Por Hernán Andrés Kruse.-
El viernes 11 de abril el presidente de la nación, acompañado por su gabinete en pleno, anunció la celebración de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y su medida más relevante: el fin del cepo cambiario. Luego de que el más importante prestamista internacional de última instancia confirmara el envío a la Argentina de 32 mil millones de dólares, Milei dio una cadena nacional en donde anunció lo que consideró era el inicio de una nueva etapa de crecimiento.
En su mundo de fantasía el libertario expresó, entre otros conceptos, lo siguiente: 1) “Luego de un duro primer año de trabajo podemos dar por concluido el proceso de saneamiento macroeconómico argentino, habiendo traído orden a estos tres pilares fundamentales: orden fiscal, orden cambiario y orden monetario”. 2) “Cada uno de los 46 millones de argentinos tuvieron que atravesar una prueba de fuego. Han tenido la valentía de elegir la libertad por sobre la servidumbre y abandonaron la lenta agonía en la que estábamos sumidos hacía 15 años para pasar el trago amargo de una sola vez y para siempre”. 3) “Fue un paso necesario para corregir décadas de errores económicos. Pasamos de ser el peor de los alumnos en materia económica a hacer los deberes y pasar a ser el alumno ejemplar”. 4) “Hoy nos deshicimos del cepo cambiario. Hace algunos minutos el FMI anunció un programa inédito para la Argentina. Es la primera vez en la historia que el FMI aprueba un programa que no es para financiar una macroeconomía desordenada, sino que es para respaldar un plan económico que ya ha rendido sus frutos”. 5) “Ya no somos una balsa de madera a la deriva, somos un acorazado. 6) La economía seguirá creciendo por la recomposición del stock de las empresas, además la caída de la inflación ha revalorizado el nivel de compra de todos los ciudadanos”. 7) “En el largo plazo creceremos más porque nuestro objetivo es convertirnos en el país más libre del mundo”. 8) “La inflación no tiene otro destino que colapsar porque no volverá a haber emisión de peso sin respaldo”. 9) Nunca jamás en los últimos 120 años tuvimos orden fiscal, monetario y cambiario, esta es la primera vez. No vengan a decir que ya la vieron, porque esta vez verdaderamente sí es diferente”. 10) “Si el país crece a todos nos va a ir mejor” (fuente: Infobae, 12/4/025).
La lectura de estas reflexiones no hace más que poner en evidencia el cinismo del presidente de la nación. Porque lo que sucedió el viernes 11 de abril fue trágico para los argentinos. Por un lado, el Indec anunció que la inflación de marzo trepó al 3,7%. Por el otro, el gobierno libertario perdió toda capacidad para ejecutar una política económica de manera autónoma. El fin del cepo cambiario, por ejemplo, fue una imposición del FMI y no una decisión soberana tomada por el gobierno nacional. Milei y Caputo no tuvieron más remedio que levantar el cepo cambiario porque en caso contrario jamás llegarían al país los 32 mil millones de dólares que el FMI decidió enviar para evitar que Milei y su gobierno colapsen. Lo que hizo el gobierno libertario fue, lisa y llanamente, devaluar por enésima vez el peso, depreciar nuestra moneda, para poder congraciarse con Georgieva y compañía.
Milei terminó rindiéndole pleitesía al FMI. No hizo más que endeudar a los argentinos y, especialmente, a las futuras generaciones, tal como hicieron Macri en 2018 y Alberto en 2022. Cuando se trató el acuerdo del gobierno de Alberto con el FMI en la Cámara de Diputados en marzo de 2022, el entonces diputado nacional por la Libertad Avanza Javier Milei (acompañado sólo por Victoria Villarruel) expresó: “Desde el bloque de La Libertad Avanza vamos a rechazar este proyecto porque es altamente cuestionable desde lo técnico y reprochable desde lo moral”. “Para nosotros la cuestión moral es central y este gobierno está tomando deuda. Hay que tener en claro que la deuda son impuestos futuros, son impuestos que pagan personas que no votan, nuestros hijos y nuestros nietos” (fuente: el Cronista, 20/3/025). Tres años después no hizo más que agachar la cabeza, emulando a los presidentes mencionados precedentemente.
La historia se repite hasta el cansancio. Una vez más un gobierno le entrega el manejo de la economía al FMI por su incapacidad para hacerlo por su cuenta. Triste y lamentable. Aunque parezca mentira, con el del pasado viernes 11 de abril se eleva a 23 el número de acuerdos celebrados por los gobiernos argentinos con el FMI. En su edición del 12 de abril, Infobae publicó un artículo de Sergio Serrichio en el que recuerda esos acuerdos. Escribió el autor:
“El primer acuerdo fue firmado a fines de 1958, durante el gobierno de Arturo Frondizi, dos años después del ingreso de la Argentina al organismo, del que había sido inicialmente excluida debido a las simpatías con el Eje que había tenido el gobierno de Juan Domingo Perón (el Fondo fue creado por los acuerdos de Bretton Woods en 1944 y empezó a funcionar a pleno en 1946). Ni ése ni posteriores programas tuvieron los resultados esperados. Por caso, los dos que llegó a firmar con el organismo el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, que había derrocado al presidente radical Arturo Illia en la llamada “Revolución Argentina” con la venia de Perón desde Madrid y el apoyo explícito de la CGT, cuyos líderes asistieron a la asunción de Onganía y extrajeron de su gobierno la sanción de la ley 19.640, de Obras Sociales, aún hoy base de sus recursos económicos y su poder sindical. El segundo de esos programas lo firmó el entonces ministro de Economía Adalberto Krieger Vasena, un economista del ala liberal cuya gestión era vigilada desde la “Secretaría Legal y técnica” de la Presidencia, creada precisamente por el “ala nacionalista” del onganiato para impedir “excesos liberales”.
