Por Hernán Andrés Kruse.-
LA REBELIÓN FRENTE A LAS AUTORIDADES RELIGIOSAS
“Jesús no solamente es un hombre rebelde frente a las imposiciones coloniales de Roma, también lo es frente a la religión institucional. Xabier Pikaza, en su estudio sobre el evangelio de Marcos, señala: “Jesús no viene a mantener o sancionar el orden israelita de lo puro y lo impuro sino a transformarlo de manera subversiva”. En los evangelios, no aparece el término religión. No se le puede buscar terminológicamente, pero sí de manera fenomenológica. La palabra más cercana con la que nos referimos a religión es “tradición”, en griego paradosis. Esta palabra es comprendida como reglamentación tradicional; una enseñanza que se transmite y se recibe de generación en generación, en forma autoritaria, con la obligación de observarla.
En el evangelio de Marcos aparece esta palabra cinco veces, todas ellas referidas en el capítulo 7, con una mirada negativa, pues este tipo de tradiciones se anteponen a la vida misma y a la dignidad humana. En los sinópticos aparece solamente en el evangelio de Mateo (15, 2-3, 6), como un texto paralelo a Marcos, y por lo tanto tomado de Marcos como fuente. La acepción es similar, la de oponer el mandamiento de Dios a las tradiciones de los hombres: “Y así en nombre de su tradición ustedes invalidan el precepto de Dios” (Mt. 15, 6b). Pablo usa la misma palabra para referirse a las enseñanzas de la religión judía recibida de sus padres, con un matiz de celo exagerado: “en el judaísmo superaba a todos los compatriotas de mi generación en mi celo ferviente por las tradiciones de mis antepasados” (Gal. 1,14). Y también la usa para referirse a las tradiciones cristianas, en sentido positivo, que son enseñanzas recibidas acerca de Jesús y que han sido transmitidas apostólicamente (1 Cor. 11, 2). Las epístolas post-paulinas se refieren a ellas, en sentido negativo, como vanas prácticas y creencias humanas (Col. 2, 8); pero también de forma positiva, como la retención de las enseñanzas de los apóstoles para comunidades posteriores (2 Ti 2, 15).
De esta manera, se puede observar el doble carácter de las tradiciones. Son válidas para mantener la memoria de una comunidad, pero cuando se convierten en institución por encima de la vida, terminan oponiéndose al mandamiento del amor. Jesús no pretende atacar a la religión por ser religiosa o porque albergue tradiciones. Él mismo está inmerso en una cultura llena de memoria, fiestas, oraciones, relatos y leyes, mas no se deja amordazar por ellas cuando ellas se olvidan del propósito para el que fueron creadas. Él toma distancia, pues la vida es el lugar privilegiado de la fe. Es en las realidades de cuerpos maltratados y personas excluidas donde percibe lo Divino y encuentra una religión (religare) como conexión con lo Sagrado. La comunidad se hace espacio de vida. La vida prima sobre los reglamentos. Esto no lo comprenden los más tradicionalistas”.
LA REBELIÓN DE JESÚS FRENTE A LAS LEYES DE PUREZA E IMPUREZA
“Una de estas tradiciones específicas son las leyes de pureza e impureza (katharos, akatharos). Esta distinción hace parte de un universo simbólico de sentido, constitutivo y conservador de la sociedad, que marca toda la conducta de los judíos del siglo I. En el mundo mediterráneo dominaban los valores del honor y la vergüenza. En el mundo palestino, en particular, la categoría de lo puro y lo impuro que se hallaba en lo más alto de la pirámide de los valores. Este par de palabras designa positiva o negativamente las condiciones espiritualizadas de las originales mancillas físicas en personas o en objetos. La impureza es básicamente definida como aquello que se opone a la santidad y que debe ser separado de tal esfera. Impureza, consecuencia del constante ataque de poderes malignos y demoníacos, amenaza para Israel, sus casas y su tierra. Ante los acosos de lo impuro, hay que proteger cuidadosamente el lugar donde mora la Deidad en Israel. Y hay que hacerlo principalmente por medio de ritos de purificación, quitando lo impuro como si fuera una costra.
El evangelio de Marcos presenta a Jesús actuando en un mundo amenazado por Satán (considerado un espíritu impuro) y dominado por la obsesión de la pureza. El Maestro se mueve entre los impuros y los que se consideran puros, según las tradiciones judaicas. Él no es ni lo uno ni lo otro; lo que busca es liberar a los llamados impuros de la esclavitud espiritual, emocional y social en que se encuentran, pero también a los que se consideran puros, esclavos de unas leyes que los aplastan como seres humanos y no les dejan disfrutar del reinado de Dios que ha venido con poder. Jesús no repara en tocar a un leproso para sanarlo (1, 40-45). La lepra es vista en ese momento como uno de los síntomas más graves de impureza, tanto en la Torah como en la Misná. Según Levítico 13, 45, el leproso debe andar errante, fuera de los muros de la ciudad, gritando: “¡soy impuro, soy impuro!”. El leproso que aparece en el evangelio viola la ley (Torah) al acercarse a Jesús.
No obstante, Jesús también se deja tocar, traspasando los límites: “Si alguno, sin darse cuenta, toca a una persona impura, manchada con cualquier clase de impureza, cuando se entere, se vuelve culpable” (Lev. 5, 3). Jesús lo sabe y lo toca, quiere que el hombre sea libre, no importa que se vuelva ritualmente excluido; para él priman la compasión y la solidaridad. Jesús busca superar las normas de pureza legal para acercarse a los excluidos. Tal cercanía compasiva lo pone en el plano de los impuros, de los que no son completamente humanos según la religión de la pureza. Es por esto que los especialistas en religión institucional, los escribas, lo llaman endemoniado y servidor de Satanás, y sus propios familiares piensan que está loco (Mc. 3, 21-30). Él persiste sobre la exclusión que recibe y decide identificarse con los marginales.
