición para avanzar económicamente, ya que salirse del camino implicaría “retroceder” y generar una fuerte crisis que afectaría al conjunto de la sociedad (“buscando siempre evitar una gran crisis económica, que nos haría retroceder y dañaría a todos”).
En el discurso macrista, el retroceso, metaforizado biológicamente como un “daño”, implica retornar al desequilibrio fiscal, asociado implícitamente al gobierno anterior. Macri apela aquí a otra metáfora, la del “equilibrio” (fiscal), como un objetivo deseable, frente a una herencia recibida (de desequilibrio de las cuentas) que define como un desastre (“equilibrar el desastre que nos dejaron en nuestras cuentas públicas”). El contradestinatario indirecto es, nuevamente, el kirchnerismo. En esta lógica del recorrido en el sendero correcto hacia un futuro mejor, Macri construye una frontera entre el presente de estancamiento y el peligro de ir hacia una crisis económica mayor, y un futuro de crecimiento a partir del equilibrio fiscal, al que relaciona equivalencialmente con más trabajo y desarrollo.
Según el presidente, la política económica gradualista del gobierno requiere en gran medida de financiamiento externo: “Mi convicción es que estamos recorriendo el único camino posible para salir del estancamiento, buscando siempre evitar una gran crisis económica, que nos haría retroceder y dañaría a todos. Para esto, implementamos una política económica gradualista, que busca equilibrar el desastre que nos dejaron en nuestras cuentas públicas, cuidando a los sectores vulnerables y, al mismo tiempo, creciendo, generando así más empleo y desarrollo. Esta política depende mucho del financiamiento externo” (Discurso oficial del presidente Mauricio Macri, 8 de mayo del 2018).
Macri construye una narrativa política que sostiene que, en los primeros dos años de gestión, el contexto internacional era muy favorable para la Argentina. Sin embargo, a través del uso del conector adversativo “pero”, constata que ahora hubo un cambio (“hoy eso está cambiando”). Menciona una serie de variables “que nosotros no manejamos” en el contexto internacional: aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, incremento en el precio del petróleo y devaluación de las monedas de países emergentes: “Durante los dos primeros años hemos contado con un contexto mundial muy favorable. Pero eso hoy está cambiando, las condiciones mundiales están cada día más complejas y por varios factores: están subiendo las tasas de interés, está subiendo el petróleo, se han devaluado las monedas de países emergentes, entre otras variables que nosotros no manejamos” (Macri, 8 de mayo del 2018). Según Macri, estos cambios en las “condiciones mundiales” excedían la capacidad de control del gobierno. Se trataba de transformaciones que se sucedieron en el contexto internacional. De este modo, el presidente se quitaba agentividad ante acontecimientos internacionales situados como imprevistos e incontrolables, que respondían a causas externas y fuera de su voluntad.
Desde un discurso fiscalista, Macri relacionaba la necesidad de financiamiento externo con el aumento del gasto público, que había generado desequilibrio fiscal, el cual era necesario “ordenar”. A través del uso de componentes descriptivos y constatativos (Verón), el presidente construía una cadena de equivalencias (Laclau) entre la dependencia del país del financiamiento internacional y el gasto público recibido, adjetivado negativamente mediante el reforzador “enorme”: “El problema que tenemos es que somos de los países del mundo que más dependemos del financiamiento externo, producto del enorme gasto público que heredamos y que estamos ordenando” (Macri, 8 de mayo del 2018). Al encadenar el endeudamiento externo con el “enorme” gasto público “heredado”, Macri criticaba, implícitamente, al gobierno kirchnerista, y pretendía justificar las políticas de recorte de la inversión pública y social.
Al mismo tiempo, se desentendía de la estrecha relación que existía entre la deuda externa tomada por su gobierno y su rol clave en el financiamiento de la fuga de capitales del sector privado; también del vínculo entre las políticas de desregulación financiera de su gestión y la creación de una burbuja especulativa en torno a las LEBAC, y la corrida cambiaria que desencadenó cuando redujo las tasas en abril de 2018. Luego de constatar la “nueva situación” que se sucedía a nivel externo, Macri sostenía que había decidido actuar de manera “preventiva” e “iniciar conversaciones” con la titular del FMI para obtener un acuerdo crediticio del organismo. Según el presidente, el acuerdo fortalecía el “programa de crecimiento y desarrollo” del gobierno, otorgaba un respaldo frente a las nuevas condiciones internacionales y evitaba la crisis económica: “Frente a esta nueva situación, y de manera preventiva, he decidido iniciar conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para que nos otorgue una línea de apoyo financiero. Hace minutos hablé con Christine Lagarde, su directora, y nos confirmó que vamos a arrancar hoy mismo a trabajar en un acuerdo. Esto nos va a permitir fortalecer este programa de crecimiento y desarrollo, dándonos un mayor respaldo para enfrentar este nuevo escenario global y evitar crisis como las que hemos tenido en nuestra historia” (Macri, 8 de mayo del 2018).
