Por Hernán Andrés Kruse.-
“Por desgracia, la tendencia que en estos momentos nos muestra la democracia liberal es que la tentación de un populismo multitudinario se ve favorecida por una serie de cambios sociales que han hecho a los individuos especialmente inclinados al egoísmo y el miedo. Algo que, como analizaremos con detalle, afrontó el neoliberalismo a partir de los años 80 del siglo pasado, cuando se hizo hegemónico. La interpretación del mundo a través de las claves de un sujeto que se veía a sí mismo como un homo oeconomicus al que gobernaba un imperativo maximizador de egoísmo individual y una búsqueda desenfrenada de bienestar material, ha desembocado en la desaparición de la acción colectiva y su disolución en fragmentos integrados en multitudes. Bajo este panorama la sociedad se ha hecho ingobernable, pues el imperativo neoliberal asumido por el capitalismo cognitivo de las grandes plataformas y los datos disuelve más y más las bases consensuales de racionalidad cívica y contractualista del liberalismo de estirpe lockeana y nos aboca a una forma pura de dominación algorítmica sin contestación ni disidencia.
De este modo, articular mayorías de acuerdo con las propuestas del liberalismo democrático es cada vez más difícil. Desmenuzada la sociedad dentro de un melting pot de multitudes emocionalizadas, el poder democrático se resignifica en clave populista como una suma de grupos que configura coaliciones negativas frente a algo o alguien. Esta es la razón por la que se impone una gestión del poder que se traduce en ahormar de manera eficiente esa estructura socialmente multitudinaria y en permanente conflicto, relegando al liberalismo como relato de legitimación intelectual de la política.
Frente a él, el populismo, especialmente autoritario, gana peso y atractivo. Adopta una variedad de formas que comparten una narrativa más o menos idéntica, aunque, según se hace la sociedad más ingobernable, se abre camino la figura de un líder redentor que ofrece una visión que da sentido frente a la inseguridad, la incertidumbre, la precariedad o la división. Un proceso de exacerbación populista que puede revestir narrativas diferentes según los agentes que las promuevan, pero que conducirán todas ellas al mismo destino: una democracia asentada sobre dimensiones emocionales que abren horizontes interpretativos de liderazgo carismático. Una democracia que se nivelará por abajo al desaparecer la intermediación pero que, a cambio, se jerarquizará y verticalizará en uno que concentrará por arriba toda la capacidad de decisión.
Aquí es donde se insinúa una forma de democracia autoritaria o democradura. No a la manera literalmente descrita por Marx en El dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte, sino conforme a un cesarismo que utilizaría la inteligencia artificial y las tecnologías exponenciales para, dentro de un proceso de soberanía algorítmica, hacer que nuestras vidas estén predeterminadas y automatizadas al servicio del orden y no de la cooperación. Un autoritarismo de nuevo cuño, capaz de manejar y disciplinar tecnológicamente a multitudes barbarizadas que se vivirán a sí mismas dentro del bucle simplificador de unas redes sociales y una estructura de identidades atomizadas que carecerá de cualquier ánimo crítico.
Pero al hablar de posibilidad rehúso hacerlo desde una visión determinista. Me limito a describir una tendencia que gana peso porque enfrente no hay nadie, todavía, con capacidad de réplica que esté organizado conforme a un relato actual que pueda voltear la energía populista. ¿Lo habrá más adelante? Ojalá. Aunque en términos objetivos pienso que estoy describiendo un proceso más o menos inevitable, subjetivamente aún creo que pueden cambiarse las cosas. Es indudable que la pandemia no ayuda. Ha acelerado el vector de cambio social y político que conduce a nuestras sociedades hacia la instauración de un Ciberleviatán.
El biggest data que estamos viviendo durante estos meses de confinamiento y reducción de la movilidad ha incrementado exponencialmente nuestra huella digital y contribuye de manera decisiva a ello. No solo a nivel psicológico sino también técnico. Se están desarrollando infraestructuras digitales de vigilancia que centralizan datos y diseñan algoritmos más evolucionados que abrirán el camino hacia un marco que debilite aún más nuestras capacidades de elección y decisión autónomas. La persona se está acostumbrando a diario a desresponsabilizarse de sí misma. La libertad se hace cada vez más dependiente de las experiencias de inteligencia artificial que nos acompañan. Nos acomodamos a que nos ayuden a ser más eficientemente nosotros. Algo que epistemológica y moralmente destruye las bases de la libertad.
Con todo, creo que lo que acabo de describir no es inevitable. Es imprescindible que decidamos qué margen de maniobra queremos dejar a la libertad personal y cómo podemos preservarlo primero y ensancharlo después. Hablo de una responsabilidad política que puede ejercer el liberalismo. Debilitado por la guerra cultural que le planteó históricamente el neoliberalismo, ha perdido capacidad de respuesta frente a su enemigo secular. Especialmente cuando el neoliberalismo se ha convertido en el relato legitimador de un giro iliberal de sí mismo que ha desembocado en el autoritarismo populista que gana adeptos en todo el mundo. Pero su debilidad no tiene por qué significar su derrota, tal y como se ha visto en Estados Unidos. Aunque el populismo autoritario le lleva ventaja, puede recuperar terreno; algo que exige una reflexión crítica sobre sí mismo para asumir, después, el reto de encontrar una narrativa distinta a través de la cual limite el populismo y abra espacios de disidencia organizados frente a la normalidad que quiere imponer si venciera definitivamente.
