Por Hernán Andrés Kruse.-
… Y Adorno
“En una carta escrita a Horkheimer en el 8 de junio de 1941, Adorno afirma que “las razones del texto de Fritz [Pollock] obviamente provienen de su texto [“El Estado autoritario”] y solo están simplificadas y desdialectizadas de una manera que las convierte en su contrario”. Con esta afirmación Adorno resume bien la situación: en las tres obras analizadas anteriormente, Horkheimer ya había expuesto una parte significativa de lo que comprendía las dos contribuciones de Pollock en 1941 a la revista del Instituto, pero al mismo tiempo Pollock habría caricaturizado los argumentos de Horkheimer, tornándolos no dialécticos y, por tanto, falsos. En la misma carta, Adorno explica su descontento: “La mejor forma en que puedo resumir mi opinión sobre este texto [Capitalismo de Estado, de Pollock] es que representa una inversión de Kafka. Kafka representó la jerarquía de oficinas como un infierno. Aquí el infierno se convierte en una jerarquía de oficinas. Además, el conjunto está formulado en forma de tesis y, en un sentido husserliano, ‘desde arriba’, que menoscaba por completo de la urgencia, por no mencionar la suposición no dialéctica de que una economía no antagónica sea posible en una sociedad antagónica.
Es, por un lado, una crítica de la forma, “no dialéctica”, “tética”, “desde arriba”, y, por otro lado, de contenido, que asume una economía no antagónica insertada en una sociedad antagonista. Si la recepción de Horkheimer de las tesis de Pollock es ambigua, la de Adorno comienza con un claro rechazo. Durante este período, Adorno estuvo trabajando en textos de crítica cultural dirigidos a teóricos abierta o veladamente conservadores, como Spengler, Veblen y Huxley. En los artículos “Spengler tras el ocaso” (escrito en 1938), “El ataque de Veblen a la cultura” (1941) y “Aldous Huxley y la utopía” (1942) Adorno no llega a esbozar un diagnóstico de la época, aunque presenta algunos de los trazos del mismo. De esta forma, el texto central que muestra la posición de Adorno sobre las transformaciones del capitalismo es el manuscrito no publicado en ese momento, “Reflexiones sobre la teoría de clases” (1942).
Adorno es enfático al caracterizar el período como capitalismo monopolista: “La fase más reciente de la sociedad de clases se ve dominada por los monopolios; ésta empuja hacia el fascismo, hacia la forma de organización política digna de tal sociedad”. El manuscrito trata principalmente de la desaparición de la unidad de clase, lo que hace que la clase obrera deje de oponerse a la forma de organizar la vida social. Los proletarios se integran a la sociedad, en un proceso que es también el proceso de internalización de la coerción social. “El dominio se establece dentro de los hombres”. Adorno presenta el cambio con las siguientes palabras: “Los proletarios tienen más que perder que sus cadenas. Su estándar de vida no ha empeorado, sino que ha mejorado en comparación con las circunstancias inglesas hace cien años, tal como se les presentaban a los autores del Manifiesto. Jornadas laborales más cortas, mejor alimentación, vivienda y vestimenta, coberturas a los familiares y a la propia vejez, con el desarrollo de las fuerzas productivas técnicas a los trabajadores les ha caído en suerte una esperanza de vida promedio más elevada”.
En este mismo manuscrito se menciona algo nuevo: la teoría de los rackets. Según Regatieri: “Horkheimer y Adorno comienzan a usar el término racket para designar un mecanismo de constitución y actuación de grupos que defienden su particularismo frente a otros grupos y frente a la sociedad, reconocen y protegen a sus miembros mientras que fuera de su círculo solo ven una arena de conflictos por los bienes que buscan apropiarse, que también son disputados por otros grupos”. Los rackets son camarillas, grupos que intercambian ventajas, casi siempre al margen de la ley, para consolidar la cartelización en un ámbito económico determinado. No es una élite empresarial, como la que, según Pollock, controlaría el capitalismo de Estado. Por el contrario, los rackets compiten entre sí, pelean para destruir a otros y expandir su poder e influencia. En este sentido, son un elemento de desestabilización en el mundo administrado.
En la Dialéctica de la Ilustración, el tema de la capitulación del movimiento obrero reaparece, nuevamente con la observación de que esta capitulación es el resultado, al menos en parte, de la elevación del nivel de vida: “en una situación injusta la impotencia y la ductibilidad de las masas crecen con los bienes que se les otorga. La elevación, materialmente importante y socialmente miserable, del nivel de vida de los que están abajo se refleja en la hipócrita difusión del espíritu”. Junto a este ascenso, el individuo desaparece: “El aumento de la productividad económica, que por un lado crea las condiciones para un mundo más justo, procura, por otro, al aparato técnico y a los grupos sociales que disponen de él una inmensa superioridad sobre el resto de la población. El individuo es anulado por completo frente a los poderes económicos”.
Tal diagnóstico va acompañado de una crítica a la forma imperante de racionalidad, instrumental o subjetiva. Pero todo esto está directamente relacionado con el desarrollo del sistema económico: “la razón misma se ha convertido en simple medio auxiliar del aparato económico omnicomprensivo”. En otras palabras, el llamado “mundo administrado” no es el mundo de la primacía de lo político, sino una situación histórica específica en la que los intereses económicos y los intereses políticos se vuelven tan interrelacionados que ya no es posible distinguir unos de los otros. Si hubo un giro pesimista, es decir, si el “pesimismo” no estaba ya inscrito en los inicios de la teoría crítica, esto no se debe a la supuesta adopción de la tesis de la primacía de lo político, ni a la presunta sustitución del objeto de la crítica, del capitalismo hacia la racionalidad instrumental, sino más bien la ausencia cada vez más sentida de fuerzas que se oponen a la forma en que se organiza la sociedad, la liquidación del sujeto y la capacidad de la civilización capitalista de perpetuarse a través de la internalización de la dominación. Como sistema antagónico, sigue teniendo contradicciones que en algún momento deben estallar, pero no se puede esperar que la emancipación resulte de su estallido”.
HABERMAS
“La influencia del diagnóstico de Pollock sobre Habermas ya no es la del diálogo directo o la del desarrollo conjunto de ideas en un mismo ambiente de debate, como lo fue en Horkheimer, Adorno y también Marcuse. El nombre de Pollock apenas aparece en el trabajo de Habermas y no hay referencias de afiliación explícita. Sin embargo, Honneth ya había notado la similitud entre el diagnóstico que instruye al modelo habermasiano en general y el diagnóstico de 1941. Para Marramao, Habermas representa sólo una ‘variante’ de la ‘línea Horkheimer-Pollock-Adorno’ de comprensión de esa transformación político-económica. Nobre considera que ciertas diferencias entre Adorno y Habermas revelan precisamente “las distintas posiciones que asumen en relación a los escritos de Pollock”. De hecho, llama la atención que es precisamente en Habermas donde aparecen más elementos del diagnóstico del capitalismo de Estado, y de una manera más unívoca: el capitalismo se ha estabilizado; ya no hay primacía de determinación de lo económico; la lucha de clases ya no está operativa; si cabe esperar crisis, son crisis de legitimación, no crisis económicas; la intervención técnica a gran escala estructura los diferentes ámbitos sociales; hay una forma democrática de capitalismo de Estado, y es en ella que se hay que apostarle las fichas.
