Por Hernán Andrés Kruse.-
En su edición del 21 de marzo, Perfil publicó una nota de Martín Balza titulada “¿Importa la verdad?” El autor, un reconocido miembro de las fuerzas armadas y ex combatiente de Malvinas, analiza lo acontecido, en materia represiva, a partir del 24 de marzo de 1976, día en que fue depuesta Isabel Perón por el partido militar.
Escribió Balza:
“Ese día (24 de marzo de 1976) se consumó el último golpe de estado cívico-militar autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” (PRN), que recurrió a una ilegal y cruel represión, conducido por Juntas Militares y altos mandos de las Fuerzas Armadas. Invocaban combatir a la subversión terrorista ejercida por organizaciones armadas y liberarnos del comunismo que lideraba la Tercera Guerra mundial aunque éstas estaban seriamente debilitadas y nada impedía continuar accionando con las Fuerzas de Seguridad (Gendarmería Nacional y Prefectura Naval), Policía Federal y Policías Provinciales”.
Luego Balza se pregunta si es necesario revisar lo acontecido en aquellos dramáticos años. Su respuesta es afirmativa. De esa forma, sentencia, se evita que vuelvan a producirse. Y transcribe las reflexiones de reconocidos analistas de nuestro medio.
1-“La forma militar de resolver la crisis por el PRN fue excepcional, desmesurada y horrorosa. La violencia ejercida de manera clandestina por el Estado alcanzó niveles nunca vistos en el país. Hubo una cantidad inmensa de muertes y desapariciones, campos de concentración, tortura y exterminio, saqueo de bienes y robo de niños. Lo ejecutó un Estado clandestino, que operaba de noche y aparentaba normalidad de día; además de matar, derrumbaba la fe en las instituciones y en las leyes, sistemáticamente violadas por quienes debían custodiarlas. El general Jorge Videla, presidente durante los cinco años iniciales, fue un protagonista mediocre, y sus sucesores mucho más” (Luis A. Romero, La larga crisis argentina).
2-“Una cosa es una banda de criminales terroristas y otra cosa es que el Estado se convierta en criminal. Su responsabilidad es mucho más grave (René Balestra, La Nación).
3-“Esta campaña de aniquilamiento de la subversión y de intimidación de los ciudadanos pacíficos indigna a amplios sectores de la opinión pública, incluso a aquellos que no experimentan ninguna ternura con los guerrilleros. Es difícil de explicar la suspensión de los derechos fundamentales y el desencadenamiento de una violencia represiva infinitamente más cruel que la de los terroristas” (A. Rouquié, citado por Prudencio García, El drama de la autonomía militar).
4-“El concepto totalmente minoritario de la guerrilla desautorizó la auto calificación de la lucha como guerra, en la que coincidían con sus adversarios, los militares” (Juan J. Sebrelli, Crítica de las ideas políticas argentinas).
Más adelante, el autor recuerda la orden dada por el gobierno de Isabel para aniquilar a la subversión. “En 1975, el gobierno constitucional- posteriormente depuesto por el golpe militar-, mediante los Decretos 261 y 2772, ordenó “realizar las operaciones militares que sean necesarias para neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos”. El término “aniquilar militarmente” tiene un claro alcance: quebrar la capacidad de lucha del enemigo. No reducirlo a la nada y hacerlo desaparecer. Nosotros, en Malvinas, fuimos aniquilados, pero no se cometió ningún crimen de guerra”. Y agrega: “El objetivo básico de todo combatiente no significa el exterminio del adversario, con matanza total de los rivales y despiadada destrucción de sus pertenencias y su territorio, sino la reducción a la impotencia bélica. El reconocido militar alemán Colmar von der Goltz dijo que no se vence al enemigo destruyéndolo totalmente, sino quitándole la esperanza de la victoria” (Cabanellas de Torre, Diccionario Militar).
Como colofón, Balza cita a Borges: “el mayor defecto del olvido es que a veces incluye la memoria”, para luego sentenciar que “Glorificar la dictadura y sus perpetradores, y distorsionar y mentir intencionalmente sobre los crímenes expresados, es negar a la sociedad el acceso a la verdad histórica y socavar su confianza en las instituciones”.
Nadie puede discutir la veracidad de lo expresado por Martín Balza. Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y compañía decidieron poner en práctica un feroz terrorismo de estado que se desarrolló en la clandestinidad, con el obvio objetivo de que ningún actor, interno e internacional, sospechara de lo que estaba sucediendo. Pero aquí es donde hay que apelar nuevamente a la memoria histórica. Porque si alguien que desconoce nuestra historia contemporánea lee el escrito de Balza, lo más probable es que crea que semejante tragedia comenzó el 24 de marzo de 1976 cuando un grupo de militares iluminados derrocaron a Isabel, ante el asombro y el espanto de la sociedad.
El terrorismo de estado no se comprende sin recordar lo que aconteció en el país a partir del 11 de marzo de 1973, día en que Héctor Cámpora llegó a la presidencia por el voto popular. En la noche del 25 de mayo un gran número de terroristas que estaban encarcelados recuperaron su libertad. A partir de ese momento comenzó una feroz lucha por el control del poder entre la izquierda y la derecha del peronismo, es decir, entre los montoneros y la AAA. El 20 de junio, el avión en el que viajaba Perón no pudo aterrizar en Ezeiza. El aeropuerto y sus adyacencias se habían convertido en escenario de una feroz batalla entra ambas facciones del peronismo. Hubo decenas de muertos.
El 21 de julio Perón echó al camporismo del poder. El 23 de septiembre, el 62% del electorado le dio el triunfo en las urnas. El 25, un comando montonero ejecutó a José Ignacio Rucci. La “juventud maravillosa” le había declarado la guerra al General. A partir de entonces se desató una guerra civil que enlutó al país. Por primera vez en su vida, Perón, desde la cima del poder, se mostró impotente para resolver una situación harto comprometida. El 1 de mayo de 1974 los montoneros desafiaron la autoridad de Perón. El General, encolerizado, los insultó y afirmó que había llegado la hora de hacer tronar el escarmiento. Dos meses después partía de este mundo. El gobierno quedó en manos de Isabel y José López Rega. En las exequias de Perón, Ricardo Balbín hizo un desesperado llamamiento a la concordia. Fue en vano.