Herido por un siglo que lo ha combatido sin tregua desde su comienzo, el liberalismo debe ser capaz de encontrar su sentido dentro de la coyuntura de aparente inevitabilidad populista a la que estamos abocados. Pierre Rosanvallon ha definido recientemente al siglo XXI como el siglo del populismo y, por desgracia, va camino de serlo. Pero el liberalismo, aunque herido, no está muerto. Si asume esta realidad puede reencontrarse a sí mismo. Es más, podría abordar una reformulación que lo visibilice con un cometido que le permita ganar nuevas batallas al servicio de la libertad. Probablemente, su capacidad totalizadora para recubrir con el manto de su legitimidad a la democracia ya es inviable en el formato que diseñó la Ilustración. Entre otras cosas, porque su programa político caducó con la llegada de la posmodernidad.
Sin embargo, la constatación de estos hechos no significa que el liberalismo haya dejado de ser necesario. El aprendizaje que tiene ante sí es comprender que debe modificar su rol y ser más selectivo en el enfoque de sus capacidades. Se trataría de sintonizar, dentro del marco de la democracia que pensó Spinoza, las políticas de amistad de Jacques Derrida con la teoría de los buenos sentimientos que Adam Smith describió para dar sentido y coherencia a la riqueza de las naciones. Hablamos, por tanto, de una hibridación virtuosa del liberalismo que lo hiciera amistoso y hospitalario mediante una reivindicación actualizada de una educación cívica basada en la cultura y el humanismo como soportes de nuevos consensos.
Porque de lo que se trata es de encontrar una nueva trayectoria por la que transite la libertad después de las catástrofes de un siglo que ha debilitado la esperanza. Una trayectoria que recupere nuestra fe en la cooperación y el consenso con los otros. Que reconstruya el valor del humanismo en medio de un mundo robotizado que margina a la persona y, lo que es peor, que la somete a dinámicas de instrumentación que la objetivan y relativizan. Necesitamos un liberalismo empático que vuelva a incentivar nuestra capacidad crítica de emancipación dentro del ecosistema digital en el que nos movemos. Un liberalismo crítico que dé al individuo habilidades emancipatorias para no disolverse en las multitudes que propicia el populismo para imponerse. Un pensamiento que reivindique el valor de la amistad frente al odio que despliegan los populistas para dislocar la democracia y ver lo que es capaz de dar de sí ésta antes de provocar su ruptura y justificar la implantación de una dictadura.
Eso significa que tiene por delante el cometido de impedir que la era populista sea irreversible y definitiva. Supone que debe preservar la naturaleza mutable de la democracia y pugnar para que la resignificación que tiene ante sí se lleve a cabo bajo parámetros que protejan la dignidad de la persona. El liberalismo debe comprender cuál ha de ser su propósito en el siglo XXI, y este ha de centrarse en salvaguardar la capacidad de elección del ser humano manteniendo su disponibilidad emancipadora y crítica y su apertura a la amistad. Desde este propósito ha de ejercer una función de disidencia humanitaria. Primero, para impedir que la democracia populista acabe transformada en un Ciberleviatán frío e inhumano; y, segundo, para fundamentar un humanismo tecnológico que pueda desarrollar una alternativa a aquél mediante una ciberdemocracia que sea capaz de conciliar sin dificultades el desarrollo de la tecnología y el ejercicio de la ciudadanía.
Pensar la vialidad de este propósito, así como su eficacia de resistencia y acción, son los fines que animan la redacción de este ensayo. Espero que la revolución silenciosa que vivimos y que desplaza el soporte de legitimación de la democracia hacia el populismo no debilite nuestra confianza en ver este cambio como transitorio. La victoria de Joe Biden en las elecciones norteamericanas reabre una oportunidad de esperanza para el liberalismo. Lo mismo que la capacidad que ha demostrado la democracia estadounidense para conseguir que se movilizara en las urnas una mayoría suficiente que impidiera a Trump perpetuarse en el poder. Una y otra son oportunidades que pueden hacer que los liberales reconecten con la realidad posmoderna que tienen que gestionar, aunque desde claves que, como trataremos de demostrar, tienen que actualizarse si pretenden tener éxito en su propósito. Esta circunstancia y el hecho de que Europa resista los pulsos del Brexit y de países como Hungría y Polonia tensionan la viabilidad de su proyecto liberal, aunque evidencian que hay margen para impedir la supuesta inevitabilidad de la democradura”.
(*) José María Lassalle: “El liberalismo herido” (Arpa-Editores, 2021).
21/09/2024 a las 3:36 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Jubilado a la parrilla
Luis Bruschtein
Página/12
21 de septiembre de 2024
El Papa criticó la represión a los jubilados y la corrupción en el gobierno; la ONU advirtió por la indefensión de la niñez sumergida en la pobreza; explotó el gasoducto del Norte, y Petronas puso en duda la famosa mayor inversión de la historia. El inminente veto a la ley de financiamiento universitario anunció protestas estudiantiles masivas que se unirán a los jubilados, dos sectores en los que Milei había cosechado en las elecciones. Semana mala para el Presidente que, en contrapartida, consiguió frenar el veto al aumento a los jubilados con ayuda de parte del opoficialismo y es probable que logre una imagen de toda la política enfrentada a Unión por la Patria con la propuesta de reforma política.
Argentina se ha convertido en un país imprevisible, donde resulta imposible precisar la forma como el derrumbe de la economía instrumentado por el gobierno se traslada a las decisiones políticas de los perjudicados. Los jubilados están en el horno. Son los que más perdieron en el ajuste, han sido sus principales víctimas y grupos cada vez más importantes de ellos han encabezado la protesta. Fuera de los grupos movilizados, todos los jubilados se quejan por lo que reciben y por el aumento del transporte y las tarifas, pero no es claro que haya un cambio masivo en las conductas políticas.
