Por Hernán Andrés Kruse.-
El lunes 30 de diciembre de 2024 falleció el periodista más relevante del país a partir de la década del ochenta. Luego de padecer una internación en el Hospital Italiano de seis meses, finalmente su cuerpo dijo “basta” en las horas previas al comienzo de un nuevo año. Jorge Lanata era muy inteligente, rebelde y provocador. Se destacó tanto en la prensa gráfica como en la prensa oral y en la televisiva. Fundó los diarios Página/12 y Crítica de la Argentina, además de varias revistas. En televisión fue el creador de programas por demás exitosos como Día D, Periodismo Para Todos y Lanata Sin Filtro. Escribió varios libros, entre ellos dos tomos de historia argentina, y fue líder en la radio durante más de una década. Sus investigaciones sobre la corrupción durante el menemismo y el kirchnerismo fueron épicas. Con Lanata no había grises: se lo amaba o se lo odiaba con igual intensidad (fuente: Matías Bauso, Infobae, 30/12/024).
Lanata experimentó un cambio radical durante su brillante carrera como periodista. Porque de haber tenido, mientras fue director de Página/12, como sponsor al grupo guerrillero Todos Por la Patria, que en enero de 1989 asaltó el regimiento militar de La Tablada, pasó a trabajar en el Grupo Clarín, bajo las órdenes de Héctor Magnetto. Ello explica el odio que desde ese momento le profesó el progresismo y, como contracara, el amor incondicional que le profesó a partir de su conversión el establishment.
La pregunta que debemos formular es, me parece, la siguiente: ¿fue Lanata un periodista independiente mientras trabajó en Clarín? La respuesta se cae de madura: no lo fue. Ello es así porque ejerció su noble función en relación de dependencia. Nadie discute su valioso aporte al periodismo de investigación. Pero creo que nadie puede discutir que si hubiera intentado investigar la corrupción de grupos económicos concentrados ligados estrechamente al CEO de Clarín, hubiera sido despedido sin miramientos.
La muerte de este brillante periodista pone una vez sobre el tapete la delicada cuestión del periodismo independiente. Cabe, por ende, que nos preguntemos una vez más: ¿existe en nuestro país un periodismo que sea genuinamente independiente? Buceando en Google me encontré con el texto de la conferencia, titulada “Periodismo independiente”, que pronunció Alejandro Miro Quesada G., Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, en las Jornadas Empresarias de Medios de Comunicación Independientes de Argentina, Buenos Aires (agosto de 1986). Su contenido es una lúcida e incuestionable respuesta al interrogante planteado. Saque el lector sus propias conclusiones.
SU ROL EN LA SOCIEDAD
“Desde los albores del periodismo, se comprendió el importante rol social que éste debía cumplir y cómo estaba llamado a desempeñar influencia decisiva en la sociedad, reflejando no sólo sus usos y costumbres, sino también definiéndolos o reformándolos. De allí que el periodismo nazca con la finalidad de realizar más que una función informativa una misión orientadora y educativa, pues como señalara Carrel: «el sentimiento público no podría concebir ni tolerar que se rebajase la misión del periodista a la condición de comerciante de opiniones y noticias».
Los hechos han demostrado que la prensa ha sido el más importante instrumento para reformar la sociedad. Ella influye no sólo en vida individual sino también en la colectiva. Como recuerda Suaree: «ningún núcleo social puede pasarse sin ella; y así, si se piensa en el tiempo que se le dedica utilizando todos los sentidos -junto con la radio y hoy la televisión- no han hecho más que contribuir a acabar de fijar su penetración en la existencia humana. Porque no es sólo el tiempo directo que nos lleva la prensa a todos; hay que considerar, asimismo, el indirecto, como igualmente debemos anotar no sólo su influencia activa sobre nuestras determinaciones, sino igualmente la pasiva. La prensa no solamente se lee, sino que se comenta; lo periodístico no solamente reforma nuestras costumbres sino que las conforma».
Cumple pues el periodismo rol fundamental en la sociedad, al ilustrarla y orientarla diariamente y salir en su defensa cuando se pretende destruir los valores esenciales que la integran. Mas no son únicamente las tradicionales funciones de informar y opinar que tiene el periodismo; a ellas hay que agregar hoy, la de entretener y la de servir. ¿Hasta qué grado los periodistas tenemos el derecho de mantener a nuestro público en una diaria preocupación y en una permanente tensión creada por las noticias que les damos las cuales por lo general, son negativas? ¿No tiene el lector a su vez, el derecho a ser entretenido, a que los ayudemos a mejor utilizar sus horas libres, guiándolos, orientándolos, cumpliendo así el periódico elevada función educadora? Es igualmente importante la cuarta función, aquella de servir a sus lectores. Servir a la comunidad. Pensemos en los miles de casos conflictivos que se producen no sólo en la localidad, sino inclusive fuera de ella, que son solucionados por el periódico sin necesidad de que los afectados tengan que acudir a la justicia.
