Por Guillermo Cherashny.-

La condena que la Corte Suprema decidió sobre la expresidente en general es de acuerdo a derecho, aunque se podría objetar que la culpabilidad se determinara por una prueba indiciaria de los chats de José López y un decreto presidencial que creaba un fideicomiso entre Obras Públicas y Vialidad de Santa Cruz. Es un estándar muy bajo para condenar a una expresidente, aunque la mayoría de la ciudadanía la apoye.

Pero vamos a analizar la situación política en el marco de esta condena de prisión, porque hasta 2013, CFK tenía la justicia dominada con Javier Fernández y Larcher desde la SIDE, con los jueces de Comodoro Py, pero el programa televisivo de Jorge Lanata tiró del hilo de Leonardo Fariña inexplicadamente por Lázaro Báez para lavar dinero de la obra pública.

La repercusión de PPT movilizó a la Justicia Federal y ya no se podía tapar el sol con la mano y ahí Cristina metió feo la pata, porque la procuradora Gils Carbó decidió que sus fiscales subordinados excluyeron a Báez de la investigación, que era un plan imposible de cumplir.

Otro grave error fue proponer la «democratización» de la justicia dándole todo el poder a los fiscales para encubrir la corrupción, un derecho inalienable a la «caja», especialmente en Comodoro Py, donde los jueces federales puede procesarte y detenerte salvo que seas solvente y la situación no genere estrépito público. E intentar que los magistrados no manejen la «caja» es un casus belli en los tribunales pero ley sancionada fue declarada inconstitucional. Pero la torpeza de Cristina no tuvo retorno. Además, el ataque constante y público contra los periodistas «independientes» desde ATC, juicios en plaza de mayo con escupitajos, agresiones menores y escraches públicos generaron un clima contrario al kirchnerismo.

Es cierto que este «periodismo independiente» apoyó el juicio y humillación de los militares y el boom económico hasta que CFK Y NK declararon la guerra al campo y estos periodistas lentamente se tornaron críticos y así fue que el grupo Clarín y esos periodistas antes oficialistas empezaron con los cuestionamientos y los kirchneristas los atacaban con escraches.

La oposición de Clarín, La Nación y el periodismo independiente no tuvo efecto en Cristina, quien les devolvió golpe por golpe y así llegamos a nuestros días, donde CFK lo extendió a los camaristas y la Corte Suprema y finalizó con el fallo del alto tribunal, por lo cual la expresidente cosechó lo que sembró desde lo alto del poder.

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