Por Hernán Andrés Kruse.-
DEMOCRACIA Y NUEVO LIBERALISMO
“Parte del descrédito de la democracia representativa en aquellos años, sostiene Dewey en otro trabajo, se debe a que los políticos rara vez saben pasar al terreno de la acción. La educación cubre ese flanco mediante la formación de actitudes. «No sé precisamente lo que significa la democracia con detalle en todo el ámbito de relaciones concretas de la vida humana», admite Dewey. «Hago esta confesión humillante sin dudarlo porque sospecho que nadie más lo sabe», continúa, «pero estoy seguro, sin embargo, de que este problema es el que más exige la atención seria de los educadores en el momento actual». Entre los objetivos de un nuevo liberalismo también debe estar la educación, en el sentido de que ésta ayuda a «producir los hábitos de mente y de carácter, las pautas intelectuales y morales» que pueden traer inteligencia a la política. En continuidad con este supuesto, la crisis de la democracia, sostiene Dewey, sólo puede abordarse por la introducción del «método de la democracia», que caracteriza a su vez como el de la «inteligencia organizada». Se trata del método que permite que salgan a la luz los diferentes intereses particulares que se ponen en juego en la política. De su confrontación pública sobre el trasfondo teórico de «intereses más inclusivos», argumenta Dewey, podrán elegirse democráticamente los intereses comunes.
Nada lo asegura por completo, pero no hay otra opción. El método de la democracia no es sino una adaptación del método científico que conjuga la experimentación con la defensa y escrutinio públicos de sus resultados. En la defensa del método se cifra, a juicio de Dewey, la viabilidad tanto del liberalismo como de la democracia: «La traslación a la acción significa que el credo general del liberalismo se formule como un programa concreto de acción». Es la cuestión decisiva en la recuperación del liberalismo y en la defensa de la democracia: «Es en la organización para la acción donde los liberales son débiles», puntualiza Dewey, «y sin esta organización existe el peligro de que los ideales democráticos puedan irse por defecto», es decir, que se puedan perder por pensar que se realizan de manera espontánea y aislada.
Dewey señala con acierto que la suerte del liberalismo y de la democracia van unidas. Este reconocimiento supone asumir que sus logros y pérdidas se implican mutuamente, como destacará en otro trabajo sobre la respuesta a la extensión del fascismo. El liberalismo como programa de acción política es también el programa para la realización de los fines de la democracia, escribirá Dewey en su ensayo «Democracy is Radical». Aunque no se haya «realizado adecuadamente en ningún país y en ningún tiempo», la democracia es un ideal radical en ese sentido, pero realizable. El liberalismo puede traer la serie de cambios «en las instituciones sociales, económicas, legales y culturales existentes» que lo pongan en práctica. Cuando la democracia ha fracasado, ha fracasado la democracia política. Y junto a la carencia de una política liberal que la hubiera reforzado, Dewey ve en la falta de una educación en «hábitos democráticos de pensamiento y de acción» la causa que mejor explica la situación actual de riesgo.
«El fundamento de la democracia es la fe en las capacidades de la naturaleza humana», escribe. Pero es una fe no natural, sino educada, cultivada desde el espacio de aprendizaje de la escuela hasta el resto de las instancias de la sociedad civil y de la esfera política. La democracia como «forma de vida» se aprende. Puede que en ningún otro momento adquiera un significado tan especial esta apelación como en la segunda mitad de los años treinta. En uno de los ensayos de la época propugna Dewey que de los «estados anti-democráticos de Europa» debe aprenderse a preparar a «los miembros de nuestra sociedad para los deberes y las responsabilidades de la democracia». No en el sentido fascista de entrega incondicionada al partido. «Eso significa», en cambio, «que debemos tomar seriamente […] el uso de las escuelas democráticas y de los métodos democráticos en las escuelas; que debemos educar a los jóvenes y a la juventud del país en la libertad para participar en una sociedad libre». El reconocimiento de esa responsabilidad por la defensa de la democracia implica hacer de las escuelas «agentes» democráticos que preparen a los individuos para un tipo de «participación inteligente» en la sociedad. Es ésta posiblemente la formulación más característica no sólo de la teoría pedagógica de Dewey, sino también de su teoría democrática. Pues su teoría pedagógica apunta en última instancia a la educación cívica de los individuos.
Pero su teoría democrática es fundamentalmente una propuesta práctica sobre el papel insustituible de la educación pública como educación para el ejercicio de la ciudadanía democrática. Los trabajos siguientes vienen a completar esta mutua implicación. Refuerzan si cabe la coherencia interna y añaden reflexiones de mayor calado, que retoman y continúan las publicaciones de las tres décadas pasadas. En Freedom and Culture, Dewey defiende su «visión humanista de la democracia»: las instituciones políticas por sí solas no expresan la totalidad de significados de la democracia, pues ésta «se expresa en las actitudes de los seres humanos y se mide por las consecuencias producidas en sus vidas». La «causa de la libertad democrática», como había propugnado en anteriores escritos, «es la causa de la realización más amplia posible de las potencialidades humanas». En ello radica, piensa Dewey, «la naturaleza intrínsicamente moral de la democracia». Como «forma de vida personal», la democracia es un ideal moral que orienta la conducta. Es una «forma personal de vida individual» que supone el aprendizaje y la práctica de actitudes cívicas. Recibe su fuerza de una «fe en la capacidad de los seres humanos para la acción y el juicio inteligentes», una fe, dirá Dewey, en la igualdad humana, en el «derecho a la igual oportunidad» para que cada individuo desarrolle sus capacidades y sus proyectos.
La fe en la democracia es, en efecto, una fe en la educación. Pero este ideal moral sólo completa su sentido al desarrollarse como ideal político. Sin embargo, en el momento presente, los obstáculos, argumenta Dewey, son morales y tienen que ver con una falta de creatividad cívica para responder a la crisis. La situación de la democracia en el mundo no permite augurar pronósticos optimistas. Estados Unidos ha estado a salvo, pero no permanece ajeno a la crisis. Lejos del momento fundacional, puede que el más creativo, la ciudadanía ha perdido el impulso inicial y no ha conseguido renovar el proyecto democrático. Ha descansado sobre el legado de las generaciones precedentes, pero ha actuado «como si nuestros ancestros hubieran acertado al poner en marcha una máquina que resolviera el problema del movimiento perpetuo en la política». Nada más lejos de la realidad. La tarea, argumenta Dewey, exige «esfuerzo inventivo y capacidad creativa». Reinventar la democracia es la tarea que identifica la nueva promesa de la paz”.
EL MEJOR DEWEY: EN DEFENSA DE UN LIBERALISMO DEMOCRÁTICO
“El punto de partida de este trabajo ha sido el intento de explorar el ideal de la democracia como forma de vida defendido por John Dewey. La argumentación ha seguido varios pasos. Tras una reflexión inicial sobre la relación entre ideales democráticos, expectativas y realizaciones prácticas, se ha reconstruido la defensa que Dewey hace de dicho ideal en sus escritos sobre democracia y liberalismo, algunos de los cuales tenían el formato de pronunciamientos públicos al responder directamente a debates de su tiempo. Es cierto que en parte cabe interpretar su propuesta como una expresión de buenos deseos que la experiencia ha demostrado difícilmente realizables. Y cabe hacerlo sobre la base de sus propias publicaciones. Pero también es cierto que el análisis textual permite una interpretación más matizada y compleja, que señala algunas debilidades en su planteamiento pero que recupera lo valioso de su dimensión práctica y, por tanto, de su inspiración intelectual.
