Por Claudio Valdez.-

Cultura puede ser interpretada como “forma de vida en sociedad compartiendo costumbres, tradiciones y valores”. En consecuencia, “cultura” es concreta construcción intelectual, material y espiritual humana, en tanto el concepto de naturaleza refiere a lo existente sin necesaria voluntad humana.

La moda de estos tiempos es promotora de “cultura del extravío”; en que por intereses políticos, económicos y hasta religiosos se emiten pervertidas opiniones, se “sostienen” discretas desidias, se reglamentan dudosas legalidades transgrediendo fundamentales tradiciones y normas vigentes. La descalificación ensañada contra prestigiosos referentes socioculturales históricos y contemporáneos conlleva como contrapartida la insistencia por resaltar “carismas contraculturales” anarquizantes y extraviadas personalidades.

El fenómeno se difunde en búsqueda de prosélitos con machacón empeño, y así su propaganda y publicidad bregan por el desprecio del sexo, alterándolo con el eufemismo de “cuestiones de género”: transexuales, travestis y “matrimonio homosexual”; todos expresando exacerbados neuróticos caprichos contranaturales. Abusos de substancias psicoactivas y de drogas sin prescripción médica. Justificación exagerada del aborto como graciable facultad femenina. Deportes de rudeza y profesiones marciales de inconveniencia para la mujer: fútbol, boxeo, soldado. Adicción enajenante de la “vida telecomunicada con inmediatez” por “teléfonos inteligentes” y con vocación de realidades remotas y hasta virtuales. Inducción al logro de ganancias sin esfuerzo y con descuido ante potenciales riesgos: juegos, sorteos, inversiones fiduciarias. Sobrevaloración del consumo en detrimento del ahorro responsable y la inversión productiva. Acreditaciones de profesiones y oficios sin requisitos acordes de estudios e idoneidad: carreras aceleradas, estudios secundarios abreviados, escolarización primaria sin importar la educación. Instrucción musical de ejecutantes sin conocimientos de “solfeo”. Ocupaciones ilegítimas de predios particulares y públicos. Construcciones precarias en espacios “intrusados” (ocupados ilegalmente). Abuso de huelgas, paros y marchas de protesta por cualquier causa. Agresiones por “vía de hechos” a personal médico, policial, fuerzas de seguridad, bomberos, periodistas y hasta educadores. Falta de cortesía y respeto entre varones y mujeres con consecuencias traumáticas y hasta mortales, que no logran ser contenidas ni siquiera con aumento de penalidades por “femicidio”.

Habiéndose repasado algunos de los despropósitos que actualmente orientan las conductas de demasiados habitantes de La Argentina, las meditadas inquietudes y consejos de José Hernández (1834-1886) poeta y político bonaerense, vuelven a presentarse con actualizada trascendencia. A modo de ejemplo: “Cuanto el hombre es más salvaje/ Trata pior a la mujer./ Yo no sé qué pueda haber/ Sin ella dicha ni goce./ ¡Feliz el que la conoce/ Y logra hacerse querer!” (Martín Fierro. Verso 3006).

Y concluyendo esta “Brevísima relación de la destrucción”, para el caso, de la cultura (parafraseando aquella denuncia del fraile Bartolomé de Las Casas. 1484-1566) puede valer como final observación: “Muchas cosas pierde el hombre/ Que a veces las vuelve a hallar;/ Pero les debo enseñar,/ Y es güeno que lo recuerden:/ Si la vergüenza se pierde,/ Jamás se vuelve a encontrar.” (Martín Fierro. Verso 7006).

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