Por Carlos Tórtora.-

En términos políticos, la pulseada entre la justicia federal y el kirchnerismo por el otorgamiento o no de la prisión domiciliaria a Cristina Kirchner, tendría incidencia en el panorama electoral. Si Jorge Gorini,p residente del Tribunal Oral Federal 2, termina concediéndole a la expresidenta la prisión domiciliaria, el kirchnerismo se anotaría un gran triunfo, porque aparecería con suficiente fuerza como para torcerle el brazo a la justicia federal. Cristina no dejaría entonces pasar la ocasión y festejaría esta ratificación de su liderazgo, que da por el contrario señales de agotamiento.

El otro protagonista de esta mini crisis es el gobierno. Javier Milei optó por la prudencia y prueba de ello es que Patricia Bullrich ni reprimió ni amenazó con reprimir a los grupos cristinistas que cortaron rutas y autopistas y violaron alegremente el protocolo antipiquetes que la Casa Rosada aplica sólo cuando se trata de reprimir a los jubilados y otros grupos indefensos, pero que nunca está vigente contra movilizaciones importantes.

En síntesis, Milei sabe que la represión al kirchnerismo forzaría a que se mantenga la unidad del PJ y al gobierno lo que le conviene es que éste se fracture. La ofensiva cristinista para darle un rol estelar a Máximo Kirchner siguió ayer con las declaraciones de éste sobre el 2027. Aunque en silencio, los 47 intendentes que siguen a Axel Kicillof habrían ratificado ayer que una cosa es la solidaridad con Cristina y otra la negociación por las listas de candidatos para la elección del 7 de septiembre. O sea que le cerrarían el camino a La Cámpora para intentar avanzar sobre las candidaturas.

Una carrera contra el tiempo

Así es que el cristinismo jugaría sus cartas más fuertes en las próximas semanas, es decir antes del cierre de las listas provinciales el 19 de julio. Toda la dirigencia peronista sabe que una vez que pase el impacto emocional provocado por el fallo de la Corte Suprema de Justicia, el poder de Cristina se iría diluyendo en un alto porcentaje. Tanto Kicillof como Sergio Massa irían ganando espacio a expensas de La Cámpora y se iniciaría -de a poco- la era poscristina. En un esfuerzo desesperado e inútil para hacer que el tiempo se detenga, los fanáticos de la jefa intentan ahora manotear las candidaturas bonaerenses antes de que la realidad los desplace.

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