En este sentido, los resultados de este trabajo permiten argumentar que el mejor Dewey político es el Dewey que defiende de manera coherente, a veces a contracorriente, los logros de la democracia liberal y del liberalismo democrático. Esto ocurre antes, durante y después del período de entreguerras, identificado como el período de la crisis del liberalismo y de la democracia. Es asimismo el Dewey que sostiene que la educación, una educación para el ejercicio de la ciudadanía, juega un papel determinante en la consolidación de la democracia. Este punto compensa al menos en parte el componente de ingeniería social de su teoría pedagógica, característico de los reformadores sociales. Sin duda es el Dewey liberal preocupado por la extensión de la mejora en las condiciones de vida de la gente. Y el Dewey militante que declara que la democracia debe hacer causa con los más desfavorecidos. Son rasgos inequívocos de lo que en la América de la primera mitad del siglo XX, y todavía en la actualidad, se entendía como una postura liberal y progresista, es decir, una postura política de izquierdas en defensa de una extensión igualitaria de derechos.
Con respecto al ideal de la democracia cabe, sin embargo, preguntarse si ésta puede ser algo o mucho más que una forma de gobierno. Para Dewey es, al menos inicialmente, un ideal moral que inspira una forma de vida. La imagen es evocadora, pero ¿cómo puede aplicarse fuera del espacio de lo político sin que pierda su sentido genuino? La democracia es una forma de gobierno basada en la igualdad de derechos políticos entre sus miembros. Puede que la sencillez del planteamiento oculte lo extraordinariamente difícil que resulta su puesta en práctica y, mucho más, su consolidación. Puede que eso oculte también la fragilidad del orden democrático, necesitado como ninguna otra forma de gobierno de la participación ciudadana. Pero, además, su carácter inclusivo no es espontáneo, es el fruto de luchas y de conquistas intergeneracionales a lo largo del tiempo para acercar a un mayor número de individuos el derecho a la condición civil.
Subyace en una imagen tan bella una retórica de la vida comunal, aunque no la retórica de la vida comunal como experiencia del pasado. Dewey la idealiza al recrear la historia del origen de la democracia americana o al fijar en la comunidad vecinal el núcleo desde el que se expandiría la forma de vida personal y comunitaria que es a su juicio la democracia. La convierte en un modelo, pero al hacerlo proyecta sobre dicha imagen rasgos imaginados que difícilmente han podido ser trasunto de experiencias reales, con excepción hecha de la vida vecinal en los pueblos pequeños. Una aspiración similar se proyecta sobre su idea, también evocadora, de transformar la Gran Sociedad en una Gran Comunidad, y aun sin conceder que la Gran Comunidad pueda operar como una suerte de destino de la Gran Sociedad, la imagen misma supone que los lazos comunicativos de las pequeñas comunidades son, o deberían ser, ampliables hasta los confines tanto de una sociedad moderna compleja como de una federación de estados.
El propósito no está exento de interés y, adaptado y revisado, es plausible, pero asigna a la idea de comunidad, caracterizada sólo a grandes rasgos, una preferencia valorativa que subestima el papel de una sociedad. Su argumentación pone el acento en el aspecto más afectivo de la comunidad y deja en un segundo plano el aspecto más civilizador de una sociedad. Si a la primera la identifican lazos de cercanía casi familiar, la segunda la configuran relaciones en gran medida contractuales. Se olvida así que la vida comunitaria, la real, tiene las limitaciones de la vida provinciana y no está libre de la opresión que las relaciones cara a cara pueden producir sobre las libertades de los individuos.
El efecto evocador del término democracia viene potenciado por su carácter polisémico. Puede que el propósito principal de Dewey haya sido el de inspirar un ideal, proponer un argumento que mueva la imaginación política, como ha recordado con gratitud Richard Rorty con su imagen de la «esperanza social». Sin duda, lo ha conseguido ampliamente. El influjo es tal, que su huella persiste en publicaciones de todo tipo, congresos científicos, proclamas políticas y modelos educativos. Pero las interpretaciones que permite la polisemia no siempre dejan lugar para su puesta en práctica, que es en definitiva la cuestión central. A un mismo tiempo Dewey parece asumir que la democracia es el ideal de la vida comunitaria (hacia el que tiende, por ejemplo, la Gran Comunidad). Y, a la inversa, que la vida comunitaria es el ideal de la democracia (el que la inspira como modelo). No queda claro cómo podrían mantenerse las dos aspiraciones al mismo tiempo.
Por otra parte, en ambos casos se da por sentado que las libertades florecerán sobre las condiciones que proporcionan las relaciones comunales, pero se piensa que éstas han de ser siempre favorables. Junto a ello hay otro supuesto implícito sobre la preferibilidad del ideal. Sin embargo, no porque se desee, su valor prescriptivo es autoevidente. Antes bien, su alcance normativo, en el sentido de inspirar cambios razonables, se mide por su capacidad para transformar o, mejor, reformar las prácticas políticas reales, las formas de gobierno que existen. Es decir, el ideal de la democracia demuestra su virtualidad como ideal político cuando inspira un cambio democrático. Y más que un ideal moral, que puede comprometer la libertad de los individuos en su realización, la democracia es un ideal político. Dewey remite a Jefferson como fuente de autoridad: «La formulación de Jefferson es moral en toda su extensión: en sus fundamentos, sus métodos y sus fines». Pero su confianza en la igualdad de derechos, plasmada en la Declaración de Independencia, sólo puede entenderse cabalmente en términos políticos. Es el nuevo orden político que empieza a formarse tras la independencia el que hace posible la realización de los derechos.
Al interpretar a Jefferson, Dewey señala que los derechos humanos son los fines de la democracia. En realidad, su garantía efectiva y su promoción son fines, aunque no los únicos, del orden democrático, pero éstos sólo pueden realizarse cuando la democracia, su sistema de instituciones, funciona. Pues bien, que la democracia funcione depende de manera eminente de la participación política de los individuos. Pero de ahí a sostener, sin embargo, que sea una forma de vida media una gran distancia. Vivir democráticamente significa vivir cívicamente, una tarea política compleja y apasionante como pocas, que plantea, paradójicamente ya de entrada, el problema de la exclusión de los no-ciudadanos. Más allá de eso, el ideal tiene sentido en la medida en que las normas, reglas, prácticas y procedimientos de la democracia puedan adaptarse de modo razonable a otros ámbitos de la vida social, aunque no a todos ni de forma exclusiva.