El “peronismo del 73” no firmó ningún acuerdo con el Fondo, pero sembró y alimentó los fortísimos desequilibrios fiscales, de precios y monetarios que llevaron al “rodrigazo” de junio de 1975, el mayor descalabro económico de la historia económica hasta entonces, que no logró ser refrenado por ninguno de los tres acuerdos posteriores durante el gobierno peronista que tras la muerte de Perón encabezó su viuda, María Estela Martínez de Perón, más conocida como “Isabelita”. Parecidos fueron los resultados de los stand-by firmados durante la dictadura militar 1976/1983. Las intenciones de “fortalecer la balanza de pagos”, “controlar la inflación” y “sentar las bases del crecimiento”, frases usuales en los acuerdos con el FMI, en un contexto de “tablita cambiaria” y “enfoque monetario del balance de pagos”, cosecharon igual cantidad de fracasos.
Desde fines de 1983, con el regreso de la democracia, el peso de la deuda pública (por entonces, mayoritariamente en forma de créditos bancarios) forjó una seguidilla de programas de pobre desempeño y resultados, salvo la etapa inicial del Plan Austral, un programa “heterodoxo” que había recibido el respaldo del Tesoro de EEUU y, por consiguiente, del propio Fondo. Bajo la gestión menemista (1989-1999) se firmaron cinco acuerdos, incluido el de marzo de 1995 para superar el “efecto Tequila” iniciado con la crisis mexicana de fines de 1994 y el último, de 1998, cuya suerte quedó sellada con la devaluación brasileña de enero de 1999. El gobierno de Fernando de la Rúa heredó esas penurias y, atado a una convertibilidad ya en etapa de convalecencia, firmó una cuerdo (el blindaje) al que Domingo Cavallo, en la etapa final, reforzó con un megacanje y al que adosó herramientas como “la convergencia” con el euro, pero no logró revitalizarlo; a fines de 2001 el Fondo se negó hacer un desembolso de 3 mil millones de dólares y selló definitivamente la suerte del uno a uno entre el peso y el dólar, a lo que siguieron el corralito y la posterior devaluación.
Con Roberto Lavagna como ministro de Economía de Duhalde, la Argentina firmó en 2002 otro stand-by a tres años, que rigió incluso durante gran parte del gobierno de Néstor Kirchner, que finalmente decidió en enero de 2006 saldar una deuda de 9.800 millones de dólares, con recursos que extrajo del BCRA a cambio de “letras intransferibles” que el gobierno de Javier Milei pretende en buena parte rescatar con los fondos del nuevo acuerdo para “sanear” el balance del BCRA, en la convicción de que esa es la piedra filosofal para sanear la moneda y reducir la inflación a niveles civilizados. En 2018, al cabo de una sequía que segó severamente los dólares de la agroexportación y en medio de un súbito recorte y salida del financiamiento externo, el gobierno de Mauricio Macri volvió al Fondo y, en dos instancias, alcanzó un acuerdo de 57.000 mil millones de dólares, de los que llegó a recibir unos 44.000 millones.
El último acuerdo previo al actual fue el de marzo de 2022, durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner y bajo la batuta económica de Martín Guzmán, que tres meses después dejó la papa caliente en manos de Silvina Batakis, que semanas después se la pasó a Sergio Massa. Fue un acuerdo de formato similar al actual; cuatro años de refinanciación de vencimientos y seis posteriores de repago, del que nunca se cumplió meta alguna y el gobierno de Milei liquidó de hecho a mediados de 2024, cuando con el logro de superávits fiscales había superado por motu propio las metas fiscales más modestas que pretendía el Fondo. Sin embargo, a partir de mediados del año pasado se hizo cada vez más evidente la dificultad que intenta superar el nuevo acuerdo: un esquema cambiario que sirvió para bajar la inflación más rápidamente de lo que los economistas profesionales preveían pero al costo de recaer nuevamente en un encarecimiento del país en dólares y en una insuficiencia de divisas que el nuevo acuerdo se propone corregir. En definitiva, el gobierno recurre al nuevo acuerdo no para convencer sobre su vocación de ajuste monetario y fiscal, que incluso excede las demandas y expectativas del Fondo, sino para aventar dudas sobre su capacidad de pago y sobre la escasez de reservas del BCRA, que en términos netos siguen siendo negativas, pese al superávit comercial récord del año pasado, que rozó los 19.000 millones de dólares”.
¿Qué nos enseña esta magnífica reseña histórica? Que cada acuerdo celebrado a partir de 1958 por el gobierno de turno con el FMI trajo aparejadas nefastas consecuencias para el pueblo. Esta afirmación lejos está de ser un juicio de valor. Es el resultado de haber leído algunos escritos sobre este tema, además del artículo citado. Todos son coincidentes en el diagnóstico. ¿Por qué, entonces, el acuerdo de Milei con el FMI, esencialmente igual a los 22 acuerdos precedentes, sería beneficioso para los argentinos? Lamentablemente, este flamante acuerdo tendrá los mismos resultados desastrosos para la Argentina que los acuerdos anteriores. Porque, como afirmó Serrat, la verdad no tiene remedio.
