Por Carlos Tórtora.-

Alcanzó con la baja del riesgo país y un par de indicadores más, para que un clima de exitismo se impusiera en la Casa Rosada. Esto aunque la recesión continúa implacable su curso y la catástrofe social se profundiza. Efectivamente, por ejemplo Cristian Ritondo habló de un noviazgo entre el PRO y La Libertad Avanza y más diputados radicales se estarían pasando a las filas libertarias.

Obviamente, el dato más importante para la política sería una tibia recuperación de la imagen presidencial, que venía en una pronunciada caída. El gobierno sueña ahora con coronar la racha con una foto del presidente con un Donald Trump ya electo.

La realidad es mucho menos entusiasta. La mayor parte de los analistas económicos predicen una continuidad de la recesión en los próximos meses. Pero para el oficialismo la clave de la política ahora es vender humo. Esto es, crear expectativas favorables y tratar de que las mismas se traduzcan en votos.

La gran apuesta electoral de Milei es polarizar con un peronismo dividido, con su principal facción encabezada por Cristina Kirchner.

Sin embargo, la división peronista puede sumar más legisladores y aumentar los votos, ya que se trata de una elección legislativa.

Todo se juega en Buenos Aires

Sólo un triunfo electoral en Buenos Aires le garantizaría a Milei un capital político suficiente como para superar su actual debilidad. Pero el gobierno juega con cartas complicadas, porque la idea de la candidatura a diputada nacional de Karina Milei choca con su baja performance en las encuestas. Sin duda que José Luis Espert es una figura más solvente, pero como todo ultra liberal no consigue penetrar en el electorado del segundo cordón del conurbano. Allí reina el cristinismo, que está agonizando en la mayor parte de las provincias.

En el entorno presidencial niegan hasta el cansancio que se esté pensando en un plan platita para seducir al electorado peronista, pero la idea no deja de dar vueltas.

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