Por Hernán Andrés Kruse.-

Javier Milei se presentó desde el principio como el abanderado de la causa por la dolarización. Está convencido de que si los argentinos reemplazamos el peso por la divisa norteamericana todos nuestros problemas económicos se solucionarán como por arte de magia. Cabe reconocer que el libertario sorprendió a más de uno al anunciar públicamente su decisión de dolarizar la economía si era elegido presidente. Es la primera vez que un candidato presidencial promete semejante cambio radical de nuestro sistema monetario. Al principio nadie lo tomó demasiado en serio, en especial sus colegas de la casta política. Pero con el transcurrir de las semanas y al compás de su crecimiento electoral su propuesta dolarizadora comenzó a acaparar la atención de la opinión pública en general y de la clase política y los analistas económicos en particular. Finalmente, la histórica victoria obtenida por el libertario el domingo 13 de agosto despejó todo tipo de duda: la dolarización había dejado de ser un cuento de hadas para pasar a ser uno de los ejes fundamentales de una eventual gestión de La Libertad Avanza.

En las últimas horas Emilio Ocampo se incorporó al equipo de economistas de Milei. No se trata de un economista más sino de un ferviente defensor de la dolarización y coautor, junto a Nicolás Cachanosky, del libro “Dolarización, una solución para la Argentina”. En su edición del 16/8 Infobae publicó algunas frases que resumen el pensamiento económico de este docente de Finanzas e Historia del CEMA e investigador del Center for Strategic and International Studies, un think tank de la república imperial.

1-“Los argentinos tienen más de 200.000 millones de dólares guardados. Cuando ese dinero entre en circulación, por ejemplo para pagar impuestos, automáticamente el Estado tendrá divisas disponibles para avanzar con el proceso”.

2-“Nuestro cálculo es que en 18 meses todos los pesos se canjearán por dólares. Será un proceso paulatino, como sucedió en Ecuador que llevó un total de 9 meses. Por otra parte, los depósitos y créditos bancarios también pasarían a estar nominados en moneda extranjera”.

3-“La experiencia de Ecuador es que la gente recupera rápidamente la confianza en el sistema. En ese país a los pocos meses aumentaron 30% los depósitos, aun cuando venían de un período de quiebras de instituciones bancarias”.

4-“Hilando fino, el proceso dolarizador tendría además algunas particularidades. Como es inviable importar monedas, los billetes de menor denominación se mantendrían para el cambio. Por ejemplo, la moneda de un cuarto sería reemplazada por el billete de 200 pesos”.

5-“La única manera de bajar la inflación en un país como la Argentina es dolarizándola. Por eso, Milei tendría tiempo para completar el proceso hasta mayo de 2025, antes de las elecciones legislativas. De esta forma podría apuntar a una rápida estabilidad de los precios. En Ecuador tardó un poco más porque hubo una devaluación al arrancar el proceso, que aquí no sería necesario”.

6-“Patricia Bullrich habla de economía bimonetaria, pero es algo impracticable porque la gente no tiene pesos y se produciría un fuerte impulso inflacionario ante la caída de la demanda. Por otra parte, Horacio Rodríguez Larreta ni siquiera entiende cómo se puede avanzar, porque sigue haciendo la cuenta de pesos emitidos versus reservas, que en este caso sería irrelevante”.

7-“No hay una receta única para dolarizar. Nosotros proponemos cuál puede ser el modelo para Argentina, que además es la única manera de cortar la inflación, que se acelera cada vez más”.

Pero el proyecto de dolarización de Milei también cuenta con un sólido apoyo del exterior. Me refiero al profesor de economía de la universidad John Hopkins Steven Hanke, quien, en una entrevista concedida al periodista Martín Kanenguiser (Infobae, 20/8/023), defendió y destacó las bondades de este régimen. De las preguntas que le formuló Kanenguiser resalto las siguientes:

1) ¿Cree que la Argentina puede evitar una hiperinflación?; 2) ¿qué condiciones necesita el país para dolarizarse?; 3) ¿Debería eliminarse el Banco Central como propone Milei? A continuación paso a transcribir las respuestas del profesor Hanke.