En otro episodio de Marcos, los discípulos recogen espigas un sábado. Luego Jesús sana a un hombre en ese mismo día (2, 23; 3, 6). Para el judaísmo, la comunidad se reúne el sábado en torno a las leyes; para Jesús, es en torno a lo humano. La ley permitía calmar el hambre cortando espigas al pasar por un sembrado, excepto en día sábado (Ex. 34, 21; Dt. 23, 26). Jesús reconsidera las leyes cuando hay hambre, cuando hay enfermedad. “El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado” (2, 27). En el capítulo 5 de Marcos, Jesús trasciende los límites de la religión institucional para sanar a dos mujeres “impuras” (5, 21-43). Como señala Pikaza, ambas mujeres están vinculadas por una misma enfermedad: son signo de impotencia del pueblo israelita a causa de sus leyes de exclusión.
El texto es carta magna de la libertad de la mujer cristiana frente a los códigos judíos de exclusión de las mujeres. La hija del jefe de la sinagoga ha llegado a su mayoría de edad (12 años) y se deja morir (tal vez por anorexia o depresión) debido a que tiene que enfrentar su condición de mujer: pasará a ser casada y tener hijos. Ella muere en su cama. Jesús la llama a la vida. De su padre y de su madre depende la fe para aceptarla como humana antes que como mujer muerta según los cánones judíos. La mujer hemorroísa lleva 12 años muerta, excluida de la religión y de la sinagoga. De ella depende su fe y transformación como mujer digna. Jesús opta por salvarlas a las dos y volverlas a la vida. Llama a la una, se deja tocar por la otra; desafía los límites de lo permitido.
Jesús no sólo confronta las leyes, también se deja tocar por la realidad. Una mujer sirofenicia, pagana, le pide que sane a su niña, “poseída por un espíritu inmundo” (7, 24-30). Jesús ha traspasado los límites de su tierra; ahora no está protegido por los tabúes culturales. Al principio, se muestra etnocéntrico: “Deja que primero se sacien los hijos. No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos” (7, 27). La mujer razona frente a él: los perritos de igual forma esperan las migas de pan, a los perritos se les da. Con ello transforma la mentalidad de Jesús, y él sana a la hija. La mujer pagana y su hija se revelan como personas. Jesús opta por ellas.
El capítulo 7 de Marcos muestra la diferencia entre una pureza religiosa y una pureza liberadora. Hay una acalorada discusión con los fariseos, que acusan a Jesús de que algunos de sus discípulos toman alimentos sin lavarse las manos según el ritual de purificación. El maestro propone: “No hay nada afuera del hombre que, al entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que lo hace impuro, es lo que sale de él” (7, 15). En esta breve sentencia, refleja la que ha de ser la práctica de la Iglesia y la dimensión del encuentro con lo sagrado, la cual parte de la intimidad, del corazón como centro de la voluntad, las decisiones y los pensamientos, para exteriorizarse en relaciones y no en rituales.
Lo que está en juego aquí es la Halakah farisaica, la forma de interpretar la Torah para la vida. Los adversarios están a favor de la legalidad, Jesús presenta una interpretación que va en favor de la persona. Para Jesús la pureza y la impureza se dan en el corazón; la diferenciación entre lo puro y lo impuro es abolida: no son los alimentos los impuros, no son las personas las impuras; todo alimento es limpio; el hombre y la mujer son limpios; Jesús y sus seguidores pueden abrirse a todos, sirven a los hambrientos, enfermos y excluidos sin temor a ser contaminados. El cuerpo queda liberado de toda visión negativa. La espiritualidad parte del interior y se exterioriza en la acogida. El criterio para determinar la validez de la religión es lo humano. Para Jesús, priman la inclusión y la vida, los rostros concretos y los nombres de las personas. La resurrección de los muertos no sólo se da con el Lázaro de Juan, sino con las personas “impuras”, muertas para la religión, que ahora pueden participar del pan sacro que se celebra en la cotidianidad y con las manos sucias).
JESÚS MUERE COMO UN HOMBRE REBELDE
“La forma en que muere Jesús confirma la tesis de Camus. La actitud desafiante del nazareno ante Herodes, Roma, la ciudad y el templo le valen la condena: “Hemos encontrado a éste incitando a la rebelión a nuestra nación, oponiéndose a que paguen tributo al César y declarándose Mesías rey” (Lc. 23, 2). Jesús proviene de un sector rural, su perspectiva social choca con las expectativas citadinas de Jerusalén. Sus seguidores son campesinos galileos. Las élites urbanas, los herodianos y su perspectiva de civilización colonialista no encajan en su propuesta del reinado de Dios; deben arrepentirse. La purificación del templo es una provocación para los mercaderes que viven del negocio de la religión institucional y sus fisuras. Los líderes del templo ven a Jesús como una amenaza. Las palabras que registra Juan son, según especialistas como Aguirre y otros, fidedignas históricamente: “¿Qué hacemos? Este hombre está haciendo muchos milagros. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, entonces vendrán los romanos y nos destruirán el santuario y la nación” (Jn. 11, 47-48).
Es decisión tomada por la aristocracia sacerdotal, una reunión conspiratoria, aunque tal vez no oficial; hay razones políticas para eliminarlo. Jesús es visto como blasfemo por parte del Sanedrín, el cual decide darle muerte (Mc. 14, 53-64). Es condenado por los romanos a la cruz, en la que son eliminados los insurrectos contra el imperio. Según Hanson y Oakman, los romanos y los judíos reservaban la crucifixión para los crímenes más atroces: rebelión, traición, deserción militar y asesinato. Ningún ciudadano romano era crucificado, ya que esta era una muerte vergonzosa. La acusación a Jesús es la de rebelión, radica en oponerse a pagar tributo al César e incitar a la nación contra Roma. Según los historiadores, Jesús es considerado una amenaza, como también fue considerado el Bautista. Ha movilizado masas y suscitado expectativas populares intensas. Hay rumores de que aspira al título de Mesías (Mc. 14, 61), lo cual implica oposición al gobierno de Roma. Sus críticas le convierten en un subversivo peligroso con el que hay que acabar cuanto antes.