14/04/2025 a las 8:05 AM
Así es, cuando hay urgencia de festejar algo, hasta las derrotas se festejan. Como dijo un linyera, si hay miseria que no se note, mientras tomaba alcohol etílico en un envase de chivas.
14/04/2025 a las 11:57 AM
NO HAY TAL DEVALUACION BURROS. DEVALUACION ES OTRA COSA.
FRANCAMENE NO SE EXPLICA QUE HAYA UN EDITORIALISTA TAN BURRO.
QUE EL TAL CIRIACO SEA BURRO NO SORPRENDE A NADIE, YA QUE ES UN POSTEADOR SEMI ANALFABETO QUE OPINA IMBECILIDADES A DIARIO.
FLOTAR EL TIPO DE CAMBIO NO ES DEVALUAR, EN TODO CASO ES EL MERCADO QUIEN FIJA EL VALOR DE LA DIVISA ENTRE LAS BANDAS QUE IMPONE EL GOBIERNO.
LA TENDENCIA ES LA NORMALIZACION CAMBIARIA PARA LA ENTRADA DE CAPITALES Y GANAR CONFIANZA EN LOS INVERSORES.
USTEDES KAKARULOS FRACASADOS SOLO CRITICAN SIN SABER, ES LA BRONCA DE VER COMO EL MODELO LIBERAL TRIUNFA SOBRE EL POPULISMO QUE NOS TRAJO ESTE ESTADO DE MISERIA.
14/04/2025 a las 7:41 PM
A los pedorros comentaristas del café les recuerdo que las bandas ya las puso Dujovne cuando acordó con el FMI cuando reinaba Macri, le duró un tiempo hasta que volvió el cepo
14/04/2025 a las 1:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los argentinos, ante un mundo nuevo
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
13/4/025
El lunes, los argentinos amanecerán sin cepo para la compra de dólares. Entonces se verá si el síndrome de abstinencia de la moneda norteamericana (el bien más preciado de todo argentino que se precie de tal) es más grande que la confianza en el gobierno de Javier Milei o si, en cambio, sucederá al revés y el precio del dólar se mantendrá en los niveles del viernes, como prevén varios economistas. Cuando el Presidente venía de remar contra la desventura y la fragilidad (creación de una comisión legislativa investigadora del escándalo de la criptomoneda $LIBRA y una inflación que pegó un significativo brinco), el Fondo Monetario lo rescató de la peligrosa marisma en la que chapoteaba.
La situación cambió tanto en tan pocas horas que un economista objetivo se animó a decir que en estos momentos la Argentina es más previsible que el volátil mundo que construyó Donald Trump. En efecto, el presidente norteamericano perdió el valor de la palabra –que fue siempre el principal capital político del líder de Washington– y está a punto de perder el valor de su firma, como señaló un sagaz observador. Sea como fuere, las últimas encuestas en los Estados Unidos concluyeron que se derrumbó la imagen de Trump entre sus conciudadanos, que cayó la confianza del consumidor y que solo aumentaron las expectativas sociales de inflación. Aquí y ahora, en los últimos 14 años, desde la reelección de Cristina Kirchner en 2011, los argentinos vivieron con un dólar encepado y así fue durante aproximadamente 10 años. Solo autorizaciones soviéticas permitían comprar la divisa norteamericana durante todo el segundo mandato de la señora de Kirchner, durante el gobierno de Alberto Fernández y durante los 16 meses que lleva gobernando Javier Milei. Mauricio Macri lo levantó no bien asumió y esa decisión duró casi todo su mandato, hasta septiembre de 2019, tres meses antes de que regresara a casa. El triunfo del peronismo kirchnerista un mes antes, en las primarias de agosto de 2019, desarticuló definitivamente la economía de Macri. Cristina Kirchner echó mano de ese recurso, el cepo, cuando su marido ya había muerto; ni Roberto Lavagna había cerrado el acceso al dólar en medio de la gran crisis de 2001 y 2002. Nadie puede negarle audacia a la expresidenta, aunque la use casi siempre para causas innobles. Alberto Fernández, entonces un opositor sin fisura de su antigua y futura jefa, la acusó de negarles la libertad a los argentinos con la instauración del cepo y de encerrar al país en un mundo sin inversiones. Alberto Fernández tiene un problema con la coherencia porque él profundizó luego el cepo cuando fue Presidente; creó un laberinto indescifrable para acceder al dólar. Peor que el cepo de Cristina que tanto había criticado. Milei debería tener en cuenta toda esa experiencia cuando decide la estrategia electoral para los comicios legislativos de este año y, al revés, no debería desafiar a la geometría misma del poder.
La decisión del Fondo ocurrió el mismo día en que se conoció un salto importante de la inflación en el mes de marzo. Algunos economistas, como Fausto Spotorno, la calificaron de “inflación adelantada” porque los formadores de precios sabían que se venía, tras el acuerdo con el Fondo, una modificación del tipo de cambio y subieron los precios por si acaso. Lo cierto es que el acuerdo fue bien recibido por vastos sectores sociales. Las casas que venden electrodomésticos en el interior del país anunciaron que vendieron el viernes del anuncio casi tanto como durante meses. Sucede también que es probable que el valor del dólar no se aprecie mucho, con respecto a lo que valía el dólar MEP, porque los importadores están sobre estoqueados (aprovecharon en los últimos tiempos el dólar oficial) y los exportadores están decididos a vender sus productos al exterior porque desde el lunes habrá un solo dólar. En el mundo hay, además, sobreabundancia de soja y su precio podría bajar aún más; la soja saldrá rápidamente de los silobolsas en los próximos días con destino al exterior, estiman varios economistas.