Milei ganó con un poco más del 55 por ciento de los votos y en los primeros meses logró aumentar unos puntos más la imagen positiva. En las últimas mediciones su imagen osciló entre el 40 y el 45 por ciento. Quiere decir que perdió más del diez por ciento. No es tanto si se lo compara con los efectos catastróficos de sus medidas sobre la vida de millones.
Esa distorsión entre causa y efecto constituye una incógnita en una sociedad muy intoxicada por discursos de odio, fake news, y una configuración social donde la mayoría de los trabajadores fueron llevados a la informalidad. Cayeron en ese plano por los efectos destructivos del neoliberalismo en las últimas décadas.
La perversión de esa movilidad descendente radicó en que fue disfrazada de elección personal. Una especie de liberación. El kiosquito, el remisse, el flete, la mensajería, la changa, la venta callejera, el trabajo no presencial y otros empleos fueron disfrazados de emprendimientos individuales. El discurso conservador complementó a este “emprendedurismo” con una ideología “meritocrática” que, en esencia es una ilusión porque todo ese universo depende de la producción de riqueza real.
Por más esfuerzo, por más méritos que tenga, ningún resultado lo favorecerá si el resto de la sociedad no genera riqueza real, no produce ni consume bienes. En todos los trabajos vale el esfuerzo y el conocimiento cuando el resto de la economía funciona. De lo contrario, la derecha ordena esas condiciones como una ideología del sometimiento para la explotación por una elite. Ese proceso se montó sobre el antiperonismo extendido en un sector de la sociedad y sobre la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández.
El resultado ha sido el surgimiento de lo más grotesco de la política y la economía, una mascarada de discurso exótico cargado de odio y fotografías de un pie gordo y colorado, con talco para los hongos. Hay corporaciones que se han favorecido con este despropósito y que se apuran a sacarle todo el jugo porque saben que en algún momento se termina.
El grupo Roca, que buscó usar al gobierno para concretar su reconversión hacia la actividad energética, y ubicó gerentes en puntos estratégicos de la gestión en esa área, encarnó dos desastres con pocos antecedentes de tanta ineptitud como fueron la explosión del gasoducto Norte y la amenaza de Petronas de retirar la inversión milmillonaria que iba a hacer con el gas de Vaca Muerta. La arbitrariedad como se manejó un negocio tan delicado para debilitar al gobernador bonaerense Axel Kicillof, provocó incertidumbre en el gigante malayo.
Esta semana, el escenario pareció sufrir otras distorsiones. En el capitalismo industrial se decía que lo obreros de la industrian eran la vanguardia de las luchas. En los ’90, con el neoliberalismo, aparecieron los movimientos de trabajadores desocupados a la cabeza de la protesta. Y ahora son los trabajadores jubilados.
Primero fue demonizar a los movimientos sociales. Patricia Bullrich creció –tristemente– con la represión a esas marchas de los desocupados y creyó que valía para todos. Pero es difícil demonizar a los jubilados porque los hay en todas las familias. Allí no funcionan las fake news y la difamación porque hay comprobación directa.
Y es cierto que no se movilizan todos los jubilados, sino más bien algunos grupos. Pero la imagen de los garrotazos a esos adultos mayores tiene un efecto subterráneo de terreno minado para el gobierno. Otra imagen de alto impacto fueron los jubilados en la puerta de la residencia de Olivos mientras en el interior se festejaba con un pantagruélico asado el rechazo al aumento de las jubilaciones.
Ha sido una mezcla explosiva que se catalizó con los aumentos siderales de tarifas de los servicios y del transporte, que pasaron de ser caras a ser impagables para los trabajadores. Otra imagen altamente inflamable fueron las filas de personas que caminaban por las vías para eludir los molinetes de los andenes. Y la posterior imagen de esos mismos lugares custodiados por efectivos policiales o por seguridad contratada.
Los tiempos en la sociedad han sido diferentes a los de la política. Hubo una oposición nítida desde el principio desde Unión por la Patria y la izquierda, mientras que el rechazo en la sociedad fue expresándose en protestas aisladas, hasta la situación actual donde las encuestas no miden un cambio importante, en contraste con el cambio fuerte en el ánimo generalizado, al menos en CABA y el conurbano. Otras fuerzas mantuvieron una actitud ambigua porque se sentían comprendidos en parte del discurso oficialista.
Pero la política todavía no pudo dar cuenta de los cambios de humor que se van generalizando. No pudo entender parte de sus limitaciones que interfieren el contacto pleno con esta nueva realidad. Lo que en un momento fue representación, dejó de serlo cuando cambió lo que representaba y no se produjo el mismo cambio en el representante. El mecanismo se manifestó en todos los planos, con el fuerte achicamiento del PRO, la pérdida de identidad de la UCR y los conflictos en el peronismo.
La Iglesia ha sido una gran antena de los humores de la política y de la sociedad. Se mantiene por encima de la política y sólo interviene de manera clara cuando interpreta señales cada vez más fuertes. Las palabras del papa Francisco fueron muy directas con respecto a la represión a los jubilados y más aún sus referencias a la corrupción en el gobierno. La Iglesia nunca se lanza a una pileta vacía. Las palabras que formuló el Papa estuvieron en sintonía con el malhumor extendido.
Milei exhibe déficit cero falseado por deudas impagas. Y un dólar quieto a costa de reservas del Central. Consiguió mandar a la pobreza a casi el 60 por ciento de los argentinos y convertir al país en uno de los más caros en dólares. Cuando el malhumor social entre en contacto con la política, Milei se acaba. Es el tramo que falta recorrer.
