Por Carlos Tórtora.-

La candidatura de Cristina Kirchner a la presidencia del PJ, lanzada en medio de un operativo clamor bastante intenso, no está cosechando los frutos esperados. La casi totalidad de los gobernadores justicialistas permanecen callados con excepción del riojano Ricardo Quintela, que hasta ahora insiste en ratificar su candidatura para competir con la expresidenta.

En realidad, históricamente Cristina menospreció la conducción del PJ y consintió en que la misma la ocupara Alberto Fernández.

Pero las cosas han cambiado. Cuatro días antes de que se renueve la cúpula del PJ, el 13 de noviembre, la Sala de la Cámara Nacional de Casación integrada por Gustavo Hornos, Mariano Borinski y Diego Barroetaveña seguramente ratificará la sentencia dictada en diciembre del 2022 en la causa Vialidad por el Tribunal Federal Oral Número 2, que dispuso para ella la pena de 6 años de prisión por administración fraudulenta.

La sentencia también incluye la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. De confirmarse el fallo, sólo quedaría para dilatar su cumplimiento la apelación ante la Corte Suprema de Justicia. Todo esto sin mencionar que el gobierno intenta aprobar rápidamente el proyecto de ficha limpia, que de ser así, dejaría fuera de la carrera electoral a la expresidenta. Es posible entonces que ella, ante la posibilidad de quedar proscripta para ser diputada nacional en el 2025, quiera asegurarse un rol institucional como es la presidencia del PJ.

Varias alternativas

En este orden de cosas, hay dos temas centrales para el peronismo. El primero es si ella, siendo primera candidata a diputada nacional por Buenos Aires, le garantiza al PJ ganar las elecciones en ese distrito. De ser así -y hasta ahora no hay otro candidato con peso electoral-, la dirigencia peronista lucharía para defender esa candidatura.

El otro tema, no menos importante, es si ella, una vez más, se apropiaría de la lapicera para llenar sobre todo las listas de candidatos a diputados nacionales por el PJ bonaerense. El temor de que una vez más todo se haga a la medida de La Cámpora provoca fuertes resistencias en un espectro que va desde Axel Kicillof hasta Fernando Gray.

Nunca, desde que el kirchnerismo tomó el mando del peronismo en el 2003, se había visto semejante resistencia a que Cristina ejerza poderes monárquicos. La inminente sentencia de Casación la debilitará objetivamente, más allá de su probable victimización. En cuanto a qué pasos dará en esta cuestión Javier Milei, no está claro si quiere que La Libertad Avanza confronte con ella en las urnas o si por el contrario aspira a sacarla de juego. Esta opción es justamente la que el presidente estaría evaluando cuidadosamente.

Hasta ahora, Milei eligió polarizar con ella, para fortalecer a un peronismo sin renovación y anclado en el pasado. Pero aun en estas condiciones el peronismo puede darle un disgusto a la Casa Rosada.

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