Jesús es crucificado entre bandidos. La palabra usada para sus compañeros de tortura es lestés, que traduce “ladrón”, pero también revolucionario o insurrecto, un Espartaco judío, desde los ojos romanos. Lestés es la palabra que se aplica a Barrabás en Juan 18,40. A Jesús se le crucifica en reemplazo de éste, lo cual quiere decir que la gente lo percibe como alguien que se opone a las instituciones de poder y corrupción. Claro, él lo hace de otra manera: propone la solidaridad y la comunidad, no las armas; la dignidad de los pobres; la opción de perdonar, la cual sólo la detentan los poderosos. Tal vez por esto sea aún más peligroso que aquellos que reproducen a modo de espejo la violencia del imperio. Le enseña a los demás a ser sujetos, a tener una dignidad alta, a mirar a todos a los ojos”.
(*) Juan Esteban Londoño (Magister en Ciencias Bíblicas de la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica): “Jesús, el hombre rebelde (2013).
21/04/2025 a las 2:58 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La salida del cepo y las enormes ventajas de un Milei de vuelta enfocado en la economía
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
20/4/025
Algo de buena suerte y algo de estrategia se combinaron para habilitar una salida del cepo, aunque un poco improvisada, hasta ahora bastante menos costosa y conflictiva de lo esperado.
De seguir así, el plan de estabilización se va a fortalecer, la economía va a mejorar y, consecuentemente, se incrementarán las chances de lograr una sociedad menos excluyente, anómica y crispada, y de construir consecuentemente una democracia más sana. Por eso de que solo con una economía libre y abierta pueden funcionar bien las instituciones de una república.
Todo depende, claro, de que el ejercicio de las libertades cambiarias y monetarias encuentre un marco adecuado de estabilidad y el respeto a sus reglas se extienda a todos los involucrados, empezando por las propias autoridades. Y no se repita la frustración que al respecto vivimos en 2018 con Macri, y desde 2003 con el kirchnerismo.
Por algo los argentinos vivos, sean de la generación que sean, solo tenemos recuerdos malos de la libertad de mercado, o carecemos directamente de toda experiencia al respecto: lo que no habla mal de esa libertad, habla mal de nuestra
La liberación del cepo en curso es una valiosa oportunidad para corregir ese desencuentro nefasto. Y para experimentar concretamente cómo las libertades económicas pueden incrementar la cooperación, los intercambios y traer beneficios para todos, porque se trata no de repetir la teoría sobre el tema sino de adquirir la experiencia práctica. A eso se han comprometido las autoridades y ojalá les salga lo mejor posible.
Y puede que vayamos en esa dirección porque, para empezar, la decisión significó un nuevo y bastante virtuoso reacomodamiento interno: volvieron al centro de la escena los técnicos que mejor entienden los problemas en cuestión, y pueden tomar decisiones adecuadas a esos fines, Luis Caputo, Federico Sturzenegger, Santiago Bausili, etc; y quedaron al menos de momento opacados los que componen el entorno presidencial más íntimo, ideológicamente más fanatizados y mucho menos profesionales, como han demostrado, en el manejo de los asuntos públicos.
Ya de por sí los primeros aportan un ajuste a la realidad con la que hay que lidiar, de la que los segundos carecen. Para tomar decisiones se inspiran en ideas, pero por sobre todo en datos duros y expectativas razonadas. Que ellos sean los funcionarios con los que el presidente más interactúa supone entonces una gran ventaja. Y es una ganancia enorme respecto a lo que estuvo pasando en la cúpula del poder durante todo el verano.
¿Por qué? Porque a fines del año pasado Milei pareció confiarse en que la economía la tenía ya controlada, el programa de estabilización podía dejarlo en piloto automático hasta después de las legislativas, y disponía entonces de un mayor margen de libertad para dedicar tiempo a la política, y en particular a un tipo de política que lo apasiona: la que involucra los temas de la “batalla cultural”.
A consecuencia de lo cual desde diciembre nos regaló dosis cada vez más intensas de esa batalla, con resultados amargos o indigestos, incluso para el propio Gobierno. La seguidilla empezó con unas sesiones extraordinarias dedicadas casi en exclusividad a leyes electorales y hacer pasar a Ariel Lijo por el Senado, siguió con una confrontación creciente con la oposición dialoguista por el presupuesto, Ficha Limpia y, de nuevo, Ariel Lijo y se profundizó una espantosa diatriba en Davos que justifica ya no lo vuelvan a invitar a ese foro y se profundizó; a continuación vino el festival de anarcocapitalismo que desembocaría en el escándalo Libra, más trumpismo explícito con la salida de la OMS y la promesa de salir del acuerdo de París, la ruptura definitiva con el PRO, más agresiones a periodistas y economistas independientes y, por qué no, más esfuerzos para imponer a Ariel Lijo, ahora con un decretazo indefendible.
Tras tantas metidas de pata, acumuladas y enmarañadas por la incapacidad de reconocer errores y revisar mínimamente las premisas con que se estaba actuando, tal vez lo mejor que podía pasarle era que algunas malas noticias económicas le dieran un buen susto. Y fue lo que sucedió. Cuando la inflación volvió a subir y las reservas empezaron a escapársele entre los dedos, paulatinamente en febrero, más claramente en marzo y ya alarmantemente a comienzos de abril, el gobierno cambió. Los números duros de pérdida de dólares y suba de precios pudieron más que todas las elucubraciones voluntaristas del triángulo de hierro.
Aunque también debe haber ayudado la caída en las encuestas. Como sea, entre una cosa y la otra, convencieron al gobierno de volver a su eje: fue electo para bajar la inflación y desregular la economía, no para otra cosa, y lo mejor es que se dedique a eso.