1) “Cuando se trata de Argentina, realizo dos actividades. En primer lugar, mido las hiperinflaciones. Ese programa de investigación ha dado como resultado la Tabla de Hiperinflación mundial Hanke-Krus. Ahora incluye 66 episodios de hiperinflación. Uno de esos 66 episodios corresponde a Argentina (mayo de 1989-marzo de 1990). En segundo lugar, he diseñado y aplicado reformas monetarias que han detenido hiperinflaciones. Lo único que yo hago es pronosticar hiperinflaciones. Eso es porque las hiperinflaciones son relativamente raras y extremadamente difíciles de predecir”.

2) “En mis estudios de los 33 países y jurisdicciones que se han “dolarizado”, así como en mi participación como asesor en las “dolarizaciones” de Montenegro (1999), Ecuador (2000) y Zimbabue (2008), he descubierto que las “dolarizaciones” se han producido con éxito en circunstancias muy diferentes y con diversos tipos de modelos de dolarización. No hay condiciones previas para la dolarización. Los críticos de la dolarización a menudo sacan a relucir una larga lista de condiciones previas que deben cumplirse antes de introducir la dolarización. Sin embargo, tanto por principio como en la práctica, no hay condiciones previas para el éxito de las “dolarizaciones”.

3) “No conozco las modalidades exactas de lo que propone Milei, pero, en principio, la eliminación de la capacidad del Banco Central de la República Argentina para crear dinero es una gran idea. Para liberar a Argentina de su problema del peso, Argentina debe eliminar el peso y la capacidad del Banco Central de producir pesos. La eliminación de los poderes monetarios discrecionales del BCRA es una excelente idea, ya que la inestabilidad económica creada por el BCRA es la fuente de muchos si no la mayoría, de los problemas económicos de Argentina”.

Desde el punto teórico parece difícil de refutar tanto la postura del profesor Ocampo como la del profesor Hanke, especialmente para los neófitos en economía, como yo. Pero sucede que estamos en La Argentina, un país por demás complejo y con una historia harto complicada. El economista del CEMA y el economista de de la universidad John Hopkins parecen no tener en cuenta, por ejemplo, la reacción que podría provocar en el sindicalismo y en las organizaciones sociales y piqueteras, y en las fuerzas políticas de izquierda la cirugía sin anestesia que implicaría para el pueblo la dolarización. No son conscientes de las consecuencias que podría traer aparejadas la imposición de dólar como moneda de curso legal en la Argentina. ¿Creen que los actores políticos y sociales mencionados se quedarán en su casa luego de escuchar al presidente Milei anunciando la dolarización? Parecen no ser conscientes de que la dolarización no haría más que poner en riesgo la paz social, que el éxito de semejante propuesta sólo podría garantizarse con represión.

A continuación paso a transcribir partes de un ensayo de Hanke titulado “Una propuesta de dolarización para la Argentina” (Cato Institute, 1999). Vale recordar que en aquel entonces estaba asesorando al presidente Menem en esta materia.

LA DOLARIZACIÓN ES ACONSEJABLE

“Teniendo en cuenta que Argentina no tiene un sistema ortodoxo de caja de conversión ni lo ha querido implementar, tal como lo hemos propuesto, la dolarización es deseable. Un sistema monetario dolarizado funciona casi igual que un sistema ortodoxo de caja de conversión. La diferencia principal consiste en que bajo la dolarización un país entrega sus derechos de señoreaje (margen de utilidad que arroja la emisión de moneda) a los Estados Unidos, mientras que en un sistema ortodoxo de caja de conversión mantiene ese beneficio. Consideremos a continuación los costos y beneficios de la dolarización comparados con el esquema de convertibilidad instaurado en Argentina. El mayor costo de la dolarización sería la pérdida de señoreaje. Actualmente, Argentina gana unos 750 millones de pesos al año en señoreaje. Considerando que el tamaño de la economía argentina–medida por su producto interior bruto–es aproximadamente 340.000 millones de pesos, el señoreaje apenas es un 0,22 por ciento de su PIB anual. En otros países de baja inflación, el señoreaje puede ser hasta un 1 por ciento. La larga historia de inflación de Argentina antes de la Ley de Convertibilidad ha hecho que los argentinos tengan menos ganas de mantener billetes y monedas locales que gente de otros países con baja inflación, por eso el señoreaje en Argentina es más bajo que el promedio. Dado que la tasa de cambio del dólar y el peso es 1 a 1, la conversión de programas computacionales y de máquinas registradoras no originaría grandes costos. En consecuencia, los costos administrativos de dolarizar la Argentina serían muy pequeños.