1975 fue uno de los años más dramáticos de la Argentina contemporánea. Isabel nombró a Celestino Rodrigo en el ministerio de Economía. El feroz ajuste que impuso pasó a la historia como “el rodrigazo”. Tiempo después López Rega era eyectado del gobierno. El poder había quedado en manos de Lorenzo Miguel. En el Ejército Numa Laplane fue reemplazado por Jorge Rafael Videla, un militar considerado “apolítico”. En ese momento (agosto) comenzó a planificarse el golpe de estado. En medio de la vorágine Isabel pidió licencia para tomarse un descanso. Fue reemplazada por Ítalo Argentino Luder. El presidente provisional y su gabinete de ministros firmaron en octubre los decretos ordenando a las fuerzas armadas el aniquilamiento de la subversión.
El 23 de diciembre la guerrilla intentó el copamiento del regimiento militar situado en Monte Chingolo. Fue aniquilada. Este hecho es fundamental ya que, me parece, significó el fin de la guerrilla como amenaza militar. Los días de Isabel estaban contados. Durante el verano de 1976 todos nos preguntábamos cada noche si al día siguiente Isabel seguiría siendo presidente. El agobio era absoluto. El miedo nos paralizaba. El vacío de poder era inocultable. Finalmente, el 24 de marzo las fuerzas armadas derrocaron a Isabel, quien fue detenida y transportada al sur del país. La inmensa mayoría del pueblo respiró aliviada.
A casi medio siglo del comienzo de esa tragedia me atrevo a extraer las siguientes conclusiones:
a) no se puede comprender lo acontecido en el país con posterioridad al 24 de marzo de 1976 sin tener en cuenta la etapa precedente;
b) la dictadura militar gozó durante un largo tiempo de un amplio consenso;
c) el peronismo, el radicalismo y la democracia progresista prestaron su colaboración;
d) la guerrilla, en el momento del golpe de estado, había dejado ser una amenaza militar, si bien seguía siendo capaz de cometer actos feroces, como el atentado al Comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal el 2 de julio de 1976;
e) el terrorismo de estado no comenzó el 24 de marzo de 1976 sino el 1 de mayo de 1974 cuando Perón exclamó desde el histórico balcón que había llegado la hora de hacer tronar el escarmiento.
24/03/2025 a las 1:05 PM
El Terrorismo de Estado NO EXISTE y no lo digo yo, lo dijo la ONU «UN ESTADO NO SE SUBVIERTE A SI MISMO» Fin de la historia. Además lo djo el Tribunal que juzgó a los Comandantes en Jefe en los considerandos de la Sen tencia, Causa 13/85 Primer Cuerpo de Ejército – «Hubo una guerra y el Estado se defendió». No queda más que leerla y listo, se acaban las dudas.
24/03/2025 a las 3:50 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las urgencias que acechan a Cristina
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
23/3/025
Intratable la hebdomadaria. Así definen su conducta aquellos que la visitan, sin advertir que hace 48 horas el diagnóstico empeoró: hasta se desconectó en las redes de Javier Milei, lo bloqueó, no quiere escucharlo más, ejercicio semanal en el que se deleitaba como el mismo Presidente. Fin al mensaje burlón va y, cada tanto, otro mensaje semejante viene. Es que hace 48 horas se espesó el ambiente Kirchner cuando el gobierno Trump la inhabilitó para ingresar a los Estados Unidos (también a sus dos hijos) y la Cámara de Casación, le rechazó una apelación, y la dejó como obsequio a la Corte Suprema para que la condene a prisión domiciliaria, con una pulsera en el tobillo que no se vende en Tiffany’s. Mal momento para Cristina Fernández de Kirchner, quien al menos no imagina que el tribunal tome una decisión en su contra antes de las elecciones. Supone que los cuatro máximos magistrados de hoy se ciñen más a la Política que al Derecho. Habrá que ver.
Ahora duerme con pesadillas ciertas la dama y debe pensar sobre la eventualidad, de que un cuarteto de hombres se pronuncie sobre ella cuando se le antoje, personajes a los que no le concede una sonrisa. Sea porque a Horacio Rosatti lo admiraba en tiempos de la reforma constitucional y lo llevó al gobierno de su esposo, sin imaginar que éste se opondría a un negocio espurio que Néstor promovía con la construcción de cárceles. Uno que huyó de los desfalcos cuando nadie hablaba de ellos. Con Carlos Rosenkrantz se malquista, porque cree que sirve a los intereses del Grupo Clarín y, ni hablar de Ricardo Lorenzetti, al que conoce en todos sus perfiles oscuros y que lo imagina como el primer verdugo para cortarle la cabeza. Con Manuel García-Mansilla tiene más de un reparo: lo considera un chupacirio del Opus, alguien al que ordenará botarlo de la Corte dentro de 15 días por haber jurado anomálamente por un decreto. Son ellos, claro, lo que habrán de conminarla a un paradero fijo –si quieren– y ella deba elegir en cumplir la pena desde su departamento en San Telmo, en su alejado Calafate, su lugar en el mundo, o acondicionar el Instituto Patria para continuar encerrada las 24 horas del día –como lo hace desde mucho tiempo– y, desde allí, dominar en parte la política nacional. Un poder indeseado por la confiscación de la libertad; pero, como diría Milei, “si te gusta el durazno, báncate la pelusa”: Un dilema personal del que carece control, aunque sabe que también la Justicia y el Gobierno dudan sobre el beneficio que puede depararles Cristina presa. Tal vez se otorga más trabajo para Patricia Bullrich en Seguridad, por el permiso o prohibición a visitas, reuniones o manifestaciones en la puerta familiar, como si fuera un santuario. No todos los creyentes son silenciosos. Esta advertencia parece acompañada por el finado Papo en su versión de “Nadie se atreva a tocar a mi vieja”, que seguramente adoptará parte del peronismo. Habrá que ver si la Corte se ciñe más al Derecho que a la Política.
Una multitud de complicaciones a atender por la mujer, quien hasta ahora transcurría ordenando al menos a un kirchnerismo que en la provincia de Buenos Aires, el corazón electoral del país, ya le podó la rama insolente de Axel Kicillof, lo somete a medias con los trámites electorales y vuelve a recurrir a Sergio Massa para que evite deserciones, combine las listas y, particularmente, encabece la candidatura bonaerense. Se anticipó este dato y compromiso en estas columnas hace más de veinte días: confían en que otras expresiones, tipo Florencio Randazzo y otros, no prosperan y la integridad partidaria persiste en el territorio en base a que ella pone los votos, mientras Axel y los intendentes ponen la plata.