La importancia que han adquirido los medios de comunicación en la vida es tan grande que, como señala Stephen Valors, exdirector del Instituto de Ciencias de la Prensa de la Universidad de París, «prácticamente nada es inteligible actualmente, sin la prensa, ni la política, ni las finanzas, ni la ciencia, ni las artes, ni la industria, ni el comercio, ni la paz, ni la guerra». Es que, como demuestran Peterson, Jensen y Rivers, en su libro «Medios Populares de la Comunicación»: «El esfuerzo intelectual del individuo se está volviendo innecesario puesto que los medios le están resolviendo sus problemas, pues todo lo que necesita hacer es ver y oír. Anteriormente en las tabernas o en las asambleas municipales podían comparar y analizar sus propias experiencias con los demás, pero en nuestros días, nos estamos convirtiendo en espectadores de la discusión, como si fuéramos asistentes a un espectáculo deportivo. Podemos hablar sobre ciertas cuestiones con nuestros amigos, pero en general pagamos especialistas que analicen los problemas por nosotros».
Walter Lipmann coincide con este planteamiento al manifestar que : «El Mundo Objetivo, aquel con el cual el hombre está relacionado, está fuera de nuestro alcance, de nuestra vista y de nuestra mente.. El hombre va haciéndose en su mente una imagen más o menos fiel del mundo exterior. De este modo la gente, sola o en conjunto, se comporta no por el conocimiento directo y cierto del mundo real, sino por imágenes que se han formado o se ha tomado de otros». A través de los medios de comunicación, agregaría yo. Nos hemos puesto a pensar, ¿qué pasaría en una comunidad en la cual se suprimen drásticamente los medios de comunicación?, ¿qué hacer?, ¿dónde ir?, ¿qué pasa a nuestro alrededor?, ¿qué ocurre en el mundo?, ¿dónde comprar?, ¿a qué farmacia de turno recurrir para una emergencia?, o ¿a qué espectáculo asistir? Nos sentiríamos como en una cárcel, aislados del mundo. Tendríamos la misma sensación que se tiene cuando se corta el fluido eléctrico. Uno queda a oscuras y no sabe qué hacer.
Todo ello nos demuestra, una vez más, que la vida sería imposible sin los medios de comunicación. De allí la enorme importancia de esos, y del porqué el periodismo ha sido considerado como el Cuarto Poder del Estado. Mas ello no se debe solamente al poder político que representa sino al enorme impacto que tiene en la vida de una comunidad. Pero no nos jactemos los periodistas de nuestro poder, ni abusemos de nuestros derechos, porque bien sabemos que los derechos generan a su vez deberes y que cuanto mayor es el poder mayor es la responsabilidad. Por ello, hoy más que nunca, se requiere de una prensa responsable e independiente que tenga credibilidad, pues si perdemos ésta, perderemos todo poder”.
07/01/2025 a las 6:37 AM
«Las malas personas no pueden ser buenos periodistas.»
07/01/2025 a las 6:38 AM
«La traición es la peor de las ofensas, y el traidor es el más bajo de los hombres.»
07/01/2025 a las 6:37 AM
«El periodismo, como la prostitución, se aprende en la calle.»
07/01/2025 a las 6:39 AM
«Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa no puede ser otra cosa que mala.»
07/01/2025 a las 6:41 AM
«La traición es un acto que no se perdona fácilmente.»
«Con las cenizas de los traidores, construiremos la patria de los humildes.»
07/01/2025 a las 6:43 AM
El informador impúdico
«No nos avergüenza las cosas que publicamos.»
07/01/2025 a las 2:45 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El periodismo vuelve a ser un “oficio maldito”
Jorge Fernández Díaz
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
5/1/025
Ya que la dolorosa y prematura muerte de Jorge Lanata volvió a poner en la palestra de los odios cruzados al periodismo independiente y que a la vez navegamos en las borrascosas aguas de un revival noventista, quizá no resulte del todo vano evocar la gran contienda de aquella década imborrable.
Ocurrió en la todavía decisiva televisión abierta, y dio comienzo cuando Bernardo Neustadt contagió su visión del país a Carlos Menem, propuso para su primer gabinete a muchos de los “abonados” a Tiempo Nuevo y luego llenó la Plaza de Mayo en apoyo a sus reformas. Tenía treinta puntos de rating y era el Ciudadano Kane de la telepolítica. Fue en ese momento de gloria cuando Mariano Grondona decidió por primera vez independizarse y darle espacio y voz a quienes denunciaban las corrupciones y groserías menemistas. Conservador liberal de toda la vida, el padre de Hora clave respaldaba el rumbo económico, pero consideraba un deber cívico señalarle al riojano todos los pecados de la gestión y mantener la distancia con la Casa Rosada. “Lejos del poder, cerca de la gente”, era su lema.
