Por Hernán Andrés Kruse.-

El 25 de mayo se cumplió el centésimo sexagésimo segundo aniversario del nacimiento de un emblema de la filosofía neokantiana. Heinrich John Rickert nació el 25 de mayo de 1863 en Danzig, Prusia (actual Gdansk, Polonia). Ejerció la docencia en las Universidades de Friburgo (1894-1915) y de Heidelberg (1915-1932), donde sucedió a Windelband en su cátedra. Hizo una distinción cualitativa entre hechos históricos y hechos científicos. Distanciándose de filósofos de la talla de Nietzsche y Bergson, afirmaba que los valores exigían tomar distancia de la vida, y que los valores vitales enarbolados por Dilthey, Simmel y Bergson no eran valores verdaderos. Rickert, quien falleció en Heidelberg (Alemania) el 28 de julio de 1936, ejerció una honda influencia en Maw Weber y Martín Heidegger, quien comenzó su carrera académica a su lado. En compañía de Wilhelm Windelband, dirigió la Escuela de Baden de neokantianos (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).

Buceando en Google me encontré con un ensayo de Jacinto Páez Bonifaci (Universidad Diego Portales-Chile) titulado “Historia y normatividad. El problema de su articulación en el neokantismo de Baden” (2019). Analiza la filosofía de la historia desarrollada por Windelband y Rickert.

INTRODUCCIÓN

“El estudio de la filosofía neokantiana se encuentra en franco crecimiento. Especialmente en el ámbito de discusión anglosajón se multiplican los estudios dedicados a este movimiento filosófico del siglo xix. En principio, este interés por el neokantismo se justifica de un modo eminentemente historiográfico. Así, en la introducción a su compilación de ensayos sobre el neokantismo, Sebastian Luft y Rudolf Makkreel afirman: “cualquier presentación de la filosofía moderna o contemporánea que desestima al neokantismo –esto es, que perpetua su negación generalizada– es decididamente deficitaria”. Esta afirmación pone en evidencia que, en la investigación historiográfica acerca de los orígenes de la filosofía contemporánea, ha tomado fuerza la tesis según la cual los neokantianos, desde su posición privilegiada en el mundo universitario alemán de mediados y fines del siglo xix, determinaron el conjunto de conceptos y problemas que ofician de punto de partida para las corrientes centrales de pensamiento del siglo xx.

Según este punto de vista, el estudio del neokantismo sería la clave para comprender el tránsito desde la filosofía moderna a la propiamente contemporánea. Además, esta línea de investigación historiográfica ha generado que se supere progresivamente el carácter limitado de la valoración de los programas filosóficos de los autores neokantianos. El interés entonces trasciende la mera función de contextualización histórica y da paso a una justificación del estudio del neokantismo a partir de razones sistemáticas. En la medida en que temas tales como la naturaleza de la subjetividad, el método de la filosofía transcendental o la interpretación de la filosofía en términos de una filosofía de la cultura siguen siendo temas presentes en la discusión filosófica, hay buenas razones para estudiar a los autores neokantianos y para buscar en sus obras herramientas teóricas de actualidad.

Uno de estos problemas sistemáticos es el de la relación entre los conceptos de historia y normatividad. El neokantismo, y especialmente el neokantismo de Baden, se caracteriza por defender una institución estricta entre el análisis del conocimiento y el análisis de los actos concretos de conocer. Mientras que este último pertenece al dominio de la investigación empírica, el análisis del conocimiento pertenece al dominio de la lógica filosófica y conduce a los neokantianos de Baden a reinterpretar los principios transcendentales de Kant en términos de valores, es decir, en términos de principios normativos, con la consecuencia directa de que esta oposición entre teoría del conocimiento y teoría de los actos de conocer produce un “abismo infranqueable” entre los principios transcendentales y la realidad sobre la cual tales principios deben regir.

