Por Carlos Tórtora.-

Las señales de fin de la fiesta financiera del gobierno están a la vista. Luis Caputo quemó US$ 870 millones en cinco días para frenar la tendencia alcista del dólar y las versiones de inminente devaluación le quitan a Javier Milei el espacio para seguir diciendo que acá no pasa nada. En un juego de acción psicológica, el gobierno infla todo lo que puede la expectativa de que, a partir de que Donald Trump asuma la presidencia el 20 de enero, Argentina recibirá un salvavidas por parte del FMI. Esto, según la mayor parte de los analistas, apenas sería una ayuda bastante módica.

El caso es que ya se instaló un clima de inestabilidad cambiaría que tiene su inmediata resonancia en el campo político.

Eufórico con su mejoría en las encuestas, Milei vino desarrollando en los últimos 60 días una estrategia electoral para absorber a la mayor parte del electorado del PRO y de los radicales violetas, pensando en que así La Libertad Avanza podría convertirse para el año entrante en la primera fuerza política nacional. Los libertarios construyeron a los apurones un tinglado partidario donde se nota que faltan no sólo dirigentes sino también votos.

Pero la marcha triunfal de las fuerzas del cielo se encontró con serias barreras en los últimos 30 días. Para empezar, los escándalos de corrupción que tienen por protagonistas a Edgardo Kueider, Cristian Ritondo, Andrés Vázquez y Juan Plazo, si bien deterioran a la clase política en su conjunto, no dejan de ensuciar la gestión de un gobierno que se jactaba de su moralidad.

En segundo lugar, ante el obvio desgaste de su primo Mauricio, Jorge Macri dio un paso al frente y adelantó las elecciones porteñas para el próximo 6 de julio, desafiando las exigencias de Milei de que el PRO se sometiera a una alianza dictada por él.

Este nuevo escenario le complica bastante el juego a Milei, ya que podría empezar el ciclo electoral con una derrota en Capital.

Tercero, el mencionado clima de inestabilidad cambiaria pone en evidencia que la solidez económica del oficialismo es en realidad más parecida a un castillo de naipes.

Se puede agregar a todo esto un cuarto factor y es que varias encuestas muestran un crecimiento en las encuestas de Axel Kicillof, que cada vez más representa la esperanza de muchos peronistas para poner fin al ciclo de Cristina Kirchner, la socia de Milei en el juego de la polarización prefabricada.

Fin de la euforia

Con estos indicadores metiendo presión, el presidente, pese a que no abandona su retórica extremista, estaría tomando conciencia de que su estrategia de todo o nada no tiene mucho futuro. Señales de que la realidad no se somete a los designios libertarios son las que sobran. Por ejemplo, acosado por internas cada vez más fuertes, el bloque de diputados de UxP, a través de Santiago Cafiero, está pidiendo la creación de una comisión bicameral para investigar si hubo coimas para la sanción de la ley Bases.

A la defensiva, todo parece indicar que Milei se vería obligado a atenuar su ofensiva contra el macrismo para empezar a negociar una nueva convivencia, mientras trata de que el peronismo se fisure todo lo posible. Hoy por hoy, el sueño libertario de convocar a sesiones extraordinarias y que se vote la eliminación de las PASO parece desdibujarse cada vez más.

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