Mariano no necesitaba presumir liberalismo y tenía claro que en este gremio el oficialismo era un negocio dudoso y fugaz. Bernardo, acusado muchas veces de haber sido camaleónico, era un experto en entrar y salir de esa trampa cuando los vientos de la opinión pública cambiaban bruscamente de dirección, pero su enamoramiento con el “modelo” que había ayudado a fundar era tan grande que ni siquiera cuando la gente de la calle le recriminaba por las secuelas indeseadas y los escándalos virulentos logró mucho más que mirar a cámara y decir: “Paren de robar”. Ya era tarde, su audiencia comenzó a caer y los números de Grondona a elevarse: la centralidad pasaba de uno a otro a medida que avanzaban los años del menemato. Fue una lucha de visiones entre dos viejos amigos, no exenta por cierto de roces y broncas que al final se perdonaron. Triunfó quien se negaba a hacer propaganda y perdió quien era a todas luces un promotor ideológico de Menem. Al final de la década Mariano tenía un rating impresionante, y Bernardo abandonaba Telefé por sus exiguos resultados. No existía por entonces, claro está, la polarización actual, ni sus sesgos de confirmación y burbujas de sentido, pero lo cierto es que muchos ciudadanos rasos de la convertibilidad eran capaces de desdoblar sus sentimientos: no creían que criticar fuera limar, y aun queriendo volver a votar a Menem pretendían que la prensa denunciara sus renuncios y limpiara ese lodazal. Era una posición sofisticada, sobre todo si uno la confronta con el fanatismo bobo, ciego e identitario que se produce hoy, por culpa de la política, pero también por la dinámica propia de las redes sociales, que cavan trincheras, generan tribus y desdeñan la verdad y sus matices. Quién sabe cómo acabaría hoy aquella misma guerra de titanes.
Luego de los noventa, donde se vivió un paroxismo un tanto carnavalesco de la denuncia (había un falso Watergate cada diez minutos) y una verdadera hoguera de vanidades dentro de nuestro ambiente, la prensa comenzó tímidamente a realizar una autocrítica, que suspendió cuando llegaron los Kirchner y la pusieron bajo fuego graneado: es difícil hacer un autoexamen sincero cuando te están bombardeando la casa. Fue durante el kirchnerato que Lanata llevó el género de la pesquisa de los negocios sucios a la televisión abierta, y cumpliendo la profecía de Bernardo –Jorge nos sucederá a todos–, ocupó el centro del escenario y dio vuelta la historia. Mientras lo hacía, la principal batalla de las ideas se cifraba en una única praxis: el gobierno kirchnerista –gran fábrica de literatura de ficción– lanzaba día y noche bulos y fábulas, y el periodismo se veía en la necesidad de refutarlos uno por uno. Ellos mentían y nosotros corríamos a desmentirlos; he ahí todo el juego esencial, que se enmarcaba en un drama mayor: esa facción pretendía alcanzar una hegemonía y un régimen de partido único. Resistir con la cultura, los argumentos y los hechos ese cesarismo de relato fue una misión civil y profesional. La llegada de Milei a Balcarce 50 modificó radicalmente esa mecánica, puesto que lo contrario de una desmesura no resultó un proyecto mesurado sino otra desmesura de idéntico tamaño aunque de distinto signo. He aquí la complejidad del momento: refutar las falacias y desproporciones de unos y otros, desmalezar la verdad de la mentira y la justicia del exceso, y oponer la sensatez al sinsentido, ver que no se pasen tres pueblos y una gasolinera, y hacerlo todo sin el respaldo de las audiencias más maniqueas y pueriles, a ambos lados del muro, que requieren negación, cainismo, autoafirmación y simplificaciones de historieta.
El movimiento libertario, que sueña con un “emperador romano” (sic) y también con una hegemonía, quiere controlar a cualquier precio la narrativa triunfalista y los periodistas son, por lo tanto, peligrosos aguafiestas. Así y todo, no ha pasado en el primer año de gobierno a “la acción directa”, como su némesis hizo durante la “década ganada”. Bien es cierto, sin embargo, que mientras procuraba colocar periodistas afines en todos los medios, quiso instalar que los periodistas habían pasado de moda, y trató todo el tiempo a nuestra profesión como a un oficio maldito. Eso, en lugar de desalentarnos, debería resultarnos estimulante: ¿hay algo más apasionante que practicar un oficio maldito, compañeros? Es casi irresistible hacerlo, y con más entusiasmo. Estos últimos días sucedió en las redes un fenómeno tristemente confirmatorio de toda esta realidad: kirchneristas y mileístas se lanzaron por igual sobre el cadáver caliente de Jorge Lanata para deslegitimar su reputación de la peor manera. Quisieron matar al muerto. De los kirchneristas nada debe sorprender; de los libertarios en cambio resalta la pretendida insolencia de haber surgido de un repollo, enarbolar una nueva superioridad moral y actuar como si Lanata no hubiera sido crucial en la lucha contra el relato y la impunidad de los Kirchner. La Casa Rosada se negó a darles a sus familiares y a la sociedad sus condolencias, asumiendo que aun muerto sigue siendo un enemigo, y algunos de sus voceros informales le han imputado las peores cosas. Síntomas de que Lanata sigue, desde la tumba, representando y ennobleciendo al periodismo verdadero.
07/01/2025 a las 5:57 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La relación entre Milei y Macri. Mensajes de fin de año, entre el vínculo afectivo y los reproches
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
5/1/025
El espíritu de concordia que impera en las fiestas de fin de año pareció tener algún efecto. Mauricio Macri le escribió un mensaje de salutación al presidente Javier Milei, quien le respondió también en tono amigable. Cordialidades mínimas. Cerraron así semanas de desconexión y mucha tensión, que habían puesto en serias dudas el futuro de la relación entre el Pro y LLA. En algún momento podría producirse el reencuentro personal. No sería porque lograron solucionar las diferencias que mantienen a la hora de concebir la distribución de cargas de un futuro acuerdo electoral, ni porque se hayan puesto de acuerdo con los objetivos estratégicos. Esa es parte de la tarea por hacer.