En “Entre la filosofía y la ciencia: el marxismo como crítica”, cuya primera redacción es de 1960, Habermas abre el texto enumerando “cuatro hechos” que, en ese momento, “tomados en conjunto forman una barrera infranqueable ante una teoría de la recepción del marxismo”. La lista parece retomar y actualizar sin desviarse ciertos desarrollos descritos por Pollock: a) la crítica de la economía política ya no podría aprehender la vida social, ya que la base económica ya no tendría autonomía, sino que estaría “concebida en función de conflictos resueltos con autoconciencia política”; b) elevar el nivel de vida e integrar a los trabajadores a través de la “coerción anónima del control indirecto” eliminaría la posibilidad de expresar un conflicto social de motivación económica; c) el proletariado se habría disuelto como proletariado, es decir, como clase autoconsciente, de modo que la revolución y la teoría revolucionaria perderían su portador y d) la constitución del socialismo real soviético y su “dominación de funcionarios y cuadros”, que “parece recomendarse sólo como método de industrialización acelerada para los países en desarrollo”, habría paralizado la discusión sobre el marxismo.
“Técnica y ciencia como ideología”, de 1968, conserva el tono general del diagnóstico de 1960 y lo amplía en un punto decisivo. Dos elementos implicarían la caducidad del modelo de crítica de Marx: la creciente intervención estatal para asegurar la estabilidad del sistema y la transformación de la ciencia, desde su estrecha vinculación con la técnica, en “primera fuerza productiva”. El razonamiento tácito es el siguiente: el primer elemento invierte la relación de determinación entre base económica y superestructura política; el segundo elimina el carácter de la primera fuerza productiva del trabajo y alude a la invalidación de la teoría del valor trabajo. La novedad de su tiempo sería algo observado por Marcuse en El hombre unidimensional: que la técnica y la ciencia no solo actúan como fuerza productiva, sino que también asumen el papel de legitimadoras de la dominación (es decir, también operan como ideología). La política tiende a asumir cada vez más la forma tecnocrática, en la que la toma de decisiones sobre los fines que debe perseguir el Estado ya no está disponible para el enfrentamiento político, sino que se presenta como una cuestión técnica, de cálculo de los mejores medios para fines que se presentan como inevitables: “En la medida en que la actividad estatal se orienta hacia la estabilidad y el crecimiento del sistema económico, la política asume un peculiar carácter negativo: se guía por la eliminación de disfuncionalidades y la prevención de riesgos que puedan amenazar el sistema, es decir, no está dirigida a la realización de propósitos prácticos, sino a la resolución de problemas técnicos”.
Este es un paso más allá del diagnóstico de Pollock. La política había ganado autonomía en relación con la economía, pero eso no significa que los hombres se liberen del automatismo de las leyes económicas y comiencen a conducirse conscientemente, más aún por estar en medio de un conflicto sofocado, en la toma de decisiones sobre la distribución del producto social. Ahora, la lógica de la política es también una lógica sistémica. El diagnóstico del capitalismo de Estado está incrustado en la teoría weberiana de la racionalización, cuyas implicaciones lo llevan más allá de sí mismo. La racionalización sistémica engloba los procesos sociales en su conjunto, los económicos y los políticos, y sin un sentido de determinación que vaya de una esfera a otra.
Frente a esta nueva comprensión sociológica, Habermas considera, en 1973, en Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, que “un concepto de crisis adecuado en términos de ciencias sociales debe, por tanto, cubrir el nexo de integración sistémica e integración social”. Es decir, para entender en qué sentido las crisis siguen siendo posibles en esta nueva configuración del capitalismo, sería necesario abandonar un modelo, entendido por Habermas como obsoleto, que postula que las crisis surgen del automovimiento internamente contradictorio de la valoración del capital. La sociedad está compuesta por diferentes sistemas con sus propias legalidades; y, al mismo tiempo, por el mundo de la vida, que estructura la sociedad compartiendo normas y símbolos lingüísticos. Es necesario un enfoque que visualice tendencias de crisis distintas y variadas. Los sistemas se encuentran en un alto grado de racionalización interna, lo que les da estabilidad y los equipa para la prevención de crisis. Si puede surgir una crisis entonces, concluye Habermas, es más probable que no se trate de crisis económicas, que ya no ocurrirían espontáneamente, sino de crisis complejas que surgen de la interacción de los sistemas entre sí y con el mundo de la vida, a partir de la imposibilidad de encontrar una solución de compromiso definitiva entre la apropiación privada y la legitimación pública de las actividades estatales que la subvencionan, o, en otras palabras, la dificultad del Estado para “asegurar la lealtad de las masas y, al mismo tiempo, mantener el proceso de acumulación en marcha”. Esta tensión podría provocar crecientes crisis de motivación y legitimación, es decir, respectivamente, para el input y el output del sistema político.
La Teoría de la Acción Comunicativa, publicada en 1981, finalmente sistematiza una macroteoría al mismo tiempo informada por este diagnóstico y equipada para perfeccionarla. El diagnóstico de la tecnificación de la política y el pronóstico de la posibilidad de crisis de legitimación desencadenadas por las necesarias fallas administrativas y conciliatorias del Estado social encuentran una descripción y actualización en términos de la tesis de la colonización sistémica del mundo de la vida. El cambio continuo en la relación entre el Estado, el mercado y el mundo de la vida puede conceptualizarse a partir de las nociones de diferenciación funcional de diferentes subsistemas (administrativos y económicos) que ganan autonomía a partir de la especialización de códigos propios y desacomplejados (poder y dinero). Habiéndose separado del mundo de la vida, es decir, tornándose relativamente independientes del intercambio de valores y símbolos culturales por parte de los individuos para operar, “los imperativos de los subsistemas autónomos, tan pronto como se despojan de su velo ideológico, penetran desde afuera en el mundo de la vida –como señores coloniales en una sociedad tribal– y fuerzan la asimilación”.
En consecuencia, sólo la intensificación de la comunicación no distorsionada, que reproduciría el mundo de la vida en su propia lógica, puede ofrecer resistencia a la colonización. A diferencia del “motivo de lucro” y el “motivo de poder” de Pollock, el dinero y el poder en la obra principal de Habermas no son el uno para el otro como una especie de un género más amplio, sino que son especies de códigos sistémicos, y ninguno tiene la primacía de la determinación, pero se relacionan entre sí en diferentes equilibrios y contextos, pero ambos actúan en la determinación del mundo vivido. Así, Habermas describe esas “estructuras del capitalismo tardío” (“intervencionismo estatal, democracia de masas y el Estado social”) en el umbral histórico del desmantelamiento de la forma clásica de capitalismo de Estado”.
