Por Luis Américo Illuminati.-

En el sitio web «Rosario de la Frontera», se lee la siguiente inscripción: «El cóndor pasa. Viajaban a Salta Capital y se cruzaron con un gran cóndor que se dejó fotografiar», y a continuación explica los detalles de la fotografía del cóndor que acompaña nuestro mensaje de fin de año.

«Una familia que transitaba por la ruta 33 fotografió a un cóndor pichón al costado de la ruta, cerca del puente del Mal Paso. “Era maravilloso; quedamos muy sorprendidos al ver al cóndor. Cuando desplegó sus alas, eran inmensas, medían más de cuatro metros y tenía una altura de más de un metro», dijo sorprendido Leonel López».

NUESTROS AUGURIOS DE BUEN PRESAGIO

Que así sea el año 2024 para el nuevo gobierno de Javier Milei, como un pichón de cóndor desplegando sus alas. Que crezca y vuele alto. Que acabe a lo largo del año con todas las serpientes venenosas que pululan en el suelo argentino.

Cicerón, en honor de Cayo Mario, escribió en su juventud un poema del que nos quedan unos pocos versos, en los cuales se encuentra un pasaje en que Mario pasaba por el bosque de Arpino -lugar donde nació Cicerón- y ve que un águila remonta el vuelo desde una encina, llevando una serpiente en las garras, a la que destroza a picotazos, arrojándola a tierra ensangrentada y moribunda, ante lo cual Mario que estaba desterrado, cobra nuevos bríos y esperanzas (Las Leyes: Libro 1ro., pág.11, nota al pie, Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1935, ejemplar en poder del suscripto).

EL HECHO HISTÓRICO

«A partir del año 100, cuando Mario alcanzaba el consulado por sexta vez, comenzó a distanciarse tanto de Saturnino como de la causa popular. Su obligación como cónsul de acabar con los desórdenes callejeros y defender la supervivencia de las instituciones, así como el decidido apoyo prestado no sólo por la oligarquía senatorial y los caballeros sino también por buena parte de la plebe urbana, explica su enfrentamiento con los populares. Para recuperar la popularidad perdida, Mario decidió retirarse temporalmente de la vida política viajando al Oriente a finales del año 99. Fue durante aquel periodo cuando vio un águila llevando una serpiente entre sus garras que la había herido, arrojándola al agua antes de volar hacia oriente. Dicha aparición fue interpretada como anuncio de su revancha sobre Sila y su entrada en Roma.

Aquel hecho, considerado como un omen (presagio) fue muy celebrado. Cicerón centró en él su poema, Marius: el águila, «la dorada mensajera de Jove, de admirable figura» tras estrangular con sus garras a una serpiente que le había atacado, saliendo de una encina, remontó el vuelo hacia el oriente». (Quare glandifera illa quercus, ex qua olium evolavit nuntia fulva Iovis, miranda visa figura, nunc sit haec: De legibus I, 2).

He aquí una parte del fragmento de tan bello poema (De divinatione, I, 106).

«Entonces, de pronto, la alada compañera de Júpiter altisonante,
lastimada por la mordedura de una serpiente, se yergue
sobre el tronco del árbol y atraviesa con fieras garras a la culebra,
que, casi exánime, cimbrea poderosamente su cuello multicolor,
desgarrándola, mientras se retuerce, y haciendo brotar la sangre con su pico;
ya saciado su espíritu y habiendo ya vengado el duro dolor,
arroja a la exhalante culebra, deja caer sus trozos sobre el agua,
y torna, desde donde el sol se pone, hasta el brillante horizonte de oriente.
Cuando a ésta, que con raudas alas se deslizaba volando,
divisó Mario, augur del divino numen,
y hubo advertido esto los faustos signos de su ensalzamiento y regreso,
el propio padre del cielo resonó por el lado izquierdo
Así es como Júpiter refrendó el ilustre presagio del águila».

Cicerón, conociendo el episodio de Mario, pero sin duda influido también por Homero (Il. XII, 200ss.), alude en el pasaje al regreso de Mario del exilio anunciado por un águila. Que el águila se dirija hacia el oriente parece ser signo de buen augurio o anuncio de un «cambio de suerte». Mario, a quien Cicerón admiraba, era augur in absentia desde el 97 (dos años después, por cierto, de su retiro temporal al Oriente) pero también era interpretandarum religionum peritissimus (Val. Max. I 5, 5). De hecho, el signo dado por el ave guarda poca relación con la vieja auspicatio romana y prueba de ello es que, en el último verso, se nos dice que el sonido del trueno desde el lado izquierdo del cielo confirmó el ilustre aquilae… omen. H.W. Benario señaló hace años en un artículo que el propósito de esta composición no era sólo elogiar al gran general y político romano sino sobre todo glorificar a un miembro de la familia de César en una época -años 60-59-en la que éste daba pruebas inequívocas de su futuro poder» («Mario, las aves y el ejército», Herrero, Santiago Montero.  Espacio, Tiempo y Forma: Historia Antigua, Serie II; Madrid N.º 16, 2003: 215-222. Pro Quest).

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