A nivel enunciativo, Macri situaba al acuerdo con el FMI dentro de una estrategia discursiva más amplia que construyó desde antes de su llegada a la presidencia, que definimos como un ethos de la sinceridad y el decir la Verdad, frente a la permanente mentira, asociada al kirchnerismo. En el marco de esta estrategia de “dicotomización” y de “descrédito hacia el otro” (Amossy), la decisión de iniciar conversaciones con el Fondo buscaba cumplir con un compromiso (“cumpliendo con los compromisos”). El cumplimiento de la palabra empeñada establecía una frontera política (Laclau) frente a las mentiras recurrentes (“no mintiéndoles, como tantas veces nos han hecho”) y la demagogia (“alejándonos de la demagogia”). Este “compromiso” del gobierno con la Verdad lo situaba como un presidente que supuestamente actuaba de modo responsable, sensato y realista.
Además, el presidente sostenía, de un modo asertivo (“estoy convencido”), que el acuerdo era beneficioso para todos (“pensando en el mejor interés de todos los argentinos”) y permitiría alcanzar un futuro mejor que favorecería al conjunto de la sociedad (“un mejor futuro para todos”): “Esta decisión la tomé pensando en el mejor interés de todos los argentinos, no mintiéndoles, como tantas veces nos han hecho. Les digo a todos los argentinos, y en especial a toda la dirigencia, que cumpliendo con los compromisos y alejándonos de la demagogia y la mentira, estoy convencido que el camino que tomamos va a lograr un mejor futuro para todos” (Macri, 8 de mayo del 2018).
El 20 de junio de 2018 el directorio del FMI anunció la aprobación del acuerdo stand-by con Argentina por 50000 millones de dólares, por un lapso de 36 meses. El primer desembolso alcanzó los 14965 millones de dólares. Además, estableció una suma de 5820 millones en desembolsos trimestrales a partir de septiembre de 2018, para un total de 20785 millones de dólares durante 2018. El monto restante del acuerdo se desembolsaría trimestralmente hasta mediados de 2021 (en torno a los 2910 millones de dólares por trimestre), supeditado a exámenes a cargo del FMI, hasta alcanzar un total de 11640 millones de dólares durante 2019, 11640 en 2020 y 5820 en 2021. De este modo, comenzó a desplegarse una segunda etapa en la política económica cambiemita que, a diferencia de la fase 2015-2017, enfatizó en las medidas de endeudamiento público externo con ajuste fiscal e intensificación de la política monetaria contractiva”
(*) Hernán Fair (Universidad Nacional de Quilmes): “De la revolución de la alegría al acuerdo con el FMI. Neoliberalismo, endeudamiento externo y dependencia durante el gobierno de Macri” (Revista STULTIFERA de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad Austral de Chile-2024).
27/01/2025 a las 10:17 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un proyecto entre la modernidad tecnológica y la regresión antiigualitaria
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
26/1/025
La versión oficial relata que Luis Caputo regresó de Estados Unidos, analizó los últimos números de la recaudación, consultó con el Presidente y decidió anunciar una baja de las retenciones agropecuarias para cumplir con una vieja promesa de campaña y atender la difícil situación que atraviesa el campo. En el Gobierno se encargaron de remarcar que venían trabajando en el tema desde hace meses y que no influyeron los reclamos de los productores ni de los gobernadores.
En el sector agropecuario circuló otra interpretación, especialmente a partir del brusco giro que evidenció el ministro, quien en apenas horas pasó de la letanía negadora a un anuncio de medidas que lució apresurado. Les resultó extraño que Caputo aceptara un reclamo sectorial, cuando en general es bastante reticente a hacerlo, y que difundiera la novedad sin tener definido el decreto ni el modo de instrumentación. También que se superpusiera el mismo día en el que Javier Milei buscó sacudir Davos. La urgencia despertó suspicacias.
Uno de los interlocutores que vio toda la secuencia lo explicó de este modo: “El Gobierno estaba muy renuente a tocar las retenciones y mantuvo esa postura incluso a principio de la semana. Pero cuando Caputo volvió de Washington se reunió con el FMI acá y de ahí vino a las tres de la tarde, dijo que iba a hacer un anuncio y que el decreto saldría el lunes. Todos creemos que la verdadera razón de la medida fue la necesidad de garantizarse divisas en la primera mitad del año”.
En las conversaciones de los funcionarios con los representantes del sector se mencionó la idea de generar un puente de ingresos hasta junio, quizás por entender que los desembolsos del Fondo podrían tardar algunos meses en efectivizarse, aun cuando haya un acuerdo inminente. Por eso en las charlas se sugirió que el tema había sido dialogado por Caputo con la misión técnica que está en el país.
Más allá de las razones que llevaron a la reducción de aranceles, en el campo hay una expectativa positiva, en principio para liquidar el remanente de la cosecha anterior, que contaría con unos 10 millones de toneladas de soja y unos 3 millones de maíz, que podrían aportar entre 2500 y 2700 millones de dólares a las arcas fiscales. Después habrá que ver si también avanzan con la cosecha 2025, o si los productores asumen que el Gobierno no tendrá margen para volver a subir las retenciones cuando venza el plazo fijado el 30 de junio, y duermen otra vez las ventas.