Muchos aspectos de la vida cotidiana tanto públicos como privados, incluso aunque impliquen acciones políticas, no pueden abordarse como si de decisiones democráticas se tratara. Sí, por ejemplo, puede apreciarse en algunas prácticas de la escuela en las que estudiantes y profesores participan siguiendo procedimientos democráticos, aunque eso no la convierte en una institución cabalmente democrática. Los currícula no pueden decidirse en votaciones democráticas. Difícilmente en el entorno de las relaciones familiares, aunque eso no significa que no puedan albergar prácticas democráticas y que algunas puedan educar, por ejemplo, en la responsabilidad cívica. La pugna de visiones que se produce en su seno puede ser un escenario para el aprendizaje de las libertades. En esa medida, en efecto, es posible actuar democráticamente fuera del proceso político. En suma, la democracia se extiende y fortalece cuando se extienden y fortalecen las prácticas democráticas y, de modo especial, las redes de cooperación ciudadana. Pero nada de eso sería posible, recordará insistentemente Dewey, sin un sistema público dedicado a cultivar la excelencia en la educación.
Ese objetivo conjunto es consecuencia de su defensa de un liberalismo democrático y, antes, de un liberalismo que conjuga la promoción de las libertades individuales con la promoción de las libertades públicas. El mejor Dewey político es el que trata de reconstruir la experiencia de la democracia para responder a los problemas del presente, como ha recordado Richard Bernstein. Y asimismo, el teórico de la democracia que defiende la educación deliberativa y argumentativa de los individuos. Es el Dewey pragmatista que reconoce la prioridad de la experiencia sobre la teoría. Es el intelectual liberal que dedica su vida pública a la defensa, de inspiración milliana, de que los individuos educan su espíritu cívico en la escuela; y a la defensa, de inspiración jeffersoniana, de que la democracia necesita de la participación activa de los ciudadanos. El mejor Dewey es el que hace pensar y el que anima a actuar: no siempre para repetir sus pasos o para imitar su estilo. Su obra, plasmada a lo largo de una trayectoria incomparable como intelectual público, es una referencia todavía vigente, invocable por encima de adscripciones partidistas, como siempre mantuvo; una inspiración valiosa en la medida en que sus deficiencias traten de abordarse y sus virtudes logren inspirar de manera creativa las prácticas cívicas del presente”.
(*) José María Rosales (Universidad de Málaga): “La retórica de la democracia y el liberalismo político en los escritos de John Dewey” (Revista de Estudios Políticos-2012).
08/10/2024 a las 10:43 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
A Milei la intransigencia le sale cara
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
7/10/024
El veto a la ley de financiamiento universitario encuentra una singular semejanza con la candidatura a la Corte Suprema del juez Ariel Lijo y con el largo derrotero de la Ley de Bases original. El maximalismo le cuesta caro a Javier Milei. En tiempo, dinero y capital político.
Las conversaciones para sostener el rechazo a la norma que dispuso fondos para las universidades se encuentran en esa compleja senda, donde está empantanada la postulación del cuestionado magistrado federal y donde fue amputada la súper norma fundacional. Algo (o bastante) el Gobierno deberá volver a ceder.
Ir por todo, con la rendición incondicional de los oponentes, es una meta ambiciosa que hasta ahora al oficialismo no le está funcionando como pretendía o se ilusionaba con el 56 por ciento de los votos del balotaje y la extensa paciencia social, que, justo ahora, empieza a agrietarse. Los opositores duros, primero, los colaboracionistas, luego, y los aliados, finalmente, pasaron y pasan factura a la intransigencia presidencial.
Las próximas horas serán decisivas para evitar una nueva y costosa derrota en el Parlamento, cuyas consecuencias pueden exceder el impacto en las cuentas públicas.
La negociación para sostener el veto está abierta, pero no tan cerca de cerrarse, como algunos interpretaron ayer al leer el tuit de Mauricio Macri en el que cuestionaba la falta de transparencia en el manejo de los recursos por parte de la dirigencia universitaria. Fue un guiño a medias.
El mensaje del jefe de Pro tenía por fin abrir una rendija pública a la negociación final con un mensaje afín al Presidente en su disputa con la dirigencia del sistema universitario público nacional, pero especialmente con la conducción de la Universidad de Buenos Aires.
No obstante, en las cercanías de Macri rápidamente aclararon que su declaración no significaba un anticipo respecto de la posición de sus legisladores sobre el veto, que la oposición más dura se propone rechazar esta semana en Diputados. Nada es lineal. Ni gratis.
Todavía falta bastante para que Milei pueda dar por descontado el apoyo total del “heroico” bloque de diputados macristas para inmolarse otra vez por su intransigencia. Una decepción para el oficialismo que festejó por anticipado.
“Lo que hizo Mauricio fue desmarcarse y despegarnos de Emiliano Yacobitti-Martín Lousteau y de los kirchneristas con los que el Gobierno y su aparato de propaganda quiere pegarnos para que nos rindamos. Pero no hubo una bajada de línea sobre lo que debe hacer el bloque. Está esperando respuestas del Gobierno, después de la reunión que tuvo con Santiago Caputo. Así que esperamos que hoy nos den señales desde la Casa Rosada, antes de la reunión de bloque de mañana”, afirma una de las voces más representativas de Macri en Diputados.
El expresidente, además, se propone sacar algún provecho estratégico de su dedicación part time a la conducción política. “Yo ahora me voy 15 días, así que hablen con Cristian [Ritondo, jefe del bloque de diputados de Pro] y arreglen todo”, le dijo a Caputo, el asesor. La delegación y su funcionamiento a corriente alterna le da margen al expresidente para demorar compromisos y para revisar principios de acuerdos de sus delegados. Un activo ante las urgencias oficiales.
Por otra parte, al fijar posición respecto de la transparencia en la gestión de los recursos públicos le dice a sus bases que no está traicionando sus principios y, al mismo tiempo, le da señales a la conducción universitaria, sobre la que tiene tantos juicios negativos como prejuicios. “Si quieren nuestro apoyo que se dejen controlar. Pero no lo van a hacer porque son emires, no rectores”, le ha dicho a sus leales. ¿Qué dirán de esa peyorativa caracterización los jeques árabes que son sus amigos y socios?
El mensaje tiene como principal destinataria a la UBA, donde manda Yacobitti, cuya reticencia a la revisión de contratos y convenios lo caracteriza. Es una de las universidades que componen los dos tercios de las casas de estudios nacionales que aún no suscribieron el acuerdo con el Gobierno para intensificar las auditorías.
El desfiladero por el que transita Pro lo obliga a moverse con más pericia política y sutileza que la que lo ha caracterizado para no ser subsumido por el Gobierno con el riesgo de perder el capital que todavía le queda. O, por otra parte, terminar al lado del dúo formado por el vicerrector de la UBA y el senador radical o cerca del kirchnerismo y el sindicalismo, a quienes sus bases repelen. Eso intenta, con no pocas limitaciones.
La delicada situación, agravada por su debilidad legislativa, también exige al Gobierno, que necesita de los votos macristas en el Congreso, a ser más concesivo de lo que quisiera. Además, todavía no ha logrado mostrar que tiene asegurado el apoyo de alguno de los “héroes” de los otros bloques que respaldaron el veto a la ley previsional.
De continuar avanzando a los empujones, el oficialismo corre el riesgo de que algunos aliados terminen cayendo lejos de ellos y permitan sumar las voluntades que hagan caer el veto a la ley de financiamiento universitario. Real politik. Algo que a los libertarios no le ha faltado para negociar y acordar con representantes de las castas política, sindical, empresarial y judicial. Pero en algunos asuntos no asoma. Ya sea por convicción, por estrategia o por prejuicios.
