Por Carlos Tórtora-

Si la Corte Suprema de Justicia confirma la condena a Cristina Kirchner en la causa Vialidad y la inhabilita para ser candidata, se abriría un nuevo y turbulento proceso político. Si se inclinan por esta solución, Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz estarían dando el mensaje de que el tribunal no cede ante las presiones políticas y falla en defensa de la independencia judicial. Obviamemte, el peronismo en su conjunto condenaría el fallo como un acto antiperonista, pero los indicadores de la realidad coinciden en que Javier Milei no se beneficiaria con la inhabilitación de la expresidenta.

El gobierno ha dado numerosas pruebas -y por demás coherentes- de su firme intención de que Cristina sea candidata. Lo hizo boicoteando reiteradamente en el Congreso el proyecto de ley de Ficha Limpia. También Milei se dedicó sistemáticamente a polemizar con ella, sabiendo que de este modo la fortalecía políticamente.

La Libertad Avanza se está convirtiendo así en un Pac Man que se fagocita a todo el espectro del centro a la derecha empezando por el PRO y siguiendo por parte de la UCR. La continuidad del liderazgo de Milei ya no se sustenta en resultados económicos, que son más que escasos, sino en el miedo de buena parte de la clase media al retorno de Cristina al poder. Para que este miedo funcione como catalizador electoral, es necesario entonces que ella sea candidata y que funcione además como la figura central del PJ.

Así es que Milei se debilitaría si Cristina no puede ser candidata. En este contexto, Axel Kicillof ganaría espacio como adversario del gobierno, pero no es una figura que movilice el odio antiperonista. Una eventual disminución de la fobia a Cristina privaría de este modo al gobierno de su mejor recurso electoral.

Un escenario imprevisible

¿Qué pasaría entonces si Cristina quedara fuera del juego electoral y además con prisión domiciliaria?

Es muy importante recordar que cuando el 1 de septiembre del 2022 se produjo el fallido atentado en su contra, ella intentó victimizarse y convocar a que todo el peronismo la apoyara. El resultado fue muy escaso. La mayor parte de la dirigencia del PJ ni siquiera se solidarizó con ella y muchos hasta la ignoraron. En cuanto a las movilizaciones de apoyo, éstas se limitaron al modesto aparato de La Cámpora. Hoy, y pese a ser presidenta del PJ, la situación ha empeorado.

Los gobernadores del PJ prácticamente ignoran a la presidenta del mismo y se manejan como miembros de una confederación. En cuanto al los intendentes del conurbano, no es un secreto que el 80 por ciento responden a Kicillof y desean que ella se jubile. Su posibilidad de conducir entonces una protesta del conjunto del justicialismo sería de este modo ínfima.

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