Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“A veces, uno sabe de qué lado estar simplemente viendo quiénes están del otro lado”. Leonard Cohen.

El mundo entero parece haberse aficionado a jugar al TEG pero con armas cada vez más letales; más allá de la horrorosa incursión de Hamas en Israel, a través de la cual Irán está modificando todo el mapa político de Medio Oriente, y de la salvaje invasión de Rusia a Ucrania, que logra lo mismo en Europa, el clima bélico también ha llegado a Sudamérica. Así, algunos países de la región van frustrando las siniestras intenciones del Foro de São Paulo pero, a la vez, otros ponen en riesgo la paz que, durante tantos años fue un privilegio del subcontinente.

Toca felicitar a la ciudadanía colombiana que, el domingo pasado, reaccionó sin miedo y comenzó a revertir el camino de destrucción que inició al elegir como Presidente a Gustavo Petro, el ex guerrillero de las FARC que integra el arco nefasto del “socialismo del siglo XXI”. Lo hizo en las elecciones regionales que la oposición ganó por amplísimo margen y, como perla, llevó a la Alcaidía de Bogotá a Carlos Fernando Galán, hijo de un candidato presidencial asesinado por Pablo Escobar Gaviria en 1989.

La misma reacción se percibe en Venezuela, donde el narco-régimen de Nicolás Maduro se ve, por primera vez, fuertemente cuestionado por el gran éxito (92%) alcanzado sin miedo por Corina Machado en las internas de la oposición. Cuando la dictadura aceptó las negociaciones en Barbados para garantizar elecciones libres, el mundo libre levantó algunas de las sanciones económicas impuestas; sin embargo, a pocos días de ello, el chavismo las vuelve a motivar anulando los resultados de esas elecciones, persiguiendo a su vencedora y, además, buscando una insensata guerra contra Guyana por la región de Esequibo, para insuflar un instinto nacionalista que logre aglutinar en su apoyo a la opinión pública. ¿Algún parecido con la Argentina?

En Chile, el bastión socialista de buenos modales, el gobierno de Gabriel Boric está nuevamente jaqueado en el proceso de reforma constitucional, en el cual la derecha ha impuesto sus criterios y mandado al arcón de los malos recuerdos las exóticas propuestas de instalar una nación plurinacional y suprimir al Senado. Bolivia, el modelo que pretendió imitar la izquierda chilena, se ha transformado en la base terrorista regional de Irán, como Venezuela, y el gobierno de Luis Arce está emitiendo pasaportes a iraníes que pasan a nuestro territorio por fronteras que son verdaderos coladores, olvidando que el país de los ayatollahs fue el responsable de los peores atentados que sufrimos, los de la Embajada de Israel y la AMIA.

Volviendo a la Argentina, el Aceitoso “vende” haber ganado ya el ballotage que se disputará dentro de dos semanas, pese a ser el máximo responsable de la tragedia socio-económica que vivimos. En pos de ese hipotético triunfo, devastó aún más la tierra arrasada en que ha convertido al país con su “plan platita 3” y con la degradación de la democracia que implica la “campaña de miedo” que instrumentó utilizando las empresas públicas. Pero la realidad es bien distinta, ya que la gran mayoría se expresó en contra del proyecto de Sergio Massa, que sólo concitó el apoyo del 37% del electorado, en la peor performance del peronismo en toda su historia; seguramente, teme que la mayoría republicana ponga fin a sus sueños.

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He sido desde aquí duro crítico de las propuestas más disruptivas de Javier Milei, y no me arrepiento de haberlo hecho. Sin embargo, ahora no sólo lo apoyo sino que milito activamente a favor de su candidatura. Y lo hago por dos razones muy simples: la primera, es que estoy convencido que necesitará negociar para adquirir una gobernabilidad que la escasez de legisladores y la carencia de gobernadores propios le retaceará y, así, su conducta podrá ser controlada por el Congreso y por la Justicia; y la segunda, más determinante, surge de observar el tren fantasma de quienes rodean al Aceitoso y su mujer, Malena Galmarini, mientras recuerdo cuán peligrosos son, ya que coinciden tanto en su amoralidad cuanto en su riqueza mal habida, producto de su rara relación con el narcotráfico.

Esta nueva mutación del peronismo transporta en sus vagones a los peores líderes gremiales (vgr. Hugo Moyano y Roberto Baradel), los eternos señores feudales de las más pobres provincias (Gildo Insfrán, Osvaldo Jaldo y Gerardo Zamora), los abyectos “barones” del Conurbano (con Martín Insaurralde portando la incombustible bandera), los empresarios prebendarios y corruptos, y hasta los integrantes de ese extraño radicalismo transformado en bolsa de empleo público (Ricardito Alfonsín, Gerardo Morales, Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti, Miguel del Sel).

Por todo eso, y en especial por el daño terminal que significaría para el país extender, al menos por otros veinte años, un sistema de gobierno tan corrupto y nefasto como el que perfeccionará y extremará Sergio Massa si se hiciera con el poder. Pero, así como ya podemos dejar de tener miedo a que la región entera se vista de rojo, también debemos actuar con coraje y decisión para conseguir que ese saludable hálito que la recorre llegue a la Argentina. Recuperarnos de esta prolongada enfermedad llevará tiempo y dolor pero, estoy seguro, podemos lograrlo y recuperar el futuro para nuestros hijos y nietos, evitando que se vean obligados a emigrar para intentarlo encontrarlo fuera.

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