Hoy ese lazo depende preeminentemente de una razón emocional. El Presidente siente por su antecesor un afecto personal basado en dos experiencias compartidas, ambas muy intensas. La primera, la relación tortuosa con sus respectivos padres, vivencias que los marcaron de por vida. “Con él conservo un vínculo que excede todo lo demás”, comentó alguna vez en la intimidad al hablar de Macri. “Tengo una buena relación afectiva con el Presidente”, coincide el líder de Pro.
Existe en general una tendencia a subestimar los factores psicológicos en el ejercicio del poder y una sobrevaloración de los aspectos racionales en los procesos de toma de decisiones, cuando muchos gobernantes del mundo han detallado en sus autobiografías hasta qué punto incidieron los factores emocionales en sus preferencias. Y en este sentido, la relación con los progenitores ocupa un lugar central en los perfiles de los últimos gobernantes, si se contempla que también Alberto Fernández (abandonado por su padre natural cuando tenía cuatro años y criado por un juez que se casó con su madre) y Cristina Kirchner (que siempre evitó mencionar a su papá colectivero, al punto de que prácticamente no hay referencias sobre él en su vida pública) vivieron situaciones particulares.
En el caso de Milei hay una consecuencia directa de esa identificación común que siente con Macri: que no es compartida por su hermana Karina, cuyas vivencias fueron diferentes. Es decir, hay un correlato político concreto, dado que ella es la armadora principal de LLA. Probablemente se trate de una de las disidencias más nítidas entre los hermanos. “Un acuerdo con Macri, me enfrentaría con mi hermana”, ha llegado a admitir en la intimidad el Presidente.
Es una definición crucial para la que se prepara Milei, aun contra el consejo de Karina y de Santiago Caputo, quienes parecen más dispuestos a seducir individualmente a referentes de Pro, sin la necesidad de un pacto estructural con el presidente del partido. Desde la perspectiva de Milei, se parece más a un dilema emocional que político. Macri quiere ver y le dice a su entorno: “Deberá demostrar que es él quien conduce”.
El segundo factor de identificación con Macri es la experiencia compartida de ocupar “la silla eléctrica” del poder, el cargo sobre el que recaen las mayores responsabilidades y decisiones. Allí también Milei recurre a los recuerdos cuando lo compara con sus épocas de arquero: “En el momento más crítico, estás solo y no tenés a nadie atrás que te cuide la espalda”.
Sin embargo, en el plano de la gestión, el Presidente ha evitado seguir los lineamientos que su antecesor intenta marcarle. De hecho la principal frustración de Macri es no haber podido ejercer el padrinazgo intelectual que había imaginado cuando apoyó electoralmente al líder libertario para el ballotage de 2023. No entiende por qué si el Pro “hizo todo bien” como aliado del Gobierno, recibió el “destrato” que explicitó en su último discurso. Tampoco por qué desdeñan sus recomendaciones de cuidar la institucionalidad, un factor que, entiende, merma la confianza internacional en el rumbo económico. En la lista anota, entre otros temas, la postulación de Ariel Lijo (en el Gobierno cedió notoriamente el ímpetu para apelar a un decreto si no hay acuerdo del Senado), las denuncias contra el titular de la DGI, Andrés Vázquez, y un asunto que apunta a transformarse en un verdadero conflicto entre las dos fuerzas: la licitación de la Hidrovía. Desde su descanso en Cumelén, Macri le dice a su tropa que hay que prepararse para competir.
Sin embargo, en la Casa Rosada desestiman estos consejos confiados en su propio recorrido, al que consideran mucho más reformista y radical que el “tibio” interregno 2015-2019. Especialmente en el plano económico.
LOS DESAFÍOS CENTRALES DEL MODELO LIBERTARIO
En Olivos reina un optimismo sin rubores al evaluar las perspectivas para el año que se inicia. Se ilusionan con que la inflación de los tres primeros meses ronde el 1,5% porque ese descenso, sumado a un acuerdo con el FMI que aseguran “muy encaminado”, abriría la senda para una salida del cepo hacia marzo. Al mismo tiempo esperan el dato de la inflación de diciembre, que se conocerá dentro de diez días, para definir cómo sigue el crawling peg. Si el Indec determina que la suba de precios fue del 2,5%, reducirán la tasa de devaluación del dólar oficial a 1%.
Detrás de esta decisión anida la convicción férrea de que, a pesar de los señalamientos de muchos economistas, incluso del exministro Domingo Cavallo, el tipo de cambio “no está atrasado”. Así como el año pasado la inquietud central pasaba por la fecha de salida del cepo, hoy el régimen cambiario es el eje de las mayores controversias. Milei entiende que no hay distorsiones generadas por la política monetaria al haber frenado la emisión y que el valor real del dólar, si se toma una serie histórica que incluya el período de la convertibilidad, demostraría que la moneda norteamericana debería cotizar hoy más abajo que lo que muestran las pizarras.
Desde esa perspectiva, hay un convencimiento de que el compromiso con el equilibrio fiscal y la no emisión monetaria preservan a la economía argentina de vaivenes profundos como coletazos de la devaluación del real en Brasil o de la revalorización del dólar a nivel global, y que en todo caso sólo puede haber oscilaciones pasajeras con la brecha cambiaria.