El argumento, a modo de amenaza, de que los (ex)votantes del macrismo ya son votantes mileístas es más que otra exageración libertaria. Es un error de procedimiento, porque hasta que esos electores se pronuncien efectivamente todavía falta casi un año. Mientras tanto, Milei necesita gobernar. El Congreso, el Poder Judicial y el sistema federal siguen funcionando y no se encuentran en el tolerante estado de excepción que domina en la opinión pública.
A las restricciones institucionales que enfrenta el decisionismo presidencial se le suman las propias debilidades, disfuncionalidades y conflictos internos del equipo de gobierno y del espacio político libertario.
En ese terreno, el expansionismo de Caputo (el gurú) genera cada día nuevas rispideces, que parecen estar cerca de estallar. La paciencia de algunos funcionarios importantes está llegando a su límite y no los compensan los apoyos que Milei les dispensa para contenerlos.
El súper asesor presidencial es el objeto de demasiados malestares y demandas tanto de respuestas como de corrección de procedimientos. Afuera y adentro del Gobierno.
La reunión que mantuvo con Macri fue la coronación de la saturación que está generando. Así se lo hizo saber el expresidente. Pero también el encuentro desató nuevas molestias internas. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que viene dejando girones para darle viabilidad a muchas medidas cruciales del Gobierno, volvió a quedar desairado.
“Yo me enteré de la reunión por los medios, mientras tenía que negociar con los macristas y otros bloques en el Congreso. Así no se puede seguir. Tenemos que ordenarnos y yo lo voy a plantear esta semana. Uno puede admitir que a Santiago le falta experiencia, pero todo tiene un límite”, le dijo a algunos íntimos Francos, sin alterarse (como es habitual en él), aunque con manifiesto hartazgo.
El jefe de Gabinete quedó doblemente en offside. No sólo era desautorizado por enésima vez por la interferencia de Caputo sino que, al mismo tiempo, Macri le reclamaba a él por WhatsApp por haberlo cuestionado públicamente mientras él se dispuso a negociar con el gurú.
Francos había criticado que Macri se quejara de la inefectividad de “la sociedad de la milanesa”, que habían compartido expresidente y Presidente con pocos resultados positivos para el submarino amarillo, al que el oficialismo disfruta de ver en el fondo del océano. Como suele ocurrir, las aclaraciones por chat disiparon poco los malentendidos.
Las expectativas de que el planteo del jefe de Gabinete produzca algún orden interno son escasas, incluso para el mismo Francos.
“Javier es muy particular. Lo banca tanto a Santiago, como a mí, que tengo visiones muy diferentes a las de él, o a Sandra [Pettovello, que considera a Caputo su enemigo]. Pero no puedo dejar de decirlo. No es bueno para el Gobierno. Y yo me lo tomo con calma para no enfermarme”, se sinceró el ministro coordinador.
Algunas fuentes que conocen a Francos desde mucho antes de que se sumara a la aventura mileísta creen ver algunas señales en el intenso relacionamiento que despliega en el mundo diplomático, como si deseara ocuparse más de las cuestiones internacionales que de los problemas domésticos, en los que padece con frecuencia el fuego amigo.
“Guillermo intenta consensuar con sectores afines al Gobierno para darle sustentabilidad y viabilidad a sus políticas, pero hay demasiados talibanes que lo complican”, sostiene una de las personas que más lo conoce.
“Todo esto pasa porque al Presidente no le gusta dedicarse a los temas políticos. Él cree que si se ordena la macroeconomía todo lo demás viene por añadidura. Es probable que esto sea así más adelante, pero mientras tanto produce mucho desgaste”, describe un conspicuo ocupante de la Casa Rosada, sin ánimo valorativo y con un dejo de resignación, a la espera de que se alineen los planetas.
Así como con el veto a la ley de aumento a las jubilaciones, que los funcionarios más moderados del Gabinete aconsejaban fuera parcial, también en el conflicto universitario hay posiciones menos radicales.
Los que están en este bando defienden el veto no solo por el costo para el Tesoro que tendría la ley de financiamiento de la educación superior, sino, además, por cuestiones formales, como la colisión con disposiciones de la ley de administración financiera y el reglamento del Senado, por no contemplar su impacto fiscal y su fuente de financiamiento. No obstante, consideran que ante el deterioro de los salarios de docentes y no docentes se podría asignar un mayor incremento que el ofrecido para desactivar el conflicto.
“Yo creo que sería una buena estrategia darle algún punto más de aumento. Lo más probable es que los representantes gremiales lo rechacen, pero no les va a ser fácil sostener la presión de las bases, que quieren una recomposición urgente”, admite un colaborador del Presidente. Fracturar el vínculo con los representados y dividir a la dirigencia gremial de docentes y no docentes está en el subtexto de esa posición. Este lunes podría haber novedades.
En esa misma línea se ubica el macrismo. “Tienen que dar señales de que están dispuestos a desescalar el conflicto y no echar más leña al fuego. Pero también tienen que comprometerse a cambiar la forma de funcionamiento. No pueden seguir tomando decisiones como quieren con la pretensión de que nosotros en el Congreso oficiemos de escribanía y se las avalemos sin ninguna discusión previa”, dice una de las figuras legislativas amarillas que debe ocuparse en cada sesión de la dura tarea de sumar voluntades.
El problema subyacente es que el Gobierno no está dispuesto a hacer concesiones porque las considera claudicaciones. Pretende doblegar a los macristas y teme perder el atributo de la disrupción y la intransigencia. Mientras tanto, los seguidores de Macri ven en riesgo su supervivencia ante cada donación de sangre. Si no encuentran una diagonal puede resultarles demasiado costoso a ambos. Las líneas contradictorias que habitan dentro del Gobierno y la desconfianza creciente entre las partes hace todo cada vez más difícil.
En la disputa por el rechazo o la reafirmación del veto a la ley de financiamiento universitario se juega algo más que un 0,14% del PBI o un tercio del superávit fiscal que logró el “mayor ajuste de la historia de la humanidad”.
Al Gobierno, la intransigencia puede salirle, otra vez, muy cara.
08/10/2024 a las 10:55 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un gobierno de “copiones”, Milei y Macri sin retorno y el nuevo apodo de Cristina
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
7/10/024
LA DEMOLICIÓN DEL ESTADO
La ética, la estética y la dialéctica del gobierno la expresó Patricia Bullrich, que habla sin subconsciente, como los poetas surrealistas: «La discusión de fondo de la Argentina es la siguiente: te jugás por un gobierno y te tirás a la pileta”. Hubieran avisado porque está saliendo caro. Llevar la agenda a un debate entre los bloques amigos sobre temas como jubilaciones, universidades o Aerolíneas le permite al Gobierno hacer músculo desde la debilidad de origen. El argumento del costo fiscal es oportuno porque pide que le respeten la real gana de asignar los fondos a lo que se le ocurra. Y se le ocurren asignaciones más allá de que aumenten o reduzcan el déficit. El propósito es afirmar posiciones en la guerra por la demolición del estado de bienestar. El Gobierno cree que alguien se lo va a agradecer.