Si las acrobacias financieras de estas jornadas tuvieran un final feliz es probable que lo ayuden a Milei en las elecciones, aunque todo depende de la proyección de esas novedades cambiarias en la inflación. La inflación es el factor que más influye en un domingo de elecciones. Algunos políticos, que no son enemigos de Milei, consideran inevitable otro salto del dólar y, por lo tanto, de la inflación. De todos modos, el apoyo de Trump al gobierno de Milei es inconfundible. El mismo lunes que el país abandonará una década de cepo cambiario llegará a Buenos Aires el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, una de las cinco personas más influyentes en la economía del mundo. Quizás esa visita de Bessent sea más importante, simbólicamente desde ya, que el acuerdo con el Fondo Monetario. Bassent se verá aquí con Milei; con el ministro de Economía, Luis Caputo, y con empresarios. Bessent debió olvidar el discurso de Milei en Davos, que pronunció apenas diez días después de que aquel asumiera como el zar de la economía de Trump. Ese discurso de Milei agredió personalmente a Bessent por su contenido discriminatorio y ofensivo. Es improbable que el secretario del Tesoro no haya conocido lo que Milei dijo en los Alpes suizos, porque fue un discurso expresado en un escenario internacional muy atractivo para todos los que deciden sobre la economía mundial, Bessent entre ellos. Lo olvidó, que es lo que hace la política cuando hay otras cosas en juego. Pero el presidente argentino debería tomar nota también de esa experiencia, ser menos provocativo y estar mejor informado cada vez que habla en público. A todo esto, ¿Bessent vendrá a Buenos Aires solo para aplaudir? Difícil, aunque ya antes el secretario de Estado, Marco Rubio, había destacado públicamente que los principales aliados de Trump en el continente americano son Milei, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y la valiente y estoica venezolana María Corina Machado, aunque la dictadura de Nicolás Maduro le niega a esta el acceso al poder. Es probable -o seguro- que Bessent le requerirá también al gobierno argentino que tome distancia de China, potencia con la que Milei acaba de prorrogar un swap por 5000 millones de dólares. La decisión de los Estados Unidos de competir a ganar o morir con China es la única política de Estado inamovible de la principal potencia mundial. Abrazaron esa feroz competencia Barack Obama, Trump y Joe Biden. Demócratas y republicanos, como vemos. Distintos presidentes argentinos dan fe de esa competencia y de las consecuentes presiones norteamericanas, sobre todo a los países de América latina.
Semejantes acontecimientos económicos tendrán necesariamente consecuencias electorales en un año de recambio legislativo. Las elecciones por venir se definirán también en una esfera distinta de la política: en la Justicia. Resulta que la principal dirigente del peronismo, Cristina Kirchner, probable candidata en la provincia de Buenos Aires a diputada nacional o provincial, está pendiente de una resolución de la Corte Suprema de Justicia. Esa decisión podría sacarla del campo de juego electoral, no por culpa de los jueces, sino -todo debe decirse- por culpa de ella misma. La Corte debe resolver si acepta el recurso de queja de la expresidenta porque la Cámara de Casación le negó la apelación ante la Corte en el caso de Vialidad; dos tribunales, el oral y público y Casación, ya la condenaron a seis años de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por administración fraudulenta de los recursos del Estado. Si la Corte aceptara el criterio de esos tribunales, Cristina Kirchner no podrá ejercer ningún cargo en la administración pública, ya sea en el Poder Ejecutivo o en el Legislativo, nunca más. Cerca de 20 magistrados, entre jueces y fiscales, participaron durante casi 10 años de esa investigación, de las indagatorias, de la recolección de pruebas y de los testimonios para terminar en la condena ratificada por dos tribunales. No se trata de una proscripción, como denuncia el cristinismo, sino de una sentencia definitiva en toda la regla. En efecto, para la Corte Interamericana de Derechos Humanos se considera sentencia definitiva cuando existe lo que se llama en la jerga judicial el doble conforme. Es decir, cuando dos tribunales de una elevada jerarquía coinciden en la sentencia y en la condena, que es lo que sucedió con la señora de Kirchner, entre varios exfuncionarios más, en el caso de Vialidad. La opinión del Senado argentino de que solo hay una sentencia definitiva cuando se pronuncia la Corte Suprema es una simple conjetura tirada al voleo. No tiene respaldo en la ley ni en el pacto de San José de Costa Rica, cuya aplicación es responsabilidad de la Corte Interamericana; en 1994, ese Pacto fue incorporado a la Constitución argentina. Además, la Corte Suprema argentina no es un tribunal de apelación, sino un recurso extraordinario que los jueces supremos pueden aceptar o rechazar. Esto depende solo de si esos magistrados perciben que existió -o que no existió- una vulneración de las garantías constitucionales de los condenados.
Los jueces de la Corte analizaron en sus dos últimas reuniones el calendario para despachar esa resolución, que deberían tomarla antes de que venzan los próximos plazos electorales. La sociedad tiene derecho a saber de antemano si a los eventuales candidatos les han negado sus derechos y garantías o si, al revés, han sido condenados por actos corruptos luego de un juicio justo. Sería devastador para el prestigio de la Corte que Cristina Kirchner fuera candidata y luego diputada nacional o provincial y, cuando ya tenga fueros, el máximo tribunal de Justicia ratifique la condena. La decisión de la Justicia no podría ser, en tal caso, aplicada a la encartada Es cierto que existen dos recursos de queja: el de Cristina Kirchner y sus exfuncionarios, por un lado, y, por el otro, el del fiscal de Casación, Mario Villar, quien pidió que se agrave la condena a la expresidenta y se la sentencie también por asociación ilícita con una pena de más años de cárcel. El reclamo de Villar debe ser girado al procurador general, Eduardo Casal, jefe de todos los fiscales, para que respalde -o no- el requerimiento del fiscal de Casación. Casal es un eficiente funcionario de carrera que seguramente no perderá tiempo analizando su pronunciamiento.
