Por Carlos Tórtora.-

Cristina Kirchner se prepara para hacer un combo político que le daría centralidad. El próximo 13, la Cámara Nacional de Casación Penal seguramente ratificará su condena por administración fraudulenta en la causa Vialidad. Horas después, el 17, ella habrá de asumir la presidencia del Consejo Nacional del PJ. Todo servido para que la expresidenta se envuelva en la bandera de la persecución política y convoque a que todo el peronismo se solidarice con ella contra la condena.

Lo más probable es que Javier Milei participe con gusto de este juego de polarización con su rival predilecta, atacándola y colocándola como la máxima representante de la oposición. Para el grueso de la dirigencia justicialista, que está deseosa de un cambio, este escenario es sin duda el peor. Con semejante show, el peronismo entrará al año electoral signado por las manchas de corrupción del kirchnerato. Luego vendrá, como es lógico, el operativo clamor auto impuesto para que ella encabece la lista de candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires.

La jugada de Milei no está exenta de riesgos y hasta puede convertirse en una ruleta rusa. En el actual estado de pauperización social, Cristina puede llegar a ganar las elecciones en Buenos Aires, aunque sea con el repudio de los sectores medios, que en el segundo cordón del conurbano son bastante minoritarios.

Con la última palabra

Con la instalación de Cristina en la presidencia del PJ, empezará otra batalla político-judicial. Ella intentará seguramente apelar su condena ante la Corte Suprema de Justicia para que la misma no quede firme y no pueda entonces ser candidata al estar inhabilitada para ejercer cargos públicos. No sería de extrañar entonces que, en definitiva, sea la Corte la que tenga la única palabra sobre su candidatura.

El grueso del peronismo se prepara entonces para asistir como un convidado de piedra a este show mediático donde todas las luces serán de Cristina y Milei.

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