Este enfrentamiento busca resultados a corto plazo como ganar una votación. Pero debilita al voto del no pejotismo que sostiene a este gobierno. Con La Libertad Avanza, el PRO y la UCR divididas, el arco oficialista va a las elecciones en estado de vulnerabilidad frente a un peronismo que se mantiene unido, con 99 diputados y 3 senadores, y que se traga sapos para intentar mantener la unidad. La experiencia dice que en el país de las dos coaliciones -el no peronismo y el peronismo- quien se divide pierde. Quien mantiene la unidad tiene las mejores chances de ganar. Este gobierno, que se justifica como fideista, podría releer Mateo 12:25: «Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá».
LECTURAS DE ANTEAYER
En un gobierno de plagiarios y copiones, la cosmovisión destructiva nace de lecturas de anteayer, como el libro que ha inspirado al ideólogo de Donald Trump, Steve Bannon. Se trata de «The Fourth Turning», publicado en 1997 por Neil Howe y William Strauss. Ese libro profetiza lo que espera a Estados Unidos en el siglo XXI: “probablemente a raíz de una gran devaluación, entraríamos en una era donde habría una destrucción creativa de las instituciones públicas y, en última instancia, podría ser un nuevo momento fundacional en la historia estadounidense”.
El proceso, según Howe, estaría ligado a valores sociales conservadores. Trump hizo campaña con las consignas de Barry Goldwater y Ronald Reagan: “Make America Great Again”. Milei recogió para la Argentina los retazos de esa política ajena para proponer el retrocambio de volver al conservadorismo del siglo XIX. En palabras de Bannon, el objetivo de este método es «la deconstrucción del estado administrativo». De eso se trata. Por eso Milei no designa funcionarios ni crea estructuras. Las deshace y alardea de que echa gente del estado por el solo hecho de estar designados. Nadie ha escuchado argumento alguno sobre las razones de gobernabilidad de esas medidas.
LO QUE IMPORTA ES LA PELEA
El método de gobernar desde la debilidad minimiza el fondo de los proyectos en discusión y maximiza los beneficios de librar la pelea. Cortar los fondos universitarios con el argumento de que se los roban es trivial para la gobernabilidad. Más cuando el Estado tiene los fondos, aunque los asigna a otros gastos, como financiar el espionaje. Importa la batalla cultural que plantea, que busca hacer músculo para seguir. No importan los universitarios ni los equilibrios sino lo que significa para el mercado del peronismo (espectro de donde viene Milei) pelearse con la universidad reformista que alardea de autonomía y eficacia.
Tampoco importan en estas guerras floridas las sonrisas ni las lágrimas de los jubilados, sino el mandoble al emblema del Estado de bienestar, que es el sistema universal y público de las jubilaciones. La decisión del veto busca construir audiencia y mostrar valentía con adversarios que no tienen, como los políticos, entrenamiento para defenderse de ataques violentos. No es nuevo en la Argentina. Cuando la dupla Duhalde-Kirchner eligió la guerra contra la Corte Suprema heredada del ciclo Menem, le importaba poco lo que esos jueces hubieran hecho. Lo que les importaba era quebrar en el Senado el ciclo menemista que había construido esa Corte. Importaba, como importa hoy, la pelea en sí y sus beneficios.
GILDO CON RESERVAS
Este lunes Cristina de Kirchner tiene previsto un encuentro con Gildo Insfrán, presidente del Consejo del partido. Es la previa a la reunión que ha pedido con jefes territoriales, autoridades legislativas y punteros de todo el país para formalizar esta nueva etapa. José Mayans se la anunció al bloque del Senado, que es donde es posible que se haga el encuentro. La estrategia del peronismo para el año que viene es proteger su primera mayoría en el Senado. Se renuevan representantes de ocho provincias y mantener el número es lo más importante de todo. En Diputados esperan una elección airosa, pero creen que la clave es proteger el Senado.
Insfrán tiene, como muchos, reparos a un regreso de Cristina en gloria y majestad. Se le atribuye haber dicho que con Cristina conduciendo, el peronismo perdió cuatro de cinco elecciones. Insfrán juega a todas las bandas. El martes pasado, en la cumbre del peronismo no cristinista que se reunió en el hotel InterTower de Santa Fe, Formosa tuvo dos representantes ligados a Insfrán, el veterano Vicente Joga y Jorge Alberto Jofré, intendente de Formosa.
«HERMINIA» CONDUCCIÓN
Fue un centenar de dirigentes de todo el país que albergó el ex gobernador de Entre Ríos Mario Moine, dueño del hotel, y que llevó a siete exgobernadores y al presidente Ramón Puerta, de la mesa Encuentro Republicano, y al vicegobernador de Salta. Acorde con los tiempos de ajuste, cada uno se pagó la habitación. La consigna era que no tienen jefe ni lo buscan. Esperan a noviembre para hacer un lanzamiento nacional que recoja sectores que quieran repetir lo que fue la Renovación del peronismo en la década de los años ’80. Reclaman una metodología frentista por fuera del PJ, que creen hoy capturado por lo que llaman el «kirchnerismo”.
No creen en la ficha de Cristina, que representa, ante su intento renovador, lo que fue Herminio Iglesias que en los ’80, que se había quedado con la marca PJ. En la sobremesa del asado del martes a la noche hubo bromas sobre el nuevo apodo de Cristina, «Herminia». El apodo es antipático por la evocación del emblemático cajón. Más misterioso es el apodo que usa Victoria Villarruel para designar al presidente. Lo llama Chipi. No se sabe por qué.
QUINTELA RECOGE VELAS
El cristinazo del jueves por la noche movió toda la estantería del peronismo. Ese día Wado de Pedro formalizó el lanzamiento de la expresidenta para conducir el PJ. El viernes Ricardo Quintela, el único que se nominaba para ese cargo, viajó a Neuquén y Río Negro. Al llegar se enteró de que el anfitrión, el cristinista Oscar Parrilli, había levantado la cita. El presidente del PJ de Neuquén, Daniel Martínez, también se disculpó por no apoyarlo en su carrera. Un candidato para presidir el PJ necesita tener el apoyo de, por lo menos, cinco distritos provinciales del partido. Neuquén iba a ser el tercero. Quintela tiene dos asegurados: Misiones y La Rioja. Le faltan tres. Este fin de semana insistió en que va a competir contra Cristina, pero tiene que romper el techo y conseguir los cinco distritos de apoyo. El lanzamiento de Cristina le hace más difícil conseguirlos, y sin ellos no puede anotarse.
VOLVER A PERÓN DEL ´73
Cristina tendrá que hacer esfuerzos de acuerdismo para no ser de nuevo un factor de división. Está acosada por el calendario judicial y prevé la confirmación de una condena en segunda instancia. Sabe que el poder de un político es su principal fuero de protección. Si los jueces la ven como autoridad partidaria -disputando poder u ocupando una banca- cualquier proceso entrará a girar en cámara lenta. La Cristina acuerdista estaría en sintonía con aquel Perón que imaginó algo que el tampoco lograría. «Vienen épocas – le leyó Mayans cuando se entrevistó con ella, junto a Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti- de democracias integradas en las que todos luchan con un objetivo común, manteniendo su individualidad, sus ideas, sus doctrinas y sus ideologías, pero todos trabajando para un fin común. Ya nadie puede tratar de hacer una oposición sistemática y negativa, porque los países no pueden ya aguantar una actitud política semejante».