El expediente de Vialidad estuvo ya tres veces en la Corte Suprema. No es un caso que los jueces supremos desconozcan. Siempre rechazaron los pedidos de Cristina Kirchner. Solo les falta analizar el tramo final de esa investigación y las correspondientes sentencias. Según se escuchó en los elegantes pasillos de la Corte, los tres jueces (Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti) estarían de acuerdo con la necesidad de ponerle cuanto antes un punto final a ese interminable trámite judicial. Lorenzetti abrió el debate sobre la urgencia de resolver el caso de Cristina Kirchner y el presidente del cuerpo, Rosatti, que coincide con el planteo de base, como también Rosenkrantz, estaría especialmente interesado en que la gestión de la Corte no pueda ser luego cuestionada desde ningún punto de vista. La Corte debe revisar cuidadosamente, dice Rosatti entre los jueces, cada una de sus acciones y decisiones. “Analizaría ese expediente como si fuera el de mi madre “, había dicho entre sus pares el ya exjuez de la Corte Manuel García-Mansilla. La perfección no es enemiga de la celeridad. La platea política estará desde mañana, a pesar de todo, más preocupada por lo que sucederá en un país sin cepo que con los viejos avatares judiciales de la señora de Kirchner. La observación de la economía en un mundo errático y confuso no es incompatible con la exigencia social de que la cárcel sea el insalvable destino de los corruptos.
14/04/2025 a las 1:50 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La urgencia de Milei por reinventarse
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
13/4/025
El módico paro de la Confederación General del Trabajo (CGT) le permitió a Javier Milei regresar de su circunstancial alejamiento público. Activó con la furia acostumbrada su tuit para denostar a los jerarcas sindicales. Recuperó centralidad con el salvataje del Fondo Monetario Internacional (FMI), el levantamiento del cepo y su discurso televisivo con tono celebratorio y épica impostada que había abandonado.
La medida de fuerza de la central obrera produjo dos consecuencias. Abrió las puertas para que el Presidente retomara la táctica de confrontación que tanto rédito le arrimó en su primer año de poder. Desnudó que no todos los manuales políticos tienen vigencia para siempre. Los gremios acompañaron el miércoles con masividad la habitual marcha de protesta de los jubilados. Patricia Bullrich había anunciado la aplicación del protocolo antipiquetes. Está vez la Policía optó por cortar el tránsito, franqueó la circulación de los manifestantes y evitó cualquier fricción con ellos.
El acuerdo del FMI llegó finalmente cuando el poder libertario se sintió, quizá por primera vez, apremiado por un tembladeral. Combinación de las inestabilidades internas e internacionales. El Presidente ha recibido un alivio político. Quizá también la notificación de que algunas reglas de juego futuras deberían cambiar. Estará obligado a imaginar recetas de seducción social que no estén ancladas, como hasta ahora, únicamente a la política inflacionaria.
El anticipo lo tuvo con el índice de marzo que comunicó el Indec. Fue de 3,7%, un 1,3% por encima del de febrero. Que también había resultado superior al de enero. El número no traduce la dimensión de todas las cosas. El rubro que más trepó fue el de bebidas y alimentos con un 5,9%. Consultoras privadas que hacen mediciones semanales apuntan que en la primera de abril ese segmento ya escaló 1%. El afán triunfalista oficial comparó el nuevo dato con el 11% del mismo mes del 2024. Marcó que además resultaría el más bajo para marzo desde 2020. Quizás habría resultado de mayor utilidad política y social que hubiera reparado en otros detalles. Por caso, el índice inflacionario general del Conurbano alcanzó al 3,9%. Arriba de la marca nacional.
En el camino parece haber quedado la aspiración varias veces proclamada de que el guarismo de inflación pueda comenzar con 1 en abril. Ese horizonte tampoco lo despejaría el acuerdo sellado con el FMI. Al contrario: el levantamiento del cepo y la fijación de un nuevo sistema cambiario de bandas flotantes entre $ 1.000 y $ 1.400 por dólar tenderán a ejercer en los próximos meses una presión sobre los precios. No se trata de una adivinanza: fue lo que sucedió en 2016 cuando Mauricio Macri inmediatamente después de ganar las elecciones puso fin a aquella restricción ideada en 2011 por Axel Kicillof.
Las analogías no concluyen en ese punto. Después de imponerse con claridad en las legislativas del 2017, el ex presidente debió recurrir al más elevado endeudamiento con el FMI (US$ 45 mil millones) para frenar la sangría de reservas impulsadas por la desconfianza de los mercados. Se recurrió, de común acuerdo, a un sistema de flotación entre bandas (como ahora) que concluyó con la reposición del cepo.
Valen las salvedades. Aquel gobierno tenía una desacople fiscal que no muestra en este tiempo el de Milei. Entre el aporte del organismo (US$ 15 mil millones en el primer semestre de un total de US$ 20 mil millones) y el de bancos internacionales, el Central dispondría en lo inmediato de alrededor de US$ 18 mil millones para fortalecer las reservas. La contabilidad presente registra US$ 10 mil millones negativos. Es decir, quedarían cerca de US$ 8 mil millones disponibles para hacer frente a la posible demanda de la moneda estadounidense. No se trata de un poder de fuego despreciable. Tampoco en esta Argentina de ninguna garantía.