Pero hay dos cuestiones absolutamente troncales del modelo que en el entorno del Presidente asumen como parte del proceso, con una naturalidad que puede ser desafiada por la dinámica económica y social. La primera de ellas tiene que ver con el impacto sobre los sectores productivos de la combinación del tipo de cambio actual y la apertura a las importaciones. Hay clusters industriales que están manifestando sus dificultades para competir en este contexto, si no hay señales impositivas o una baja de los costos locales. En el Gobierno, con modos amables, sólo responden con una consigna: el camino es la reconversión. Es decir, el que se pueda adaptar, sobrevivirá; el que no, desaparecerá. Esta lógica, que sería impensable para otra administración, es asumida sin timidez por los libertarios. Incluso hablan de que es probable que la Argentina modifique su matriz productiva para que sea menos industrial y más basada en materias primas y servicios. Estas transformaciones, nunca son inocuas.
La otra derivación asumida es que un mayor crecimiento económico genera un incremento de la desigualdad social. La mirada del Gobierno está puesta esencialmente en medir la mejora del PBI per cápita calculado en dólares. Por eso el discurso oficial habla de que el salario de un trabajador pasó de 300 dólares a 1100 dólares en 2024. “El crecimiento económico genera desigualdad, qué importa cómo se distribuye”, señalan, apelando a que en una economía totalmente libre los actores se reacomodan. Se trata de un planteo rupturista para la idiosincrasia argentina histórica, basada en un fuerte rol estatal y con una impronta de reparación social muy arraigada.
En gran medida el éxito a largo plazo del plan de Milei depende de que estas dos dinámicas se desarrollen según sus planes. Si la matriz productiva se reconvierte en forma incruenta, y si el crecimiento económico es tan vigoroso que diluye la relevancia de la distribución de ingresos, habrá logrado dar un paso histórico. Pero si antes aparecen síntomas de estancamiento y recesión, o tensión social y desempleo alto, el libreto oficial enfrentará un revés irreparable.
LA REFORMA JUBILATORIA
Milei tiene pocas expectativas de que este año pueda aprobar reformas estructurales en el Congreso por el clima electoral. Pero está confiado en que tiene margen suficiente para evitar cualquier ofensiva opositora y dice contar con 105 diputados comprometidos con ese objetivo.
De todos modos, prepara un proyecto para introducir una fuerte transformación en el sistema previsional, que prevé presentarlo el 1 de marzo. Según su mirada, estos cambios deben ir de la mano de una reforma laboral que reduzca el alto grado de informalidad, que hoy se eleva al 60% de la mano de obra ocupada. Aunque en este sentido hay cierta desazón por la falta de reacción del sector privado. Federico Sturzenneger se lamenta de que pese a la instrumentación del sistema de fondo de cese laboral al estilo Uocra, no hubo hasta ahora empresas interesadas en aplicarlo, muestra de que no siempre los procesos son tan lineales.
Hay un equipo de Presidencia, Jefatura de Gabinete, Economía y Capital Humano, junto con ONGs, universidades y organismos internacionales, que trabaja en esa reforma jubilatoria, que en esencia apunta a un sistema híbrido, que sin dejar el esquema de reparto permita en forma opcional una capitalización individual, una combinación que es la más adoptada hoy a nivel global, tras el fracaso de los modelos exclusivamente públicos o privados.
Entre los cambios que se analizan están la eliminación de los regímenes de excepción, equiparar la edad de retiro de las mujeres con la de los hombres a los 65 años, y lograr una mayor proporcionalidad entre los años de aporte y los haberes que se perciben, a través de un mecanismo de incentivos que contemple la extensión de la vida activa de las personas.
Esto intenta evitar las distorsiones de un sistema en el que, según un estudio elaborado por el especialista Rafael Rofman, apenas el 25% de la población que llega a la edad de retiro se jubila con el régimen ordinario y los 30 años de aportes correspondientes. Es decir, solo un cuarto del total. Del resto, el 35 % accedió con algún esquema de moratoria (que en marzo de este año ya no se renovará) y el 40% a través de alguno de los 205 regímenes de excepción que existen.
Hay una premura en avanzar con esta reforma a partir de la constatación de que se está consumiendo rápidamente el denominado “bono demográfico”, que significa que la población en edad de trabajar es mayor que la de personas dependientes. En los últimos años en la Argentina creció sostenidamente el sector de más de 65 años, que hoy representa el 12% de la población, pero se estima que en 2035 va a ser el 20% y en 2050 el 40%. Al mismo tiempo, está disminuyendo el grupo sub 25, en línea con varios países desarrollados. En consecuencia, en las próximas décadas se producirá el cruce de las curvas, momento para el cual el sistema de jubilaciones quedará expuesto a un estrés inédito.
Se trata de otro desafío gigante para el Gobierno, que lo volverá a enfrentar con el sector social que más sufrió el ajuste del año pasado y que forzó uno de los vetos de Milei cuando el Congreso quiso instrumentar una actualización de los haberes. Las jubilaciones representan el rubro más abultado del presupuesto nacional y los libertarios apuestan a reducir su incidencia. Otro péndulo que sostiene los planes del Presidente.