Fue antes del encuentro de Perón con Balbín y repetía sus observaciones sobre la reconstrucción de Europa en la posguerra: «A ninguno se le ha ocurrido hacer un tipo de política opositora y cerrada. Es decir, se ha llegado por obra de las circunstancias, a formar una democracia integrada en la que cada uno es parte de un gran organismo que trabaja con un solo objetivo: reconstruir el país. «- Una joya», cerró Mayans la lectura.
PJ NO K EN BUSCA DE AUTOR
El ala del peronismo no cristinista opera en CABA, con la conducción de Diego Bossio, detrás de la marca Hacemos y empuja a Miguel Pichetto para que sea candidato a senador nacional por el distrito. Esa elección será la vidriera más notable de todas, porque puede enfrentar a Macri, Larreta, Patricia Bullrich, Martín Lousteau, María Eugenia Vidal, y ahora a Pichetto. Este ya recorre los barrios y estuvo el viernes con dirigentes de la UTA en la fábrica de colectivos que controla el servicio en la ciudad. Se dio ese lujo de pocos, al que era aficionado un Maradona: conducir un bondi.
Estos movimientos en torno a un peronismo no cristinista son frecuentes en otras comarcas. Bossio, exdiputado y jefe de campaña de Juan Schiaretti en las PASO presidenciales del año pasado, encabezó una autopsia del proyecto de Presupuesto 2025 que mandó el gobierno al Congreso el mes pasado. Se sentó junto al exfuncionario cristinista Roberto Feletti en una mesa organizada por el ex aduanas Guillermo Michel en la universidad de Entre Ríos en Paraná. Repasaron las inconsistencias del proyecto que, entienden ellos, encierra un desinterés por que se apruebe. Que el gobierno haya firmado un DNU modificando el sistema de canje de bonos que establece la ley de Administración Financiera revela la falta de interés. Esa modificación la pidió Luis Caputo cuando era ministro de Macri y se la negaron. Estaba en el proyecto de la ley de Bases que fracasó. Ahora figura en el nuevo presupuesto. ¿Para qué saca el gobierno un DNU? Esa mesa trabaja en el armado que confluye con la cumbre de Santa Fe, y lo hace desde otro ángulo. Se basa en algunos hechos como que en 2023 Rogelio Frigerio ganó la gobernación por 17 mil votos de diferencia, y que Schiaretti sacó 50 mil votos como presidente.
ABSURDO: EL VETO DEPENDE DE LOS AUSENTES
Se juega otro pleno el Gobierno en su pelea por proyectos tóxicos que buscan dividir a los contrarios antes que resolver problemas. Este miércoles los diputados confían en insistir con el veto a la ley de financiamiento de las universidades. El mejor cálculo del gobierno es que no suma adhesiones por encima de los 60 votos. Y el rechazo al veto tenía hasta este domingo 165 adhesiones. El final -aun abierto- depende de cuántas ausencias se produzcan. Al menos 30 diputados se levantarán de las bancas para no quedar pegados a una batalla que consideran tóxica. Votar contra la movilidad jubilatoria se logró por apenas 13 votos de diferencia. Creó la fantasía de que el Gobierno lograba construir un tercio para confrontar con los adversarios del Congreso. Cuando les ofreció el asado en Olivos los 87 de fierro ya eran 70.
Si el rechazo al veto se logra en Diputados, el Senado sesionará el jueves para derrumbar la parada mileísta. El Gobierno ha pedido más tiempo al Senado para recibir el informe del jefe de Gabinete. Después de su comparendo ante los diputados, Guillermo Francos terminó internado.
AUDITORÍAS DE EMERGENCIA
El dividido bloque del PRO es el eje de esta votación. La conducción formal se vuelca en favor del veto. Macri lee ese veto como un capítulo de la guerra cultural y se sumó a las críticas del gobierno a la administración de las universidades. Una novedad, para quien fue presidente y dos veces jefe de gobierno de la CABA, jurisdicciones que firmaron acuerdos con universidades que este gobierno descubre que deberían ser revisados. Macri pide que la AGN audite las universidades. Pero no reclama al gobierno habilite su integración. El organismo termina el año sin representación de los diputados. El PRO propuso a Jorge Triaca, la UCR y el bloque de Encuentro apoya a Triaca y a Mario Negri, el peronismo demora proponer al suyo, enredado por internismos. Entre tanto la auditoría sigue emitiendo dictámenes. Tampoco el Congreso integra la Bicameral Revisora de Cuentas que debe aprobar el plan anual de tareas.
MACRI-MILEI, SIN RETORNO
Con sus declaraciones del domingo y las de Diego Santilli, se presume que el martes el PRO declarará libertad de acción. Una prueba del cisma y también del grado de tensión entre Macri y el Gobierno. Esta tensión no parece tener retorno porque la contradicción es insalvable.
Macri presiona para capturar la gobernabilidad que cree deficiente en manos de Milei. Milei no está dispuesto a ceder la gobernabilidad. En todo caso se la entrega a Patricia Bullrich, que ocupa la silla en la mesa chica del oficialismo que pretendería Macri para sí. En términos personales es una diputa ya cerrada y sin retorno. En el terreno político es una invitación al cisma en el PRO. Bullrich es la dirigente que llevó al PRO y a Cambiemos a una catástrofe en las elecciones de 2023. Milei la premia con dos cargos en el gabinete, con lo cual agravia más a ese partido y la coalición que lo hizo presidente. Macri admite el agravio y se resigna a visitar al cortesano Caputo en su oficina, y que todos se enteren. Macri solo debe admitir diálogos de presidente a presidente.
08/10/2024 a las 11:01 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Cristina Kirchner cada vez más cerca de conducir al peronismo
Melisa Molina
Página/12
8 de octubre de 2024
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner confrontó, una vez más, con el presidente Javier Milei por la política económica que desarrolla. Pero sobre todo, en esta carta expresó por primera vez su interés por la presidencia del Partido Justicialista. «Quiero agradecer a todos los compañeros y compañeras las muestras de cariño y los mensajes de apoyo para ser la Presidenta de nuestro partido. Nunca he ocupado un lugar sin tener la certeza de estar capacitada para la tarea encomendada; sin miedo ni presiones», dijo y agregó: «Estoy dispuesta, una vez más, a aceptar el desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro es que acá no sobra nadie». Sin embargo, advirtió que «la unidad necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible en una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes».
A lo largo del documento, CFK dijo que es necesario que el PJ funcione como instrumento para reagrupar «a todas las fuerzas políticas y sociales» detrás de un programa de gobierno que pueda «devolver la esperanza y el orgullo de ser argentinos ante la crueldad y el odio de los necios», y mencionó, además, que la unidad será la clave para lograr ese objetivo. Sin embargo, opinó que esa unidad debe tener dirección y un proyecto claro. «Lograr ello no es un objetivo en sí mismo», explicó. Ese, justamente, es un punto que no fue debatido en 2019 –cuando se creó el Frente de Todos, y Alberto Fernández fue el candidato a presidente–. Con esa experiencia a cuestas, la exvicepresidenta habló de la necesidad de discutir «un programa», más allá de candidaturas.