21/09/2024 a las 3:38 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Tres versiones de una frase repugnante
Sandra Russo
Página/12
21 de septiembre de 2024
Todos nos acordamos de Milei hablando del Estado como “un pedófilo entrando a un jardín de infantes con los chicos encadenados y envaselinados”. Nos acordamos porque nos repugnó. Porque era inconcebible en un hombre público no solo esa expresión proveniente de la web profunda, sino en muchos sentidos paralelos que primero fueron opacados por el impacto pedófilo de la frase, pero que estaban ya ahí.
Lo dijo cuando todavía no era presidente. Es decir, esa descripción atroz del Estado rebotó en millones de oídos que la aceptaron, o por lo menos no sintieron náuseas sino, acaso, fascinación, que es lo que provoca el fascismo.
Pero aquella metáfora, si la aislamos por un momento de su espectro pedofílico –que, como advierten varios casos del norte argentino y hasta en el expediente de la causa por el intento de asesinato de Cristina, no es ajeno a la dirigencia ultraderechista–, puede volver a ser leída hoy de otras maneras.
Milei podrá detestar al Estado pero lo usa exactamente como lo describió, si por “niños encadenados y envaselinados” entendemos que se alude a lo más frágil, lo más inocente, lo más sagrado, puesto en una situación de vulnerabilidad de la que dependen sus vidas. Efectivamente, el que entra a ese “jardín de infantes” es Milei, que desde su minuto uno como presidente, con la desregulación de la economía y Petovello designada, se comporta como un pedófilo que no tiene un goce sexual, sino de otro tipo. El goce de la ultraderecha es la distribución del sufrimiento y el dinero. Son una sola y misma cosa.
Así, como “niños encadenados y envaselinados” nos quiere a todos los comunistas, porque no sé si enteraron, pero somos todos comunistas. Esa dejadez por el análisis y la comprensión de los matices que hacen muy diferente a gente que nunca se ha llevado bien ni ha coincidido, pero comparte por ejemplo que un hijo no se vende, borra la realidad y la reemplaza por lo que se tiene previamente en mente: el que se niegue a vender un hijo es comunista.
En este caso, todos somos sus enemigos si no lo aplaudimos. Y no es posible aplaudirlo si uno no es débil mental, porque si se es trabajador, estudiante, ama de casa, jubilado, docente, afiliado a un sindicato, empleado estatal, periodista, etc., etc., etc., Milei está violando las garantías básicas de decenas de sectores en todo el país que hoy se encuentran “encadenados y envaselinados» por un tipo que de verdad se cree superior a todos. La desproporción entre la realidad que generan sus actos y la idea que tiene de sí mismo son un diagnóstico infalible. No puede ni con él mismo.
Pero aquella frase asquerosa de Milei también puede ser interpretada de una tercera manera. En este caso, Milei se refería al Estado que se proponía destruir. El que su mente anarcocapitalista le permite: un saqueador de ricos que como ya no necesitan eso que se llama nación, estado nación, porque les restringe las ganancias con esa loca idea de “algo en común”. No hay nación sin “algo en común”.
En esta línea (muy A. Rand), los “niños encadenados y envaselinados” son los muy ricos, hartos de tener que tributar para la vida digna de gente que les importa tres carajos. Y es solamente en esta tercera interpretación que es verdad que la libertad avanza y él es el león, es un Espartaco invertido que libera a los multimillonarios y los mafiosos y a los narcos de cualquier control posible.
Como fuere, he seguido muy de cerca los sucesivos estallidos sociales de hace unos años, en Chile, Perú, Colombia. Hubo muchos muertos. Para que llegaran al poder Boric, Castillo y Petro –uno parece haberse olvidado de su origen callejero, el otro fue derrocado, el tercero ya siendo desestabilizado– muchos murieron. No por ellos como candidatos, que entonces ni soñaban con serlo. Los pueblos rebelados abrieron el paso a la huida de los neoliberales.
Las primeras líneas, las que enfrentaban cara a cara a las fuerzas de seguridad, asesinas de sus pueblos siempre que reciben órdenes de la ultraderecha, eran pibitos. Pibitos y jóvenes que no tenían nada que perder.
Nuestra situación hasta ahora es totalmente diferente. Tres semanas consecutivas hubo primeras líneas de personas de más de 70 años. Nuestros jubilados son la última generación moderna de este país. Son contemporáneos a los 30.000. Han vivido lo mejor de sus vidas cuando la gente se regalaba libros. Han trabajado su memoria. Muchos votaron a Milei, es cierto, pero es que lo votaron muchos en todas partes. Nuestra sociedad está infectada, como dice Milei en ese video Walking Dead que insiste con el exterminio y la cosificación del enemigo.
Nuestro país está infectado, es cierto. Está lleno de pus y bilis y humores negros y demencia. Está lleno de vivos que están muertos, y que no pueden sacarse a sí mismos de la cabeza ni un instante, como si fuera un síntoma de su enfermedad. Nuestro país está infectado por el veneno que hace muchos años escupen mercenarios y mafiosos.
En estos días se están equivocando, como si hubieran entrado en su propio círculo, que siempre es vicioso y espiralado. Se equivocan porque ya es inocultable que Milei se dirige al pueblo argentino con su maldita motosierra. Se equivocan porque no pueden respirar sin clavarle alfileres a alguien. Cada vez son más secta, más trepadores, más corruptos. Los que no nos podemos volver a equivocar somos nosotros. Ojalá nuestra dirigencia entienda pronto que esta vez el pueblo quiere saber de qué se trata.