Es curioso, pero parece ser una regla de oro, válida para Milei así como para otros populistas de derecha: su diagnóstico de los problemas no es del todo equivocado, en algunos aspectos es bastante acertado, pero su inclinación al seleccionar soluciones está sesgado por el voluntarismo y el delirio ideológico, así que tiende a meter la pata en mayor medida cuanta más libertad tenga para elegir cursos de acción acordes a sus preferencias. Así, en situaciones en que no tiene mucho margen, porque las restricciones son muy altas y las urgencias inescapables, puede que actúe y funcione bastante bien; pero en cuanto gana más apoyo, dispone de más tiempo y puede elegir entre más opciones, mete la pata sistemáticamente. En suma, y aunque suene paradójico, a Milei la libertad le hace mal, y las restricciones le vienen, en cambio, muy bien.
Y no es casual que a Trump le esté pasando un poco lo mismo. Con la diferencia de que el norteamericano tuvo mucho más margen de libertad desde el principio, lo que ayuda a entender que su inclinación al error haya sido mucho mayor. Pero también, en cuanto las papas queman, tiene chances de recapacitar: vuelve a pesar mínimamente el sentido común, y puede tomar para el lado correcto. Lo vimos con su declamada guerra comercial: el delirio que promovían los colaboradores más fanatizados de MAGA y America First, que Trump avaló inicialmente, tuvo un efecto tan negativo en los mercados que intervinieron Scott Bessent y el ala más profesional de la gestión económica, para poner al menos un paréntesis y encarrilar las cosas hacia una vía negociada. El profesionalismo tecnocrático parece ser también en este caso el único antídoto disponible contra el delirio.
En la Argentina tenemos, en comparación, la ventaja que ofrece un gobierno dividido, encima con una muy minoritaria representación legislativa y escasísima gravitación territorial. Que por más que se puedan moderar un poco a favor del oficialismo tras las elecciones de este año, van a seguir ahí, operando como restricciones insuperables. Y tenemos además y por sobre todo la restricción del abismo: todos sabemos muy bien que la economía puede desbarrancarse en cualquier momento, nadie cree que se pueda sobrevivir a un derrumbe de la actividad, un salto inflacionario o cualquier otra desgracia como con las que está jugueteando alegremente Trump en estos días, y eso obliga a los actores a ser mucho más prudentes y moderados.
Gracias a Dios que Milei no es el jefe de un partido mayoritario ideológicamente cohesionado detrás de él, sino de un movimiento de opinión potencialmente efímero, y tampoco es el presidente de una potencia, sino de una de las economías más precarias del planeta. Encima obligado a estabilizarla, en el contexto más inestable de la economía internacional de que se tenga memoria.
Que se haya vuelto a dedicar a hacerlo en vez de a pelearse con medio mundo detrás de sus estrafalarias ideas sobre el mundo y sus alrededores es sin duda la mejor noticia que podía darnos.
21/04/2025 a las 3:02 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Del pánico a la borrachera mileísta
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
20/4/025
Javier Milei y sus huestes libertarias han pasado en un puñado de días de estar agazapados en un sótano a caminar con aires victoriosos sobre una alfombra de nubes. La transformación resultó posible gracias a dos cosas: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el respaldo de Donald Trump ilustrado con la presencia en la Argentina del secretario del Tesoro, Scott Bessent.
La ebullición oficialista se explicaría por un motivo. El Gobierno pendía del trato con el FMI para que la crisis desatada durante marzo, con la sangría de reservas del Banco Central, no terminara escapando de control. Con derivaciones políticas impredecibles. La suficiencia de Luis Caputo para anunciar la Fase 3 inexistente del programa económico sirvió, en verdad, para revelar el agotamiento del ensayo precedente. Un sistema cambiario regulado para contener la inflación y fortalecer la confianza. El índice de precios del 3.7% en marzo y la pérdida de casi U$S5 mil millones de reservas desde enero demostraron que aquellos objetivos se habían extraviado.
El Gobierno aceptó las condiciones del FMI e ingresó en un nuevo régimen de flotación entre bandas que oscilan entre los $1000 y $1400. La pretensión de Milei, traicionando su prédica acerca de las bondades excluyentes del mercado, es inducir la cotización del dólar hacia la banda inferior. Para neutralizar la presión inflacionaria y afrontar sin cepo para los ciudadanos bancarizados el tiempo electoral que arranca con las elecciones desdobladas en la Ciudad. Siempre resulta prudente recordarlo: la Argentina tiene un 42% de trabajadores informales que con su dinero accederán sólo –y si pueden– a U$S100 dólares adquiridos por ventanilla en entidades bancarias.
Aquel paisaje se asemejaría ahora a una panacea para los libertarios. Milei regresó a la vida pública con su estilo procaz y desafiante, archivado en las semanas difíciles. Su ministro de Economía, Caputo senior, resultó el más transparente en el nuevo tiempo de éxtasis. Lanzó un tuit imperdible: “Hemos solucionado los problemas económicos de la Argentina que la política ignoró o usufructuó”, exaltó. Pavada de autoestima.
Al igual que su jefe, el presidente Milei, el ministro de Economía también pareciera estar renegando de las bondades del mercado. Levantó el teléfono, seguramente sin aquel matonismo del que supo hacer gala Guillermo Moreno, el ex secretario de Comercio K, y conminó a las cadenas de supermercados a no aceptar las listas con aumentos de dos gigantes de la industria alimenticia. A los cuales nombró en otro tuit. Reminiscencias del pasado fresco.
Esa embriaguez, a lo mejor, le ha impedido al Gobierno calibrar problemas que se avecinan con la nueva situación. De arranque, el desfase de los salarios cuya actualización, en este contexto, la administración pretende mantener en el 1%. Los gremios reclaman una reapertura de paritarias. UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación) se colocó a la cabeza. La Confederación General del Trabajo (CGT) cavila una nueva movilización para fin de mes. Otra dificultad radica en la caída del consumo masivo. La consultora Scentia, en su último informe, reveló en marzo un descenso del 5.4% interanual respecto del mismo mes de 2024. Apunta además que se registran 16 meses consecutivos con esa tendencia. El especialista Guillermo Oliveto realiza una disección muy interesante acerca del comportamiento social. Mientras la compra de automóviles y los viajes al exterior crecen, la baja del consumo de alimentos ya rebasa el 10%. Sin contar el traspaso numeroso a las segundas marcas.