La coyuntura internacional también conspira contra la idea de una paulatina normalización económica que persigue Milei. Después del desastre financiero en el mundo Donald Trump decidió frenar la guerra arancelaria por 90 días. Con excepción de China, nación a la que siguió aumentando recargas. Hubo perplejidad e incomprensión en la Casa Rosada y en el universo libertario.
Los sucesos avivaron las dudas sobre la conveniencia de que la relación de la Argentina con Estados Unidos parezca únicamente vinculada a la relación de Milei con Trump. Ese encorsetamiento permitió realizar algunas comparaciones. La Unión Europea, hasta que llegó la tregua dispuesta por Washington, había replicado también con un incremento de aranceles del 25% a los productos provenientes de Estados Unidos. La votación del bloque fue de 26 contra uno. Víctor Orbán, premier de Hungría, se mantuvo leal al líder republicano. Giorgia Meloni, presidenta de Italia, amiga de Milei y de Trump, se resguardó en las determinaciones de la UE.
El Presidente argentino es el titular pro tempore del Mercosur. En el bloque regional no hubo una sola coordinación respecto de las novedades comunicadas, en principio, por Washington. El inmovilismo libertario en materia de política exterior tuvo una justificación. Sin el apuntalamiento de Trump el Fondo Monetario Internacional (FMI) no hubiera acelerado, como lo hizo, la aprobación de un nuevo acuerdo con nuestro país.
Aquella apuesta al pleno trumpista tuvo otra secuela. Mañana estará aquí Scott Bessent, el secretario del Tesoro de EE.UU. Hay quienes aseguran que su presencia no tendría que ver de modo lineal con el acuerdo con el FMI. Está en el medio la guerra de aranceles. Aunque podría existir una ayuda financiera extra de Washington que se añadiría a las recibidas del FMI. La posibilidad de un blindaje –palabra que hizo célebre en su época aciaga Fernando de la Rúa— para que el Gobierno recorra con margen el camino hacia las elecciones de octubre.
La ayuda del FMI multiplicará el endeudamiento de la Argentina. Pero lo distancia de un abismo. La inusual visita de Bessent incluirá necesariamente contraprestaciones del Gobierno –aparte de las exigidas por el FMI– cuya magnitud todavía no asoman claras. Luis Caputo, el ministro de Economía, resolvió extender el swap con China en medio de la guerra de Washington con el gigante asiático. ¿Una audacia? De no haberlo hecho, Beijing hubiera reclamado la reposición de alrededor de US$ 5 mil millones que nuestro país no hubiera podido ceder. La Casa Blanca lo sabe. Así de complejo y precario es el panorama.
Alrededor de la baja inflacionaria el Gobierno diseñó su plan económico, la estrategia política y el sostenido respaldo social. De la misma manera arrinconó a la oposición y repuso un orden callejero que hace décadas estaba desquiciado. ¿Puede adjudicarse a una casualidad que a partir de que aquel logro empezó a desfigurarse al Gobierno le afloraron problemas políticos? No habría una respuesta concluyente, aunque sí una verificación: los libertarios demostraron carecer de aptitud política para entender el papel de su aliado principal, el PRO, y enfrentar los desafíos que alumbraron en núcleos de la oposición.
La impericia tuvo reflejo de alta definición en el Senado cuando fueron rechazados de modo terminante los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, nombrados por decreto para incorporarse en comisión a la Corte Suprema. La historia continuó en Diputados. El oficialismo dormía la siesta mientras sectores opositores, atizados por el kirchnerismo, juntaron quórum y aprobaron la creación de una Comisión Investigadora por el escándalo del criptogate.
Aquella ajenidad libertaria reconoció manifestaciones concretas. Cuatro diputados de Catamarca que responden al gobernador Raúl Jalil votaron a favor. El peronista se quejó que no le envían fondos prometidos. Dos tucumanos, de Osvaldo Jaldo, lo hicieron en el mismo sentido. Tres cordobeses de Martín Llaryora tuvieron idéntica conducta. Tres salteños cercanos a LLA se ausentaron. Todos, distritos que suelen tenderle una mano a Milei.
La comisión citó a declarar a Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, Mariano Cúneo Libarona, el ministro de Justicia y Luis Caputo, el ministro de Economía. Otro par, después de duras negociaciones, quedó en el camino. El kirchnerismo pretendía la presencia de Karina Milei, El Jefe, y de Manuel Adorni, portavoz y candidato a legislador en la Ciudad.
La ofensiva K surgió después de una nueva acumulación de pruebas sobre el criptogate. Un informe de Poder Ciudadano reveló que los contactos del comerciante tecnológico Mauricio Novelli (en torno a quien se fue incubando aquel escándalo) con Milei resultaron mucho más frecuentes que los conocidos. Estuvo tres veces en Olivos. Una, para compartir un domingo de ópera. Se constataron otros ocho ingresos en la Casa Rosada. Casi todos, autorizadas por Karina. Novelli fue quien acercó al joven Hayden Davis, impulsor de la cripto $LIBRA, quien alguna vez aseguró que pagaba sobornos para acercarse al Presidente y conseguir ciertos beneficios. El puente, según él, habría sido la Secretaría General.