ALGORITMOS AL PODER
Cuando Caputo dejó a Javier Milei en Washington, el Presidente terminaba de participar de la asunción más inaudita que se recuerde de un mandatario norteamericano. Amenazas de anexiones territoriales, decretos de deportación de inmigrantes, retiro de organismos y pactos multilaterales, fueron parte del ruidoso regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Entre los datos que resaltaron en el Capitolio fue indisimulable la presencia de toda la elite de las empresas tecnológicas.
Además de Elon Musk (X, Tesla), quien estaba en calidad de flamante funcionario, se agruparon Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon, The Washington Post), Sundar Pichai (Google), Tim Cook (Apple), Sam Altman (Open AI) y Shou Zi Chew (Tik Tok). Una verdadera exhibición de alineamiento del universo digital ante el nuevo poder político, que había sido anticipado por los millonarios aportes que hicieron a la campaña del magnate.
Algunos, como Zuckerberg habían sido muy críticos del primer mandato de Trump. Otros, como Pichai, fueron acusados por el republicano porque supuestamente había alterado sus algoritmos para perjudicarlo. Ahora estaban todos en jovial concordia. Unos, para proteger sus negocios (Musk piensa su proyecto para ir a Marte en consonancia con el plan de Trump), otros por temor al garrote (Zuckerberg había sido amenazado con ser encarcelado si volvía a utilizar a Facebook en contra del Presidente).
El dueño de Meta, probablemente el más sinuoso de todos, anunció hace pocos días la supresión de los mecanismos internos de verificación de contenidos y sus políticas de diversidad, igualdad e inclusión en favor de las minorías, que había instrumentado tras el escándalo de Cambrigde Analytica. “Hemos llegado a un punto en el que hay demasiada censura”, adujo para liberar completamente la circulación de contenido en Facebook, Instagram, Whatsapp y Threads.
Es lo que le reclamaba Trump, quien pasó de una guerra frontal contra las plataformas en su primer mandato a una virtual cooptación. Para refrendar su nueva alianza, al día siguiente de asumir anunció una iniciativa de 500.000 millones de dólares para desarrollar infraestructura de inteligencia artificial. Busca que ese nuevo universo, junto con el de las redes sociales, tenga un flujo irrestricto, sin filtro ni controles, la puerta de entrada a un universo anárquico en el ecosistema digital. Muestra como antítesis el fracaso de la Unión Europea en su reciente intento de regulación de la IA, que generó el rechazo de las empresas del sector.
ENTRE EL FUTURO Y EL PASADO
Toda esta escenografía resultó un espectáculo fascinante para Milei, quien ya conoce a esos personajes, e incluso trabó algo así como una amistad con Musk. Desde la periferia alienta una política similar y por eso se reunió con un grupo de empresarios tecnológicos en Davos, para lo cual se hizo acompañar por Demian Reidel, el asesor a cargo del plan nacional de inteligencia artificial. Sueña con la instalación de un centro de procesamiento de datos en la Patagonia y desde hace un año busca seducir a Silicon Valley. Imagina también un desarrollo de energía nuclear para abastecer el enorme consumo que demanda un hub de IA de esas características.
Forma parte de la faceta modernista de Milei, la que lo anima a conectarse con lo más avanzado de un desarrollo tecnológico revolucionario, que se produce a una velocidad inédita en comparación con otros procesos históricos.
Pero en la misma meca del establishment global, Milei desplegó su otra cara con toda virulencia, con uno de sus discursos más agrios en contra de la cultura woke, la ideología de género y la protección ambiental. Fulminó sin eufemismos al feminismo, vinculó la homosexualidad con la pedofilia y fue impiadoso con la noción de justicia social. Emerge acá un Milei conservador que busca regresar a ciertos valores y principios del pasado, del cual fue apartado, según su postura, por un falso modernismo progresista empobrecedor.
Este bagaje conceptual no es producto de un arrebato intelectual sino parte de una línea de pensamiento global que tiene un anclaje en autores calificados como “antireaccionarios”, y que viene en crecimiento como una respuesta a las dificultades de las democracias occidentales clásicas para responder a las crecientes demandas sociales. El concepto basal reside en considerar que la democracia y el wokismo le restan eficacia al capitalismo, por lo cual la opción es una regresión a la etapa previa a la instauración de los derechos igualitarios.
Uno de los referentes más destacados es el bloguero norteamericano Curtis Yarvin, quien trabajó el concepto de ideas “antiigualitarias” (crítica de las doctrinas de reparación de las minorías) y de “ilustración oscura” (como antítesis de la Ilustración). Muy cercano a él orbita también el filósofo inglés Nick Land, promotor de la noción de “aceleracionismo” capitalista y de lo que él define como “hiperracismo”.
¿Cómo convive en líderes como Milei (también en Trump) una mirada modernista tecnológica, que apunta a un futuro de desarrollo, con las creencias conservadoras en cuestiones inmateriales, más ancladas en una regresión al pasado? A pesar de la aparente contradicción, emergen como dos caras de un mismo fenómeno, que conjuga retrospectiva ideológica con innovación; añoranzas del siglo XIX con promesas del siglo XXI. Devaluado queda en el medio el siglo XX, con su logro de haber expandido la democracia, ahora amenazada por el auge de modelos que combinan dosis de autoritarismo con dinámicas de representación algorítmica.