POSTONE
“Habiendo cruzado ese umbral y en el espíritu de una renovación de la teoría crítica de Marx, Moishe Postone presenta una crítica fundamental de Pollock y las implicaciones de su diagnóstico para la tradición de Frankfurt en general. Si el objetivo de Pollock y de los miembros del Instituto en aquel momento hubiera sido determinar la especificidad histórica del capitalismo de su tiempo, Postone puede, a cierta distancia histórica, proponer el objetivo opuesto y complementario: encontrar “conceptualmente el núcleo fundamental del capitalismo”, que permanece igual en sus distintas fases. Para Postone, es precisamente porque Pollock no es capaz de determinar correctamente la estructura del capitalismo que su forma de evaluar el diagnóstico en sí necesita dejar vacíos y confusiones conceptuales. Pero, por otro lado, es sólo ante el mismo diagnóstico, esta vez correctamente valorado, que ese “núcleo fundamental” del modo de producción capitalista puede encontrarse más allá de su configuración liberal del siglo XIX. Para Postone, Pollock se equivocó al describir la nueva fase del capitalismo como una fase caracterizada por la subrogación de la primacía de lo económico por la de lo político y, en consecuencia, por la domesticación, como si viniera de un lugar externo, de la dinámica inestable y contradictoria del capital. Sin poder rastrear contradicciones en el objeto criticado, a partir de entonces la crítica ya no es capaz de encontrar posibilidades de superación en la propia sociedad capitalista, ni de ubicar reflexivamente la constitución de sí misma como elemento inmanente de tensión en el orden existente.
La confusión de Pollock, en una palabra, habría sido considerar que las leyes económicas inmanentes, cuyo funcionamiento habría sido suprimido por la planificación consciente, eran leyes ubicadas en el mercado, entendido como una instancia de distribución automática de bienes económicos. Cuando la interferencia del Estado ya no permite que tenga lugar esta distribución por mecanismos de oferta y demanda, Pollock ve abolidas las leyes del movimiento del capital en general. La forma confusa en que Pollock justifica el uso del término “capitalismo de Estado” (“esta expresión indica cuatro elementos mejor que todos los demás términos sugeridos: que el capitalismo de Estado es el sucesor del capitalismo privado; que el Estado asume funciones importantes del capitalista privado; que el interés por las ganancias todavía juega un papel importante y que esto no es socialismo ”) demuestra, para Postone, que Pollock no tiene un concepto adecuado de capitalismo. Al sostener que lo económico cede el paso a lo político, Pollock opera con un concepto restringido de economía, igual a la coordinación automática de necesidades y recursos por parte del mercado. Esta coordinación, sí, da paso en el capitalismo posliberal a formas mixtas de coordinación competitiva, monopolística y planificada, pero, cualquiera que sea su configuración, siguen siendo modos de distribución derivados de los desarrollos en la esfera de la producción.
Con presupuestos teóricos y propósitos diferentes, Postone quiere disolver la paradoja acusada por Marramao en la forma en que entiende la relación entre economía y política que sería común a los frankfurtianos en general: al fin y al cabo, la primacía de determinar la política estaría determinada de modo continuo y subterráneo por la economía, que así preservaría la primacía. La disolución de la paradoja sería posible mediante una correcta comprensión de la relación entre producción y distribución, y del valor, no como una ley que regula la distribución, sino como una estructuración, basada en la producción como momento preponderante, de la sociedad capitalista como un todo. En la base de la evaluación de Pollock hay una mala comprensión de lo que significa la dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Pollock considera que el progreso de las fuerzas productivas ocurre sólo en términos de medida, es decir, como una dimensión de una grandeza de la misma calidad: solo en la forma en que es posible mejorar medios cada vez más eficientes para lograr el mismo fin.
Las fuerzas productivas, entendidas siempre desde su configuración industrial, que combina el trabajo humano y los artefactos técnicos que aumentan la productividad de ese trabajo, progresarían en intensidad hasta llegar a un cierto grado en el que se hace inevitable una adaptación de las relaciones de producción. Si, en el capitalismo liberal, las fuerzas productivas y las relaciones de producción estuvieran continuamente en contradicción, el capitalismo de Estado representaría en última instancia la adecuación de las relaciones de producción a las fuerzas productivas. La planificación centralizada es la forma adecuada y racional de distribuir y asignar recursos según lo requiera una determinada reordenación productiva. Así, la contradicción desaparecería. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción ya no actuarían como límites y obstáculos entre sí, sino que operarían de manera armoniosa y unidimensional. En definitiva, el capitalismo de Estado se entiende como una nueva configuración de las relaciones de producción, que Postone disputa. Significa que hay nuevas relaciones de distribución, pero las relaciones de producción siguen siendo las mismas, y esto se debe a que las fuerzas productivas siguen siendo cualitativamente las mismas. Y, asimismo, sus leyes de funcionamiento inmanentes y contradictorias.
Pero si Pollock se equivocó al considerar que las relaciones de producción habían cambiado, el hecho de que clasificara lo que él entendía como nuevas relaciones de producción como relaciones capitalistas apunta a una reconceptualización de lo invariante en el capitalismo a través de sus sucesivas transformaciones. Si ciertas relaciones de producción que no se caracterizan por i) relaciones de clase, institucionalizadas en ii) propiedad privada de los medios de producción y mediadas por iii) el mercado todavía se denominan capitalistas, es porque al menos estos tres rasgos no serían esenciales al capitalismo: “La lógica de la interpretación de Pollock debería haber inducido una reconsideración fundamental: si el mercado y la propiedad privada son, de hecho, consideradas como relaciones capitalistas de producción, la forma posliberal ideal típica no debería considerarse como capitalista. Por otro lado, caracterizar la nueva forma como capitalista, a pesar de la (presunta) abolición de estas estructuras relacionales, exige implícitamente una determinación distinta de las relaciones de producción esenciales para el capitalismo (Postone).
Para Postone, el enfoque de Pollock “tiene el valor heurístico involuntario de permitir la percepción del carácter problemático de las asunciones del marxismo tradicional”. Históricamente fue necesario que el mercado perdiera su centralidad como instancia de distribución, precisamente lo que fue diagnosticado, pero mal interpretado por Pollock, para tornar claro que la categoría central del valor no puede interpretarse de manera restringida como una categoría distributiva, es decir, al igual que la mediación por la totalidad social de lo que es, como equivalente, a cada una de las partes de las relaciones de intercambio. Más que eso, el valor es la compulsión de la inmensa riqueza producida para encontrar su medida en una abstracción que no concierne a las necesidades humanas, aunque depende de ellas: “cuando se concibe el valor esencialmente como una categoría de distribución mediada por el mercado, él es tratado como un modo de distribución de la riqueza históricamente específico, pero no como una específica forma de la riqueza en sí misma.” (Postone). Pollock y los frankfurtianos, dice Postone, “rompen con el marxismo tradicional en un aspecto decisivo”, pero aún sería necesario que esa configuración del capitalismo organizado comenzara a disolverse para que la ilusión de un aplanamiento de la contradicción fundamental del capitalismo podría abandonarse”.
(*) Amaro Fleck (Universidad Federal de Minas Gerais-Brasil.2021): “Pollock y los frankfurtianos. Notas sobre la recepción del concepto de capitalismo de estado”.
11/06/2025 a las 5:43 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Todo vuelve a empezar
Eduardo Aliverti
Página/12
11 de junio de 2025
Hoy es imposible vaticinar qué podría gestarse a partir de la decisión de esta Corte abyecta, apurada por su venganza de clase porque, entendámonos: de eso se trata antes de cualquier otro factor.
El pueblo dirá o no dirá. El pueblo y la dirigencia que convoca a la representación de sus mayorías sufrientes, desde minorías intensas que ahora tienen la enorme y obligatoria responsabilidad de apartar toda diferencia.
