Por Carlos Tórtora.-

Septiembre marcó un punto de inflexión en la ecuación política del poder. Una avalancha de encuestas marcaron que Javier Milei se desliza por el tobogán de la impopularidad. El acto de Parque Lezama, armado acarreando micros del conurbano, mostró a las claras que el presidente ya no convoca a grandes sectores de la clase media porteña como lo hacía el año pasado.

La dirigencia política es sensible a lo que indican los números de los sondeos. Y empieza a darse una creciente corrida para tomar distancia de la Casa Rosada ante la evidencia de que, salvo que se produzca un milagro económico, los libertarios son candidatos a perder por amplio margen las elecciones del año que viene.

Así es que al gobierno se le hace cuesta arriba reunir los dos tercios de los votos de ambas cámaras para sostener el veto a la ley de financiamiento universitario. Los legisladores del PRO no aceptarían cometer suicidio político apoyando el veto, sobre todo después de la impresionante marcha del miércoles. Y los cinco diputados radicales que se dieron vuelta apoyando el veto a la ley de movilidad jubilatoria estarían negociando ausentarse cuando se trate la ley de financiamiento universitario.

Aprontes

En consonancia con todo esto, Cristina Kirchner se muestra cada vez como candidata. Sin duda la estimula la idea de tener que competir en Buenos Aires con un frente antiperonista liderado por Karina Milei.

Tratándose de una elección legislativa, lo más probable es que el resultado en Buenos Aires sea el que marque la victoria y la derrota.

Y justamente es el conurbano bonaerense el lugar del país donde crece más rápidamente el repudio a Milei.

Al margen del clima de retorno cristinista, no se equivoca el presidente al hablar de un entendimiento entre Martín Lousteau, Horacio Rodríguez Larreta y hasta Sergio Massa. Los nombrados pueden hacer causa común con las listas de candidatos en varias provincias. Pero para empezar pueden intentar doblegar en Capital a la alianza de La Libertad Avanza y el PRO.

En medio de esta creciente sensación de soledad, Milei depende cada vez más del PRO y el precio de Mauricio Macri comienza a subir.

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