En un artículo recientemente publicado en Le Monde Diplomatique, el antropólogo Pablo Semán describió una mutación de los ejes que hasta ahora dominaban la interpretación de los actores políticos. “En el eje horizontal se ubicaban los conservadores y los progresistas”, que confrontaban en cuestiones relativas a los derechos sociales e individuales. Y “el eje vertical oponía a liberales con estatistas en torno a cuestiones relativas al peso que deben tener el Estado, el mercado y el poder económico”. Según su visión, el primer eje fue reemplazado por un enfrentamiento entre “igualitarios y jerárquicos”, en donde admite que en los últimos tiempos “el antiigualitarismo salió del closet”. El segundo eje fue reemplazado por la tensión entre la democracia y un autoritarismo que, según reconoce el autor, “ya no es un antivalor”.
En definitiva, prima una naturalización de nociones que hasta hace poco eran políticamente muy incorrectas y que hoy tiene propagadores del calibre de Trump, Milei, Viktor Orban o Georgia Meloni. Pero el dato central es que la construcción de esos liderazgos vino apalancada por un fuerte apoyo de amplios sectores de la sociedad que lo respaldan o lo toleran (con los jóvenes varones como principal exponente). Quizás, frustrados por los fracasos económicos, pero también abrumados por la imposición de una agenda que se había exacerbado hasta agobiarlos. Es lo que expone la feminista francesa Caroline Fourest en su libro Generación ofendida, donde hace un revisionismo crítico de ese proceso del cual ella participó y habla de “tiranía de las minorías” que censuran o cancelan en nombre de sus derechos.
Es un movimiento que refleja un clima de época. Vale como ejemplo, la reciente decisión del CEO de Disney, Bob Iger, de dejar de lado el “activismo político” y sus esfuerzos por sintonizar con los mensajes de inclusión y diversidad, que le trajeron tantos problemas. Al mismo tiempo, WalMart anunció el desmantelamiento de algunas iniciativas de diversidad y equidad, y fue imitada por otras grandes corporaciones norteamericanas.
En la Argentina, el último gobierno de Alberto Fernández fue la culminación de ambos procesos: un naufragio económico envuelto en una exacerbación de la retórica igualitaria. Milei cosecha en ambos territorios, pero sin duda el más rentable es el que lo muestra como el ordenador de las cuentas y el guardián contra la inflación. Cuando escala a la batalla cultural, les habla a sus votantes más ideologizados, como en un Patio de las Palmeras virtual. Basado en la doctrina global, Milei no tiene problemas en desafiar el concepto de “pulsión igualitaria” que para el sociólogo Juan Carlos Torre siempre caracterizó a los argentinos. A su núcleo duro le dedicó el proyecto de ley de esta semana que apunta a eliminar la figura de femicidio y la política de cupos para minorías (de improbable sanción en el Congreso). Mientras tanto, los más pragmáticos sólo aspiran a recuperar el poder de compra de sus bolsillos. Para unos, Milei es un reparador ideológico, el maestro que los guía hacia una causa superior; para los otros, tiene la función instrumental de resolver las necesidades materiales básicas, es un economista al que hicieron Presidente con ese mandato.
REVOLUCIÓN ELECTORAL
Mientras libra estas batallas, el Gobierno también se dispone a reconvertir profundamente el sistema electoral. La ronda exploratoria que hizo Guillermo Francos esta semana reportó que hay margen para una suspensión de las PASO, no para una eliminación. LLA aceptaría atenuar su objetivo de máxima porque ve que podría haber consenso con Pro, un sector de la UCR y algunos bloques intermedios.
El peronismo está dividido: Sergio Massa y los gobernadores representados por Gerardo Zamora buscan eliminarlas, mientras que hay una treintena de diputados sin jefes provinciales que las quieren mantener. Cristina Kirchner oscila y pide argumentos a los suyos. Como jefa del peronismo ve que las PASO le pueden servir en algunos distritos para ordenar. Además, si se eliminan, le liberaría las manos a Axel Kicillof para desdoblar elecciones en la provincia, lo que significaría la ruptura definitiva.
La historia demuestra que el sistema de primarias tal como opera en la Argentina tiende a beneficiar a las oposiciones, porque les sirve para ordenar las internas, y afecta a los oficialismos, que se disciplinan desde el ejercicio del poder y se perjudican con cronogramas muy extensos. Será interesante ver qué camino adopta cada fuerza política para resolver sus disputas, en el caso de que se modifique la ley.
Más allá de estos matices hay altas chances de que este año se vote sin PASO, lo cual sumado a la boleta única, se transformaría en una verdadera revolución electoral de alcances inciertos.
Se iría hacia un sistema donde prevalezcan las individualidades por sobre los partidos, donde pierda peso la territorialidad y la logística electoral, donde haya mayor fragmentación de fuerzas por la imposibilidad de dirimir internas, y donde se imponga una mayor litigiosidad por la disputa de los sellos partidarios. Significará un reseteo completo del sistema electoral, que puede arrojar múltiples sorpresas.
