Por Oscar Edgardo García.-

La clase pasiva debe soportar obligatoriamente con sus ya empobrecidos bolsillos una doble imposición para la atención de su salud.

Por un lado, está obligado por ley a aportar al PAMI un porcentaje de su haber jubilatorio y, por otra parte, por necesidad a pagar una cuota mensual a una empresa de medicina prepaga porque no puede contar con una adecuada asistencia de su salud de parte del organismo estatal.

Es tiempo de que al jubilado se le brinde un tratamiento igualitario ante la ley y tenga la libertad de decidir sobre el particular para lo cual es imperioso e indispensable que se derogue la obligatoriedad de aportar al PAMI y se le conceda al beneficiario previsional la opción voluntaria de adherirse al mismo para la atención de su salud o para decidir la contratación de los servicios de una obra social o de una empresa de medicina prepaga, medida que liberará a un elevado número de jubilados de pagar obligatoria e injustamente por un servicio que no utiliza.

La clase política debe dejar de utilizar a los jubilados de manera miserable e hipócrita en pos de sus objetivos políticos personales y comenzar a prestar una urgente atención a las necesidades vitales de la clase pasiva tanto en materia de su salud como de sus haberes mensuales.

Asimismo, el Gobierno Nacional no debería tomar al gasto previsional como un factor de ajuste del déficit fiscal porque la clase pasiva ya ha sido castigada en demasía y merece tener una digna calidad de vida en el futuro.

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