El mayor beneficio de la dolarización sería la reducción en los tipos de interés en Argentina. Al desaparecer la tasa de cambio entre el peso y el dólar, desaparecería también el riesgo cambiario, con lo cual se cierra la brecha existente entre los tipos de interés en dólares y en pesos. Como hemos indicado, a finales de enero de 1999, la tasa de interés para préstamos interbancarios diarios era cerca de un punto porcentual mayor en pesos que en dólares, diferencia que podía llegar a alcanzar 5 puntos porcentuales para préstamos interbancarios a un año. Para los clientes no bancarios, el margen es mayor. Es verdad que la gente que desea pagar tipos de interés más bajos puede endeudarse en dólares, pero eso les expone a un riesgo cambiario que pueden no desear tomar, dada la larga historia de devaluaciones de la Argentina antes de la Ley de Convertibilidad. Al eliminar el riesgo cambiario, la dolarización reduciría los tipos de interés.

Por consecuencia, la tendencia al alza del crecimiento económico se intensificaría y la variabilidad de éste disminuiría. De hecho, un memorando del gobierno estima que la disminución de los tipos de interés añadirían 2 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento económico. Este beneficio es mayor que el costo de señoreaje perdido (0,22 por ciento de PIB). Incluso al utilizar un análisis de costos y beneficios convencional como el anterior, la conclusión es la misma: para Argentina, los beneficios de la dolarización superan con creces los costos. Sin embargo, al evaluar regímenes monetarios alternativos, el análisis convencional de costos y beneficios no capta otros costos y beneficios de igual importancia; a saber, los deseos de los consumidores. Los “consumidores” del dinero son sus usuarios; es decir, todo el mundo excepto los niños pequeños. En lugar de usar como punto de partida en sus análisis la determinación de cuáles son las características que el consumidor desea en el dinero, los economistas simplemente asumen que un banco central bienintencionado, competente, y políticamente independiente produce los mejores resultados, y desde allí proyectan sus cálculos.

En el caso de Argentina ello está tan alejado de la realidad como suponer que un monopolio telefónico estatal puede proporcionar un servicio eficiente y de bajo costo. Los argentinos han demostrado que las características que ellos desean en una moneda son las que tiene el dólar: baja inflación, convertibilidad total, buenas perspectivas a futuro, y aceptabilidad internacional. La Ley de Convertibilidad tuvo éxito donde otras reformas monetarias fracasaron precisamente porque convirtió al peso en un pariente cercano del dólar. Sin embargo, el consumidor todavía percibe que el dólar es superior al peso. La dolarización permitiría al consumidor aprovecharse totalmente de la percibida superioridad del dólar. Las autoridades del gobierno han dicho en numerosas ocasiones que las reservas que respaldan al peso son propiedad de los titulares de la base monetaria, y que el Banco Central solamente las mantiene en depósito por cuenta de ellos. Esta es una actitud encomendable, pero que el consumidor todavía no termina de creer. La dolarización privatizaría las reservas al distribuirlas entre los argentinos que hoy tienen pesos en la mano. Así se eliminaría cualquier duda que tenga el consumidor sobre sus derechos de propiedad en pesos, o sobre la duración de la paridad peso-dólar”.

UN PROGRAMA ESPECÍFICO PARA LA DOLARIZACIÓN ARGENTINA

“La dolarización oficial haría necesario convertir la base monetaria (billetes y monedas, más depósitos a la vista en pesos de las instituciones financieras con el Banco Central) a activos en dólares–billetes, depósitos en los bancos de los Estados Unidos, activos que se puedan intercambiar fácilmente tales como los bonos del tesoro, o todos en combinación. Si se siguen los pasos detallados a continuación, la dolarización rápida que proponemos puede empezar inmediatamente y quedar virtualmente completada en 30 días. Un calendario de 30 días es realista, aunque otros países han hecho reformas monetarias más complejas en menos tiempo. Para dolarizar Argentina, se deben seguir los siguientes pasos:

  1. Asegurarse que las reservas líquidas del Banco Central sean cuando menos equivalentes a la base monetaria. Las reservas líquidas–reiteramos–son las divisas que respaldan a la base monetaria menos los bonos de deuda pública. Como hemos mencionado, a finales de enero de 1999, estas reservas excedían la base monetaria.
  2. Anunciar que a partir de ese momento, todos los salarios, precios, activos y pasivos en pesos son ahora precios, salarios, activos y pasivos en dólares a una tasa de cambio de 1 dólar = 1 peso. No se permitirá el cobro de comisiones por convertir pesos en dólares. Expresado en dólares americanos, la dolarización no producirá cambio alguno. Los depósitos bancarios y los préstamos con tasas fijas de interés continuarán con la misma tasa de interés hasta su vencimiento, excepto que ahora el capital principal y el interés se pagarán en dólares. Las tasas de interés en dólares serán probablemente más bajas que las tasas de interés en pesos antes de la dolarización. Los deudores se beneficiarían de las tasas de interés más bajas si logran refinanciar sus deudas; si no, no van a estar peor que como lo estuvieron bajo la convertibilidad, porque, en términos de dólares, estarían pagando montos equivalentes a la misma tasa de interés. La dolarización causará una leve redistribución del ingreso: en general, aquellos que se endeuden en dólares pagarán menos y quienes presten en dólares recibirán menos de lo que reciben ahora porque no podrán hacer préstamos en pesos. Pero los acreedores disfrutarán de otro tipo de beneficio, dado que la dolarización elimina las devaluaciones del tipo que han llevado a la quiebra a los bancos en Asia. En general, la baja de las tasas de interés beneficiará a la economía argentina, al permitir al sector empresarial y a los consumidores asumir deudas que de otra forma no habrían considerado factibles.
  3. Reemplazar inmediatamente el peso por el dólar como unidad de cuenta. No se necesita un período de transición debido a que la paridad es de 1 por 1. No habrá necesidad de modificar los métodos contables, ni los sistemas de computación, ni los precios de los productos en los estantes de las tiendas.
  4. Reemplazar inmediatamente los depósitos en pesos del Banco Central por su equivalente en dólares. En 1995, Argentina ya tomó un paso en esa dirección al trasladar sus pagos desde una cuenta en pesos del Banco Central a una cuenta en dólares en Nueva York. Este paso simplemente finalizaría este proceso.
  5. Retirar billetes y monedas en circulación, preferentemente durante el período de transición. El tiempo que lleve dependerá de lo que tarde el Banco Central en obtener dólares. Lo deseable es reemplazar la mayor parte de los pesos durante el período de transición. Una vez que el retiro de pesos se haya iniciado, no se permitirá a la banca cobrar comisiones por canjear pesos por dólares. Terminado el retiro de la mayor parte de los pesos en circulación, la banca y el estado continuarán por un plazo que puede ser de cinco años aceptando pesos, de manera que los que tienen esos billetes tengan tiempo para canjearlos. Sin embargo, no se permitirá el uso de billetes viejos para el pago de transacciones personales. Transcurrido el plazo, el Presidente de Argentina podrá hacer uso de sus facultades para desmonetizar el peso. Nosotros favorecemos reemplazar tanto los billetes como las monedas por su equivalente en dólares, pero la Argentina podría mantener monedas metálicas de emisión nacional, como lo hace Panamá.
  6. Reestructurar el Banco Central tomando en consideración que ya no es una institución emisora. El Banco Central perderá la facultad de fijar la política monetaria. Sin embargo, puede continuar teniendo una función en el sistema financiero regulando las instituciones financieras y reuniendo estadísticas financieras. Algunos sectores podrán estimar que la dolarización, de ser adoptada, debería ser una medida transitoria. Al contrario, la experiencia histórica indica que la dolarización, en la forma que la proponemos, debe ser permanente. Proponemos que se le permita a los argentinos que usen cualquier moneda y que se le impida al estado volver a emitir una moneda nacional de nuevo. Para Argentina, la moneda emitida por el estado siempre ha sido una maldición. La Ley de Convertibilidad ha hecho que el peso sea casi tan bueno como el dólar, pero todavía no ha logrado igualarlo. La dolarización que proponemos aseguraría que los argentinos tengan la libertad de usar la mejor moneda del mundo, y haría más difícil regresar a los viejos tiempos de una moneda nacional de mala calidad”.
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