Podría producirse una dinámica de representación más lineal porque se votan más personas que partidos, y esto puede ser bueno, pero también riesgoso para el oficialismo, que no tiene tantas figuras y que deberá inyectarles a sus candidatos una dosis intravenosa de Milei en sangre para que los identifiquen claramente.
Así como los libertarios rompieron el tablero político al ganar en 2023, ahora podrían lograr un resultado similar en términos de desmontar la estructura electoral en la que se apalancaron los grandes partidos y coaliciones que gobernaron en la era PM (preMilei).
27/01/2025 a las 10:21 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Cristina duerme sin frazada y Milei en Davos trató de encontrar una metáfora y la arruinó
Ricardo Roa
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
26/1/025
Milei la tenía servida. O se la había dejado servida Trump. Viene de un año donde dio vuelta una economía que andaba a la buena de Dios. Domó una inflación de tres dígitos y terminó con el histórico déficit de las cuentas públicas. Chapeau.
Y eso que llegó al gobierno con una mano atrás y otra adelante. Un puñado de cuadros, senadores y diputados que son minoría pura y más de uno es mejor perderlo que encontrarlo, y ni un solo gobernador. Trump lo puso a su lado, como un ejemplo de triunfador, el día en que volvió a la Casa Blanca. ¿Y qué hizo Milei? Llegó a Davos, que es la Premier League de los negocios, con tanto envión que siguió de largo.
Antes de seguir con esta película, vayamos a la otra que siguió pasando aquí. ¿La verdad? No pasó demasiado. De último momento: el despido del procurador Rodolfo Barra. La noticia es que esta vez parece que no lo echó Santiago Caputo. Pero el método fue el libertario de siempre: salvaje. Barra fue el último en enterarse.
De la agenda, empezaron las discusiones por las Extraordinarias y el dato mayor es que Cristina puede dormir tranquila. El Gobierno metió Ficha Limpia, que había borrado en acuerdo con ella. Pero es jueguito para la tribuna: si fuese aprobada por Diputados, no pasará en el Senado.
Ficha Limpia le impediría ser candidata porque Cristina tiene doble condena en la causa Vialidad, que destapó el monumental negociado con la obra pública de Santa Cruz. Hubo críticas al mileísmo por ese volantazo que retumbó en las redes, lugar sensible si los hay para el Gobierno. Ahora cantan pelito para la vieja: le cumplieron a Cristina y con el reciclado trucho del proyecto, le quitan una bandera al Pro.
Encima, Macri salió a criticar que hubieran gambeteado el Presupuesto, que afecta sobre todo a las provincias y es lo único que de verdad le importa a Milei, y lo cruzaron Frigerio y Torres, dos gobernadores propios que sudan la gota gorda para que la Rosada les tire algo de plata. Frigerio está arreglando el traspaso del puerto a Entre Ríos y Torres que la Nación se haga cargo de deuda de Chubut y le avalen créditos. Las efectividades conducentes. Hasta Ritondo corrió a desmarcarse del comunicado de Macri contra Milei, del que dicen sólo su primo Jorge estaba al tanto.
Lo más interesante está por venir: el chau a las Paso y el round final de la larguísima pelea por meter a Lijo en la Corte. El Gobierno no decidió qué hará. Una posibilidad es que envíe juntos los pliegos de Lijo y García Mansilla al Senado. La otra es mandar sólo el de Lijo, el único que pasaría el filtro de la Comisión de Acuerdos que domina Cristina. Datito: Cristina le ordenó a la catamarqueña Corpacci firmar ya por el sí.
Si elige esta opción, Milei tratará de meter a García Mansilla por decreto ni bien terminen las Extraordinarias y antes de las Ordinarias. Y sobre la mesa pondrá los 180 nominados para cubrir vacantes de jueces y camaristas, donde hay mucho para negociar porque hay candidatos de casi todos. En el Gobierno dicen: ese reparto depende de que aprueben a García Mansilla. También sumarán al combo la ampliación de la Corte y la designación del Procurador.
Entre las cosas interesantes: casi cuela como embajador en España Rodolfo D’Onofrio. El exitoso ex presidente de River meditó un par de días y se bajó. Razones personales. Hablando de Madrid: libertarios argentinos inauguraron sede en Chamberí, un barrio de moda que es como Palermo en la capital española. ¡Vamos por la internacional mileísta, carajo!
Bastante de eso se ve en la nueva visita de Milei a Davos: hacerse lo más conocido que pueda en la política mundial. Hace un año, ahí mismo, había ofrecido una clase magistral para decirle a los capitalistas que eran poco capitalistas y que tenían que ser menos tibios con la izquierda, que de tibia no tiene nada. Hizo entonces una ensalada mezclando a Hitler con el socialismo y ahora, potenciado por el efecto Trump, volvió a hacerlo con la inclusión, el feminismo, la inmigración, el aborto y los homosexuales. Demonizar al wokismo.
Se nota la pretensión de mostrar un andamiaje ideológico y moral. También, ideas que atrasan cien años y otras que, en el mejor de los casos, cuesta entender. Todo, además, cargado de violencia simbólica. Hay que darle la derecha en las cosas que hubo o hay acá de wokismo, en el sentido de poner las minorías por delante de las mayorías. Una fue el incordio infernal de los piquetes, grupos mínimos que toman de rehenes a decenas de miles.
