Por Carlos Tórtora.-

La realidad suele burlarse de los planes de los políticos. En este caso, a Javier Milei la crisis de su esquema económico le dio vuelta las expectativas políticas en los últimos dos meses. Hasta febrero, el gobierno venía apostando fuerte a que se votara lo más tarde posible. Era así porque calculaba que para octubre la inflación estaría por debajo de 1 punto y habría algún repunte significativo de la economía que podría implicar un vuelco masivo en las urnas a favor de La Libertad Avanza. Por esta razón el oficialismo apuró todo lo que pudo la sanción de la suspensión de las PASO.

Pero ahora la tendencia dominante de la economía funciona al revés. La inflación resurge con toda su energía, el dólar sube en forma tal vez imparable y la perspectiva real es de mayor desempleo, continuidad de la recesión y crecimiento de las expectativas negativas. En términos electorales: probable pérdida de votantes.

En otras palabras, ahora a Milei le conviene que se vote lo antes posible, porque en octubre seguramente estará peor. Esta inversión de las expectativas hace que la Casa Rosada presione al PRO todo lo posible para que firme en Buenos Aires una alianza con La Libertad Avanza para las elecciones provinciales del próximo 7 de septiembre. Obviamente esto implicaría que esa alianza se proyectaría hacia las elecciones del 26 de octubre.

Cerca de su punto límite, Mauricio Macri sabe que si acepta las presiones de sus dirigentes más violetas, Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro, y firma entonces la alianza con LLA, no habrá ya retorno alguno.

Si el gobierno se hunde en medio de una economía descontrolada, se llevaría puesto al PRO como su gran aliado.

No dejar que nadie se escape

Éste es un tema central del actual tablero político. Milei, llevado por su tendencia natural a las soluciones extremas, lo que está haciendo es quemar las naves. Es decir, arrastrar a todo el espectro no peronista a quedar atado a la suerte del gobierno.

Como último bastión de la resistencia está Victoria Villarruel, que es la carta que guarda el círculo rojo para el caso de que el presidente colapse.

En realidad, cualquier estimación prudente señala que en materia de bancas los resultados de octubre no serían determinantes. El PJ podría aumentar una cantidad moderada de diputaciones y tal vez conseguir uno o dos senadores nacionales más. Pero lo que el triángulo de hierro presidencial teme en realidad es que una derrota en las urnas genere una corrida en Diputados y que, de repente, se acerque peligrosamente la posibilidad de que haya dos tercios de votos pidiendo la iniciación del juicio político a Milei. Por eso el extremo nerviosismo de Martín Menem para frenar el funcionamiento de la nueva comisión investigadora del caso $LIBRA.

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