21/09/2024 a las 3:42 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
“Demoliciones Bullrich”, la nueva arma de Milei
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
20/9/024
El cambio de estatus y de dinámica en el proyecto de construcción política del Gobierno comenzó hace casi un mes, pero se consolidó en las últimas semanas. El primer paso fue la creación de una mesa que interactúa con el triángulo de hierro del poder. El segundo, el rol protagónico que empezó a desempeñar, como ariete hacia afuera, una de las integrantes de ese espacio.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se ha convertido así en el arma con la que Javier Milei apunta a horadar lo que queda de Juntos por el Cambio.
“Demoliciones Patricia”, la empresa con la que el oficialismo empezó a fisurar a Pro desde antes de que empezara el nuevo gobierno, ahora está abocada a agrandar las grietas internas y cooptar dirigentes de la UCR, sin soltar la presa del macrismo. El objetivo es construir los cimientos del neomileísmo. La soñada etapa superior de La Libertad Avanza. Si la realidad se lo permite.
Lo que comenzó como una táctica defensiva empieza a vislumbrarse ahora como un posible proyecto expansivo producto del estado de reconfiguración en el que se encuentra el mapa político nacional después del triunfo de Milei. Acelerado por el apoyo social transversal que ha mantenido hasta acá el Presidente, a pesar de la dureza del “mayor ajuste de la historia”.
A eso se sumó el novedoso esquema de vetos cruzados en el que comenzó a desenvolverse el actual proceso político y resultó el nuevo disparador de este reordenamiento en curso.
Que el Congreso haya rechazado un DNU por primera vez en 29 años y que el Poder Ejecutivo se vea compelido a recurrir al veto, en forma reiterada, para frenar leyes sancionadas con amplias mayorías en el Parlamento, por considerarlas atentatorias contra el corazón del proyecto oficial, asoma como una anomalía o síntoma de la dificultad estructural que enfrenta el oficialismo.
Milei y su mesa política se proponen destrabar en su favor ese empate funcional con el avance sobre dirigentes de radicales, macristas y, también, del peronismo no kirchnerista.
Con su dureza irreductible en la gestión y con operaciones de guerrilla sobre esos debilitados espacios políticos en los que desde su campaña presidencial ya había sentado bases, Bullrich se está ganando un lugar de privilegio en la mesa del poder.
Influye, además, su condición de sostén clave de la inflexibilidad de Milei en todas las materias. Incluido el avance sobre la Corte Suprema de Justicia. De allí el sorpresivo y reciente apoyo de la ministra de Seguridad en la candidatura del hipercuestionado juez Ariel Lijo para integrar el cuerpo, aún con datos que la realidad y la historia relativizan o desmienten.
Sin embargo, como otras veces en su ya larga historia de irreductibilidad (y fidelidades sucesivas), abre algunos interrogantes y suma adversarios. Como el Gobierno.
La construcción del neomileísmo pone en un lugar más que complicado a Mauricio Macri y a Pro, a los que en la Casa Rosada ya no ven como socios preferenciales. Ahora solo son visualizados como una parte de una conformación más amplia. La consecuencia inevitable (y deseada) de esa construcción es la licuación del capital que le queda al expresidente y a la fuerza que él creó.
EL PRESUPUESTO Y MÁS ALLÁ
Por eso, la discusión del presupuesto será una prueba de fuego para esta táctica. Acorralar a la presa puede ser peligroso, más si se pretende adelantar los tiempos o saltear etapas.
El objetivo final de la batalla que emprende el mileísmo (envalentonado aún más por la conocida temeridad bullrichista) es la configuración de un nuevo espacio oficialista ampliado para las próximas elecciones.
En el corto y el mediano plazo la mesa política oficialista apunta, con urgencia, a dotar de mayor volumen al escuálido poder que el Gobierno tiene en el Congreso, donde está representado por una Armada Brancaleone sin experiencia ni afecto societario, solo unida por el culto a la personalidad de Milei. En este escenario complejo, la táctica y la estrategia pueden entrar en colisión.
“La sociedad de la milanesa no existe más. Macri se equivoca cuando pretende discutir en pie de igualdad con Milei. Mauricio ya no conserva el poder que cree tener y en el Gobierno lo sabemos todos. No son el último vaso de agua en el desierto. Cada vez más legisladores y diputados de distintos espacios, incluidos peronistas, radicales y provinciales, están dispuestos a apoyar la gestión presidencial”, dicen en la mesa política oficialista, entusiasmados con la prédica de Bullrich.
La crisis de liderazgo y representación que atraviesa al arco político no oficialista, afincado en los fracasos de los gobiernos precedentes y la distancia con las demandas de una parte sustantiva del electorado, es el sustrato sobre el que operó y sigue ilusionando al flamante mileísmo político.
Sin embargo, la crítica situación por la que atraviesa la dirigencia opositora no impide que en las encuestas y, sobre todo, en los sondeos cualitativos, cobren cada vez más relevancia expresiones de fatiga social. El vacío en política siempre tiende a llenarse.
Si se consolidara el incipiente cambio de clima que están advirtiendo la mayoría de los consultores más respetados, algunos políticos podrían ahora estar apurándose demasiado por integrar un espacio al que estarían llegando tarde. Todo depende de la economía y, como nadie puede despejar esa variable, el estado de confusión es amplio y, por ahora, beneficia al Gobierno
Mientras tanto, la forma en que se construyó el tercio de diputados que impidió la caída del veto a la ley de aumento de las jubilaciones entusiasma al Presidente y lo llevó a descubrir aristas de la política más placenteras de las que imaginaba (y denostaba).
Las fotos con legisladores que le ofrendaron en la Casa Rosada el cambio de su voto respecto de la actualización de las jubilaciones a cambio de promesas de un futuro político mejor para ellos (en el más noble de los casos) fue la primera exteriorización del cambio que empezó a operar en Milei.
