Por Paul Battistón.-

Si tenemos en cuenta que en 1958, apenas 3 años después de la Revolución libertadora, Perón ya volvía a intervenir en la política argentina desde su exilio con total poder y éxito, debemos deducir que es un gran error subestimar al peronismo. Es un gran mal siempre listo para volver. La personalidad de Milei le impide aceptar convertirse en un Macri, o sea alguien que a duras penas se conforme con atravesar la orilla llevándose un casual triunfo sobre el peronismo. Además, la cohesión (inexistente) de la LLA lo obliga a ser un total triunfador sin medias tintas, ya que el día que Milei se desvanezca (al igual que lo hizo Thatcher) se desvanecerá o mutará rápidamente su propia creación, la LLA.

Milei se ha autoimpuesto ser quien ponga el clavo final en el ataúd y obviamente ese clavo no iba a estar listo si el peronismo se llevaba de regalo «la proscripción». No importa que en realidad no lo fuera, el peronismo siempre puede reformular toda definición que se le cruce por el camino, llevaba consigo una goma de borrar hecha con miedo y perseverancia, pero hoy sólo le queda la perseverancia. Bien dijo Dady Brieva cuando afirmó que les habían perdido el miedo, que por algún motivo ya no les creían y que Milei tiene la capacidad de llevarse todo puesto, lo cual era una cualidad muy peronista.

¿Estamos en riesgo de que todo vuelva atrás con este paso en falso tras la caída de ficha limpia? Obvio que sí pero, de igual manera, si ficha limpia hubiera sido un éxito también lo estaríamos en otro escenario distinto preparado por los redactores del eterno relato de santidad del peronismo y su justicia social. La guerra es a fondo y no se permite en la misma por decisión de sus partícipes situaciones ambiguas.

Las elecciones provinciales de este fin de semana pasado sólo pueden ser medidas como éxitos. La dinámica que Milei debe llevar adelante para sostener la inercia atropelladora que asombra al peronismo así lo requiere. De haber podido ser, desde el bando opositor también habrían declarado el éxito (basado en la falta de triunfo concreto de LLA) aunque el pésimo desempeño de las listas peronistas los ha hecho refugiarse en el silencio.

Este fin de semana por venir traerá dos éxitos antagónicos e incompatibles que finalmente tendrán un ganador definitivo en el correr de la semana en el campo de batalla de la calle (de los contenidos). El debate previo de los candidatos ya presentó en público un ensayo previo de esa batalla que se dirime para reinterpretar o acentuar la estadística dejada en las urnas.

Santoro podría ser ganador. ¿Se es ganador con 28 puntos porcentuales? Seguramente estarán ya preparando contenido con los 20 y pico magros puntos de Néstor de hace 20 y pico años atrás. Aunque aún está por verse la cosa. Asumir por parte de Adorni la total identificación con Milei obedece a la necesaria forma de atropellar pero también es un misil de sinceridad brutal contra un blindaje de ocultamiento necesario.

Cuarenta puntos contarían como un verdadero triunfo para cualquiera que los obtuviera pero, ante lo improbable de que esto ocurra, el supuesto triunfo necesitará de otras formas de medición que puedan ser prolongadas en un éxito en la guerra de contenidos.

Puede que estemos ante una segunda ocasión en que el Síndrome Paco Manrique (la división del electorado no peronista) no ponga en riesgo una mayoría de sentido común por sobre el sentido esquizofrénico de la pretensión de soluciones infantiles a contramano de lo empírico y real (algo de lo que el adoctrinado kirchnerista es tan convencido de consumir). Cuando la suma de los candidatos abiertamente anti populistas dé muy por encima de los valores obtenidos especialmente por Santoro, el peso del miedo infundido por el proceso inevitable de atropellar, nuevamente impondrá el sello Milei por sobre el sello de las siglas partícipes.

Algún día, por el cansancio, desgaste o simplemente la concreción de objetivos, la topadora disminuirá la velocidad y la historia será otra y los números tomarán la forma concreta de las cifras escritas. Por el momento el León despierta y condiciona ovejas mucho más allá de los límites de LLA.

Share