La literatura especializada tiene la característica de omitir, como un posible recurso teórico frente a este problema, la referencia a la filosofía de la historia desarrollada por los miembros de la Escuela de Baden. Sin embargo, nosotros somos de un parecer contrario. Según nuestra interpretación, la filosofía de la historia de los neokantianos de Baden se articula en función de problemas que surgen de la definición de la filosofía transcendental como filosofía de los valores, y su estudio provee recursos válidos pare enfrentar este problema. Para sustentar esta hipótesis, ofreceremos una reconstrucción que se aparta tanto de la interpretación tradicional del neokantismo de Baden como también de ciertos trabajos específicos sobre el problema de la relación entre lo transcendental y lo concreto.

Para argumentar a favor de nuestra posición, ofreceremos una breve caracterización de los prejuicios generales respecto a la Escuela de Baden, para abordar luego el tratamiento del problema de la relación entre lo transcendental y lo concreto por medio del recurso a la filosofía de la historia. La consideración de una relación posible entre la filosofía transcendental y la historia, en el contexto del neokantismo, surge, por un lado, del necesario anclaje de la investigación transcendental en la experiencia y, por otro, de la necesidad de encontrar un camino para la concreción de los valores. La historia juega entonces un doble rol, pues se posiciona al principio y al fin del programa del neokantismo de Baden; principio, en cuanto en ella se encuentran “dadas” como supuestas las pretensiones de validez de los valores, y final, pues es el plano en el cual los valores son realizados por los sujetos, si estos han de operar realmente como principios normativos”.

LA INTERPRETACIÓN TRADICIONAL DE LA FILOSOFÍA NEOKANTIANA DE LA HISTORIA

“El término filosofía de la historia es en sí mismo polisémico y esta polisemia se refleja también a la hora de interpretar la filosofía de la historia de los neokantianos. La disciplina ha sido caracterizada en función de una distinción a la cual referiremos aquí solamente de modo instrumental. En una primera acepción, nos encontramos con la filosofía de la historia sustantiva o especulativa, la cual lleva a cabo una meditación en torno al sentido o la finalidad del devenir humano. Como contracara a esta variante especulativa se habla de una filosofía “crítica” de la historia, la cual tiene como tareas la fundamentación del conocimiento histórico, la fundamentación de las pretensiones de validez de las ciencias históricas o, más modestamente, la comprensión del trabajo efectivo realizado por los historiadores. Por tal motivo, es posible también denominar a esta investigación como una lógica de la historia o como una filosofía de la historiografía.

Una vez trazada esta distinción, parece claro, según la interpretación más difundida, que los trabajos de filosofía de la historia de los referentes de la Escuela neokantiana de Baden representan instancias de la segunda acepción de la filosofía de la historia. Windelband y Rickert formaron parte de las discusiones originadas por la emergencia de la historia científica y en estas discusiones el problema central era la determinación lógicamente precisa del método distintivo de las ciencias históricas. En contra de las tendencias positivistas de la época, ambos autores presentan argumentos para distinguir los métodos de las ciencias naturales y los métodos de las ciencias históricas, ofreciendo argumentos categóricos a favor de la autonomía de estas últimas. El ámbito de reflexión de los neokantianos, entonces, se identifica con el propio de la filosofía de la historiografía. Así, la recientemente editada entrada “Neo-Kantianism” de la Stanford Encyclopedia of Philosophy afirma: “En particular, los neokantianos de Marburg creyeron que algunas de las categorías y los principios identificados por Kant eran relativos a las teorías científicas de su tiempo, y que tales categorías y principios podían cambiar a medida que los científicos desarrollaban nuevas teorías empíricas. Los neokantianos del suroeste [Baden], por otra parte, eran propensos a argumentar que la historia es tan científica como la física matemática, y pensaban que el proyecto crítico de Kant debía ser extendido hasta identificar también los elementos a priori en la historia”.

Lo que estos neokantianos intentaron realizar se deja resumir de un modo muy sintético. Del mismo modo en que Kant se pregunta en los Prolegómenos cómo son posibles la matemática o la física en cuanto ciencias; los neokantianos de Baden se preguntan cómo son posibles las ciencias históricas: ¿cuáles son sus condiciones?, ¿cómo es posible legitimar sus pretensiones de validez científica? En estricto rigor, este tipo de interpretaciones, que se remontan hasta principios del siglo xx, han articulado prácticamente toda la recepción del neokantismo de Baden y motivan su rechazo, en el sentido del ya citado juicio de Luft y Makkreel.

