Por Oscar Edgardo García.-

El fracaso en la aprobación de la ley de «Ficha limpia» en el Senado Nacional ha suscitado distintas reacciones, tanto de parte del oficialismo como de las fuerzas políticas que le son más cercanas, con afirmaciones, críticas y supuestos de improbable comprobación.

Sobre el particular, Javier Milei manifestó que los «corruptos ganaron una batalla, pero no la guerra» y que los sacará “a patadas en el culo”.

Bienvenida sea tal decisión porque hasta el momento no hay evidencias formales de que haya tomado firmemente tal iniciativa en la forma en que la ciudadanía anhela.

Contrariamente a ello, tomó algunas decisiones confusas e incomprensibles tales como proponer a Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia, con antecedentes que por sí mismos lo descalificaban para su nombramiento, designar a funcionarios al frente de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) con precedentes de vinculaciones dudosas y fundadas sospechas por enriquecimiento ilícito en virtud del injustificable patrimonio que ostentan y resolver que la Unidad de Información Financiera (UIF) deje de intervenir como parte querellante en causas judiciales vinculadas a hechos de corrupción y lavado de activos.

Es hora de que el Presidente de la Nación actúe como promete en la lucha contra la corrupción, cumpliendo con las responsabilidades que le caben para no frustrar el mandato que el pueblo le confió.

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