07/01/2025 a las 6:02 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los Reyes, Lanata y los refutadores de relatos
Fernando Laborda
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
5/1/025
Es difícil encontrar en la Argentina del presente siglo un fin de año más tranquilo que el que acabamos de pasar, lejos de las corridas bancarias y cambiarias, sin protestas callejeras ni piquetes montados por los llamados gerentes de la pobreza. A diferencia de otros diciembres, tampoco hubo esta vez llamados de responsables de cadenas de supermercados a intendentes o comisarios para reforzar la seguridad en sus locales por temor a saqueos.
Fue tal el sosiego que, al menos en vastas zonas del área metropolitana, casi no se oyó el habitual estruendo de cañitas voladoras y fuegos artificiales con que se suele festejar el año nuevo. Viene aquí el primer contrapunto. Los optimistas explican este fenómeno por la existencia de una mayor conciencia social sobre los peligros de la pirotecnia y acerca de sus nefastos efectos en personas neurodivergentes, en recién nacidos y en mascotas. En la otra vereda, están quienes esgrimen que la disminución de las celebraciones pirotécnicas es tan solo un reflejo de la tristeza que embarga a muchos argentinos y de la imposibilidad de obtener aquellos artículos por la caída del poder adquisitivo de la población.
Los portavoces del Gobierno salen rápidamente al cruce de las hipótesis pesimistas y ponen de manifiesto que, gracias a la fuerte desaceleración de la inflación (pasó del 25,5% en diciembre de 2023 al 2,4% en noviembre último), los salarios han aumentado en términos reales en lo que va de la gestión de Javier Milei. Añaden que esa revalorización es muy superior si se la mide en dólares. Aunque es claro también que prácticamente todo en la Argentina se incrementó fuertemente en dólares.
Recientemente, el Consejo Nacional del Salario fijó el haber mínimo vital y móvil en $279.718 para diciembre y en $286.711 para enero, una cifra alejada de los $572.000 que reclamaban las centrales sindicales. Para la Central de Trabajadores Autónoma, el salario mínimo establecido para el último mes de 2024 implica una caída del 17,8% en términos reales frente al de diciembre de 2023. La Canasta Básica Total, por debajo de la cual se determina la línea de pobreza, es de $324.099 para un adulto y de $1.001.046 para una familia tipo, por lo cual el salario mínimo cubre el 86% de la canasta de un adulto.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, optó por otra fórmula: puntualizó que, medido en dólares, el salario mínimo creció desde el equivalente a 156 dólares hacia fines de 2023 hasta 231 dólares un año después. Desde el Gobierno, se destacó también el progreso representado por el hecho de que la canasta básica total solo subió el 1,5% en noviembre último con relación al mes anterior, mientras que en noviembre de 2023 había aumentado el 13,1%.
Dado que el salario mínimo no refleja el mayor porcentaje de haberes registrados, puede ser relevante la revelación del presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Natalio Mario Grinman, según la cual los salarios de este sector aumentaron en 2024 el 127%, por encima de la inflación del 118% que se proyecta para el año que acaba de concluir.
Las diferencias surgen cuando se profundiza en los análisis sectoriales. Al tiempo que tres empresas del sector agropecuario incumplieron obligaciones financieras, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) expresó que la presión impositiva de los distintos niveles del Estado sobre la renta generada por una hectárea agrícola llegó al 64,3%, cinco puntos más que en diciembre de 2023.
En contrapartida, 2025 prolongó en sus primeros días la euforia bursátil y la baja del riesgo país.
La fascinación por los números, sean alentadores o decepcionantes, puede llevar a equivocaciones. El escritor francés Edmond de Goncourt opinó en el siglo XIX que “la estadística es la primera de las ciencias inexactas”, antes de que se le atribuyera a Winston Churchill la singular frase “solo me fío de las estadísticas que he manipulado”.
El debate acerca de cómo estamos los argentinos puede llevarnos en estas horas a la ancestral discusión sobre la existencia de los Reyes Magos y a las “Crónicas del Ángel Gris” en las que Alejandro Dolina diferencia a los hombres sensibles de Flores de los refutadores de leyendas. Los primeros buscan que los niños crean en los Reyes y en el mundo de los sueños, y acusan a los segundos de asegurar que los Reyes no existen con el único propósito de ahorrarse el regalo. En cambio, los refutadores esgrimen que muchos pibes de Flores, aun siendo escépticos, fingen creer solo para encontrar un juguete en los zapatitos.
Natural refutador de relatos, Jorge Lanata incomodó siempre a los gobernantes. A nadie extrañó que Cristina Kirchner no dijera nada sobre su muerte. Sí sorprendió a algunos que Milei se abstuviera de hacer comentario alguno sobre alguien que honró la libertad y el espíritu crítico y que, al igual que él, refutó la leyenda del populismo K. Tal vez el Presidente podría preguntarse si hoy estaría donde está de no haber existido periodistas que, como Lanata y otros a los que inmerecidamente ha descalificado, denunciaron con rigurosidad la corrupción y los falsos relatos de anteriores gobiernos.