Quizás ocurra que los sectores dominantes comprobarán haberse disparado a los pies, por aquello de despertar al gigante dormido. Cristina proscripta es una invitación al fervor popular porque es mucha la gente que la adora. Esa pasión es capaz de ser contagiosa cuando, además y aunque la coyuntura parezca sugerir lo contrario, este modelo salvaje se encamina tarde o temprano hacia su ocaso irreversible. No hay espacio en Argentina para eso que se llama “peruanizar”. O no, al menos, sin una resistencia creciente de este país que de eso sabe mucho.
Pero ahora no es momento de calcular la deriva de esta circunstancia histórica. En todo caso, sí lo es para que el sentimiento inmediato comience a generarla.
Un sentimiento de asco profundo por todo lo que rodea a esta aberración que el propio ministro de Justicia, el actual, Mariano Cúneo Libarona, definió prácticamente como tal.
Asco profundo por la maquinaria comunicacional que fue adelantando el fallo de los tres monigotes. El patrón iba cantándoles cada paso de lo que sucedería.
Asco por ese deleite que muestran en sus rostros draculianos y en sus oraciones atropelladas, incapaces siquiera de disimular a través de mínimos rasgos de “independencia” analítica. Hablan de la cantidad de jueces por los que pasó la causa y se guardan a pura desvergüenza que, justamente, eso es lo que aumenta el bochorno de un proceso desbordante de irregularidades escandalosas.
Las obras no están. Sí, las obras están. Hubo sobreprecios. No, no se comprobó. Las pericias no pudieron establecerlo. Como Sergio Moro, juzgaron por “íntima convicción”. Nada originales, entonces. Igual de miserables. Ella no podía no saberlo. Ese es el fundamento, para oprobio de cualquier conciencia con sustrato moral, ético, jurídico.
Asco porque sus mandantes, sus financistas, sus gorilas, desde el fondo más profundo del odio clasista, están celebrando. Este aspecto, que semeja obvio, es fundamental. Ver quiénes están festejando es la prueba irrefutable para saber en qué lado ubicarse.
Asco porque arrecian vomitando contra la chorra los que siguen choreándose el país. Y los que se suman desde la resta de vivir peor que cuando mejor estuvieron, cuando más plata ganaron, cuando nadie los jodió salvo por repartir con algún equilibrio chiquito pero estimable.
Es emocionante la entereza con que Cristina volvió a manifestarse.
No llamó a pudrir nada. Dijo que no es hora de lágrimas, sino de organización. De militancia. De prepararse, porque los que se van a pudrir son ellos.
Cabría suponer que, en sus términos prospectivos, se acabó la interna peronista. O la interna a secas.
No podrá ser candidata, pero su lugar domiciliario de cárcel será un lugar de procesión y tiene a quien la suceda. En ese orden, estrictamente. Para reiterar, sin embargo: lo segundo sobrevendrá de manera inevitable y lo primero le demostrará al gorilaje que, a pesar de todo, no nos han vencido.
Escribo estas últimas líneas en un plural personalizado porque me sale así. Porque estoy tan conmovido como cualquiera de ustedes. Porque lo previsible del impacto no aminora su potencia.
Y porque estoy convencido de que, en vez de haberse terminado todo, recién empieza.
11/06/2025 a las 6:05 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Todo vuelve a empezar
Eduardo Aliverti
Página/12
11 de junio de 2025
Hoy es imposible vaticinar qué podría gestarse a partir de la decisión de esta Corte abyecta, apurada por su venganza de clase porque, entendámonos: de eso se trata antes de cualquier otro factor.
El pueblo dirá o no dirá. El pueblo y la dirigencia que convoca a la representación de sus mayorías sufrientes, desde minorías intensas que ahora tienen la enorme y obligatoria responsabilidad de apartar toda diferencia.
Quizás ocurra que los sectores dominantes comprobarán haberse disparado a los pies, por aquello de despertar al gigante dormido. Cristina proscripta es una invitación al fervor popular porque es mucha la gente que la adora. Esa pasión es capaz de ser contagiosa cuando, además y aunque la coyuntura parezca sugerir lo contrario, este modelo salvaje se encamina tarde o temprano hacia su ocaso irreversible. No hay espacio en Argentina para eso que se llama “peruanizar”. O no, al menos, sin una resistencia creciente de este país que de eso sabe mucho.
Pero ahora no es momento de calcular la deriva de esta circunstancia histórica. En todo caso, sí lo es para que el sentimiento inmediato comience a generarla.
Un sentimiento de asco profundo por todo lo que rodea a esta aberración que el propio ministro de Justicia, el actual, Mariano Cúneo Libarona, definió prácticamente como tal.
Asco profundo por la maquinaria comunicacional que fue adelantando el fallo de los tres monigotes. El patrón iba cantándoles cada paso de lo que sucedería.
Asco por ese deleite que muestran en sus rostros draculianos y en sus oraciones atropelladas, incapaces siquiera de disimular a través de mínimos rasgos de “independencia” analítica. Hablan de la cantidad de jueces por los que pasó la causa y se guardan a pura desvergüenza que, justamente, eso es lo que aumenta el bochorno de un proceso desbordante de irregularidades escandalosas.
Las obras no están. Sí, las obras están. Hubo sobreprecios. No, no se comprobó. Las pericias no pudieron establecerlo. Como Sergio Moro, juzgaron por “íntima convicción”. Nada originales, entonces. Igual de miserables. Ella no podía no saberlo. Ese es el fundamento, para oprobio de cualquier conciencia con sustrato moral, ético, jurídico.
Asco porque sus mandantes, sus financistas, sus gorilas, desde el fondo más profundo del odio clasista, están celebrando. Este aspecto, que semeja obvio, es fundamental. Ver quiénes están festejando es la prueba irrefutable para saber en qué lado ubicarse.
Asco porque arrecian vomitando contra la chorra los que siguen choreándose el país. Y los que se suman desde la resta de vivir peor que cuando mejor estuvieron, cuando más plata ganaron, cuando nadie los jodió salvo por repartir con algún equilibrio chiquito pero estimable.
Es emocionante la entereza con que Cristina volvió a manifestarse.
No llamó a pudrir nada. Dijo que no es hora de lágrimas, sino de organización. De militancia. De prepararse, porque los que se van a pudrir son ellos.
Cabría suponer que, en sus términos prospectivos, se acabó la interna peronista. O la interna a secas.
No podrá ser candidata, pero su lugar domiciliario de cárcel será un lugar de procesión y tiene a quien la suceda. En ese orden, estrictamente. Para reiterar, sin embargo: lo segundo sobrevendrá de manera inevitable y lo primero le demostrará al gorilaje que, a pesar de todo, no nos han vencido.
Escribo estas últimas líneas en un plural personalizado porque me sale así. Porque estoy tan conmovido como cualquiera de ustedes. Porque lo previsible del impacto no aminora su potencia.
Y porque estoy convencido de que, en vez de haberse terminado todo, recién empieza.