Si hay una sanción carcelaria antes de los comicios, difícil que se fracture ese componente, más bien podrían recuperar almas sueltas tentadas por el mileísmo si progresa en los éxitos económicos. Se piensa, eso sí, en una consagración del núcleo duro de la viuda de Kirchner en la Provincia, hasta podrían crecer su hijo y La Cámpora, los herederos con más relevancia, mientras el gobernador se alistará como el soldado más fiel y el peronismo en general, por recordar al Gran Jefe, dispondrá de un revival del pasado: la resurrección de Perón instalado en la madrileña Puerta de Hierro, recibiendo adhesiones, enviando grabaciones y cartas, insinuando un regreso en el “avión negro”. Volvió en Alitalia de su exilio de más de dos décadas. Es otra urgencia que acecha a Cristina: cuando el general regresó para volver a empezar, tenía aproximadamente la misma edad que hoy tiene ella, si le tocara un confinamiento. Años más, años menos. Dramático para ella la perspectiva del tiempo: no la favorece si va a prisión.
Las dos noticias fueron una sorpresa para Cristina. Lo de Trump debe haberle agradado: finalmente, una cultora de “lo nacional y popular” se alegra por vetos del imperialismo yanqui. En particular, alguien que viene formado entre los sesenta y los setenta del siglo pasado por ojear a Hernández Arregui. En cambio, el fallo de la Cámara la indispuso previamente y no salió del asombro ni en su discurso de ayer sobre educación en un Congreso realizado en una facultad del barrio de Constitución: apenas interpuso unas pocas y obvias líneas sobre la condena que pende sobre su pellejo, aludió como una experta en soberbia que ya lo sabía. “Era de manual”, sostuvo. Claro: aunque le cuesta exhibir el título, finalmente nadie puede negar que cursó Abogacía en La Plata. Por lo tanto, resulta inevitable el epílogo carcelario, aunque los libros del Derecho no siempre coinciden con los de la Política.
24/03/2025 a las 4:02 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El peronismo huele sangre que no existe
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
23/3/025
Los barrabravas no bailan solos. La serenidad del último miércoles en las cercanías del Congreso se debió a que los verdaderos instigadores de la violencia pasada habían sido expuestos por Patricia Bullrich. Fueron varios intendentes peronistas del áspero conurbano bonaerense los que movilizaron en la sombra a los autores del salvajismo. “Los barrabravas, los delincuentes y hasta empleados municipales fueron financiados por el PJ de la provincia para destruir todo lo que tuvieron a mano”, avanzó un alto funcionario oficial. La violencia de aquel miércoles de hace diez días fue “una decisión política del PJ”, abundó. Conspiración puede haber (¿no la hubo, acaso, contra Fernando de la Rúa?), pero esos caudillejos detestan que sus conjuras conozcan la luz pública.
Murciégalos de la política cuando se trata de complotar; palomas pacíficas y sonrientes cuando inauguran y reinauguran obras en sus municipios. Bullrich denunció a dos intendentes (Federico Otermin, de Lomas de Zamora, y Fernando Espinoza, de La Matanza) y a Leandro Capriotti, un dirigente del club Chacarita y amigo del infaltable sindicalista Luis Barrionuevo, como autores intelectuales y financieros de los desmanes del miércoles 12 de marzo. “Hubo más intendentes avivando el fuego de ese día”, dicen los funcionarios que saben. Otermin, Espinoza y Capriotti desmintieron a Bullrich, pero lo cierto es que la pacificación prevaleció el miércoles siguiente. ¿Casualidad? ¿Negociaciones secretas de los ministerios de Seguridad nacional y porteño con los autores intelectuales (para llamarlos de algún modo)? Puede ser. “Todos hablaron con todos”, aseguró otro funcionario.
El problema de los jubilados empezó cuando Perón metió mano en 1954 en los fondos previsionales para financiar sus despilfarros; esa pésima práctica se repitió durante todos los gobiernos posteriores, civiles o militares. Años lamentables para los jubilados fueron los dos mandatos presidenciales de Cristina Kirchner. Ella estatizó el sistema privado de jubilados (las AFJP); le agregó a la Anses más de tres millones de jubilados que no hicieron aportes y que deben, por lo tanto, ser financiados por los jubilados con aportes correctos; desconoció las resoluciones de la Corte Suprema de Justicia que le ordenaban mejorar los ingresos de los jubilados, y vetó el 82 por ciento móvil para los jubilados que había aprobado el Congreso. Cristina como política sensiblera y popular es puro cuento. Esta breve historia viene a cuento para preguntarse por qué ahora el peronismo se reblandece ante la situación económica de las personas mayores. ¿Los caciques bonaerenses descubrieron, por fin, la sensibilidad social? ¿Leyeron ahora las encíclicas de la Iglesia sobre la obligación de acercarse a los pobres? ¿O algún intelectual del desorden los convenció de que la violencia es el mejor camino para cambiar el viejo orden? La respuesta es más simple. Creen que es el momento de mayor debilidad de Javier Milei. “Se le pinchó la burbuja de felicidad en la que vivía desde que asumió la presidencia”, escucharon decir a uno de esos intendentes. “¡Llegó nuestra hora! A Milei se le terminó la luna de miel”, dijo otro. “Los peronistas huelen sangre y salen a buscar la presa”, analizó un dirigente del radicalismo bonaerense.