Aquella pretensión kirchnerista en la Comisión Investigadora, que desea conducir, produjo momentos de zozobra en el mundo libertario. Aseguran que se escuchó ordenar a Milei: “Con Karina nunca”. Habría resultado el punto de partida de una negociación con los K que supo llevar adelante Santiago Caputo. El joven habría encontrado una prenda de canje que conformó a Unión por la Patria. Hacer caer en el Senado la sesión para aprobar la ley de Ficha Limpia. La había convocado el presidente provisional, Bartolomé Abdala. El puntano con un decreto anuló todo. Adorni fue otro favorecido. Camino desmalezado para que Cristina Fernández no salga de la competencia electoral y pueda ser incluso candidata provincial en los comicios desdoblados que convocó en Buenos Aires para septiembre Kicillof.
El eterno sueño libertario.
14/04/2025 a las 1:53 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Como Charly, Milei se tiró del piso noveno
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
13/4/025
Para muchos, un piletazo. Semejante al de Charly García cuando embocó una piscina desde un noveno piso. Final feliz, de carambola quizás. Otros sostienen que era un razonable epílogo –anticipado, pero previsto– de la denominada parte tres del programa económico, ya definitivamente reconocido como obra de la consultora de Luis Caputo, ideado –entre otros– por Federico Furiase, Felipe Núñez y Martín Vauthier. Como si Javier Milei lo hubiese comprado llave en mano.
De ahí tal vez la gratitud en los elogios del Presidente a su sensible ministro de Economía, al que considera el mejor del mundo, entregarle también la autoría intelectual del cambiante proyecto oficial por si en la pileta finalmente no hay agua. Un acierto político esa jugada del jefe de Estado o de quien lo asesore en ese sentido. Lo cierto es que mañana rige un nuevo esquema cambiario, sin cepo, con ciertas lagunas por aclarar. Entre ellas, modificarán sin duda esa restricción de que solo se pueden comprar en efectivo cien dólares y luego de llenar una declaración jurada que exige hasta análisis sanguíneo.
Empieza el día o esta misma noche con una enorme expectativa en los mercados: se reciben apuestas por saber si el dólar más o menos libre estará cerca de la nueva banda de mil o de la de 1.400, los márgenes que concedió el FMI para aprobar un monumental y forzoso empréstito a la Argentina. Una asistencia que seguramente le permitirá recuperar estabilidad económica al país, luego de un mes inquietante por las sucesivas pérdidas de reservas. Además, una forma de lograr un propósito del organismo: la devaluación del peso, cuyo porcentaje se conocerá según la confianza de operadores y ahorristas a partir de mañana. Está descontado que las acciones despegan y que los títulos públicos se recuperan de las últimas caídas. Solo falta que cante Charly.
En este lunes otra incógnita paralela a la de los mercados. Y de envergadura: la visita de Scott Bessent, el secretario del Tesoro y varios otros funcionarios del Gabinete que ya llegaron al país, el segundo viaje al exterior de este personaje clave (antes había volado a Ucrania) de la Administración Trump. Como si en los Estados Unidos no hubiera problemas por las traumáticas decisiones de su presidente, la crisis internacional que generó y la consecuente suba de la inflación y pérdida de actividad. Una gentileza la de Bessent que no constituye un descargo al fallido encuentro en Mar-a-Lago de los dos mandatarios, más bien una atención a favor de Milei como socio estratégico del gobierno de EE.UU. De honda significación, mucho más que una foto como tontamente persiguió la delegación presidencial en su último viaje a Miami. Sin embargo, difícil entender en ocasiones la política exterior de Trump: se esmera por una cortesía inimaginable con el enviado Be-ssent y, al mismo tiempo, mantiene descubierta, apenas ocupada con un burócrata de carrera, a la embajada norteamericana en Buenos Aires. Quizás por todo este 2025. Extraño, por lo menos, la actitud del habitante de la Casa Blanca.
En la Casa Rosada, mientras, se sabrá mañana si el influyente Bessent –alguien que no parece encajar en el mundo de la bifobia de Trump– ofrece alguna colaboración crematística para otorgarle a Milei mayor estabilidad económica aparte de la del FMI, si aporta otro crédito o asistencia o simplemente inscribe a la Argentina como la primera nación en coincidir en un futuro arancel cero entre los dos países. O, tal vez, descubre alguna tierrita rara que le interesa al ávido Trump para dar ayuda. Habló Milei hace 24 horas, nada dijo de una colaboración directa de Washington, como si fuera otra etapa en el proceso tres del Plan. Tampoco se aludió en demasía sobre un probable repo con entidades privadas, bancos y fondos, que le suministrarían a la Argentina unos dos o tres mil millones de dolares adicionales a los empréstitos del FMI y otros organismos (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, la CAF). Convenios diferentes el repo a los del FMI: uno demanda condiciones, los privados pedirán garantías (sobre exportaciones o títulos). Atentos a esa distinción de la letra chica.
Dos puntos misteriosos quedan sobre la visita de Bessent: 1) por qué viaja a Buenos Aires y no convoca a una autoridad argentina a Washington; 2) cuál es la razón para que los funcionarios se trasladen tanto de un lugar a otro, en tiempos en que las comunicaciones por teléfono, con pantallas fidedignas, son iguales a las reuniones presenciales, salvo el olor de los participantes. La llegada del enviado con otros funcionarios indica que otras cuestiones interesan, desde la discusión sobre las patentes al régimen paraarancelario. El gobierno Milei canta victoria por encontrar agua cuando saltó a la piscina por culpa de una urgencia cambiaria, que no pensaba afrontar después de las elecciones de octubre. Falló el cálculo, ahora todo se adelantó. El FMI, acuciado también a definirse, está satisfecho: lo que resta será parte de la deuda futura que habrán de cancelarle. Y Milei, menos nervioso, descubre que le pasa el mismo privilegio que a Trump: lo investigan comisiones y fiscales por alterar los mercados, uno por recomendar una cripto y desdecirse, y otro por revelar inside information al animar la compra de acciones. Parece un tema arduo, abogado va, abogado viene, ambos con causas que no proceden, tienen inmunidad por actos de gobierno –reciente sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos–, son un dúo con facultades de Gobierno que no pueden enjuiciarse por alteradas.