Hubo más de ocho mil en 2023. La ciudad bloqueada por la extorsión piquetera y la pasividad oficial: desarmar cualquier piquete era criminalizar la protesta social, aunque todos supiéramos los curros y el uso político de la pobreza que había detrás. Otra gran hipocresía: poner la mirada de la seguridad no en el delincuente ni en las víctimas de los delincuentes sino en el sistema de seguridad. El kirchnerismo hasta obligó a los policías volver a sus casas desarmados, como si vivieran, como muchos de ellos, en Recoleta o en Palermo.
Oportunismo o simplemente estupidez: el lenguaje inclusivo para imponerle a la gente una forma progresista de hablar. Como si reemplazar vocales por la e cambiara la historia. El jefe del Ejército, general Pereda, decía soldadas; la ministra de Salud, Vizzotti, usaba x en las recetas que confundía a todos y todas. Y hablaban así a jubilados en el Pami y hasta en la villa de Retiro la ministra porteña, Migliore. Para no quedar atrás, Soria, de Justicia, inventó la palabra fiscala. Todas truchadas.
Hay cosas mucho más serias y delicadas, como el aborto, que nunca debieran someterse a la politiquería que siempre atrasa. Lo mismo con la homosexualidad, que Milei asoció irresponsablemente a la pedofilia en un caso de adopción en Estados Unidos. Allí, el secretario del Tesoro de Trump, Scott Bessent, del cual depende la aprobación del préstamo del FMI que Milei mismo fue a gestionar, está casado con un conocido ex fiscal del Bronx con el que tiene dos hijos adoptivos. ¿En qué categoría de la cultura woke los ubica Milei? No sea cosa que lo que se llama la revolución del sentido común termine en una nueva forma de fanatismo.
27/01/2025 a las 10:26 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Javier Milei volvió de su mundo ideal a la realidad compleja del Congreso
Edgardo Alfano
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
26/1/025
El Presidente no puede ocultar su satisfacción cada vez que sale del país para llevar su pensamiento a escenarios económicos y políticos y juntarse con referentes de la derecha internacional.
Quedó reflejado en Washington, ciudad a la que Javier Milei viajó especialmente invitado a la asunción del presidente Donald Trump, y en las ciudades de Davos y Kloten, en Suiza. Y sobre todo al momento de recibir premios de organizaciones liberales.
Pero Milei también disfruta de su estilo confrontativo hasta el insulto, para exponer dentro y fuera de la Argentina sus ideas, contrarias, por ejemplo, a la agenda 2025 de las Naciones Unidas.
Todavía resuena en tierras helvéticas su furia contra el pensamiento woke, que es la toma de conciencia social y política por la justicia social, la igualdad y la lucha contra todo tipo de discriminación. Fue muy crítico del feminismo, la ideología de género y la agenda LGTB.
El problema para Milei es cuando lleva estas polémicas ideas al Congreso para transformarlas en ley, con la ayuda de las fuerzas políticas aliadas. Fue sugestivo, por ejemplo, el silencio del PRO frente a estas declaraciones o los anuncios del Gobierno.
Milei enviará al Congreso, para sesiones ordinarias, un proyecto de “Igualdad ante la ley” que ya anticipa un fuerte debate y una áspera negociación para lograr quorum. Busca eliminar la ley de cupos que obliga a que el 50 por ciento de los legisladores nacionales y del Parlasur sean mujeres. También quiere terminar con el cupo de género y discapacidad, modificar el código penal y eliminar la figura de femicidio.
Pero para esto falta y hay otras necesidades del Gobierno para el período de sesiones extraordinarias del parlamento.
Una de ellas es la eliminación de las PASO. Esta es la obsesión de Milei y a eso dedica una buena parte de su tiempo el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con la ayuda inestimable del superpoderoso asesor presidencial Santiago Caputo. Por ahora faltan los votos para poder eliminar esas internas y el Gobierno no descarta su suspensión.
Sucede que las aguas están divididas en el PRO, que quiere eliminar las PASO en la Ciudad de Buenos Aires, en el radicalismo y en el peronismo dialoguista.
En cuanto al comportamiento del kirchnerismo, por ahora es un misterio. Tiene otras cosas para negociar con los operadores del Gobierno, sobre todo en el ámbito judicial.
Otro misterio es qué ocurrirá en el Senado con los pliegos del juez Ariel Lijo y de García Mansilla para la Corte Suprema de Justicia.
Si bien el triángulo de hierro (Milei, Karina y Santiago Caputo) corre de la negociación a la vicepresidenta Victoria Villarruel, Francos la incorpora a la mesa de diálogo por el rol institucional que debe cumplir al frente de la Cámara Alta.
Ya demostró lo útil que puede ser para el Gobierno cuando su voto decidió la aprobación de la Ley Bases, un punto fundamental para la Casa Rosada.
Mientras tanto, un buen número de gobernadores ya hizo saber su interés por eliminar las PASO, pero habrá que ver si suman los votos necesarios para el dictamen, el quorum y su aprobación en el recinto.