Pero ¿está Milei realmente tan mal? ¿Ha caído tanto en la consideración de la gente? Depende de a qué gente se refieran. Si los intendentes del conurbano frecuentan al mundillo político y al gran empresariado es probable que hayan descubierto que no está intacta la confianza que existía hasta hace poco. A su vez, la propia agencia Bloomberg señaló en un informe especial que los argentinos confían muy poco en los índices oficiales del Indec. Bloomberg argumenta que la agencia estatal de mediciones está desactualizada. Por ejemplo, sigue midiendo como consumos masivos los cigarrillos, los diarios y el teléfono fijo y no incorpora, señaló, el uso del IPhone o las suscripciones de Netflix. Da cuenta de una promesa del jefe del Indec, Marco Lavagna, de hace seis meses de que cambiaría algunos aspectos de las mediciones. Nada cambió hasta ahora. ¿Culpa de Lavagna? ¿O, acaso, Milei desconfía que tales modificaciones podrían aumentar el índice mensual de inflación? La segunda alternativa es la más probable. Bloomberg responsabiliza de esa desconfianza social al escándalo que provocó Guillermo Moreno (no lo nombra) cuando le ordenó al Indec dibujar los números que a él le convenian. “Muchos consumidores argentinos se siguen quejando del aumento de los precios”, concluye Bloomberg. En un rincón más recoleto, el escepticismo de algunos empresarios, que no son pocos, comenzó en cambio con el discurso en Davos de Milei, donde el economista no habló de economía en un foro económico. Encerró su sermón en una diatriba contra la cultura woke (que tiene sus excesos, cómo no), pero también incorporó frases contra la lucha por la igualdad de las mujeres y otros párrafos con claras alusiones homofóbicas. Fue un discurso conceptualmente retrógrado, que no cayó bien ni siquiera entre los asistentes a ese club selecto de la economía que se convoca anualmente en Davos.
Otro error autoinfligido. El escándalo de la criptomoneda $LIBRA, difundida y luego abandonada por el Presidente, merece un análisis especial. Alguien se quedó con más de 100 millones de dólares que no son suyos. Debemos empezar por ahí. Pero no es necesario viajar a los suburbios para descubrir que la inmensa mayoría de los argentinos no sabe qué es una criptomoneda; mucho menos cómo se hace una supuesta maniobra fraudulenta con esa moneda virtual. Basta con preguntarle a cualquier señora o señor de la Capital para conocer que estamos hablando de un mundo muy reducido. El problema surge cuando en las excelentes investigaciones de Hugo Alconada Mon, que se publicaron en LA NACION, aparecen personajes grises ingresando a la Casa de Gobierno con la autorización de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, o cuando un experto de ese mundo cripto, el estadounidense Hyden Davis, escribe que le paga a la hermanísima para conseguir decisiones del Presidente. O cuando se inician juicios colectivos en los Estados Unidos (que no denuncian, por ahora, a los hermanos Milei) en nombre de personas que perdieron millones de dólares. Los que apostaron y perdieron no perdonan. La venganza sucederá. En los mismos días en que se conocían esas noticias destructivas, la Cámara de Diputados trataba la autorización a Milei para que firme un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La mirada se posó fuera del Congreso (primero en los vándalos y después en la pacificación), pero fue igualmente grave lo que ocurrió en el propio recinto de esa Cámara. Nunca, en 40 años de democracia, se vio una estirpe legislativa tan pobre e inservible. Semejante decadencia de insultos y de agresiones físicas –y de reconciliaciones no menos ridículas– ante los ojos asombrados de la sociedad la protagonizaron sobre todo diputados del kirchnerismo y del propio mileismo. Si la vieja casta será reemplazada por esa casta nueva, el remedio no curará nada. Hay que ser justos: del espectáculo no participaron legisladores del radicalismo, de Pro, del peronismo republicano ni del socialismo. “En el Senado pasa lo mismo”, aseguró luego el senador Luis Juez. Es probable. El presidente del bloque de senadores peronistas, José Mayans, confirmó que los senadores reciben mensajes con amenazas sobre lo que les podría ocurrir a los que voten contra el juez federal Ariel Lijo como miembro de la Corte Suprema. Se trata del candidato a juez de la Corte más cuestionado moral e intelectualmente en la historia de la Justicia. El temor de los senadores lo anticipó el periodista Gustavo Ybarra en LA NACION y lo ratificó Mayans. Lijo continuará siendo juez federal si le negaran el acuerdo como juez supremo. Debe aclararse que Lijo solo investiga en su cargo actual a delincuentes que robaron dinero del Estado, que lavaron dinero o que participaron del narcotráfico. Nada lo autoriza a hurgar en la vida de personas honestas. ¿Podría abrirse una causa armada para afectar a alguien? Las garantías constitucionales todavía rigen en el país. ¿Por qué entonces el temor de los senadores? ¿Qué han hecho? ¿Hay en el Senado varios émulos de Kueider, ese senador al que se filmó contando billetes con su secretaria y a quien se lo pescó en la frontera con Paraguay con 200.000 dólares? Nadie les pidió a los senadores asustados que se autoincriminen como lo están haciendo.
Milei, a pesar de todo, no ha caído mucho en la opinión pública. Tanto Poliarquía como Federico Aurelio, dos de las más prestigiosas encuestadoras, terminaron mediciones en las que el Presidente cayó entre 7 y 6 puntos desde el momento de mayor auge de su popularidad, que fue a fines de diciembre pasado. Las fiestas de fin de año, el medio aguinaldo, el dólar quieto y la perspectiva de las vacaciones lo ayudaron. Los encuestadores saben eso. En el último mes, que incluyó parte de febrero y parte del marzo siempre arisco para los presidentes, semanas en las que, además, pasaron casi todas las desventuras del oficialismo, la aprobación del Presidente cayó solo tres puntos para esas encuestadoras. Poliarquía consigna, sí, una caída más pronunciada en la imagen del Gobierno (que no menciona a Milei); esa imagen se derrumbó siete puntos en apenas un mes. Retrocedió tres puntos para esa agencia de mediciones la percepción actual y futura del país, y hubo un crecimiento del 25 por ciento desde diciembre pasado de las expectativas negativas sobre la inflación. Bloomberg no está sola. Poliarquía señala que el Presidente tiene, a pesar de todo, una imagen positiva del 44 por ciento; Aurelio coloca esa imagen más cerca del 50 por ciento. No son malos números.
El problema del Presidente, según Poliarquía, es su hermana: Karina Milei, la persona más poderosa del país después del jefe del Estado. Ella tiene una imagen positiva de solo el 28 por ciento y una negativa que trepa hasta el 56 por ciento. La negativa aumentó 13 puntos desde diciembre pasado. “Javier Milei tiene con su hermana el mismo problema que Cristina Kirchner con su hijo Máximo”, dedujo otro encuestador. En efecto, Máximo Kirchner tiene una imagen mucho más mala que la de su madre. El gobierno de Estados Unidos les acaba de prohibir el ingreso a los dos Kirchner, madre e hijo, por prácticas corruptas juzgadas y condenadas por la Justicia argentina. Otra condena, aunque política.
