Por Italo Pallotti.-

La ex vice Presidenta, CFK, este personaje tan contradictorio, polémico, sacado de esos manuales que parece haber creado la historia tan particular de nuestro país, supo en algún momento afirmar “es necesario que en el país nos examinemos nosotros mismos y lo que somos” para luego agregar “tenemos la obligación de retomar un camino que le costó mucho a nuestro país”. Queda claro que con respecto a lo primero es muy poco lo que se observa respecto de su autoexamen y en cuanto a lo segundo, es más un cachetazo a la inteligencia del pueblo, que a un auténtico sentimiento que pueda ayudar a desandar un camino que casi, quirúrgicamente, se ocupó de desintegrar en sus años de gobierno. Su historial está plagado de páginas que por su contenido es preferible olvidar. Sus políticas fueron de mal en peor; aunque sostenga, con una habilidad casi rayana en el cinismo como que un cúmulo de virtudes adornaran ese espacio de tiempo que, por el contrario, es por demás triste, oscuro. Su legajo, embarrado con actos de corrupción, según los fallos de la Justicia, la alejan prontamente de su relato y la colocan en un espacio temporal tan lento, tan especial de ese cuerpo que la juzgó que dirá, si alguna vez, cumplirá el castigo impuesto. Todo extraño. Todo muy a nuestra manera de poner bajo la alfombra aspectos fundamentales para la sana adecuación a los principios éticos y morales. Pero así están las cosas. Se dio, en el interín, el “lujo” de prepear jueces, por aquello que a “ella ya la había juzgado la historia”, como si fuera tan simple como dar vuelta una página y pasar a otra cosa. Y ser mañana candidata, como si el pasado, se pudiera esfumar tan fácilmente.

Por qué esta referencia. En estos días se debate el tema de la ficha limpia en el Congreso. Una forma casi ridícula de decir. Porque sistemáticamente ese Cuerpo se encargó de patear para adelante un tema qué, por lo simple, no debería admitir tanta vuelta. Que hay detrás de ello, quedará en la conciencia de todos aquellos, que de un modo u otro y con triquiñuelas varias se encargaron de tirar para adelante un asunto por demás delicado para la vida institucional de la República. De aprobarse, CFK quedaría invalidada para ocupar algún tipo de cargo. Curiosamente las versiones, de funcionarios allegados al gobierno central se encargan de desmentir, cuando una mayoría opina lo contrario, que haya algún tipo de arreglo para tenerla, si esa opción no prospera, como la contrincante central para el próximo evento electoral del año venidero. Así como Macri, en su momento la eligió con sparring, con el resultado harto conocido, se especula, mayoritariamente, con la idea de una contingencia similar en este momento; pero en este caso con un personaje diferente; aunque se niegue esta posibilidad de modo furibundo y obcecado. Cierto es que a veces, en lugar de aclarar, se obscurece.

Cuando para situaciones, de simple rutina se exigen certificados, casi equivalentes al de ficha limpia, aquí para ocupar cargos de relevancia por parte de quien cometió actos de corrupción, como el caso que nos ocupa, se le da una y mil vueltas. Resulta que ahora, el original (Diputada Lospennato) sería cambiado por otro, luego de consulta con el Presidente.

Nada augura un final despojado de toda cuestión entre bambalinas; al menos antes de las elecciones próximas. Un pueblo absorto, al borde de la impotencia, la incredulidad y el desapego a las noticias oficiales, mira con desconfianza el accionar de un gobierno que venía para resucitar de la tumba del descreimiento total, una pizca de esperanza que personajes como el que nos ocupa, dinamitaron sin piedad. Basta del juego de tragafuego, esto no es show. La sociedad exige templanza y dureza. “El que las hace, las paga”; había quedado demasiado claro.

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