11/06/2025 a las 6:09 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Es justicia, no un acto de persecución
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Fuente: Notiar.com.ar
11/6/025
El país vivió este martes uno de esos días que la historia registrará como únicos, y que la sociedad recordará aun cuando el tiempo haya pasado largamente. Por primera vez, en efecto, un presidente elegido democráticamente (en este caso, elegida dos veces para la primera magistratura de la Nación) terminó con sus huesos en la cárcel por delitos de corrupción. El caso de Cristina Kirchner no es comparable con el de Carlos Menem, porque este estuvo en prisión preventiva durante poco más de cinco meses, y su orden de prisión la dictó un juez de primera instancia, Jorge Urso. Más todavía: Menem fue luego sobreseído por la Cámara de Casación, aunque con el lamentable argumento de que había pasado el “tiempo razonable”. En cambio, Cristina Kirchner ingresará en prisión, y estará en esa condición durante varios años, después de una condena definitiva en la que intervinieron no menos de 15 magistrados y en la que existen dos sentencias idénticas, la del tribunal oral y la de la Cámara de Casación, previas a la decisión de la Corte Suprema de Justicia. Como se infería, era difícil que el máximo tribunal de justicia del país ignorara el intenso y largo trabajo de jueces y fiscales de instancias inferiores y que cambiara todo lo que ya se había decidido. El fallo de la Corte merece ser leído porque refuta cada uno de los argumentos con los que la defensa de la expresidenta intentó modificar la sentencia que la condenaba. Lo primero que se percibe es la debilidad intelectual de sus abogados defensores, si es que fueron ellos (y no ella) los autores intelectuales de la defensa.
Una de las rarezas de la posición de Cristina Kirchner y de sus abogados defensores es la cacofonía sobre la inverosímil proscripción de la expresidenta. En rigor, la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos es una pena adicional y automática para los condenados por el delito de defraudación al Estado. No es, en definitiva, una decisión arbitraria de algunos jueces, sino una pena que ordena el Código Penal para ese delito. Llama la atención, en todo caso, que su defensa no haya planteado en su momento la inconstitucionalidad de la pena de inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos si sabía que un mantra posterior del kirchnerismo sería la inexistente proscripción de Cristina Kirchner. Lo cierto es que por primera vez un expresidente estará preso por varios años y por haber cometido hechos de corrupción; desde este martes, ya no se trata de supuestos hechos de corrupción, porque existe la certeza de que cometió actos corruptos en el ejercicio de la función pública. Así lo estableció definitivamente la más alta instancia judicial del país, que convirtió a esa causa, llamada Vialidad, en “cosa juzgada”, casi imposible de rever en el futuro. Es cierto que existe en el Código Procesal Penal un artículo que prevé un recurso de revisión de una sentencia definitiva, pero establece en qué condiciones es posible acceder a esa revisión. No existe ninguna de esas condiciones en el caso de Cristina Kirchner. La expresidenta podría recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero, como lo reconoció el propio Raúl Zaffaroni, amigo de la lideresa del peronismo, no le servirá de nada. Los requisitos para llegar a ese tribunal son interminables y llevan muchísimo tiempo. Ya el presidente del tribunal oral que la condenó por primera vez, Jorge Gorini, decidió darles a todos los sentenciados por el caso Vialidad un plazo hasta el miércoles de la próxima semana para que se presenten en la Justicia y se notifiquen. En el caso de Cristina Kirchner, deberá notificarse de que en adelante será una política presa, no una presa política. No son la misma cosa. Es probable que su defensa pida la prisión domiciliaria y es muy difícil que la Justicia se la niegue, aunque existen pasos procesales que ningún juez puede ignorar. Por ejemplo: la opinión de todas las partes y, sobre todo, la del fiscal.
El trámite puede llevar algunos días; es probable que mientras tanto la expresidenta cumpla la prisión en un establecimiento carcelario o policial a la espera de la decisión final del juez. El fiscal Luciani estableció durante el juicio que el robo al Estado en el caso de Vialidad había llegado a la cifra de 1000 millones de dólares; el tribunal oral lo estimó en 600 millones de dólares de la época del juicio. La Justicia siempre se expresa en pesos; por eso, es necesaria la aclaración. Sea como fuere, el juez Gorini deberá actualizar la cifra, por el tiempo transcurrido, y ejecutar el decomiso de las propiedades de Cristina Kirchner por esa cifra, según lo ordenó la Corte Suprema. O el decomiso de todas sus propiedades si sus bienes en blanco no llegaran a esa cifra. Luego, la Anses deberá establecer si ella seguirá cobrando la jubilación graciable de expresidenta de la Nación, ya que fue condenada por actos corruptos en el ejercicio de la jefatura del Estado. ¿Por qué premiar a quien cometió un delito?
El expediente fue iniciado en 2008 por Elisa Carrió y varios diputados más de su partido por el delito de asociación ilícita, que en rigor debió ser el que se le aplicara a la expresidenta si se leen bien los argumentos de los tribunales que la juzgaron. Tres fiscales (el del tribunal oral, Luciani; el de la Cámara de Casación, Mario Villar, y el jefe de todos ellos, Eduardo Casal) coincidieron en que se trató de una asociación ilícita para robarle dinero al Estado. Sin embargo, tanto la Cámara de Casación -integrada por los jueces Mariano Borinsky, Diego Barroetaveña y Gustavo Hornos, este en disidencia- como la Corte Suprema decidieron no modificar la resolución del tribunal oral, que la condenó por defraudación al Estado, y no por asociación ilícita, y le bajó la pena de doce a seis años de prisión.
La intención nunca explicitada de los dos tribunales fue no demorar más, con nuevas modificaciones, el ya extenso trámite judicial que llevaba 17 años. El juez de primera instancia, Julián Ercolini, no pudo avanzar mucho en los primeros años después de 2008 porque el kirchnerismo, entonces en el poder, le negaba los pedidos de información que le enviaba el magistrado. Solo cuando asumió Mauricio Macri, en 2015, la Dirección de Vialidad, en manos de Javier Iguacel, le trasladó al juez Ercolini toda la información que había requerido. Pero el dictamen abrumador contra Cristina Kirchner y su responsabilidad en el delito lo firmaron en 2016 los primeros dos fiscales del caso, Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques. “Esos fiscales dejaron al juez sin otra alternativa que procesarla a Cristina Kirchner y enviarla al juicio oral”, dijeron fuentes judiciales.
En rigor, la Corte Suprema (o la mayoría de ella con la excepción del juez Ricardo Lorenzetti, quien aspiraba a una resolución rápida del caso) se había preparado para dictar una sentencia sobre el recurso de queja de Cristina Kirchner para fines de junio. Fue la expresidenta quien apresuró los tiempos cuando hace diez días anunció su candidatura a diputada provincial, y poco más tarde dispuso la movilización del peronismo y del sindicalismo que le es adicto para rechazar lo que era entonces una eventual decisión el máximo tribunal. Ante la posibilidad de que el escándalo creciera, los jueces supremos decidieron este martes anticipar una decisión que ya la tenían estudiada y macerada desde que les llegó el voluminoso expediente, hace 40 días. Siempre suceden cosas extrañas alrededor de Cristina Kirchner; no puede ignorarse ahora que fue ella la que trabajó para adelantar su condición de presa. Solo por un par de semanas, tal vez, pero la adelantó.
La prisión de Cristina Kirchner y la prohibición para que ella ejerza cargos públicos tendrán naturalmente efectos políticos. Ella, Javier Milei y Mauricio Macri son los tres jefes políticos destacados del país. Cristina forma parte desde este martes de los archivos de la historia. Extrañamente, el peronismo no buscó ni intentó una renovación de su liderazgo después de más de 20 años de hegemonía en su cima de la familia Kirchner. Podrá decirse que en la crisis de 2001 tampoco había una alternativa a Carlos Menem, pero no puede desconocerse que entonces había dirigentes como Eduardo Duhalde, Carlos Reutemann o José Manuel de la Sota, que reunían las condiciones para relevar a Menem. Y de hecho lo hicieron, sobre todo Duhalde, aunque luego de que Menem desistiera de participar de un balotaje con Néstor Kirchner en las presidenciales de 2003. El relevo de Menem terminó siendo Kirchner, que ideológicamente expresaba las antípodas de Menem.
