Por Jorge Augusto Cardoso.-

Calles cortadas y saturadas por tránsito desviado; rugido de motores y bocinazos. Transeúntes demorados en llegar a sus destinos. Ánimos alterados. Si los promotores de cualquier evento no pueden organizarlo de tal manera que el desarrollo no altere el normal funcionamiento de la zona o barrio donde se realiza, no deberían ser autorizados, pues así como se producen, alteran la paz, la armonía y seguridad de los indefensos vecinos.

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