07/01/2025 a las 6:14 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los golpes de efecto que prepara el Gobierno
Pablo Fernández Blanco
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
5/1/024
Apuesta a que seguirá bajando la inflación, avanza en una reforma impositiva integral para los próximos meses y prepara los papeles para volver al mercado de deuda internacional a mediados de año; el rol del sector privado en la infraestructura y en el aporte de dólares en inversión
La apuesta dice mucho sobre la administración de Javier Milei y habla, también, de la parte más poderosa del empresariado argentino. Una terminal del establishment que suele intercambiar ideas con el ministro de Economía, Luis Caputo, y con el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, le apostó a un funcionario que antes de fin de año el Gobierno convalidaría una devaluación del peso. Ocurrió al principio del último trimestre. Perdió y pagó.
Es probable que no quiera repetir el juego por un tiempo. Esta semana, en una conversación privada, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, respondió a la pregunta que domina las discusiones económicas con otra pregunta: “¿Si el dólar está barato, por qué seguimos comprando reservas?”, dijo.
El primer año de gestión libertaria consolidó el triunfo de los duros, un grupo capitaneado por el propio Presidente, que profundizará su dirección en 2025 apalancado en el aval de que las cosas salieron como ellos pensaban. Creen, además, que esa mirada les permitirá alcanzar hitos capitalizables en el plano político para preparar el terreno para la competencia electoral.
El primero de ellos tiene que ver con la inflación, acaso el éxito más visible de la Casa Rosada de cara a la población. Los pronósticos privados muestran que la Argentina podría marcar en mayo una suba de precios apenas superior al 2%. Esa predicción, que en el pasado azuzó el enojo de Milei con sus colegas economistas, juega a favor de Caputo.
Hasta ahora, las consultoras de las que recibe información el Banco Central han tendido a adelantar cifras por encima de la inflación oficial. De manera que en el quinto mes del año, o incluso antes, el índice de precios podría arrancar con el número uno. Es algo que no ocurre desde abril de 2020 (1,5%), una cifra mentirosa porque todo estaba trastocado por la pandemia.
Milei va por ese premio. Terminar de mostrar que se pueden alcanzar cifras más amistosas de inflación sin las herramientas en las que más confía el kirchnerismo, como el control de precios, en un contexto de flexibilización del cepo cambiario. Es una reivindicación práctica de las ideas en las que cree. Será, sin embargo, una transición dolorosa para quienes quedaron colgados del puente roto entre la gestión de Alberto Fernández y la actual.
Algunos cisnes negros comenzaron a aparecer en la laguna más importante de la economía argentina. Siete de cada 10 dólares que ingresan al país vienen del campo, que vive un temblor por la incapacidad de algunas empresas de renombre para pagar deudas. Es un miedo que contamina. En la semana, las acciones de las compañías vinculadas a este negocio tuvieron dificultades durante algunos días.
Son fantasmas que aparecen cuando lo viejo no terminó de morir. En el último año de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, con una sobreabundancia de pesos desvalorizados, la imposibilidad de usarlos para otra cosa y la certeza de una futura devaluación, muchas empresas los prestaron con escaso cuidado a compañías, en general más chicas, que forman parte de su cadena de valor. A su vez, se adelantaron compras de insumos que hoy no se venden por ese motivo.
Quienes conocen el sector en profundidad aseguran que las grandes compañías tienen una situación saludable, pero con márgenes ajustados, algo que le pone una presión adicional al Gobierno para cumplir algunas de sus promesas.
La caída de los precios internacionales y la devaluación de Brasil, principal competidor del país en soja, junto a la fortaleza del peso, dejan en evidencia el dolor para el productor argentino de pagar 33% de retenciones.
El equipo económico no piensa devaluar, algo que, de concretarse, disimularía la carga de los gravámenes para los exportadores. Su única alternativa es bajar impuestos, de manera frontal o maquillada. Aunque Caputo ya fue advertido acerca de la molestia del campo, no tiene margen para más que algún gesto si es que no quiere darle un golpe al edificio de estabilidad que está construyendo antes de que esté terminado.
La caja de sorpresas de Caputo para este año incluye, de todas formas, avanzar en una reforma impositiva en la que el Gobierno está trabajando desde hace meses. Sería otro golpe de efecto para un país cuya abundancia y complejidad en ese rubro agobia a quien quiera invertir.
La novedad estará más relacionada con la estructura que con los montos a pagar. Son los costos del cambio. De la misma manera en que Milei no pondrá en riesgo el camino de desinflación con una devaluación, tampoco pondrá a prueba el superávit fiscal al que se aferra por una baja tributaria sensible que aliviane los problemas de tener una moneda fuerte.
Milei espera que en 2025 el sector privado le devuelva a él lo mismo que él le dio al sector privado. Ya no se trata de que las empresas aumenten las ventas para empujar la economía, sino que se involucren con las arterias más delgadas que mueven la rueda y desplacen al Estado de esos lugares, algo que hasta ahora ocurrió muy parcialmente.
Hay casos sintomáticos que comienzan a sonar en la voz de personas a las que el Presidente escucha. Uno de los más fuertes es el del economista Juan Carlos de Pablo, quien advirtió acerca de su preocupación por el deterioro de las rutas que, por el ajuste, ya no reciben fondos públicos. La inquietud se puede expandir a toda la obra pública.