14/04/2025 a las 1:55 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA
Tres desafíos para el gobierno: el dólar, el Congreso y la CGT
Sergio Crivelli
Fuente: La Prensa
(*) Notiar.com.ar
13/4/025
La campaña comenzó a presionar sobre el plan económico en su punto más frágil, la falta de dólares, y llegó a instalar un clima de incertidumbre al que también aportó la volatilidad global generada por la guerra de tarifas entre los Estados Unidos y China.
En ese marco los dólares libres se consolidaron alrededor de los $1.350 y el riesgo país volvió a tocar los mil puntos. Nada parecido a una corrida, pero suficiente para sembrar desconfianza. En pocas palabras, un ataque directo a los principales logros del gobierno: “pax cambiaria” e inflación a la baja. El viernes se supo que esta última había alcanzado en marzo el 3,7%.
Como los problemas de dólares se resuelven con dólares, Luis Caputo la pasó mal inicialmente, aunque nunca perdió el rumbo, ni el control del mercado. Pero la situación se acercaba a un punto peligroso cuando apareció el FMI (pronúnciese Donald Trump) en auxilio de las reservas del Central. Y lo hizo de manera contundente: préstamos inmediatos por US$ 15.500 millones y un total de US$23.100 millones para 2025. El problema de los dólares dejó de serlo, lo que otorga una ventaja sustancial al oficialismo en la carrera electoral (ver “Para el club de devaluadores”). Un conejo sacado a tiempo de la galera.
A esta jugada se agregó el anuncio de que Scott Bennet, secretario del Tesoro norteamericano, se presentará también mañana en Buenos Aires para dar otra señal de apoyo el equipo económico. No faltó tampoco el comunicado de la embajada de los Estados Unidos con un respaldo sin antecedentes para el plan de ajuste de un gobierno argentino. Más señales, imposible.
Así, la alianza construida por MIlei con Donald Trump tuvo finalmente efectos palpables que justificaron cada milla volada por el presidente al Hemisferio Norte. Tuvo además resultados colaterales sorprendentes: Argentina prorrogó el “swap” con China sin que sonara ni el rumor de un reproche desde la Casa Blanca.
El impacto macroeconómico de la maniobra por sorpresa de Milei-Caputo recién podrá evaluarse en las próximas semanas. El político, en cambio, pudo verificarse de inmediato. El peronismo la calificó de devaluación aun antes de ver las pizarras del lunes, mientras que con mayor realismo Mauricio Macri, el más peligroso rival del presidente, no tuvo otro remedio que aplaudir y resignarse: “Hay que seguir acompañando”, admitió.
La verdad definitiva la dirá como siempre el mercado, aunque existen también otros escenarios en los que la verdad es más elusiva y hasta más volátil que en Wall Street: el Congreso. Allí las buenas o malas noticias para el presidente dependen de acuerdos con los gobiernos provinciales que generan mayorías transitorias. El martes se armó una en contra de Milei que creó una comisión investigadora del token Libra.
El motivo de ese revés para el oficialismo es conocido: diputados de provincias que “dialogan” habitualmente con la Casa Rosada votaron junto al kirchnerismo, la izquierda y el radicalismo “K”. Por lo contrario, el último efecto que tendrá ese revés parece incierto, por múltiples razones.
En primer lugar, la cuestión está lejos de ocupar un lugar prioritario en la agenda de la sociedad que la ve como una pelea entre políticos. En segundo, los que acusan de presunta corrupción a Milei son mucho menos creíbles que el acusado. En tercero, las comisiones investigadoras de los últimos 40 años (desde la de la Italo hasta la del ARA San Juan) no averiguaron nada; sólo sirvieron para propalar denuncias tan falsas como escandalosas. Circo sin pan.
La oposición pretende instilar en el electorado la idea de que el presidente intentó ganarse unos dólares con una torpe estafa por “Twitter” perpetrada ante los ojos de todo el planeta; que es un simple descuidista que, en lugar de andar revoleando bolsos por los conventos, se dedica a buscar incautos por internet. La falta de imaginación de los “investigadores” es solo superada por la precariedad de sus argumentos.
El último desafío de la semana fue para el gobierno el paro de la CGT que tuvo el mismo resultado que los dos anteriores: cero. El sindicalismo peronista practica ese anacronismo en los tiempos del cuentapropismo, el teletrabajo, el desempleo y los bajos salarios como lo hizo a la largo de su historia contra cualquier gobierno que no fuese peronista. Una estrategia agotada que hoy sólo tiene el apoyo de los empleados públicos y de la burocracia sindical que perdió poder por no defender a los trabajadores que se empobrecieron durante los largos gobiernos peronistas.
La corporación sindical, como la política, tiene nula capacidad de adaptación a las nuevas demandas sociales. De eso tratará la campaña, en la que el principal objetivo de Milei consistirá en derrotar las presiones combinadas del dólar, el Congreso y la CGT peronista.