Por Oscar Edgardo García.-

Victoria Villarruel se quejó de su sueldo.

La vicepresidenta debería considerar que la decisión de desempeñar sus actuales funciones es exclusivamente de ella. Su personalidad denota claramente que no fue obligada por terceros para ello.

Si el sueldo que tiene asignado no satisface sus pretensiones económicas, tiene la libertad absoluta para renunciar a su cargo y dedicarse a su profesión, con la posibilidad futura de convertirse en una «abogada exitosa».

Habitualmente, cuando un empleado no está conforme con la retribución que obtiene por su trabajo, y a la vez visualiza que el empleador no tiene la necesaria predisposición para complacer sus ambiciones, suele tomar la iniciativa de buscar otro empleo o, en caso contrario, de guardar silencio.

Señora Villarruel: lamentablemente la pérdida de sensatez y racionalidad es lo que viene evidenciando últimamente en sus acciones y las esporádicas rencillas que mantiene con Javier Milei son totalmente desatinadas.

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