Por Carlos Tórtora.-

Javier Milei marchó a Washington con las palabras del ex Director del FMI Claudio Loser resonando en sus oídos «Ni de lejos le va a prestar US$ 20.000 millones el FMI, aunque esté Donald Trump en el gobierno en los próximos días». Y, para mayor precisión, remato así: «podrían ser 7000 y 8000 millones. El resto tendrá que venir del Banco Mundial, el BID o financiamiento de otro tipo».

Si las afirmaciones de Loser responden a la realidad, como lo indican también otras señales, el líder libertario se enfrenta a una situación sumamente difícil. Un préstamo del FMI de 7 y 8 millones podría desatar el pesimismo en los mercados locales. Se trataría, ni más ni menos, de un caso de expectativas sobredimensionadas.

Durante los últimos dos meses, Milei se ocupó de que los medios destacaran su relación especial, creando el sobreentendido de que habría un importante salvataje financiero. Si la «relación especial» no es suficiente, podría generarse localmente un efecto negativo por la caída de las expectativas en la calle. Trump privilegia en América Latina el tratamiento de su crisis con México, por la puesta en marcha de la nueva política antiinmigratoria. En cuanto a Venezuela, es obvio que los intereses petroleros que capitaliza Chevron determinan que siga el statu quo en Venezuela. El eje que componen Brasil, México y Colombia apuesta a la continuidad de Nicolás Maduro. En este contexto, la condición de Argentina como único aliado regional de Trump no es para nada cómoda.

Sesiones inciertas

Mientras tanto, las sesiones extraordinarias que dieron comienzo ayer tienen un rumbo incierto. La postura de Miguel Ángel Pichetto de no dar quórum para el tratamiento de los proyectos si no se incluía entre los mismos al presupuesto todavía puede hacer fracasar las sesiones si peronistas y radicales terminan planteando lo mismo.

Lo que parece obvio es que el oficialismo tiene demasiadas pretensiones si aspira a tratar y que se voten 7 proyectos en 4 semanas.

Por otra parte, Milei ni pensaría en negociar la ley de presupuesto y su propuesta a los legisladores es más de lo mismo. O sea, subordinarse o enfrentarlo sin abrir caminos intermedios.

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