De esto habló Francos cuando se reunió con los jefes de bloques del PRO, Cristian Ritondo, y de la UCR, Rodrigo De Loredo. Por eso se empezó a hablar más de la suspensión que de la eliminación de las PASO.
Lo ideal para Milei sería sesionar los jueves 6 y el martes 11 de febrero. Pero las fechas no darían. En los próximos días, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, se reunirá con los jefes de bloque para definir el cronograma.
En este panorama, aparece la figura del gobernador bonaerense Axel Kicillof, que tiene que resolver también su interna con el kirchnerismo, más allá de que Cristina le enviará una señal al pedir que los legisladores de su sector le aprueben el presupuesto a la provincia para que no entre en emergencia económica.
Kicillof debe decidir si desdobla las elecciones en Buenos Aires, para votar en forma separada los cargos nacionales y provinciales y si suspende o elimina las PASO. Todo dependerá de la negociación con Cristina y de lo que ocurra en el Congreso.
Para la expresidenta, no hay duda de lo que se debe hacer en la provincia: las elecciones tienen que ser simultáneas.
Pero el ministro de Gobierno de Kicillof, Carlos Bianco, mantiene el suspenso y no descarta nada. Dijo que “el desdoblamiento es una posibilidad de cómo se configure el escenario a nivel nacional”.
Otra cuestión es la ley de Ficha Limpia, que Milei envió a extraordinarias para aplacar el malestar del PRO y la UCR. En la Rosada creen que tendrán los números para aprobarla en Diputados, pero piensan que caerá en el Senado por la oposición del kirchnerismo.
Como siempre, en política nacional, hay una importante distancia entre el mundo ideal y el real.
27/01/2025 a las 10:31 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Datos esenciales de un hilo que une retenciones, el FMI y la suspensión de las PASO
Rubén Rabanal
Fuente: MDZ
(*) Notiar.com.ar
26/1/025
La decisión de bajar retenciones a las exportaciones de granos y eliminar las que impactan en las economías regionales puede ser, quizás, la medida que demuestre más claramente la estrategia y el estado de las necesidades financieras que tiene hoy el Gobierno. Separar esa decisión de la negociación por un nuevo acuerdo con el FMI sería equivalente a mirar la situación con un solo ojo. Tampoco debe separarse de eje juego la marcha de los proyectos para modificar el juego electoral este año, ni la puja con gobernadores por la baja de impuestos. En estos últimos 10 días de enero todas las movidas parecen están ancladas al mismo ritmo y por eso conviene repasar casa paso.
La decisión de bajar las retenciones no respondió, como muchos razonaron, a un cambio abrupto de dirección del Gobierno que, hasta el jueves pasado, no daba indicios de avanzar en una poda a los derechos de exportación, a pesar de haberlo prometido durante la campaña.
En realidad, desde unos días antes se venía analizando la situación desesperada del sector. En los últimos ocho meses el valor de la soja en el CBOT había caído casi US$ 75 la tonelada. Con un dólar oficial comprimido, el anuncio de una desaceleración del crawling peg a 1 % y un nivel de retenciones de 33 %, el mercado de la liquidación de los exportadores se había vuelto más que dudoso, a pesar de que las entidades del campo continuarán afirmando apoyo al gobierno pero con quejas de por medio.
La decisión se tomó finalmente en línea con ese panorama que se venía caldeando y en vista de las perspectivas que hoy tiene la negociación con el FMI por un nuevo acuerdo. Todo está ligado en este caso.
El Gobierno decidió bajar las retenciones a las exportaciones de soja de 33% a 26%, las que pesan sobre derivados del poroto de 31% a 24,5% y para trigo y maíz de 12% a 9,5%.
Con ese esquema se entusiasman en lograr que el campo acelere la liquidación de unos 10 millones de toneladas pendientes que aportarían unos US$ 2600 millones a las arcas del Banco Central.
El bordado final del anuncio se hizo el mismo jueves una hora antes de la conferencia de prensa en la Casa Rosada, en el despacho de Guillermo Francos, adonde fueron Luis “Toto” Caputo y Santiago Caputo. Fueron los tres funcionarios esenciales en la definición final de los tiempos para bajar las retenciones, mientras que Javier Milei seguía todo desde Davos.
De allí Luis Caputo partió a encontrarse con Manuel Adorni para convocar la conferencia de prensa que para algunos fue sorpresa. Este fin de semana aún se pulían algunos de los puntos técnicamente más complicados para el decreto que definirá la baja de retenciones hasta junio.
En ese momento el gobierno deberá definir si está en condiciones financieras de continuar con la reducción (o eventualmente avanzar en una poda mayor a las retenciones), si tiene el giro político suficiente en medio de la carrera electoral para hacer votar una ley que defina la baja de los derechos a las exportaciones o simplemente vuelve a subir los porcentajes a los niveles vigentes hasta el jueves pasado. Será toda una definición no solo sobre el futuro del campo sino de la Argentina.
Mientras todo eso sucedía, la delegación del FMI seguía negociando con Argentina los alcances de un posible nuevo acuerdo, pero que aún no parece tener fecha. Junto con la baja de retenciones que le aportará dólares al Central, Caputo avanzó el viernes con un canje de deuda en pesos por el que logró postergar el vencimiento de 11 bonos que vencen entre mayo y noviembre hasta el 2026.