Para CFK es necesario «enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó», y eso, según su análisis, plantea la necesidad de crear un ámbito de discusión y participación que hoy no existe. Considera que todo «debe ser repensado y discutido» dentro del peronismo, y que, para eso, hay que poner en marcha «el segundo trasvasamiento generacional».
La exvicepresidenta ya había dejado trascender, mediante sus dirigentes más cercanos, que tenía la intención de conducir el PJ. En esa carrera para las elecciones partidarias del 17 de noviembre ya se había anotado el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Él, que siempre se mostró como un aliado de la exvicepresidenta, esta vez quiso salir a confrontarla o, al menos, buscar ejercer presión para pedir por lugares dentro del armado. Después de la publicación, el gobernador escribió un tuit en el que dijo: «Creo, igual que CFK, que acá no sobra nadie y también mi proyecto es el de conducir un proceso de unidad, con todos adentro». En esa línea, agregó: «Le digo a todos los compañeros y compañeras del PJ de las provincias que me hacen llegar sus mensajes: yo sigo adelante y seguiré reuniéndome cara a cara con ustedes en cada rincón del país».
Otro que se mostró enojado fue el diputado y exministro de Transporte durante el gobierno de CFK, Florencio Randazzo. «Les dejo mi renuncia, sin mandarla a que nadie se la meta en ningún lado», dijo después de la publicación de la carta. También denunció que «se quiere convertir el PJ en una monarquía».
Minutos después de que la expresidenta publique el documento, la Cámara de Casación anunció que el 13 de noviembre dará a conocer la sentencia en la causa vialidad. La senadora Juliana di Tullio escribió: «¡Pero qué casualidad! 10 minutitos de diferencia entre que Cristina acepta el desafío de ser la Presidenta del PJ y sale el partido judicial a amenazarla».
Algunos dirigentes históricos del partido destacaron, en diálogo con este diario, la última parte de la carta en donde CFK dice que «no sobra nadie». «Está muy bien. Ahora hay que ver cómo se instrumenta eso. Ella tiene que juntarse con tres o cuatro dirigentes para empezar a organizarnos. Esos dirigentes pueden ser Axel Kicillof, Quintela, representantes del sindicalismo y de los legisladores». En esa línea, opinan que «Quintela quiere reclamar lugar y es respetable. El tema es que ella tenga en claro que la presidencia del PJ no puede ser del Instituto Patria o de La Cámpora, sino un espacio amplio».
Kicillof sigue sin pronunciarse al respecto. Este martes encabezará un acto en La Plata y había expectativas sobre lo que pueda decir el gobernador al respecto, pero desde la gobernación dijeron que «no creen» que allí hable de eso. «Hoy no se va a pronunciar, mañana vemos», decían el lunes a la noche. Además, entre los colaboradores de gobernador bonaerense no hay ninguno que puede confirmar la presencia de CFK en el acto del 17 de octubre que Kicillof encabezaría en Berisso.
EL REPASO HISTÓRICO
Como en la mayoría de los documentos, CFK hizo un repaso histórico de las diferentes etapas y gobiernos en la Argentina y de cómo se llegó a la situación actual. Volvió a llamar «showman» al Presidente, pero esta vez dijo que su show «ha devenido en un espectáculo de mala calidad». «El actor principal no sólo vocifera e insulta desde el escenario en forma cada vez más agresiva, violenta y soez a todo aquel que exprese una opinión diferente a la suya, sino que, además, avanza a hachazos sobre jubilados, universidades y hasta hospitales de salud mental», puntualizó. Luego, añadió que la figura presidencial «ha comenzado a generar un clima de violencia generalizada», mientras «el feroz programa de ajuste desestabiliza a la sociedad».
CFK dividió su análisis en cuatro etapas: la primera entre 1983 y 1989 a la que denominó «después de la noche». Allí se refirió a los años posteriores a la dictadura cívico-militar y dijo que las características del triunfo electoral de 1983 «generaron un fuerte liderazgo político». Agregó que, en esa oportunidad, el peronismo no fue derrotado por una fuerza anti peronista y consideró que ese gobierno fracasó «en el marco de un proceso económico heredado de la dictadura, que no pudo ser controlado y terminó con la hiperinflación de 1989».
El segundo momento lo marcó entre 1989 y 2001. Mencionó que durante esos años «comenzó una nueva etapa en la que el neoliberalismo se impuso bajo el liderazgo político y social del entonces Presidente Menem, en una sociedad profundamente marcada por la hiperinflación y la amenaza permanente de levantamientos militares». En ese momento, recapituló «el peronismo sufrió un fuerte impacto por la aplicación de aquellas políticas. Las diferencias internas comenzaron a emerger y las discusiones se tradujeron en el desprendimiento y alejamiento de dirigentes».
El tercero ocurre entre 2001 y 2015 y CFK lo llamó «el ciclo virtuoso: Desendeudamiento y movilidad social ascendente». Se recuerda el estallido de 2001 que llevó a la elección de Néstor Kirchner como presidente en un contexto de gran fragmentación política. Durante este ciclo, recordó que el peronismo logró implementar políticas que favorecieron el crecimiento económico, la creación de universidades, y la recuperación de la movilidad social, entre otros.
La exmandataria aprovechó ese apartado para decir que durante sus gobiernos «se desarrolló en nuestra fuerza política un fuerte trasvasamiento generacional», y disparó: «que muchas veces fue mirado con recelo y críticas por las viejas guardias peronistas y, en la actualidad, con poca comprensión por alguno de sus propios protagonistas». Habló de «jóvenes que incorporamos en distintas áreas de la administración del Estado y en bancas legislativas; que hoy ya llegaron a ser gobernadores, intendentes e intendentas, ministros, senadores y diputados», algunos entendieron que el mensaje iba teledirigido a Kicillof.
Entre 2015 y 2023 para ella ocurrió «el retroceso». Recordó que Macri fue el primer Presidente elegido en balotaje y que fue una gestión «caracterizada por el ejercicio mafioso del poder con persecución judicial y proscripción al peronismo». Por último que «endeudó ferozmente al país con un préstamo de 57 mil millones de dólares con el FMI». Sobre el gobierno de Alberto Fernández dijo que «el peronismo se torció y se desordenó», y que «el final es el conocido por todos: el tercio ‘post pandemia’ de Milei más el tercio disminuido del anti peronismo inclinaron la balanza del balotaje en contra de nuestra fuerza política a costa de elegir a un presidente como el que tenemos».
08/10/2024 a las 11:11 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El eterno retorno de Cristina Kirchner
Ernesto Tenembaum
Infobae
08 de Octubre, 2024
Hace casi exactamente ocho años parecía que Cristina Kirchner no volvería nunca más el poder. Su gobierno había sido derrotado por Mauricio Macri solo unos meses atrás. Pero, además, por esos días había explotado un terrible escándalo tras la aparición de una filmación en la que José López, su secretario de Obras Públicas, aparecía revoleando bolsos de dinero a la entrada de un convento. ¿Quién iba a pensar que un año después, la ex presidenta se presentaría a elecciones, perdería apenas por un par de puntos y que, dos años después de eso, asumiría como vicepresidenta, y eso por el solo hecho de que no quiso encabezar la fórmula presidencial? Los movimientos que Kirchner ha realizado en los últimos días revelan que, una vez más, está dispuesta a dar batalla. ¿Tendrá esta vez la chance de repetir la historia? ¿Podrá ocurrir, como sostuvo ayer, por ejemplo, Alejandro Borenzstein, el 10 de diciembre de 2027 arranque su tercera presidencia?