El asado ofrecido a los “héroes” que apoyaron su veto al aumento de los haberes jubilatorios terminó por coronarlo. No obstante, el Presidente les hizo pagar la cena a precio de parrilla palermitana. Nada nuevo. En la Argentina abundan los casos de mezquindad para con los héroes.
EL NUEVO PLACER DE MILEI
“Javier está descubriendo el gusto de vincularse no sólo con sus seguidores, sino de interactuar con dirigentes políticos que se acercan, aunque no sean libertarios. Por eso, en el asado de Olivos se quedó hasta el final, lo que hasta hace poco era impensable”, revela uno de los integrantes del acotado entorno presidencial. La economía estaría empezando a no ser todo para el primer presidente economista.
En esa nueva realidad recuperó protagonismo el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, después de sus diferencias (no saldadas) con el gurú Santiago Caputo. También sigue ganando influencia, aunque no integra formalmente la mesa política de los martes, el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, José Luis Espert.
Como una señal de la nueva etapa de revalorización de la construcción política, Francos y Espert, con sus respectivas esposas, fueron invitados por Milei a comer a Olivos después de la presentación del presupuesto en el Congreso. A ellos no les cobró el cubierto como a “los héroes”, aunque el menú fue bastante más amplio, ya que pudieron optar entre risotto, carne vacuna y pechuga de pollo con ensaladas de plato principal, y entre flan, ensalada de frutas y mousse de chocolate, para el postre
Tal vez fue un pago adelantado por el arduo trabajo que les espera al jefe de Gabinete y al diputado, junto al equipo económico, a la hora reunir los votos en el Congreso para que se sancione el presupuesto del déficit cero.
No solo la avanzada de “Demoliciones Patricia” puso en alerta a algunos aliados clave. El proyecto dejó dudas, aún no despejadas, en la primera plana del macrismo legislativo. Tanto que una de las principales figuras del bloque de diputados llegó a hacerle una pregunta incómoda, pero inevitable, a Milei.
“¿Vos querés que esto se apruebe o presentaste estos números para que te los rechacen, quedarte con el rédito de que se oponen los degenerados fiscales y gobernar con el presupuesto 2022 para disponer discrecionalmente de la asignación de partidas?”, lo interrogó un diputado que construyó un vínculo de confianza con el Presidente. Es lo mismo que se preguntan muchos otros actores políticos y económicos.
La respuesta presidencial no despejó las dudas del curtido legislador. “Por supuesto que quiero que se apruebe”, lo cortó Milei, sin que el diputado pudiera repreguntarle si el Gobierno esperaba que el proyecto se aprobara a libro cerrado o si había espacio para la negociación (como ya admitió Espert) y hasta qué límites.
Ahí vuelven a cruzarse tanto las elucubraciones políticas como algunos detalles técnicos del proyecto de “ley de leyes” elevado por el Poder Ejecutivo. Las acotadas partidas para educación y las amplios recursos destinados al aparato de inteligencia no son motivo excluyente de cuestionamientos.
Aún entre los legisladores de Pro que hasta acá han sido cruciales para el Gobierno llamaron la atención algunos enunciados que parecen más signados por la construcción de la narrativa política que por el rigor económico y financiero.
En ese punto, macristas, peronistas no kirchneristas y radicales subrayaron con ironía que en el final del texto de la iniciativa se admita que el superávit fiscal se alcanzará “si se descartan las transferencias que la administración nacional hace a las empresas públicas y otros entes”. Además, se reconoce que si se proyectan esas erogaciones “el resultado financiero previsto para el año 2025 alcanza un déficit de $2.326.807 millones”. El déficit cero es una consigna a militar. Y una realidad nada sencilla de alcanzar, dicen los opositores que miran con suspicacia tales aclaraciones.
Aunque se pudiera avanzar en la privatización de las empresas públicas que se propone el Gobierno su concreción no sería inmediata, así como la eliminación del gasto que estas y “otros entes” generan.
En este contexto debe incluirse, y no solo en el de la disputa política con el sindicalismo, el conflicto de Aerolíneas Argentinas, que según altas fuentes del Gobierno es uno de los principales desafíos que se evalúan en la mesa política.
En la escalada de esa disputa también se proyecta la sombra de Bullrich. La identificación del sindicalismo peronista como uno de los grandes obstáculos para un cambio radical del país es una antigua convicción (u obsesión) de la ministra de Seguridad. Más si enfrente tiene al clan Moyano, que ya se sumó a la vanguardia de la batalla de los gremios aeronáuticos.
En esa batalla Bullrich acumuló demasiadas derrotas en los dos gobiernos previos que integró, así como cuando militaba en la Juventud Peronista y, con Montoneros, combatía a la “burocracia sindical”. Se ilusiona con que esta vez sea la vencedora, de la mano de la determinación de Milei, cualidad que no encontró en los dos presidentes (Fernando de la Rúa y Macri) a los que sirvió anteriormente. Otra coincidencia que hermana a Presidente y ministra.
Por todo eso, la nueva herramienta que Milei acaba de sumar en un lugar preferente en el operativo derribo de adversarios para construir el edificio del neomileísmo se llama “Demoliciones Patricia”.
21/09/2024 a las 3:45 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La política en estado líquido
Mónica Gutiérrez
Infobae
21 de Septiembre, 2024
Milei es un fenómeno mediático. Es nacido y criado como figura pública en los medios masivos de comunicación de los que hoy reniega. El minuto a minuto del prime time lo desvela tanto hoy como en sus primeros escarceos por la tele abierta.
