Por Carlos Tórtora.-

En las últimas semanas, al compás de las negociaciones finales por el acuerdo con el FMI y de cierta baja de la inflación, los dos candidatos más representativos del voto moderado ganaron terreno. Horacio Rodríguez Larreta se afianzó a partir de la victoria de Maximiliano Pullaro en las PASO santafesinas y Sergio Massa pasó a captar el apoyo del 90% del kirchnerismo, que entendió que se trataba del mal menor. Los candidatos de la derecha, por su parte, retrocedieron. Javier Milei está golpeado por las numerosas crisis que afectan a sus armados provinciales y Patricia Bullrich por su derrota en Santa Fe y gruesos errores como evocar el blindaje de la economía. Pero más allá de los hechos puntuales, lo que se está dando es una corrida de la opinión pública hacia el centro y una baja importante del voto de mano dura y políticas extremas. Lo que no se sabe, dada la volubilidad actual del electorado, es si la ola centrista llegó para quedarse o es simplemente un movimiento más del péndulo electoral.

Las contradicciones de Massa

En este punto, se advierte que, más allá de las PASO, para ganar en octubre Massa necesita que las expectativas positivas vayan en aumento en los próximos 90 días. Esto entraría en contradicción con otro de sus objetivos: que Javier Milei continúe arrebatándole un porcentaje importante de votos a JxC. En efecto, si el voto moderado crece, La Libertad Avanza podría achicarle y encima crecer Larreta. Como Massa siempre juega a dos puntas, su creación de un clima de realismo económico haría crecer también a las palomas de JxC, que rechazan un plan económico disruptivo. Así las cosas, las tendencias electorales muestran un alto grado de fragilidad y no está dicha la última palabra.

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