El peronismo no es, por ahora al menos, una alternativa política y electoral al mileísmo gobernante. La prisión y la inhabilitación de Cristina Kirchner podría hacer bajar el riesgo país (porque ya es seguro que no volverá a la función pública), pero eso no resuelve todo el problema de una Argentina sin alternativas políticas. El Presidente no logró todavía sacar al país de la recesión de la economía y, encima, el Banco Central debió contraer deuda en dólares para aumentar las reservas y cumplir con las metas acordadas con el Fondo Monetario. Es la refutación de Milei al propio Milei.
El fin de semana se lo vio al Presidente en un amplio escenario del Madrid Economic Forum, un evento privado en la capital española, desplegando actitudes y gestos que no son propios de un presidente de la Nación. Mostraban, más bien, la falta de equilibrio emocional que promueven los viejos traumas. Milei también aludió allí de la peor manera, aunque sin nombrarlo, al presidente del gobierno español; Pedro Sánchez puede ser un líder cuestionable, pero es el presidente del gobierno de un país, cargo para el que fue elegido según los preceptos democráticos de su Constitución. Los españoles son los únicos que tienen facultades para relevarlo. Cristina hubiera sido una pésima alternativa, pero lo cierto es que ya no lo es.
Si el peronismo no es alternativa a Milei, como no lo es, ¿cuál es la alternativa, entonces? Macri debería poner más cuidado en sus negociaciones para inminentes alianzas electorales con el mileísmo, sobre todo después de que se supo que Karina Milei le está imponiendo al macrismo la obligación de ir con el nombre de La Libertad Avanza en las elecciones bonaerenses y en las nacionales. Pro puede perder su identidad como partido político. Macri debería descansar menos en las negociaciones de sus delegados y apoyarse más en los que reclaman una mayor independencia de Pro. Las derrotas en política suelen suceder y no son necesariamente el fin de nada; por el contrario, a veces pueden ser la necesaria condición de alguna victoria futura.
No solo Cristina Kirchner se terminó por la condena definitiva que la aparta de la vida pública; podría seguir teniendo una influencia lejana e impersonal en el peronismo. Pero sería muy raro que el peronismo aceptará un liderazgo que carecerá definitivamente de atractivo electoral. Ni siquiera es creíble su denuncia de un lawfare para ser juzgada y condenada; el lawfare es una palabra que concibieron los norteamericanos y que luego la hicieron suya, paradójicamente, los gobiernos populistas latinoamericanos. El improbable lawfare que se abatió sobre Cristina Kirchner denuncia una supuesta colusión de jueces y prensa para condenar a líderes populares que no están en el poder. Es falso: el primer tramo de la investigación del caso Vialidad, entre 2008 y 2015, se hizo bajo el gobierno de la propia Cristina. El juicio oral y público que la condenó a seis años de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer la función pública se realizó y terminó cuando ella era vicepresidenta de la Nación, entre 2019 y 2023. No se trata de una persecución judicial a una lideresa popular, como ella denuncia; solo estamos ante un hecho histórico de la justicia contra la perversa corrupción de una estirpe política.
11/06/2025 a las 6:17 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La Corte Suprema se arrodilló ante el poder real y ratificó la condena a Cristina Kirchner
Irina Hauser
Página/12
11 de junio de 2025
La Corte Suprema se agachó ante la presión salvaje del poder económico y los grandes medios de comunicación. No sólo proscribió a Cristina Fernández de Kirchner –quien había anunciado su candidatura a legisladora provincial la semana pasada– al confirmar su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por administración fraudulenta en el caso «Vialidad». También lo hizo con la premura que se lo pedían, y el día que se lo imploraban. La sentencia lleva la firma de sus (apenas) tres integrantes, que tuvieron una posición unánime para rechazar todos los planteos de CFK contra la decisión de la sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, que queda firme. El Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) ordenó que tanto la expresidenta como otros ocho condenados se presenten en cinco días hábiles en Comodoro Py para comenzar la ejecución de la pena y le pidió a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que elija lugares que le parezcan adecuados para la detención. Los supremos, sin analizar absolutamente nada, sacan de la cancha a la principal figura de la oposición y, además, sostuvieron que no hay gravedad institucional ni importa demasiado que jueces y fiscales tuvieran cercana relación con el denunciante, Mauricio Macri.
Desde los días previos a que la presidenta del Partido Justicialista anunciara su candidatura y con más ímpetu los días posteriores, medios y comunicadores afines al gobierno y al macrismo lanzaron una ofensiva feroz en la que afirmaban que la Corte confirmaría la condena a Cristina e indicaban que debía concretarlo antes del 19 de julio, la fecha de cierre para la presentación de las candidaturas provinciales. Lo hicieron tal cual y, finalmente, con algo más de un mes de antelación. Firmaron una sentencia que rechaza los recursos de queja con argumentos superfluos para justificar por qué no los «abrieron» (como se dice en términos jurídicos) ni estudiaron los escándalos denunciados a lo largo del proceso. Es más, aluden a las irregularidades como cuestiones que no tienen gravedad institucional o que la defensa de la dos veces presidenta no lo demostró en las apenas diez (10) páginas que les permitía el recurso. Dejan firme el decomiso de 84.000 millones de pesos, monto que se actualizaría.
La Corte responsabiliza a la defensa de CFK –representada por Alberto Beraldi y Ary Llernovoy– de no haber cumplido con requisitos técnicos y de argumentación en su recurso y que no logran demostrar que hubo una cuestión de «arbitrariedad». Da crédito y respaldo a todo lo actuado por el TOF2 que la condenó y a la Casación, que confirmó la condena. Rechaza también el planteo del fiscal de Casación de que hubo una asociación ilícita y había que elevar la pena a 12 años de cárcel. Jamás trataron un caso de estas características en tan poco tiempo. Las causas llamadas «de corrupción» pueden demorar uno, dos, tres, o más años, a menos que haya detenidos. Eso es lo habitual, pero nunca un caso de la gravedad y complejidad como el de Vialidad, donde se juzgó la concesión de 51 obras viales en la provincia de Santa Cruz, demoró dos meses, como este. Para colmo, Lorenzetti se supone que mientras estuvo recusado (algo que rechazó el mismo junto con sus colegas) no debió haber tenido acceso al expediente. La Corte, incluso, rompió una vieja regla tácita: no firmar sentencias de alto impacto político en tiempos electorales.
Es más, hubo reiterados planteos de CFK que llegaron a la Corte y fueron demorados: cuestionó que el juicio oral empezara sin peritajes realizados sobre las obras, la parcialidad del perito Eloy Bona (que tuiteaba contra la expresidenta), la incorporación de pruebas fuera de plazo, entre otros temas. Respecto a la falta de pericias, el alto tribunal llegó a pedir el expediente completo al TOF2 y ante la presión mediática, en especial de Clarín, lo devolvió en 24 horas. Dijo que trataría los cuestionamientos con posterioridad, pero esperó hasta la recta final del juicio. Rechazó todo de plano para que el fiscal Diego Luciani –recordado por su alegato en modo espectáculo durante nueve audiencias transmitidas por Youtube en agosto de 2022– pudiera alegar tranquilo.