Será difícil que la euforia oficialista luego del acuerdo con el FMI se diluya rápidamente por dos cuestiones. Una es la personalidad exuberante de Milei. Acaba de ser reconocido como una de las cien figuras más influyentes del mundo por la revista estadounidense Time. El medio especializado The Economist, aunque con ciertos interrogantes, ensalzó su tarea desde la llegada al poder. La otra explicación puede tener relación con la política: el enorme vacío opositor; la ausencia de propuestas alternativas y concretas al camino libertario. Sobresalen apenas los mensajes de Cristina Fernández, siempre más inclinados hacia la chicana y la vulgaridad que a despertar nuevas expectativas.
En el plano político-partidario también el gobierno libertario viene siendo poco ducho. Habiendo llegado como llegó, desde la nada, con una gobernabilidad que supo macerar, se asoma a las elecciones de medio término de manera desmembrada. Nadie sabe si esa realidad responde a algún propósito oculto o simplemente a la incapacidad. Por ahora se adjudica al desentendimiento de Milei con esas tareas y a la puja que suele abrirse entre el otro par de integrantes del llamado Triángulo de Hierro: Karina y Santiago Caputo.
Sobre la hermanísima existen varias constataciones. Su bautismo en las elecciones constituyentes de Santa Fe resultó paupérrimo. Producto de la decisión de romper con la diputada provincial Amalia Granata que obtuvo casi tantos votos como el libertario Nicolás Mayoraz. El fracaso se agrandó porque el peronismo en crisis, que terminó segundo, fue dividido en tres. La salvedad a esa fragmentación generalizada de la política corrió por cuenta del gobernador Maximiliano Pullaro y su frente amplio partidario. Ganó por paliza, sin obviar que la asistencia a la votación fue una de las más bajas de las últimas décadas.
En aquella escena nunca apareció Milei. Se dio una vuelta la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Se viene ahora un examen crucial: la elección en la Ciudad. Se reiteran los mismos vicios. Karina expulsó de las filas oficiales a uno de los precursores de La Libertad Avanza, Ramiro Marra. Desde que ocupó la Secretaría General se encargó de boicotear la posibilidad de algún acuerdo entre el Presidente y Mauricio Macri. También obstaculizó en la Legislatura la gestión del jefe porteño, Jorge. La derivación fue un adelantamiento electoral inoportuno e innecesario. El mileísmo se comportó con la misma lógica de la denostada “casta”.
A diferencia de lo ocurrido en Santa Fe la votación en Capital, por su significado, encontrará en campaña a Milei junto a su candidato, el portavoz Manuel Adorni. Definido por el Presidente, en el primer spot conjunto, como “mi voz en la Ciudad”. El cuadro que se observa es similar al del resto del país. Una gran segmentación representada en 17 listas de candidatos para luchar por 30 bancas en la Legislatura.
La movida libertaria en la Ciudad se encadena con aquello que pueda suceder en Buenos Aires. Karina ostenta en fotografías su acuerdo con dirigentes del PRO. La última la juntó con Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro, el alcalde de Mar del Plata. La dama siempre publicita esos acuerdos subrayando que se limitan a dirigentes del PRO. Nunca con el PRO como partido. Eso significaría incluir a su titular, Macri, Mauricio. Al único que quiere bien afuera.
El anticipo electoral en Buenos Aires dispuesto por Axel Kicillof no sólo incomodó a Cristina. Complica además los planes libertarios. Juntar dirigentes para octubre resulta más o menos viable. Otra dimensión adquiere la perentoriedad de pelear en la Legislatura por 46 diputados, 23 senadores y 1097 concejales en todo el territorio provincial.
El ingeniero ha comprendido el mensaje. Se enfrenta a una seria dificultad: apoya el rumbo económico del Gobierno –celebró la salida del cepo—pero debe hacer campaña en su contra para apuntalar la postulación de la diputada Silvia Lospennato. No tuvo más remedio que frotar la llaga dolorosa del Gobierno: el repunte de la inflación.
Milei conoce que aquel constituye su blanco vulnerable para la competencia en la Ciudad. También para octubre. De allí la presión bajista sobre el dólar y un virtual control en posibles aumentos de precios que puso en marcha desde el Gobierno.
El Presidente llegará a la instancia porteña con un recorrido previo que parece plagado de incertidumbre. Una semana antes, el 11 de mayo, se realizarán comicios en cuatro provincias: Salta, Jujuy, San Luis y Chaco. El único armado compacto se verifica en esta provincia: existió un pacto con el gobernador radical Leandro Zdero. Se monetizó con una transferencia de $120 mil millones para intentar ayudar a una gestión que recibió, como tantas, una pésima herencia kirchnerista. En los distritos restantes estaría fallando la coordinación de la cual se ocupan Karina y Caputo juniors. San Luis presenta, por caso, dos listas de La Libertad Avanza.
Los ingenieros libertarios suponen que, como sucedió en el balotaje, la figura de Milei terminará arrastrando votos. Confían en la misteriosa popularidad que el León libertario sostiene en varias provincias del NOA y NEA que las encuestas ubican entre el 45% y 50%. Habrá que verlo: no fue lo que ocurrió en el primer examen de Santa Fe.
Milei, superado el pánico tras firmar el acuerdo con el FMI, ha recuperado la centralidad política con la cual ordena a su gobierno y marca también el ritmo de la oposición. Regresó a aquel lugar con la hinchazón de una soberbia que lo indujo a redoblar, en especial, sus críticas contra el periodismo. Insultó con violencia a tres periodistas del diario La Nación.
Ese método se va instalando con peligrosa naturalidad. Nadie parece sobresaltarse. El intelectual libertario Agustín Laje hizo una firme defensa de la conducta presidencial. Escribió que solicitar que el mandatario no responda a quienes lo critican no sería un resguardo de la libertad de expresión sino “una defensa del monopolio discursivo de la prensa”. Obvió las formas que hacen al fondo del problema. Milei calificó de “repugnantes” e “imbéciles” a aquellos periodistas. Jamás desde un medio de comunicación se lanzó una injuria semejante al Presidente.