Una primera mirada podría sugerir que la postulación de Kirchner es el mejor escenario para el Gobierno por la altísima imagen negativa que ella tiene. Entonces, habría que descartarla. Pero hay elementos para suponer que las cosas son un poco más complejas y que la pregunta es más pertinente de lo que parece.
Si Cristina quisiera ser candidata a presidenta, debería presentarse antes como cabeza de la lista de diputados nacionales del peronismo en la provincia de Buenos Aires. En el 2017, cuando ella compitió contra Esteban Bullrich, el peronismo venía de perder en ese distrito clave. El candidato a gobernador Aníbal Fernández había obtenido apenas un 30 por ciento de los votos. Pero, además, Mauricio Macri le había ganado a Daniel Scioli, por una ventaja más pequeña, la elección presidencial. Cristina sacó como candidata a senadora 8 puntos más que Fernández.
Ese antecedente permite pensar que su eventual candidatura para el año que viene, en principio, será competitiva. Porque, a diferencia de lo que ocurrió en 2015, esta vez el peronismo arrasó en la elección previa. En la primera vuelta del año pasado, Axel Kicillof obtuvo 48 por ciento de los votos de la provincia de Buenos Aires. Eso, pese a que convivía con la mala gestión nacional del trío Fernandez/Kirchner/Massa, cosa que ahora no sucede. Si ella se presentara el año que viene, ¿por qué razón no repetiría el desempeño de Kicillof? Y si no lo hiciera, ¿Cuánto caería? ¿Un diez por ciento? ¿Un veinte? Es difícil imaginar que en la provincia de Buenos Aires, el territorio donde ella es más fuerte, Kirchner perforaría el piso del 40 por ciento. Si fuera así, ganarle no va a ser tan sencillo.
Esa perspectiva obligará al Gobierno a realizar varios movimientos. El primero de ellos, más que obvio, forzar una alianza con todos los sectores del Pro, no solamente con Patricia Bullrich. En la elección en la que triunfó Kicillof, la suma de La Libertad Avanza más Juntos por el cambio llegó al 46 por ciento. Si volvieran a ir divididos, las chances de Kirchner crecerían. Aun así, Juntos por el Cambio no existe más. La fuga de hacia una opción radical o hacia la coalición cívica, por magra que sea, puede ser letal.
El segundo movimiento necesario será jugar en provincia de Buenos Aires a la figura electoralmente más potente del Gobierno. El Gobierno tiene tres opciones fuertes. Pero cada una de ellas tiene sus problemas. En estos días, el oficialismo testea a Karina Milei. Una competencia entre Cristina Kirchner y la hermana del Presidente sería una espectáculo político formidable, más allá de la calidad de ambas opciones, sobre la que cada cual tiene derecho a tener su opinión. Por ahora, los indicadores de imagen no reflejan que el apoyo al Presidente se traslade mecánicamente hacia su hermana. Si no hay evidencia de que eso sucede, el oficialismo tiene otras variantes.
Una es Patricia Bullrich, quien debería dejar el gabinete. Las encuestas reflejan un romance de la mitad de la sociedad con ella. Pero, ¿cómo convencer a Macri para que su gente vaya detrás de su enemiga? Tal vez no sea tan difícil. El ex presidente enfrenta una situación de debilidad tal que, al final, probablemente no le quede más remedio que tragar saliva. La otra carta es Victoria Villarruel. Pero, ¿Milei aceptaría depender de alguien que lo ha desairado tantas veces?
El tercer movimiento se vincula al plan económico. Kirchner tendrá argumentos fuertes para convencer a los bonaeresnses si la economía real no mejora rápido. Juan Grabois dio un indiciio hace unos días cuando dijo: “El país de Cristina al lado este es Suiza. Tenía 22 puntos menos de pobreza”. Para contrarrestar esto, el Gobierno tendrá a su disposición un recordatorio minucioso de lo que ocurrió durante el gobierno anterior.
Pero si no tiene también algo para mostrar en términos de calidad de vida de la gente común, se puede complicar. Al fin y al cabo, solo en los primeros seis meses, la pobreza aumento doce puntos –el doble que durante el primer año de la pandemia—y hay un millón más de niños indigentes. Muchos de esos nuevos pobres e indigentes votaron a Milei. ¿Lo votarían de nuevo si las cosas no mejoran? Esa situación obligará a recalibrar el plan económico: más dinero, más crédito lo que, a la larga, según la misma teoría del gobierno, representa más inflación. El argumento del “plan platita” será esgrimido ahora pero en sentido inverso. De paso, eso demoraría cualquier coqueteo con liberar el cepo, porque eso puede derivar en un salto inflacionario. ¿Será inteligente cerrar hospitales públicos ante un desafío semejante?
La política una vez más tensará el plan económico, en un escenario donde no sobra nada. El Gobierno deberá optar entre asumir ese escenario o arriesgarse a una derrota ante Kirchner, con los efectos que eso, además, podría tener sobre el plan económico.
La Argentina, en fin, parece condenada a repetir su historia como en un loop eterno. Antes de los últimos gestos de Cristina Kirchner, la historia parecía abierta para que el peronismo encarara la renovación que tiene pendiente desde 2015. Axel Kicillof asomaba como un candidato alternativo del kirchnerismo luego de su victoria del año pasado, por ejemplo. Ahora, Cristina –que está muy enfrentada con su otrora hijo político—ha dejado en claro que quiere la unidad del peronismo pero que esa unidad necesita liderazgo y, ¿adivinen en quien piensa para liderarlo?
O sea que, si ocurre que el gobierno se enemista con la sociedad, o que el plan económico no revierte los costos sociales que ya produjo, ella podrá ser candidata o, en todo caso, designar un candidato que gobierne en su nombre.
¿Les suena?
“No es que nosotros seamos buenos. Lo que pasa es que los que vinieron después fueron peores”, dijo alguna vez Juan Perón.
Pavada de advertencia.
08/10/2024 a las 11:33 AM
¿Qué es esa luz que se apaga, una luciérnaga, o un imperio?
J. L. Borges
08/10/2024 a las 12:47 PM
ES EL PERONISMO QUE SE ELECTROCUTÓ.
08/10/2024 a las 12:49 PM
PUEDEN ESCRIBIR MILES DE LINEAS, PERO LO QUE ESTAMOS PRESENCIANDO ES UN CAMBIO DE ERA, ENTRE EL QUE SE ENCUENTRA AQUÍ LA MUERTE DEL PERONISMO.
09/10/2024 a las 10:00 AM
Preparémonos que se viene la ‘clase alusiva’ sentimental del alumnito abogaducho por el 12 de Octubre!!!
Yo ya estoy preparado para oír las SANDECES del esposo de la Dormida Babosa!!
Quiero sondear hasta qué punto está bobalicón por el intercambio de energía con la vieja raposa dulzona en sus equívocos coitos
Ella postmenopausica y él estéril sin hijos, pero pontificando sobre la familia Jajajaja