PRÓXIMOS PASOS
Algunas defensas, incluida la de CFK, ya presentaron pedidos de prisión domiciliaria. Frente a la disposición del TOF2, firmada por el juez Jorge Gorini, que pone el plazo de los cinco días hábiles, el fiscal Luciani reclamó que las detenciones sean inmediatas. En el caso de ella, sus abogados alegan una cuestión de edad, ya que tiene 72 años (a partir de los 70 se puede pedir este beneficio) y porque todo expresidente tiene una custodia obligatoria. También cuestionan que el lugar de alojamiento para la detención lo vaya a elegir Bullrich. Su socio político y exjefe de campaña, Gerardo Milman, está imputado por su intento de magnicidio. Beraldi anunció que recurrirán a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que tiene previstos trámites urgentes en algunos casos.
La resolución de Gorini le pide a Bullrich «la asignación de una dependencia de las fuerzas federales -indistintamente, de la Policía Federal Argentina, Gendarmería Nacional Argentina, Prefectura Naval Argentina, Servicio Penitenciario Federal o Policía de Seguridad Aeroportuaria–, que cumpla con las condiciones adecuadas para el alojamiento de las personas condenadas» y nombra a «Cristina Elisabet Fernández de Kirchner», «Nelson Guillermo Periotti» , «José Francisco López», «Mauricio Collareda», «Raúl Osvaldo Daruich», «Juan Carlos Villafañe», Raúl Gilberto Pavesi», «José Raúl Santibáñez» y «Lázaro Antonio Báez». Tienen penas que van desde los tres años y medio a los seis años de prisión.
Le pide a la ministra que tenga en cuenta las características de cada una de las personas. Respecto de CFK le señala «que se trata de una persona de 72 años de edad, abogada y, fundamentalmente, las especiales condiciones de seguridad y custodia inherentes al hecho de haber sido Presidenta y en particular, atendiendo al episodio ocurrido en fecha 1 de septiembre de 2022, que es objeto procesal de un debate oral y público actualmente en curso».
HUELLAS DEL FALLO
La resolución de los supremos es una suerte de «280», artículo del código Procesal Civil y Comercial que los habilita a fallar sin dar razones, pero en este caso lo explican. «Un 280 culposo», decían algunos juristas. Como para que después no les digan a los jueces que no explicaron nada.
• No tratan el caso. Dicen que fundamentan, pero dan por probado todo lo que dijo el TOF2 y luego convalidó Casación. Alegan que la defensa no logró argumentar, que no modifica los argumentos de los magistrados. Constitucionalistas como Andrés Gil Domínguez aseguran que omitieron tener en cuenta la presunción de inocencia «en un caso donde la prueba era mínima e indiciaria». Con este antecedente, con tantos planteos de irregularidades, cualquier queja podría ser rechazada como si nada.
«La apelante no ha cumplido con el requisito de fundamentación autónoma que requiere que el escrito de interposición del recurso extraordinario contenga un relato prolijo de los hechos de la causa de relevancia principal, que permita vincularlos con las cuestiones que se plantean como de naturaleza federal mediante una crítica concreta y razonada de los argumentos en que se basó la sentencia que se impugna», dice el fallo.“Las sentencias dictadas por los tribunales anteriores se asentaron en la profusa prueba producida —valorada de conformidad con las reglas de la sana crítica y en el Código Penal sancionado por el Congreso, sin que se haya demostrado en modo alguno que la decisión apelada no constituya una derivación razonada del derecho vigente de conformidad con las circunstancias particulares comprobadas en la causa, ni que durante el proceso se haya vulnerado alguna garantía constitucional», agrega. Como se ve, conceptos vacíos. Además, hablan de un relato prolijo, cuando no se permiten más de diez fojas en el recurso, para responder a fallos de 1500 páginas.
• Según se desprende de la sentencia, los jueces y juezas pueden tener los vínculos promiscuos que quieran con el poder político. Pueden ir a jugar al tenis, al fútbol, a comer o lo que sea y las veces que sea con presidentes o dirigentes que piden cárcel para sus opositores, como ocurrió en este caso con Mauricio Macri. Para la Corte no está probada la afectación a la independencia judicial por más que los magistrados de Casación –Mariano Borinsky y Gustavo Hornos– visitaran e hicieran deportes con Macri asiduamente, y el un integrante del tribunal oral, Rodrigo Giménez Uriburu, y el fiscal Luciani, jugaran al fútbol en la quinta del expresidente, Los abrojos.
«La defensa enuncia diversos hechos relativos a conexiones entre los jueces y fiscales o encuentros entre los jueces de la causa y ciertos funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional sin indicar ni una sola circunstancia concreta que permita inferir razonablemente que se ha comprometido la imparcialidad de los jueces en esta causa en concreto. Se trata, en efecto, de meras conjeturas a partir de las cuales se invocan principios genéricos de “independencia, imparcialidad e integridad”, dijeron los supremos.
*Rechazan la gravedad institucional porque CFK, según ellos, no puede demostrar que hubo un complot para condenarla. El razonamiento es que tantos jueces no pudieron confabularse. Es obvio que escapan a cualquier hipótesis de persecución política.
*Los supremos convalidan que Cristina se benefició económicamente, algo que nunca se probó en este juicio. Lo da por sentado por las relaciones que mantenía con Báez que, en verdad, eran alquileres a precios de mercado.
*Terminado el juicio, la fiscalía incorporó pruebas nunca debatidas en las audiencias. La Corte convalida esa maniobra aduciendo que la acusación no cambió. Ocurrió incluso que Cristina quiso rebatir los nuevos planteamientos, pero no se lo permitieron.
*Uno de los disparates mayores está referido al decreto 54/2009 por el cual se permitió el pago de obras de todo el país con el dinero de una tasa sobre la venta de gasoil. El decreto sigue vigente hasta hoy, pero los cortesanos afirman que prueba su participación en el delito.
*Rechazan que al final también los jueces le hayan dado razón de ser al plan «limpiar todo», no tratado en el juicio. Así denominaron los fiscales a una supuesta reunión entre CFK y Lázaro Báez que nunca existió y un supuesto pago a Báez que tampoco existió. Sostiene que sólo contextualiza los hechos, pero ocupó un punto central en el fallo del Tribunal Oral.
El exjuez de la Corte, Raúl Eugenio Zaffaroni analizó el fallo a pedido del poder. «Se mostraron como títeres. Esto no pasó jamás, la mayoría automática (en la época de Carlos Menem), comparada con esto, fue una corte celestial».
11/06/2025 a las 6:31 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un fallo que cambia todo para Cristina, el peronismo y Milei
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
11/6/025
El fallo por unanimidad de la Corte Suprema que avaló la condena contra Cristina Fernández a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos permite lecturas de todo tipo. Las históricas: la Argentina se convierte en el primer país de la región en el cual una fórmula presidencial completa, que en 2011 arrasó en primera vuelta con el 54% de los votos, es castigada judicialmente por motivos de corrupción. El predecesor fue Amado Boudou, también ex ministro de Economía. La coincidencia podría hacer, tal vez, recapacitar sobre el vínculo entre las grandes mayorías y las conductas éticas y morales de los dirigentes políticos.
