Por Juan Manuel Irala.-
¿Habrá ido a pedir la confesión de sus pecados? (Tal vez sean demasiados para hacerlo en la iglesia del barrio).
¿Habrá ido a pedir la extremaunción política? (Aunque aquí, hacía rato que ya no existía).
Uno se preguntaba todas estas cosas porque, hoy por hoy, sólo quien acumula acreencias financieras (una entidad bancaria, por caso) a la que pudiera llevarle algún dinero (no suyo pero tal vez de un amigo, como el que le prestó el departamento que habitaba en Puerto Madero) podría interesarse en escuchar sus mentiras y tergiversaciones sobre lo que le ocurrió en sus 4 años de desgobierno.
¿A quién le puede interesar la presencia del que fue el peor Presidente de la historia? Realmente, a nadie.
¿A quién puede interesarle lo que diga alguien que tuvo más giros y cambios de posturas en sus opiniones sobre distintos personajes de nuestra vida política que un carrusel? Es probable que tampoco a nadie.
Sólo un Santo Padre podría apiadarse y recibir a una marioneta trastabillante, que ha perdido los hilos y varillas que lo conectaban a su titiritera y hoy clama por el perdón de sus pecados.
17/01/2024 a las 11:44 PM
Tengan respeto por Albertitere, logró hundir a Cristina mucho más que Mauricio, gracias a él, Máximo pasó a ser mínimo y los K se fueron al descenso. La única macana es que sin querer al loco lo llevó a ganar el campeonato y ahora maneja el país el Hannibal Lecter de los mercados
19/01/2024 a las 12:00 PM
Las visitas de ciertos individuos al que oficia de Papa, Bergoglio en este caso, nada tienen que ver con la religión ni con la fe. Son visitas de carácter político.
Con el cinismo que lo caracteriza Alberto Fernández manifestó: «Escribí cosas muy severas contra la Iglesia y fui duro con el Papa cuando era Bergoglio», agregando «Soy un católico no muy practicante, no le voy a mentir.» Esto ocurrió durante el reportaje que le hizo Jorge Fontevecchia en la quinta de Olivos.
En esa oportunidad Fernández dijo, palabra más palabra menos, que los jubilados eran un estorbo para el Estado porque vivían demasiado y «él» tenía que mantenerlos hasta los 85 años o más.
Así las cosas es incomprensible que Bergoglio lo reciba lo que hace suponer, con fundamento, que detrás de ese encuentro sórdido hay «algo» que huele a podrido.
No olvidemos las «peripecias» y «malabarismos» de Bergoglio para ayudar a escapar del país a terroristas durante los 70.
Fernández es un paria que sabe que en algún momento le va a caer el peso de la justicia encima, así que no sería extraño que se haya arrodillado pidiendo que, cuando llegue el momento, puedan contar con un salvoconducto….como en la época de la ruta de las ratas.