Fue al calor de las descarnadas refriegas del paneleo que se ganó un lugar. Hay que reconocer que se posicionó por mérito propio. El economista iracundo, tan basado como sacado, capaz de imponerse a los gritos para ocupar un lugar en los debates, devino un insumo muy precioso para las producciones necesitadas de “good show”. Milei es un showman y en orden a ser mirado no le hace ascos a nada.
Las escaramuzas mediáticas de Milei en el legendario Intratables lo mostraron desde el vamos irascible y mal hablado. Encendido y voraz.
En aquellos tiempos no tan lejanos desplegó sus teorías económicas pero también abrió sin mayores remilgos las puertas de su más profunda intimidad, esa que ahora pretende proteger degradando la ley de acceso a la información pública.
En orden a sostener su exitoso raid por las pantallas no vaciló en desnudar su privacidad. El sexo tántrico fue uno de sus temas favoritos. Recorrió estudios con quien entonces era su pareja hablando de estas cuestiones.
“Yo eyaculo cada tres meses”, se franqueó ante Moría Casan en una memorable visita a Incorrectas. Luego de calificar al matrimonio como una institución anacrónica que empeora la calidad de los vínculos se fué en detalles acerca de las delicias del yoga sexual. Show y rating garantizados.
Corría el 2018 y nadie imaginaba que el economista, al que Moría celebró en sus disparates e incorrecciones llegaría tan lejos. Su estado de conocimiento público se maceró en la exposición desenfadada de sus excentricidades.
Ya en el 2021 Javier Milei le ofreció a Viviana Canosa una introducción a los beneficios de la técnica sexual meditativa que abreva en el Tantra. El asunto de sus “hijitos” de cuatro patas” fue también deleite de las producciones de América TV. La presentación en Infama de los cuatro “nietos” perrunos encendió las mediciones. Javier Milei supo cómo calentar las pantallas. Lo hizo con premeditación y alevosía.
“Yo informo, cuento con lo que te vas a encontrar para que no haya sorpresas”, dijo consultado acerca de su etiqueta en las citas amorosas. Nadie puede decir que no haya sido lo mismo en la política. Dice lo que va a hacer y lo hace. Por eso lo votaron y se sostiene en el 53% de imágen positiva.
Milei sabe por dónde pasa el show y no se lo quiere perder. El pasado domingo mandó a bajar el regreso de Susana y pretendió comerse de un bocado el prime time pero no pudo.
La deslumbrante puesta pensada para la presentación de la “ley de leyes” le deparó, no obstante, una amarga sorpresa. El rating se desplomó en 10 puntos a poco de que el león libertario empezara a rugir en el Congreso de la Nación. El show no convocó.
El juego coral de la militancia, apostado en los palcos, reconfortó al enviado de las fuerzas del cielo con su gritería, pero no alcanzó para retener a las audiencias. Tampoco dió para el pochoclo la chicana profesoral con la que sermoneó a los K. Quedó claro que la audiencia masiva del aire prefería, al menos esa noche, ver a Susana Giménez.
El discurso, a su modo atemperado, que desplegó en la noche del domingo, se agradece. Ponderado por los sectores racionales no resultó suficiente para alimentar la emocionalidad de las tribus libertarias. Al rey de la selva no parecieron esta vez alcanzarle los rugidos.
Cómo ocurre con los datos duros de la economía los números del rating no se discuten. En un clima de época en el que el minuto a minuto y las métricas digitales mandan, el bajonazo del domingo disparó señales de alarma. Con un encendido general de 27 puntos en toda la línea la cadena nacional fue mucho menos convocante de lo que se esperaba. No rindió. Desde el punto de vista comunicacional la movida terminó en desastre.
Según un informe de la consultora Ad Hoc, las visualizaciones en Youtube también fueron bajísimas y la conversación sobre el tema en redes no movió el amperímetro.
“El medio es el mensaje”, rezaba Marshall Mac Luhan.
En los primeros 70 el mítico experto en comunicación popularizó esta frase para destacar que el impacto de una tecnología o medio de comunicación no reside únicamente en el contenido que transmite, sino en el medio mismo. Según McLuhan, el medio influye de manera fundamental en cómo las personas perciben el mundo y cómo se relacionan entre sí. Más allá del contenido que se pretende transmitir, el medio elegido altera la percepción del tiempo y el espacio, y transforma las relaciones sociales.
Milei y los suyos adhieren a las marcas de este tiempo con fervor militante. La comunicación política se mueve y digita a puro show. Esto no significa que las cosas siempre salgan bien.
Antes de regalar pochoclo se impone saber que quiere comer la gente en cada caso.
La decisión de Javier Milei de invitar a un asado los “87 héroes” parlamentarios que le defendieron el veto a la ley de jubilación resultó un paso desacertado. La referencia resultó inevitable.
La imagen todavía hiriente de la fiesta de Olivos, que hundió la presidencia de Alberto Fernández, regresó para enrostrarle al jefe de Estado que no hay nada que festejar, más allá del logro para el oficialismo de lograr frenar una derrota parlamentaria. La difusión del mega evento no fue una buena idea. La sobreactuación de austeridad, haciendo que cada uno pagó su plato, sumó patetismo.
La puesta en acto auto celebratoria de la heroicidad de los parlamentarios fue a pura pérdida. No hacía falta.
Otra foto de la semana que aportó ruido y confusión fue la que levantó a sus redes el vicejefe de Gabinete Lisandro Catalan. No queda claro que quiso hacer. De pésima factura, a contraluz total, la imagen pretende ironizar acerca del comentado enfrentamiento entre Guillermo Francos y Santiago Caputo.
“Todos peleados”, sumaba el posteo. Junto a Francos y Karina Milei, Caputo luce desaliñado, desharrapado, como quien viene de una muy mala noche. Puede que en la catástrofe comunicacional de la cadena nacional uno pueda encontrar las razones de la cansina dejadez del asesor estrella. Las redes se hicieron una panzada con el fallido glam del “enfant terrible”.