Sin embargo, Javier Milei sigue siendo imbatible en las elecciones, si estas fueran ahora. Tiene una intención de voto nacional del 35 por ciento, mientras el kirchnerismo se arrincona en apenas un 19 por ciento, que podría trepar hasta el 26 por ciento si lograra sumar al peronismo no K. El problema es la provincia de Buenos Aires, donde el mileismo y el kirchnerismo están empatados. El Pro bonaerense retiene un 10 por ciento de los votos. Eso explica que el Presidente esté interesado en una alianza electoral con el macrismo en la provincia de Buenos Aires. Cristian Ritondo confirmó que fue con Diego Santilli a la Casa de Gobierno, fotografía mediante, enviado por Mauricio Macri para preguntarles a los Milei si quieren o no esa alianza bonaerense. La respuesta fue que sí. Raro: Karina Milei no lo invitó a Santiago Caputo a una reunión muy promocionada, con buenas y malas interpretaciones. ¿Olvido? ¿Premeditación? Quién lo sabe. Una alianza entre Milei y Macri, según los datos de hoy, podría condenar a Cristina Kirchner a otra derrota en su feudo electoral, la descomunal Buenos Aires. Las pruebas indican que los peronistas perdieron hasta el olfato, porque huelen sangre cuando todavía no hay sangre.
24/03/2025 a las 4:12 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El inevitable desgaste de Milei
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
23/3/025
Javier Milei logró encauzar, al menos parcialmente, una de las tres variables cruciales que conceden sustento a su administración. Repuso en la opinión pública la noción de haber retomado el control de la calle que había perdido dos semanas atrás cuando fue sorprendido por una protesta salvaje en el Congreso en defensa de los jubilados. Consiguió la convalidación en Diputados del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para otro acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuyo contenido se ignora. Aguarda que dicho gesto tranquilice los mercados, que hicieron bailar de nuevo la cotización del dólar. Pésima señal siempre para la ambición de continuar desacelerando la inflación que en febrero desilusionó. Fue de 2.4%, idéntica a la de noviembre.
La reubicación del gobierno libertario en el centro de la escena constituye una moneda con dos caras. El beneficio radicaría en que el Presidente pudo recuperar un eje que se le había empezado a diluir. Fue su columna del año y largo de poder. El perjuicio residiría en que aquellos esfuerzos de recuperación insumen costos y arrojan lastres. Esa constancia queda impresa en las valoraciones de la opinión pública. La consultora ARESCO tenía a Milei a comienzo del 2025 en una ponderación del 59% promediando su imagen y su gestión. Ahora la misma medición bascula entre 51-52%. No hay registro, quizá por su lejanía, de alguna afectación electoral para octubre.
El Gobierno no venía calibrando con justeza el sentido de las módicas protestas semanales de los jubilados. Se le activaron los sensores recién cuando algunos grupos violentos, del fútbol y de otros orígenes, resolvieron sumarse a las marchas. Por esa razón aquel fatídico miércoles 12 se observaron escenas de una represión desmañada que pusieron al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo. El oficialismo ignoró el episodio.
Aquella subestimación se convirtió la semana pasada en un extremo. La Ciudad pareció vivir por horas un estado de guerra. No sólo por el inmenso despliegue de fuerzas policiales y de seguridad en el Congreso. También, por las advertencias escritas y propaladas por los altavoces en todas las estaciones de trenes –no, únicamente en las terminales- sobre las consecuencias que acarrearía cualquier insinuación de violencia.
El dispositivo de Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad contó con anclajes poco frecuentes. Personal de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), ex AFIP, realizó controles de vehículos en los accesos a la Ciudad. Es cierto que la denuncia la hicieron los gremios y se podría dudar de su intencionalidad. Pero existieron. El Gobierno tampoco se ruborizó por haber ordenado tareas de espionaje a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Se informó, incluso, que el día antes de la manifestación Sergio Neiffert y Diego Kravetz, sus cabezas, participaron en un encuentro preparativo en la Casa Rosada. ¿La SIDE en funciones de inteligencia interior? Una anomalía que habría contado con la expresa autorización de Santiago Caputo, el gran comunicador libertario.
Ese movimiento tuvo un antecedente monetario. Días antes de la protesta, el ministerio de Economía giró $ 1.600 millones fuera de contexto a la SIDE. No existe constancia que de que se hayan utilizado para infiltrar o prevenir aspectos de la marcha de protesta. La simultaneidad de los hechos despertaría la inevitable sospecha.
Como era previsible la marcha callejera resultó casi un fiasco. Apenas un grupo de desvencijados pretendió tumbar algunas vallas y alterar el orden. Esa realidad desinfló un relato que los libertarios se habían encargado de alimentar desde aquel miércoles brutal: un supuesto intento de desestabilización, un posible golpe de Estado. El estallido de ese día pudo haber sido motorizado por motivos políticos e ideológicos. También, por estímulos emocionales de mucha gente que no comulga con la retórica prepotente y descalificadora que Milei suele blandir contra aquellos que no piensan como él.
El fantasma de un ensayo desestabilizador ha figurado en los manuales de todos los gobiernos desde el regreso democrático. Para que la acusación resulte creíble deben combinarse al menos tres factores. La existencia de una crisis objetiva y profunda. Una sociedad con el espíritu soliviantado. Un motor político que otorgue continuidad a los principios enunciados. Hubo sólo dos momentos en la historia reciente con tales requisitos. La entrega del poder anticipado de Raúl Alfonsín a Carlos Menem. La renuncia de Fernando de la Rúa y la ráfaga de tres presidentes hasta la consagración de Eduardo Duhalde por parte de la Asamblea Legislativa. Nada de todo eso puede verificarse en esta coyuntura.
La descomposición del sistema político es ahora de tal magnitud que tornaría imposible una aventura similar a aquellas. Ese estado de cosas explica cómo un gobierno débil, sólo con un líder poderoso puede progresar con algunas cuestiones cruciales que propone en el Congreso. Allí también el panorama oficialista es desolador. Las feroces internas libertarias quedaron a la vista entre sus 38 diputados durante la aprobación del DNU para el acuerdo con el FMI. Lo que Karina Milei divide en ese mundo, su hermano Javier, logra sin embargo unificarlo. La relación está rota en el Senado con la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Existen apenas 8 senadores libertarios que demasiadas veces no están de acuerdo sobre qué hacer.