21/04/2025 a las 3:07 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei, la esperanza y la decepción
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
20/4/025
Es probable que el precio del dólar siga cayendo. Los economistas del Estado sostienen que realmente no hay pesos como para que los argentinos se arriesguen a una corrida cambiaria y que, además, falta todavía una parte de la liquidación de la cosecha de soja. Esa liquidación se hará en mayo por una postergación que se debe más que nada a cuestiones climáticas. Con pocos pesos y con algunos dólares en el Banco Central, la caída en el precio de la moneda norteamericana es previsible. El Presidente anticipó, inclusive, que espera un dólar a 1000 pesos; se supone que solo entonces la autoridad monetaria comprará dólares para las reservas. Una acumulación de reservas de dólares fue una de las exigencias del Fondo Monetario Internacional en el acuerdo firmado con el gobierno argentino; ahora, el Banco Central tiene reservas negativas de entre 6000 y 7000 millones de dólares. Quiere decir que usaron dólares de los ahorristas. Ante ese paisaje financiero, el Central debe comprar primero dólares para compensar las reservas negativas, y luego para consolidar sus reservas reales. Javier Milei, a todo esto, se niega a hacerlo antes de que el precio del dólar toque el piso de 1000 pesos acordado con el Fondo.
Cuando la nación política esperaba con expectativa la salida del cepo, después de seis años corridos de laberintos estatales para comprar dólares, la discusión refiere a por qué el Gobierno deja caer su precio. Más allá de las razones técnicas que esgrimen los tertulianos del dólar, no puede ignorarse la conclusión política de que la salida del cepo trató bien a la administración de Milei. Si el debate es por qué está bajando el precio de la moneda norteamericana y no por qué subió con un ritmo inmanejable (como ocurrió casi siempre en la Argentina), puede deducirse que la primera etapa de la salida del devastador cepo fue exitosa. Es difícil que el argentino común sepa quién es Scott Bessent, el poderoso secretario del Tesoro norteamericano; a un comprador común de pocos dólares ese nombre no le dice nada. Sin embargo, Bessent es una de las pocas personas que realmente influyen en la economía mundial. Esto lo saben los grandes operadores del mercado financiero local, los que están en condiciones de conmover el mercado, si tienen con qué y si quieren. Aseguran fuentes oficiales que el ministro de Economía, Luis Caputo, le contó a Bessent en una conversación telefónica, en la semana previa a la salida del cepo, sus inquietudes ante el fin de una era que duró más que el último lustro. En efecto, hubo cepo antes, durante todo el segundo mandato de Cristina Kirchner; la única excepción reciente a una rigurosa regulación para la compraventa de dólares sucedió durante casi todo el mandato de Mauricio Macri. Bessent le ofreció a Caputo algo más que un gesto; le anunció que podía viajar a Buenos Aires por unas pocas horas durante el crucial lunes. “Si sirve de algo”, le aclaró. Caputo aceptó en el acto y Bessent estuvo aquí durante diez horas extenuantes, según aceptaron fuentes diplomáticas norteamericanas. Esa presencia no pasó inadvertida para los protagonistas más importantes de la economía local. En declaraciones posteriores a la agencia Bloomberg, Bessent aconsejó que el país le pague cuanto antes a China el swap de 5000 millones de dólares que usaron “los anteriores gobiernos peronistas”, aclaró con prolija precisión. Para Bessent, América Latina es un objetivo importante de la política exterior de China, a la que acusó en ese mismo reportaje de haber sometido a países de África a acuerdos humillantes. Sea como fuere, tampoco se puede ignorar otra conclusión política, que consiste en advertir el fuerte compromiso del gobierno de Donald Trump con la administración de Milei. Falta saber si el mundo económicamente desquiciado que está construyendo Trump le servirá –o le hará daño– a Milei. Difícilmente le sea útil a cualquier país una economía internacional que no tiene reglas buenas o malas: simplemente, no tiene reglas. Es el resultado de la gestión del líder de la principal potencia del mundo, Trump, que cambia las reglas permanentemente. Nadie sabe cómo terminará todo, porque no existe una experiencia previa en la que Estados Unidos haya sido el factor disruptivo del statu quo internacional. Las catástrofes de Trump no desmerecen el gesto de Bessent.
A su vez, el gobierno argentino no solo deberá cumplir con lo pactado con el Fondo y comprar dólares para aumentar las reservas del Banco Central; también deberá hacer profundas reformas tributaria, previsional y laboral. Todas deberían pasar por un Congreso que será minoritario para Milei aun si este ganaran las elecciones legislativas de octubre próximo. La reforma tributaria es la única que no podrá eludir el Congreso, porque la Constitución dice que los impuestos están excluidos de los decretos de necesidad y urgencia y que cualquier decisión sobre ellos debe ser aprobada previamente por senadores y diputados. Más vale que alguien le aconseje a Milei que respete las instituciones. Las necesitará. También las reformas laboral y previsional deberían ser aprobadas por el Congreso para tener una imprescindible legitimidad política y durar más allá del tiempo que dure Milei en el poder. En el país de los argentinos, lo primero que hacen los adversarios cuando ganan el poder es destruir todo lo que hizo el gobierno que perdió las elecciones. ¿Ejemplo? Alberto Fernández desmoronó cada una de las políticas y de las obras que había levantado Macri. Por destruir, destruyó hasta el aeropuerto de El Palomar y la política aerocomercial de vuelos low cost; así, condenó a los argentinos a regresar como rehenes de los dirigentes sindicales de Aerolíneas Argentinas. Por eso, es difícil que empresarios extranjeros inviertan en la Argentina hasta la próxima elección presidencial. ¿Las políticas ortodoxas de ahora son la regla o solo una ráfaga excepcional?