La tierna postal no logró aventar las fuerte interna que genera turbulencia en el círculo íntimo del mileísmo. Guillermo Francos evitó atribuir su colapso de salud a las tensiones del poder y sus contrapuntos con Santiago Caputo, pero dejó entrever que la diferencias entre él y el asesor de Milei siguen vivas.
Estos derrapes comunicacionales no desalientan a los estrategas del oficialismo. La aparición del video “El virus Ku-K12″ trae un producto revulsivo desarrollado utilizando las herramientas de la inteligencia artificial generativa. Un up grade en materia de show off.
“Milei y el virus del odio. Es muy serio, muy grave”, réplica en X Axel Kicillof. La pieza digital asimila a la oposición kirchnerista con un virus maléfico destructor de cuerpos y almas.
De impecable factura técnica el “walking dead” de cabotaje retoma el tono de relato revulsivo al que es tan afecto Milei. En este caso con connotaciones apocalípticas. No queda claro qué repercusiones tendrá en el común de los mortales pero plantea un claro mensaje político.
En vísperas de lo que será el lanzamiento del partido libertario, Milei ubica de manera clara y excluyente al kirchnerismo como la oposición a vencer. El video refuerza la grieta. Sobre el ring en orden al 2025 quedan Milei y Cristina. Nadie más.
La irrupción del libertario en la rosca política ha arrojado resultados dispares, pero su empeño en construir una minoría potente capaz de frenar los dos tercios de la oposición está acelerando la descomposición del escenario político de manera acelerada.
La política entra en estado líquido. Las identidades partidarias se diluyen, los alineamientos devienen difusos y el oficialismo pesca voluntades en ese mar revuelto.
El estado de fragmentación que afecta a todos los partidos políticos, favorece las tareas de seducción que despliega el libertarianismo. A los cinco radicales abducidos por el mismísimo Milei podrían sumarse otros tantos.
De Cambiemos no queda nada. El radicalismo está en un avanzado proceso de autodestrucción. El PRO no logra definir que tipo de sociedad podrá conformar con el mileísmo y en ese tránsito la militancia libertaria de Patricia Bullrich se va llevando puesto lo que queda del poder de fuego del macrismo.
Malas noticias para Mauricio Macri. El empoderamiento de la ministra de Seguridad en la mesa política del oficialismo solo anticipa un debilitamiento del capital político del ex Presidente.
De los libertarios mejor no hablar. Renuncias, expulsiones y escándalos varios dominan el día a día de los legisladores de LLA. Una comedia de enredos de muy baja calidad.
La falta absoluta de liderazgos, la escasez de referentes que cohesionen en todos y cada uno de los espacios abre una inmensa oportunidad para el armado mileísta. No hay mucho tiempo para perder. Es aquí, es ahora.
Mucho más allá de los resbalones comunicacionales, Milei parece haber entrado en una nueva etapa. Su predisposición a hacer política, en la más regular de las acepciones, parece haber empezado a divertirle. Tan solo con lograr la aprobación del presupuesto tendrá con qué entretenerse y sacarle punta a su capacidad de seducir y cooptar a la casta.
Imposible saber, al menos por ahora, cuántas banderas deberá arrastrar en el camino.
No se trata solo de blindarse, de construir una task force que lo proteja del peligroso embloque de los dos tercios opositores. Tienta la idea de avanzar en la construcción de una fuerza propia aprovechando la creciente fragmentación del centro democrático.
El regreso del “Panic Show” previsto para el sábado 28 es también una esquirla en la relación con Mauricio Macri. A fuerza de milanesas lo mantienen entretenido pero el lanzamiento de lo que será La Libertad Avanza a nivel nacional se da en el corazón del territorio amarillo. Todo un mensaje.
En medio de este tembladeral, Francisco entra en escena con un durísimo discurso que cuesta no interpretar como un elaborado ejercicio de provocación política.
A apenas días de haber recibido a la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello, el Papa reivindica de manera encendida la tarea de los movimientos sociales y la denominada “economía popular”.
“Esa actitud altanera es lo contrario a la compasión: regodearse en la propia supremacía frente a quien está peor”. La frase de Francisco durante un encuentro con los Movimientos Populares, junto a Juan Grabois, pegó duro en el oficialismo.
El Sumo Pontífice hizo una férrea defensa de la protesta social y criticó la política antipiquetes. “En vez de pagar justicia social pagó el gas pimienta…el silencio de la indiferencia habilita el rugido del odio…El diablo entra por el bolsillo. Ahí está la cola del diablo”.
En este contexto es imposible no analizar el extenso e implacable mensaje papal en clave política. Desde el mileísmo puede entenderse como un absoluto posicionamiento del lado de la oposición.
El Gobierno optó por no contestar. La estrategia del silencio fue solo quebrada por el diputado y piquetero del trolling Agustín Romo, quién en su cuenta de X le bajo a Francisco un implacable “cipayo y traidor”. Lo hizo en el contexto de las críticas papales al gobierno de Roca.
Es poco probable que los artilugios mediáticos del showbusiness aplicados a la comunicación política le alcancen al oficialismo para llevar firmes las riendas en esta nueva etapa. Todo será muy duro de aquí en más, habrá que poner el cuerpo.
Le guste o no a Javier Milei tendrá que aflojar con las puestas en escena mediática y su afición por las redes y los videítos y encontrarse con sus habilidades de hombre político.
Su poder depende hasta aquí de un único y sagrado insumo: el acompañamiento social. Algo que se sabe, siempre ha tenido límites.