La referencia más importante, por la relevancia del autor y por la época, proviene de los cursos de Heidegger previos a la publicación de Ser y Tiempo. En Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo encontramos el siguiente juicio paradigmático: “Las iniciativas de la Escuela de Marburgo y de Dilthey las recogieron luego Windelband y Rickert, aligerándolas y banalizándolas, y retorciendo los problemas hasta desfigurarlos; dicho de otro modo, el planteamiento de esta escuela en el sentido de una teoría de la ciencia acaba convirtiéndose en metodología hueca. Ya no se cuestiona acerca de la estructura del conocimiento mismo, de la estructura de la actividad de investigación, del acceso a la realidad particular de cada momento, ni mucho menos acerca de la estructura de dicha realidad; el único tema es la cuestión de la estructura lógica de la representación científica. […] Lo que allí [en la teoría de las ciencias de Rickert] sirve de base no son más que meras sombras de ciencias”.

Para Heidegger, el neokantismo no es solo teoría de la ciencia, sino que es teoría de mala calidad. El déficit central del neokantismo se encuentra, según él, en la imposibilidad de interpretar correctamente la tensión entre la filosofía transcendental y el hombre vivo, como totalidad concreta. El neokantismo desarrolla entonces una filosofía crítica de la historia, pero lo hace a raíz de un defecto en la comprensión de sus problemas genuinos. Si a la primera afirmación, según la cual la filosofía de la historia neokantiana es una lógica de la historia, le añadimos este segundo juicio respecto a su formalismo metodológico, llegaríamos a la conclusión de que no solo no habría un vínculo estrecho entre filosofía transcendental e historia, sino más bien que no podría haberlo debido al punto de partida mismo de la investigación.

Por nuestra parte, sin negar que las preguntas metodológicas o epistemológicas puedan haber sido relevantes para los neokantianos de Baden, ni que sean preguntas relevantes en sí mismas, consideramos que encuadrar de esta manera la filosofía de la historia de los neokantianos oscurece inmediatamente el rol que la historia tiene al interior de sus proyectos de filosofía teórica. No es falso sostener que en los textos se encuentren aportes a la filosofía crítica de la historia, sino afirmar que esto es todo lo que los textos pueden decir sobre ella. Tampoco significa esto necesariamente que debamos buscar en ellos los trazos de una filosofía especulativa de la historia. Hablaríamos entonces de un tercer sentido, pues nos proponemos situar la discusión sobre la historia en un nivel diferente, a saber, aquel de la relación entre las esferas transcendental y fáctica. Nuestras afirmaciones, por lo tanto, tienen tintes polémicos y amplían aún más la esfera de discusión de la filosofía de la historia.

No obstante esta novedad interpretativa, ya el propio Windelband señalaba que su teoría de la historia estaba más allá de los problemas de la mera lógica del conocimiento: “Ahora bien, esta expansión de la investigación de teoría del conocimiento de las ciencias naturales a las disciplinas históricas, desarrollada y formulada mejor que por nadie por Rickert, conduce directamente a introducir en la filosofía crítica, como “disciplina sistemática”, la generalidad y necesidad de los valores a que la historia debe su carácter de ciencia, como problema totalmente afín y paralelo al apriorismo de las formas intelectuales en que se basa la ciencia de la naturaleza. La “crítica de la razón histórica” se orienta por una necesidad y una evidencia objetivas hacia los problemas de la ética, la estética y la filosofía de la religión: ofrece como eslabón intermedio lo que Kant trataba de conseguir mediante la construcción de la dialéctica transcendental y las relaciones entre las ideas y los postulados”.

Nuestra propia interpretación entonces se construye como una reconstrucción del trasfondo teórico del texto recién citado. Mostrar la conexión entre historia y filosofía transcendental, y lo que ella pueda significar desde un punto de vista filosófico, requiere desarrollar una serie de cuestiones: (1) ¿cómo surge una relación entre la filosofía transcendental y la historia?, (2) ¿cómo esta relación se hace presente en la filosofía neokantiana? y (3) ¿cuál es su legitimidad y qué problemas presenta?”

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