Fue una operación por casi $ 15 billones que le despeja buena parte de los vencimientos que caen en medio de la marcha electoral. Mejor imposible para las pretensiones de la Libertad Avanza que ya tiene bastante con lograr instalar listas en casi todos los distritos sin tener que depender del PRO, socio que ya no lo es.
¿Frente a este escenario que dice hoy realmente el gobierno sobre un acuerdo con el FMI? “El Fondo está más interesado que nosotros en cerrar ahora”, define un funcionario, “En el corto plazo no cambia nada”.
Detrás de este razonamiento hay un dato que muchos prefieren obviar. Por obra y gracia de la Ley que hizo votar Martín Guzmán, todo acuerdo con el FMI debe pasar por la aprobación del Congreso. Hay que recordar, como ejemplo, la sesión en la que se trató el acuerdo que se cerró durante el gobierno de Alberto Fernández en la que Máximo Kirchner por no votarlo renunció a la presidencia del bloque oficialista de diputados.
Si el gobierno cierra hoy el acuerdo, al menos se desatará una discusión política desde la oposición por la ratificación o no vía Congreso, nada apetecible en medio del inicio de un año electoral y menos cuando algunos de ellos gobernadores que deberían aportar los votos negocian otros temas con la Casa Rosada.
Está claro que habrá acuerdo con el FMI este año y que no será dentro de mucho tiempo, pero el Gobierno puede torarse un par de meses para limpiar el panorama de otros problemas antes de firmar; menos cuando no está claro si con esa firma vendrán fondos frescos. De ahí la necesidad de aliviar al campo e incentivar liquidación.
Ese juego de conversaciones y negociaciones es seguido de cerca por Cristina Fernández de Kirchner que, además de mostrar que veranea en un destino argentino, aún mantiene la ilusión, como presidente del PJ, de moldear el rumbo electoral del peronismo y el armado de listas. La realidad le está marcando otra cosa: el PJ hoy tiene solo seis gobernadores reales propios y salvo Ricardo Quintela, de La Rioja, y el bonaerense Axel Kicillof, todos mantienen dialogo fluido con la Casa Rosada. Y eso incluye hablar de fondos para salvar gestiones, renegociación de deudas u obras públicas, es decir, la miel de la política.
El gobierno ya acepta que habrá ley de suspensión de las PASO, no eliminación. Y agregan un pronóstico: creen que en cuanto se suspendan las PASO Axel Kicillof también avanzará en eliminarlas, al menos para estas elecciones y, además, desdoblará la fecha provincial con la Nacional. El juego de Cristina Fernández de Kirchner frente a esto puede ser sorpresivo.
Así será este año electoral que de por si viene novedoso y con resultados impredecibles. Si a la implementación de la boleta única de papel se le suma la suspensión de las PASO, que siempre sirvió para que las minorías se ordenen, el panorama se vuelve más que entretenido.
Milei por su parte logró un cambio cultural que, al menos, generó una nueva competencia en administradores serios: la pasión por la baja de impuestos. Allí la carrera la ganó Jorge Macri que, en medio de la pelea que mantiene con la Libertad Avanza en la ciudad, le mando decir a Milei esta semana a través de su ministro de Hacienda y Finanzas, Gustavo Arengo, que el PRO porteño ya habían avanzado en una baja de Ingresos Brutos en el 2018 y 2023, una reducción de 10% del gasto en 2024 y con déficit cero por cuarto año consecutivo.
Algo parecido y en la misma línea salieron a decir este fin de semana el gobernador de Chubut, Ignacio Torres y el de Entre Ríos, Rogelio Frigerio. El mensaje es contundente en medio de la pelea del PRO con Milei y en la que Mauricio Macri aparece más desdibujado, pero los gobernadores del grupo más fuertes.
Hay que recordar que, en materia de baja de impuestos, el Pacto Fiscal que firmaron todos los gobernadores con Mauricio Macri como presidente estableció una reducción de Ingresos Brutos que tras la salida del PRO del gobierno todos dieron marcha atrás. Es un espejo en el que nadie quiere verse reflejado hoy, pero que representa un desafío en este año electoral.
Un dato extra. Esta semana debería anunciarse el avance definitivo de la primera privatización que lleva adelante el gobierno de Javier Milei. La mendocina IMPSA quedaría finalmente en manos de Arc Energy, tras un difícil proceso de negociación para liquidar contratos pendientes, refinanciar deudas y limpiar privilegios en el directorio actual que empresa compradora no asumirá. Desde el área de privatizaciones de Economía prometen que habrá datos más que escabrosos sobre lo que sucedió en IMPSA en el final de la era privada en manos de los Pescarmona, pero especialmente durante la gestión que se inició con la estatización que dispuso Alberto Fernández. La novela IMPSA no termina con la privatización y se estima, inclusive, que habrá causas penales a granel para investigar que sucedió con muchos de los fondos que se le pagaron a la empresa por contratos que luego no fueron cumplidos en su totalidad. Habrá un nuevo capítulo sobre esto.