En la emergencia, el Presidente no vacila en caminar sobre el lodo. Dentro de la batalla cultural que pregona supone que ha conquistado una medalla: con su discurso “anticasta” parece sentirse vacunado contra ese mal presunto. Recurre a prácticas por las cuales sus adversarios podrían resultar crucificados. Por ejemplo, dinero a cambio de votos imprescindibles en el Congreso.
Su transa con varios gobernadores quedó bajo los reflectores. El caso más notorio fue el acuerdo con el gobernador de Chaco, el radical Leandro Zdero. Un día después de haber cerrado alianza en la provincia con La Libertad Avanza le fueron girados $120 mil millones. Cifra llamativa si se la compara con la que el Gobierno prometió para rehacer a Bahía Blanca después de la tragedia: $ 200 mil millones. El favor se extendió en la votación por el DNU. Cuatro diputados chaqueños lo respaldaron. Dos K lo rechazaron. Otro K se abstuvo. Un total de 7.
Las líneas de negociación se extendieron a otras provincias. De los cinco diputados de Neuquén, tres votaron a favor. De los siete de Salta uno solo, de Unión por la Patria, votó en contra. Los seis jujeños se partieron por la mitad: tres a favor y tres en contra. De los nueve de Tucumán, del peronista Osvaldo Jaldo, 7 votaron a favor y 2 en contra. El cordobés Martín Llaryora resultó tal vez el más generoso: doce dieron su apoyo, 3 K lo rechazaron y uno se abstuvo. La nómina de contribuyentes provinciales podría continuar.
Esa victoria ilustrada en números no diría todo. El consenso obtenido resultó alrededor de un asunto, el acuerdo con el FMI, sobre el cual no sólo se carece de precisiones. Una evidente mala praxis narrativa del Gobierno intranquilizó a los mercados y sembró dudas sobre el contenido de lo que firmará la Argentina. En diciembre Milei aseguró que el cepo se levantaría durante este año. Luis Caputo, el ministro de Economía, eludió los últimos días brindar precisiones sobre el acuerdo, nunca habló taxativamente del cepo y deslizó que si hubiera alguna modificación en el régimen cambiario “nunca sería perjudicial para la gente”. Abundante sarasa para la óptica del ex ministro Martín Guzmán. Por ese motivo, tal vez, el Presidente arriesgó que el acuerdo estaría cerrado a mediados de abril.
Esa incertidumbre, dentro de una lógica promedio, induciría a pensar la conveniencia de no dar por ahora batallas políticas innecesarias. Podrían regresar cuando el clima se apacigüe. Puede, en ese sentido, que los libertarios sean muy sofisticados. O sean otra cosa. ¿Cómo entender, por ejemplo, los audios del titular de Diputados, Martín Menem, incitando a los propios a alterar una sesión en la cual el Gobierno jugaba la aprobación del DNU?
Un interrogante parecido vale para la ofensiva que el Gobierno ha lanzado contra su principal aliado, sin cuyo apoyo hubiera naufragado quizás el primer año. Los hermanos Milei están detrás de un mismo propósito: pasar a retiro a Mauricio Macri, cooptar al PRO y empezar la tarea del lento desalojo macrista en la Ciudad con las elecciones locales del 18 de mayo. Al ingeniero le dispararon un perdigonazo: una fotografía preparada en la Casa Rosada con Karina comandando la mesa, Milei a un costado. En actitud de agasajo a Cristian Ritondo, el jefe del bloque de diputados del PRO, y Diego Santilli. Ambos alegaron que el ex presidente había sido avisado sobre la reunión. Como un hecho consumado. Mauricio se subió al carro y pidió una alianza bonaerense.
Las desventuras de Macri no concluyeron allí. Horacio Rodríguez Larreta, el ex discípulo, lanzó su candidatura para mayo por afuera del PRO. Los primeros números indican que su bautismo alcanzaría hasta dos dígitos de votos. Durísimo dilema para Jorge Macri y su primo en la Ciudad. El Gobierno no definió aún su candidato, pero sabe que la expulsión de Ramiro Marra le producirá algún goteo. Semejante fragmentación podría beneficiar, sin dudas, al peronista K, Leandro Santoro. El panorama resulta impredecible. ¿Qué onda expansiva podría tener en la elección en Buenos Aires una presunta e impensada victoria del peronismo en la Ciudad?
Los libertarios no calibran esa posibilidad. Embisten. Se cruzan con la reaparición de Sergio Massa, los problemas de Axel Kicillof, Cristina Fernández (políticos y judiciales) y Máximo Kirchner. Y el tercer paro que programa la CGT. Compensan el desgaste con la suerte.
24/03/2025 a las 4:22 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las encrucijadas de Milei. Alivio en el desfiladero de las acechanzas
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
23/3/025
El Gobierno ingresó a esta semana con tres frentes de definiciones cruciales para el futuro del proyecto libertario. Debía exhibir capacidad de control en las calles después de las violentas escenas de la última protesta frente al Congreso; tenía que mostrar avances en el acuerdo con el FMI ante la turbulencia de los mercados; y estaba forzado a dar señales respecto de cómo entendía su relación con Pro frente a los primeros aprontes electorales.
Los antecedentes de los últimos dos meses eran adversos porque había exhibido los límites de ese extraño método que combina en dosis imprecisas arrojo, astucia, desorden e inexperiencia. Al final, entre algunos replanteos estratégicos, situaciones límites sorteadas con ayuda de los aliados y escenas de parodia política, la administración de Javier Milei logró atravesar el desfiladero de estos días, aunque todavía lo acechan los desafíos. Un dirigente que dialogó con el Presidente tras la intensa semana lo describió con franqueza: “Veía venir un momento muy complejo para su gestión en los días previos y ahora pudo respirar. Se lo notaba aliviado; era otra persona”. La suspensión del viaje a Israel, con todo lo que significa para él, fue una evidencia nítida de la preocupación que arrastraba.
El primer objetivo se logró con una reconfiguración del operativo de seguridad para la protesta del miércoles. Más allá del discurso público, hubo una admisión interna de que no podían permitirse nuevamente escenas de caos y descontrol. Por eso se coordinó una reunión el viernes pasado para hacer un balance y replanteo, y otro encuentro el martes para pulir el nuevo procedimiento. Hubo muchos cambios entre una semana y la otra, desde la decisión de limitar el acceso a la plaza del Congreso hasta la disposición de los efectivos detrás de las vallas para evitar un cara a cara con los manifestantes.