Una de las condiciones impuestas por el Fondo Monetario constituirá, si se concreta, el fin de la promoción industrial de Tierra del Fuego. Ese régimen, que beneficia a tres o cuatro empresarios, le cuesta al Estado más de 1000 millones de dólares anuales en exenciones impositivas. ¿Para qué? Para que los argentinos paguen entre un 60 y un 100 por ciento más caros los celulares, televisores o acondicionadores de aire que en Estados Unidos o en Chile. Hay análisis que ya se han hecho sobre esa diferencia de precios. Milei y sus funcionarios no hablaron nunca del régimen de Tierra del Fuego, a pesar de la motosierra que se convirtió en un símbolo de la gestión libertaria. “Hay derechos adquiridos”, suelen responder, pero solo ante preguntas muy concretas sobre tales privilegios. Es posible –cómo no– que esos empresarios planteen que tienen derechos adquiridos. Pero ¿por qué no dejar que sea la Justicia la que determine si existen tales derechos? ¿Acaso los jubilados no tienen también derechos adquiridos y todos los gobiernos les han metido las manos en los bolsillos? ¿Por qué aceptar esos supuestos derechos de los empresarios fueguinos sin que el Estado haga ningún esfuerzo en la defensa de sus intereses? Raro.
Durante este año, la economía dependerá también de algo más que la saludable eliminación del déficit. Algo que, quizás, tendrá más influencia todavía que la salida del inútil cepo al dólar. Serán los resultados de las elecciones de mitad de mandato. Milei anticipó que él quiere un acuerdo con dirigentes de Pro en la provincia de Buenos Aires para “terminar con el kirchnerismo”, pero se negó a un acuerdo con el partido de Macri en la Capital. Será difícil y arduo hacer una campaña como adversarios en la Capital y como aliados en la provincia de Buenos Aires. Los límites geográficos están en los mapas, pero no en la vida cotidiana de la sociedad; porteños y bonaerenses, sobre todo los que viven en el decisivo conurbano, tienen las mismas fuentes de información y, a veces, una parecida percepción de las cosas públicas. El Presidente no lo quiere a Jorge Macri y descree de un acuerdo partidario en la provincia entre La Libertad Avanza y Pro. Por eso, su hermana, Karina Milei, encargada del pasteleo político, prefiere una alianza con dirigentes de Pro, no con Pro. Ya se sacó algunas fotos con los dirigentes macristas que aspira a cooptar: Cristian Ritondo, presidente del bloque de diputados nacionales de Pro; Diego Santilli, diputado nacional, y Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata. Ritondo y Santilli dijeron a LA NACION, ante una puntual consulta, que participan de esas negociaciones en nombre de Pro y que ellos no harán acuerdos personales con La Libertad Avanza. Hace dos semanas, Mauricio Macri se reunió con Santilli, lo miró fijó a los ojos y le preguntó: “¿Vas a arreglar con ellos?”. Santilli le contestó que él había sido leal con Horacio Rodríguez Larreta hasta cuando este ya estaba desahuciado. ”No he cambiado. Aspiro a un acuerdo entre los dos partidos, porque los bonaerenses lo piden, no a acuerdos personales”, le aseguró. A su vez, Ritondo le dice siempre a quien quiera escucharlo: “Yo voy a las reuniones con el Gobierno como presidente del bloque de diputados de Pro. No se confundan”.
De todos modos, a ciertos políticos no peronistas empieza a preocuparlos la aparición de encuestas que señalan un posible triunfo en la Capital del candidato del peronismo kirchnerista, Leandro Santoro. Cristina Kirchner y Axel Kicillof tienen, además, un ascendiente importante en los distritos más poblados, y más pobres, del Gran Buenos Aires. ¿Qué explicación existe para la popularidad de una expresidenta que dejó el país en estado agónico y de un gobernador que no solucionó ningún problema en la enorme Buenos Aires? Dejémosle la respuesta a la sociología; lo que importa ahora es qué sucederá con la economía si el kirchnerismo demuestra que está vivo. Nada bueno.
El Presidente debería explicar por qué, entre tantas fragilidades, maltrata, insulta o calumnia a Florencia Donovan, una periodista bien informada y objetiva, y a María Laura Santillán, con una impecable trayectoria en el periodismo televisivo. O por qué insiste sin razón con viejos agravios contra los periodistas Jorge Fernández Díaz, Carlos Pagni y Alfredo Leuco. Los cinco no son iguales, salvo en la férrea defensa que hacen de su independencia intelectual y de la libertad para expresar sus ideas. La libertad de prensa es la primera de las libertades, porque sin ella no podrían existir las otras libertades. ¿Alguien imagina una sociedad democrática, pero desinformada? Sería un oxímoron. Tarde o temprano, el Presidente deberá responder por su falta de respeto a las buenas formas de la política, porque estas son las formas de la democracia.
Quizás, al jefe del Estado no le importe ninguno de los preceptos que impone la democracia, pero en ese caso habrá optado por una variante autoritaria que le haría daño a él mismo antes que a nadie. El Presidente fue legal y legítimamente elegido dentro de un sistema democrático, que es el sistema por el que los argentinos optaron hace más de cuarenta años. En efecto, sus malos modos lo empobrecen a él mismo. La investidura presidencial es un símbolo que todos tenemos que respetar, pero el Presidente es el primero que debe honrar su propia investidura. Los periodistas insistiremos en nuestra defensa de la libertad de expresarnos porque el peor remedio sería tomar como normal lo que es claramente una anomalía. Tampoco podemos justificar alegremente esas excentricidades de Milei con el argumento de que el Presidente es así; estaríamos avalando la censura indirecta. No es solo él: se han conocido en los últimos días tuits de trolls oficialistas con filmaciones de personas pegándole a un muñeco. Es una alegoría de los mileístas sobre la relación del Gobierno con el periodismo. Creer que esa relación consiste en un combate perpetuo es un error; suponer que tal combate se resuelve con insultos propagados por el megáfono presidencial, es peor aún. El Presidente tiene una función, y el periodismo tiene otra.