Hasta ahora, la Casa Rosada ha hecho malabares para sostener la política fiscal en la que se apoya el andamiaje económico que construyeron Milei y Caputo. En el caso específico de las rutas, la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) mantuvo contratos muy básicos o cubrió los gastos esenciales con sus propios recursos operativos.
Estos últimos ni siquiera aparecen contemplados en el presupuesto y son la regla en el 80% de la red vial nacional. Sirven para compras de insumos, repuestos, gasoil y convenios con contratistas locales o municipios para hacer cosas como cortar el pasto a la vera del camino.
Vialidad puede extender estas prácticas eternamente, aunque eso no le permitirá esquivar el deterioro de las rutas que vendrá como consecuencia. La Casa Rosada buscará en 2025 que el sector privado haga mucho más que embellecer el césped en materia de obra pública.
Patricia Bullrich, una de las ministras dilectas de Javier Milei, está relacionada con un caso que puede ser paradigmático. Quizá no sea casualidad que la última palabra en el tema la tenga el ministro de Economía, Luis Caputo, otro de los preferidos del Presidente.
Por si le faltara algo a esta historia, involucra la construcción de cárceles, uno de los vértices de la pelea entre la expresidenta del Pro, su excompañero Horacio Rodríguez Larreta y el actual jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, cuya silla quiere en el futuro para alguien propio la influyente Karina Milei.
El Ministerio de Seguridad ya le pasó a Economía un plan para la construcción de una cárcel en Mercedes (provincia de Buenos Aires) que estará ubicada en el denominado Complejo Federal de Condenados de Agote — Mercedes. El equipo de Caputo está analizando el proyecto desde sus necesidades económicas y financieras.
La novedad aquí es que el Gobierno busca implementar un contrato de participación público-privada, una modalidad que intentó aplicar Mauricio Macri y fue denostada por sus sucesores Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Quizá Milei desempate.
Del éxito de este mecanismo, que el Gobierno intentará empujar este año, depende mucho de lo que se diga de Milei en materia de infraestructura. Hay otros lugares, sin embargo, donde el sector privado no llegará, a menos que la Casa Rosada descubra cómo cobrarles peaje a los guanacos que cruzan la ruta en el norte argentino, por ejemplo.
El sector privado también estará llamado a cumplir en 2025 un rol clave para definir el futuro del dólar. En un ejercicio histórico de escasos antecedentes, el ajuste del primer año de mandato le permitió a Caputo ahorrar lo suficiente para pagar casi todos los vencimientos de deuda privada que tiene por delante. Es como poner al pasado argentino patas para arriba: el país que suele vivir en un clima de incertidumbre con respecto al pago de sus compromisos, ahora dejó en claro, por adelantado y con recursos propios, que no tendrá problemas para pagar.
La conducta de Caputo, sin embargo, genera un estrés con el Banco Central, el organismo a cargo de su amigo Santiago Bausili. Cada vez que Economía cambia sus ahorros en pesos por dólares, pasa por la ventanilla de la entidad monetaria, algo que le saca reservas netas en dólares. En otros términos, parte de los dólares que con esfuerzo junta Bausili, se los lleva Caputo para pagarles a los acreedores.
¿Qué papel puede jugar el sector privado en ese juego? El Gobierno espera que con el RIGI empiecen a llegar dólares mediante inversiones que, en términos cambiarios, compensen los frutos de la frugalidad del ministro de Economía.
Al entusiasmo financiero propio se le suma otro ajeno. Este mes asumirá en Estados Unidos Donald Trump, que ante los ojos del mundo tiene a Milei como uno de sus socios políticos. A las empresas no les interesa esa amistad, sino la convicción de que el país más importante del planeta ayudará a la Argentina.
La sensación oficial es que nadie importante querrá quedarse afuera de esa potencial lotería con premio extra que representan los negocios de sectores claves en el país. Se sorteará en un momento en el que el Gobierno ya mostró su plan, redujo la tasa de inflación, cambió la reputación y espera que la economía crezca en un año electoral que lo encuentra competitivo.
Caputo madura otra jugada para terminar de dejar atrás la Argentina heredada del último período kirchnerista. Prepara los papeles para salir al mercado internacional de deuda a mediados de este año. Es algo que no ocurre desde enero de 2018, cuando él mismo era ministro de Finanzas. Una circularidad poética que terminaría de aliviar el camino del Banco Central hacia la recuperación de sus reservas.
Hay, sin embargo, un detalle importante que deben tener en cuenta quienes van a ofrecerle dinero al Gobierno. El ministro de Economía no parece estar apurado. Mientras el ahorro le permita pagar los compromisos, sabe que cuanto más tarde en volver al mercado, más barato le costará. Y está empezando a germinar una idea más fuerte: que el Estado mantenga apagada su aspiradora de dinero para que decante en financiamiento hacia el sector privado, en empresas como YPF, Pampa o PAE, por citar ejemplos.
Algo de eso pasará en la semana que arranca mañana. El Gobierno pagará vencimientos de bonos más de US$4000 millones que, según espera, los acreedores de la Argentina usarán en parte para volver a comprar deuda nacional, que subirá de precio, bajará el riesgo país y bajará el costo de capital para el sector privado. Eso es lo que cuenta, al menos, el pizarrón imaginario de los funcionarios que manejan la economía.