Si bien desde afuera se percibió que le habían intervenido el operativo a Patricia Bullrich porque participó la SIDE, el Ministerio de Justicia, los jefes de las fuerzas, el gobierno porteño y Santiago Caputo fue el anfitrión, en la Casa Rosada aseguran que, por el contrario, fue la propia ministra la que promovió los encuentros y los ajustes.
Entre los méritos que le atribuyen está el de haber expuesto el presunto rol de intendentes bonaerenses quienes, según ella, habían fogoneado a barrabravas y violentos de distintas tribus para los desmanes del miércoles anterior. El repliegue de ese armado de choque, y su reemplazo por actores más orgánicos, como gremios, movimientos sociales y militancia partidaria, fue clave para que el ánimo de la protesta se moderara.
Se notó claramente que nadie quería que la situación se desmadrara y hay un dato que lo expone: el horario de la marcha no se anticipó a la mañana, a pesar de que los diputados habían fijado para las 10 la sesión por el acuerdo con el FMI, un histórico detonante de las protestas. Esta vez el guion había cambiado en los dos lados de las vallas. Al Gobierno lo apremiaba la necesidad de que no escalara el nivel de violencia y se instalara una idea de descontrol. A los opositores, que se les notaran intenciones desestabilizadoras.
EL TESORO EN ACCIÓN
El mismo espíritu de distensión reinó dentro del recinto al momento de autorizar al Gobierno a llegar a un acuerdo con el Fondo. El abismo no sólo preocupaba a Milei y su entorno; nadie en la oposición racional quería sacudir demasiado el árbol porque asumen su desorganización e imposibilidad de ofrecer una alternativa de poder. Por eso si bien el DNU fue ratificado por 129 votos, justo la mitad más uno del cuerpo, lo cierto es que si era necesario, algunos legisladores estaban dispuestos a colaborar con un cambio de posición.
La sesión expuso los dotes histriónicos de los legisladores libertarios en público. Pero en privado también hubo improvisación. El apuro por aprobar el decreto tropezó con un dato que amenazó con complicar el proceso: había caducado el rol del presidente de la comisión que revisa los DNU, Juan Carlos Pagotto, y el kirchnerismo se preparaba para impugnar el dictamen que finalmente se aprobó el martes.
La urgencia se salvó en una reunión el lunes, en la que Cristian Ritondo fue con Oscar Zago a ver a Santiago Caputo. Allí el asesor aceptó que el diputado díscolo quedara a cargo para que se pudiera tratar el dictamen. Por necesidad le perdonaron las escenas de pugilismo de la sesión anterior.
Cuando se reunió la comisión el martes, faltaba una firma para completar las nueve necesarias. Allí fueron Luis Juez con otros legisladores los que convencieron a otro rebelde, Francisco Paoltroni, para que al menos suscribiera en contra. En definitiva, el Gobierno salvó el pellejo por dos exiliados y la intervención de dos aliados. Milei se ríe cuando le cuentan estas peripecias porque se ve reafirmado en su papel de líder temerario que “acelera en las curvas”. Igualmente, también debió recurrir a algunos homenajes a las viejas tradiciones autóctonas, como la cesión al gobernador Raúl Jalil del control del Establecimiento Minero Capillitas en Catamarca, después de que mandara a sus diputados a votar a favor.
El debate de esta semana demostró que el Congreso se transformó en un volcán que escupe lava cada vez que se reúne. Y en el Gobierno temen fundamentalmente que en plena campaña se active la comisión que buscan armar los opositores para investigar el escándalo Libra. Y en forma muy especial, los atemoriza que sea citada Karina Milei. No tendrían problemas en que vaya Guillermo Francos, pero nunca admitirían que comprometan a la hermana del Presidente.
Pero la discusión por el acuerdo con el FMI tuvo un trasfondo económico mucho más complejo, cuya demostración fue la alta volatilidad de los mercados desde el viernes pasado, lapso durante el cual el Banco Central resignó US$1200 millones de las reservas.
En este escenario hay una certeza y una duda. La certeza es que hasta enero el Gobierno consideraba un entendimiento con el Fondo un avance importante pero no urgente. Decía que sólo le faltaba el moño, pero al mismo tiempo expresaba puertas adentro que no iba a aceptar condicionalidades y que en todo caso tenía alternativas, como la de los grandes fondos de inversión internacionales.
Dos factores alteraron esa calma. Uno, la llegada de Donald Trump al poder, con su repertorio arancelario y sus amenazas, que generó inestabilidad global y la devaluación de varias monedas. La otra, la misión del FMI que estuvo en Buenos Aires y transmitió su preocupación por la ralentización en la acumulación de reservas, una vez que había pasado el efecto narcotizante del blanqueo. De ahí salió la primera medida intempestiva de Luis Caputo, que fue la baja de aranceles al campo, una decisión que se comunicó a las apuradas y sin tener definidas las cuestiones técnicas.
Desde entonces, la necesidad de llegar a un acuerdo se aceleró y forzó a un debate largo sobre el futuro esquema cambiario, el corazón de la discusión con Washington. La presión para que la ratificación del DNU saliera el miércoles, aunque fuera el día de la marcha, dice mucho del clima que se vive puertas adentro de Economía. Queda claro entonces que hubo un viraje brusco en el ritmo que le imprimió el Gobierno al asunto.
La duda que flota en el mundo financiero es por qué el Gobierno habló de los avances en las negociaciones y balbuceó la idea de que se saldría del crawling peg al 1% sin tener totalmente cerrado un acuerdo, lo que advirtió al mercado de que era inminente una modificación del esquema cambiario y le dio varias semanas para desarmar posiciones dispuestas para hacer carry trade. Hay economistas que entienden que Caputo buscó adelantar un inevitable clima de turbulencia para que no quedara tan cerca de las elecciones, en el entendimiento de que era mejor pagar el costo ahora y no en octubre, para cuando sería inocultable un cambio de régimen. Otros lo atribuyen sencillamente a un error en la comunicación y en la gestión de expectativas.
En los mercados tienen otra explicación, en base a sus contactos con Economía y el Banco Central. Este razonamiento apunta a que el FMI y la Argentina se encaminaban hacia un acuerdo transitorio, que incluía la renegociación de vencimientos, algo de cash y metas relajadas en materia de reservas para que Milei y Caputo no tuvieran que alterar demasiado el esquema actual hasta las elecciones. Este pacto cuidaba el interés electoral del Gobierno porque sin devaluación podría mantener a raya la inflación, con la promesa de una discusión definitiva después de octubre. El riesgo, naturalmente, era que el esquema se descosiera en la previa a las legislativas, cuando el mercado descontaría un ajuste cambiario.