21/04/2025 a las 3:10 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Perder para ganar, la fórmula de Sergio Massa y amigos para Cristina Kirchner
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
20/4/025
Finalmente, Cristina deambuló en una biblioteca imaginaria, entre Mao, Lenin y Von Clausewitz. Eligió, dolida, la opción del militar prusiano (“De la guerra”), autor de la consigna “un paso atrás, dos adelante”. Prefirió esa herencia en contra de la proposición del líder ruso (“Un paso adelante, dos atrás”, libro de 1904) y de la otra variante del mítico revolucionario chino, especialista en formular proverbios: “Dos pasos adelante, uno para atrás”. Galimatías de sentencias intelectuales para entender la última decisión de la viuda de Kirchner en la Provincia de Buenos Aires, si es que uno quiere otorgarle formación histórica a quien nunca se interesó por las lecturas de ese trío tan mentado. Para explicar su derrota ante Axel Kicillof. Claro que se trata de un juego del cronista que pretende enriquecer el volumen político de la ex Presidente y Vice, en la confianza de que un buen vestido de seda disimula cualquier carencia. Pero, como se sabe, no todos los refranes son ciertos.
Uno intenta abonar con florida costura el último paso de la dama, al retroceder frente a su ex hijo político, Kicillof, y consentir que en distintos domingos haya elecciones separadas (municipales y nacionales) en lugar de concurrentes como ella intentaba imponer en el ámbito bonaerense junto a su hijo Máximo y la insolente Cámpora. Fue una rendición jerárquica ante el gobernador, una indisimulable Cancha Rayada, justificada en la necesidad de evitar una fractura mortal dentro del peronismo provincial que, más adelante, quizás la favorezca igual que a su espacio. Perder, para ganar, alguien le dijo. Volverse flexible, abnegada, menos intransigente, al menos en relación a su hijo de sangre, un impulsivo que se despierta insultando a Kiciloff y se acuesta con un rosario de agravios al mismo personaje. No debe ser difícil de imaginar lo que le ocurre durante el sueño. Un aburrido después de todo.
Fueron unos temerarios favoritos de Cristina en el Instituto Patria y Sergio Massa los responsables de acercarla a esa decisión traumática, irremediable, como el paso de los años. Y a pesar de que ella se ha convencido que Kicillof es un “desagradecido de mierda”, un muñeco que ya no reacciona frente a sus estímulos eléctricos. Aunque el gobernador, en apariencia, parece dispuesto a un pacto superior, conveniente para las partes, que garantizaría cierta unidad partidaria en el mayor distrito del país. Acuerdo escrito y firmado por los protagonistas del peronismo, no vaya a ser que alguno falte a la palabra. Las paces para una mayoría de intendentes que ahora se imagina sin riesgos divisorios en la primera elección y, gracias al entendimiento suscripto, luego serían colaborativos en el segundo comicio nacional. Solo habrá que convencer a los intendentes de Avellaneda y Ensenada, Ferraresi y Secco, para incluirse en el negocio de la concordia, dos reticentes a cualquier contubernio con Cristina.
Aunque un dato último los obliga a la reflexión: ocurrió un discreto pedido de audiencia en el Instituto Patria de Verónica Magario, la vicegobernadora de Kicillof, quien se sentó frente a la jefa y le dijo que ella seguía alineada sin reservas y que La Matanza está a disposición de la viuda de Néstor. Ninguna deserción. En la charla le transmitió un mensaje de su jefe barrial, Fernando Espinoza, quien le había confiado: “Después de 30 años bajo la falda de Cristina, no me voy a escapar ahora. Nunca lo voy a hacer”. A pesar de que La Cámpora lo tortura —según el— con el dominio de los tribunales en la provincia por una causa de violencia de género que supone amañada. Sin duda para hacer justicia.
Tras el revés con Kicillof, quien se encumbró como futura figura peronista para el 2027 por tocarle tímidamente la oreja a quien lo amamantó, el paso atrás en la estrategia de Von Clausewtiz para el cristinismo viene envuelto en una cajita feliz: un salto hacia adelante con los intendentes que la acecharon y ahora, ademas de percibirse beneficiados en el favor municipal para el primer torneo—según las encuestas— se anotan en una sociedad de socorros mutuos con la dama para la segunda porfía. Porque Cristina insiste en que se reducirá a candidata municipal de la Tercera Sección Electoral, que incluye la dominante Matanza y otros 18 municipios, lo que reforzaría el capital propio de cada uno de esos de esos jefes territoriales. Ese descenso de Cristina, un símil de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital Federal, para moverse en el campo de los permisos municipales en la construcción de edificios o las concesiones de obras de asfalto o desagües, significa un aporte al partido: trae la portación de su nombre, un porcentajes de fanáticos que no la olvida, mas el sello del PJ oficial, la marchita y las fotos del general con Evita a incluir en las boletas. Especialistas en sondeos reconocen que esos elementos de tradición son graníticos, de inolvidable fidelidad para un sector de la población bonaerense.
Perder para ganar pudieron aconsejarle Massa y los amigos a Cristina, aunque para ella, lo de concejal o pretensiosamente “legisladora provincial” supone calzarse batones de entrecasa en vez de los llanos modelitos que hoy exhibe. Chancletas en lugar de zapatillas de marca o de insoportables zapatos de Louboutin. Otro descenso de una otrora cliente de la haute couture, peripecias de la política. El bordado que forja Massa con Kicillof y Cristina, si culmina también en un reglamento de confidencialidad y concordia, tal vez implique el regreso del ex ministro de Economía a las luminarias escénicas, como simple aspirante a una diputación —eso sí, nacional— para el segundo turno de las elecciones separadas en la provincia. Difícil que presida la lista, concurrir como número tres es suficiente, reservándole el uno-dos a un hombre o una mujer, o viceversa, elegidos por los que hoy se encuentran distanciados. Pero seguramente engarzados para cuando llegue la ocasión, consejo de un viejo Vizcacha llamado Perón.