En aquel tópico la Argentina se impone incluso sobre la nación que más mandatarios destituidos, presos y suicidados exhibe la región. Perú acumula los ejemplos de Alberto Fujimori (ya fallecido), Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Castillo. Alan García se pegó dos tiros cuando la policía concurría a su domicilio para detenerlo.
Tampoco se puede obviar que el paso dado por Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti resultó trascendental. No únicamente por el contenido de sus fundamentos. En especial, porque implicó el respaldo político para todas las instancias del Poder Judicial que intervinieron. Desde el juez de primera instancia hasta la Cámara de Casación Penal. Con la estación clave del Tribunal Oral Federal 2 que desarrolló el juicio contra la ex presidenta.
Los magistrados consideraron que las pruebas aportadas en la causa Vialidad, un mecanismo de favores con la obra pública en beneficio del empresario K, Lázaro Báez, resultaron contundentes para apuntalar la condena. Agregó que la defensa nunca acercó contra pruebas solventes. Hubo un perjuicio al Estado estimado al 2022 en $85.000 millones. Tal vez la única duda que en alguna instancia tuvo la Corte Suprema merodeó la oportunidad de la decisión. El año electoral. Rosenkrantz habría planteado ese interrogante. “En algún momento había que terminarla”, explicó uno de los supremos.
El kirchnerismo y Cristina levantaron y seguirán levantando la bandera de una presunta proscripción. De haber dilatado el dictamen, sin motivos válidos, hasta después de los comicios del 7 de septiembre en Buenos Aires, se hubiera meneado una connivencia de los jueces con la ex mandataria para permitirle resguardarse con los fueros. Nunca habrá una ocasión propicia para una determinación de semejante envergadura.
Cristina tuvo en claro, desde hace rato, la tormenta que caería sobre ella. Por esa razón dio todas las señales que dio. Anticipó su candidatura por la Tercera Sección Electoral (el sur bonaerense) durante un reportaje por TV. Forzó a Axel Kicillof, el gobernador, su contrincante interno, a una tregua. Viajó al interior (Corrientes) luego de un larguísimo tiempo de permanencia solo en Buenos Aires o El Calafate. Brindó dos mensajes públicos a su tropa como titular del PJ. Primera vez en su historia.
Aún en la declinación, que ella no acepta, demostró que continúa siendo la líder más poderosa e indiscutida de la principal oposición. En la instancia cumbre y adversa arreó a sus partidos y aliados con los cuales se había distanciado. Reapareció, por caso, Emilio Pérsico, del Movimiento Evita. Se observó la compañía pública de Sergio Massa, del Frente Renovador. Casi siempre en las sombras. El propio Kicillof debió tolerar algunas pequeñas humillaciones. Escuchó a Cristina sentado en una silla de la sede del PJ, ladeado por Mayra Mendoza intendenta de Quilmes y Mariel Fernández, de Moreno. Ambas responden a La Cámpora de Máximo Kirchner. Suelen acechar al gobernador de Buenos Aires.
La ausencia electoral de Cristina, decretada por la decisión de la Corte, abre un mar de interrogantes acerca de la estrategia peronista y kirchnerista. Al saludar a los militantes desde un balcón de su domicilio, cuando la suerte había sido echada, repitió dos veces que es la líder, entre otros motivos, por su caudal electoral. Quizás lo hizo también acicateada por fotografías del momento. Numerosas personas que salieron a cortar los accesos a la Ciudad (AU2, Panamericana, Acceso Oeste) movilizadas por algunos intendentes y gremios.
El peronismo estará obligado a buscar solución a ese dilema. Hubo dirigentes bonaerenses que, en medio de la calentura por el traspié, propusieron la idea de la abstención para potenciar el bajo interés popular que han tenido hasta ahora las siete elecciones realizadas. Aventura de otra época, más consistente con la épica real. Ningún legislador peronista estaría dispuesto a hipotecar siquiera una banca en repudio a la condena contra Cristina.
Al margen de la ex presidenta, el peronismo carece de figuras convocantes. El kirchnerismo impidió siempre que crecieran. Se nota el vaciamiento. Se vendrá la puja por la lapicera para la confección de las listas en el doble turno bonaerense. Difícilmente Kicillof se pueda apropiar de aquella. Cristina tiene pensado desde su lugar de detención construir un comando electoral. Mensajeros no le faltan. Máximo, su hijo, está en el primer lugar.
Se despliega otro dilema que no incumbe al peronismo. El Gobierno de Javier Milei, con Karina en el timón, venían diseñando un plan para apuntalar la campaña en Buenos Aires agitando el fantasma de Cristina. Por esa razón Diego Santilli y Cristian Ritondo, del PRO, trotaban con tanto entusiasmo de la mano de La Libertad Avanza. Aquel cotillón faltará.
El desconcierto libertario quedó estampado en los tuits que desde el exterior hicieron circular Milei y su portavoz y futuro legislador porteño, Manuel Adorni. Después de la decisión de la Corte embistieron contra el periodismo por haber especulado con un supuesto pacto de impunidad con Cristina. Tampoco, como de costumbre, se privaron de disparar agravios.
El Presidente refirió al trámite de Ficha Limpia en el Senado que sorpresivamente se cayó por el voto de dos senadores de Misiones que se dieron vuelta. Los libertarios nunca aceptaron que habían optado por una maniobra oscura, emulando a “la casta”, para evitar que Cristina no pudiera ser candidata. El pacto quedó en evidencia con la elección del último domingo en Misiones. Karina nunca aceptó que el radical libertario, Martín Arjón, se sumara a la lista que encabezó el ex tenista Diego Hartfield. Aquel sumó ocho puntos. De haberse agregado a la nómina oficial de La Libertad Avanza hubiera puesto en duda la victoria del oficialista Frente de la Concordia que lidera el ex gobernador y caudillo, Carlos Rovira.
El nuevo panorama posee otras aristas a las cuales el Gobierno deberá prestar atención. El pero-kirchnerismo cerrará filas en el Congreso. ¿Continuarán Osvaldo Jaldo, de Tucumán, Raúl Jalil, de Catamarca o Gustavo Saénz, de Salta, prestando su asistencia al oficialismo en leyes o Decretos de Necesidad y Urgencia clave?
Hay desafíos bravos. El Senado, salvo un imprevisto, terminará aprobando el aumento del 7% a los jubilados. También el adicional al bono mensual. Y por qué no la emergencia en discapacidad. ¿Logrará el Gobierno el tercio imprescindible de los asistentes en las dos Cámaras para hacer valer la aplicación del veto? ¿Qué sucederá con los proyectos para la reforma de leyes tributarias que logren blindar a los ciudadanos que vuelquen al sistema los dólares del colchón? Existe una repetición de señales que indican que el Gobierno necesita con premura esos fondos que permanecen en la clandestinidad. La economía sufre por el ajuste que demanda la obligación de una inflación en descenso.
La ratificación de la condena a Cristina de parte de la Corte pudo haber activado también ciertos sensores libertarios. Si los jueces han marcado un hito con la ex presidenta más poderosa del regreso democrático. ¿Por qué razón no podría caberle a futuro el sayo a Milei en caso de alguna irregularidad? La interpelación sobrevuela el escándalo de las criptomonedas ($LIBRA) que avanza en la Justicia. Con mayor pereza aquí que en el exterior.