Sin embargo estas conversaciones habrían cambiado de rumbo al buscar el imprescindible aval del secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien se incorporó tardíamente a las tratativas porque asumió recién en enero (ni siquiera designó aún a la reemplazante de Gita Gospinath, la número 2 del FMI, cargo que le corresponde a Estados Unidos).
Habría sido el Tesoro el que planteó sus dudas con el acuerdo corto por entender que la Argentina necesitaba una solución estructural y definitiva de entrada. La base de la propuesta residiría en ofrecer un desembolso mucho más generoso de fondos (dicen que hasta podría llegar a unos US$20.000, más lo que aporten el Banco Mundial, el BID y otros) pero a cambio de introducir la modificación del sistema cambiario desde ahora. No implicaría eliminar al mismo tiempo todas las restricciones del cepo, pero sí pasar a un esquema de flotación de algún tipo. En esta hipótesis, la incertidumbre se adelantaría y podría tener impacto electoral, aunque a la larga terminaría por ser más sustentable para el gran desafío que tiene el plan económico este año: desatar el nudo cambiario sin descalibrar la inflación.
Cuando esta discusión estaba en su punto crítico, el mercado intuyó el cambio de régimen y se anticipó. El viernes pasado los importadores atacaron los dólares del MULC, los exportadores pusieron en pausa las ventas, a los bancos se le alteraron los futuros y el clima de dudas forzó a una aceleración de las conversaciones con el FMI.
UN ACUERDO ELUSIVO
Las definiciones electorales también empezaron a acelerarse a partir del fin de semana pasado, en una secuencia que encadenó el cierre de alianzas en la Ciudad con las primeras señales en la provincia de Buenos Aires. En La Libertad Avanza aseguran que el sábado se terminó de cerrar la puerta para un pacto porteño. Ese día dicen haber recibido una última propuesta de Jorge Macri para converger en una alianza, en la que les cedía el 25% de los lugares en la lista. En el entorno del jefe porteño responden que hubo diálogos pero no ofrecimientos, porque entienden que Karina ya había dinamitado todo antes.
En cualquier caso, ahí quedó definido que en la ciudad LLA y Pro competirían, en un escenario de extrema fragmentación. En el camino feneció el armado multicolor del larretismo, porque la UCR, la CC, el socialismo y Confianza Pública, se apartaron de lo que en vida fue Juntos por el Cambio. “Jorge no quería forzar nada y prefería que cada uno juegue por su lado. Nosotros vamos a revalorizar el sello amarillo y la gestión de 17 años”, dicen en Uspallata para explicar por qué se angostó su propuesta electoral.
Los intentos por convencer a Horacio Rodríguez Larreta nunca tuvieron perspectivas; olían mal (un dirigente con humor dice que entre los “viejos meados” y “el olor a pis”, la política sufre de un problema en el sistema urinario). La Legislatura porteña puede transformarse en un dolor de cabeza para Jorge Macri si no logra un triunfo elocuente. Allí anidarán muchos actores dispuestos a condicionarlo.
De ese quiebre en la Ciudad surgieron el domingo los contactos para hacer la reunión del lunes por la provincia. La idea fue demostrar que se podía avanzar allí, aunque no hubiera “acuerdos en todas partes”, como habían proclamado Milei y Macri. Ahí también hay dos relatos. Los libertarios aseguran que la activaron ellos, y los macristas que surgió de un zoom de la mesa ejecutiva del partido. Detalles. El nexo principal fue Ritondo, quien habló con el Gobierno y se encargó de avisarle a Mauricio Macri del encuentro que mantendría. El expresidente le pidió que cualquier diálogo incluyera un compromiso libertario de no bombardear la gestión de su primo en la ciudad.
La foto del lunes fue potente, porque todos leyeron en la imagen la determinación de Ritondo y Diego Santilli de avanzar en un acuerdo, más allá de los reparos de Macri. Al mismo tiempo, los Milei dejaron en claro que les interesan más los dirigentes que un pacto estructural. “Nosotros no vamos a hacer un acuerdo con Pro. Vinimos a poner en crisis a los partidos políticos, así que no vamos a hacer de paraguas para ninguno de ellos”, aclararon los libertarios que estuvieron en esa mesa.
Macri piensa exactamente lo contrario. Pero cada vez tiene menos instrumental para imponerse. “Mauricio no puede contener la dinámica interna porque tiene pocas perspectivas para ofrecer. Fijate que esta semana dijo que no le gustaba el DNU del Fondo y lo votó todo el bloque”, comentó un diputado de peso en el partido.
De hecho el martes hubo una reunión de conducción bonaerense del partido, donde intendentes y dirigentes reclamaron acordar con LLA frente a Ritondo y Santilli (quien le genera una impresión muy positiva a una Karina que no está convencida de postular a José Luis Espert). Sólo Soledad Martínez, la heredera de Jorge Macri en Vicente López, los cuestionó por haberse sacado la foto a dos días del cierre porteño.
El vínculo entre el Presidente y su antecesor atraviesa hoy un momento de desconfianzas. Macri no le perdona que en un año no haya cumplido su promesa de que iba a convencer a Karina para abrir una conversación formal entre los dos partidos. Milei no le perdona que haya desatendido su pedido de que apartara al consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, a quien le atribuye una campaña sucia cuando asesoraba a Sergio Massa. No se ven hace rato. La última vez que cruzaron mensajes fue cuando Milei le mandó un chat desde Estados Unidos, durante la cumbre de la CPAC: “Presi, tenemos que vernos. Vuelvo mañana y le escribo”. Nunca ocurrió.
Frente a este panorama, en el que ambos sólo parecen preocupados por dejar en claro que si no hubo acuerdo el responsable fue el otro, sólo hay un factor que puede forzarlos a un acercamiento en la provincia: un mal resultado para ambos en la ciudad, que los exponga al riesgo de una derrota frente al kirchnerismo en territorio bonaerense. Nunca será un pacto por convicción.
24/03/2025 a las 8:15 PM
Kruse, si vas a escribir para tu ego vos solo, avisa en el prólogo de la nota central.