Por Hernán Andrés Kruse.-
El 2 de abril Trump anunció una serie de aranceles arbitrarios sobre todos los socios comerciales de Estados Unidos. Los efectos de lo que el presidente norteamericano denominó “el Día de la Liberación” fueron devastadores. Horas más tarde, el índice S&P 500 de las grandes empresas de EEUU se desplomó un 5%. Quien reaccionó con mayor virulencia fue Xi Jinping, presidente de China, quien le respondió a Trump con la misma moneda al anunciar un arancel adicional del 34% sobre todas las importaciones estadounidenses (fuente: The Economist Newspaper Limited, publicado en Infobae el 5/4/025).
Estamos en presencia del segundo round de la pelea entre los dos colosos del sistema internacional. El primero comenzó apenas Trump asumió como presidente en enero de 2017. El magnate embistió contra China a través de una lluvia de aranceles, táctica que fue replicada por su oponente chino. En 2025, la historia se repite. Lamentablemente, la guerra comercial declarada por Trump repercutirá negativamente sobre todo el planeta. Pero este tema poco le interesa al magnate. A Trump le molesta sobremanera que Xi Jinping tenga la osadía de disputarle el poder mundial. Ello significa que la guerra comercial no hace más que encubrir una feroz lucha entre los gobernantes más poderosos del planeta para dominar el centro del ring.
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Sailí León Chaviano (funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba) titulado “La guerra comercial entre Estados Unidos y China. Impactos en América Latina desde la perspectiva neoeconómica” (XV Seminario de Relaciones Internacionales organizado por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI)-2024). La autora explica con meridiana claridad la naturaleza de la relación bilateral entre China y EEUU, centrando su atención en el impacto de la guerra comercial entre ambas superpotencias en América Latina desde la perspectiva de la geoeconomía.
INTRODUCCIÓN
“Históricamente, la relación bilateral entre China y EE.UU. se ha distinguido por fluctuaciones, tanto de carácter político como económico, y por períodos de tensión. Desde la década del 90, estos vínculos han estado signados por la competencia y la cooperación, así como por una creciente interdependencia económica. Según Hernández Pedraza, la emergencia de China como una economía pujante, con capacidades objetivas para cuestionar la hegemonía de los EE.UU., ha devenido factor determinante en la evolución de estas relaciones. Por tanto, el binomio China- EE.UU. se identifica como una de las claves estratégicas de las relaciones económicas internacionales actuales, como factor de reconfiguración del sistema internacional actual.
Durante la Administración Obama se adoptaron estrategias como las denominadas “pivote estratégico” y “reequilibrio con Asia-Pacífico”, con el objetivo de contener el avance geopolítico y geoestratégico de China. Igualmente, se iniciaron las negociaciones de dos mega-acuerdos comerciales: la Asociación Trasatlántica para el Comercio y las Inversiones y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, como instrumentos económicos para la consecución del objetivo de política exterior estadounidense consistente en frenar el aplastante progreso económico chino. Este último, además de excluir a China, representó una alternativa para neutralizar las iniciativas chinas en la región de Asia-Pacífico, desplazando la inversión extranjera y el mercado de los miembros del acuerdo hacia EE.UU.
En respuesta a la rivalidad estadounidense, China adoptó mecanismos económicos para contrarrestar los efectos del TPP y el TTIP, como la iniciativa de la “Franja y la Ruta de la Seda”. No obstante, el empleo del método de negociación pacífica y del poder inteligente por el presidente Obama, posibilitaron la continuidad del comercio y la inversión entre ambos países, así como de la interdependencia económica bilateral. Desde 2017 hasta la actualidad se ha agudizado el diferendo económico entre estas naciones luego de una escalada de sanciones de Washington a empresas y bienes chinos, a lo cual se sumaron las respectivas respuestas por parte de Beijing. A partir de la asunción de Donald Trump como mandatario de EE.UU., la política exterior de contención estratégica hacia Beijing, combinada con el proceso de cooperación bilateral, alcanzó un mayor grado de confrontación. La máxima expuesta desde el inicio de su campaña electoral “Make America Great Again”, se tradujo en la aplicación de un férreo nacionalismo económico y de políticas aislacionistas que buscaron retomar la supremacía absoluta de EE.UU. en el sistema internacional.
Por tal motivo, en este análisis se tomará como referencia el período “trumpista” como caso de estudio que evidenció un punto crítico en el conflicto entre EE.UU. y China por la supremacía económica mundial. La escalada en la guerra comercial que sobrevino se ha convertido en una variable cada vez más influyente en el equilibrio regional y mundial, a la vez que representa una de las claves esenciales para entender las dinámicas actuales del sistema internacional, en etapa de transición intersistémica y reconfiguración del balance de poder global, así como las disputas por la hegemonía mundial que en este se suscitan.
Por tal significación, la presente investigación tiene como objetivo analizar el impacto de la guerra comercial entre EE.UU. y China en América Latina, desde la perspectiva de la geoeconomía. Este tema reviste alta importancia pues tanto EE.UU. como China representan un gran peso en la economía mundial, por lo que cualquier medida o acción emprendida por estos países tiene implicaciones globales. Además, EE.UU. y China son los principales socios comerciales de los países de la región de América Latina y constituyen prioridades de política exterior para estos. La vigencia de esta temática, la preponderancia de los actores involucrados, así como su relevancia e implicaciones para el diseño de cualquier estrategia de política exterior en el futuro inmediato, ponen de relieve la pertinencia científica de este trabajo investigativo”.
DESARROLLO
“La definición de geoeconomía -entendida como la aplicación de los instrumentos económicos para lograr objetivos de política exterior y geopolíticos, e influir en el equilibrio de poderes global- ha cobrado alta relevancia para académicos y expertos en el ámbito de las Relaciones Económicas Internacionales por desentrañar el vínculo entre política económica y cambios en el poder de un Estado o en su geopolítica, según Baru, lo cual se traduce en el estudio de las implicaciones geopolíticas y del uso geoestratégico de los fenómenos económicos. Como tendencia, los investigadores coinciden en que el objetivo fundamental de la geoeconomía consiste en proporcionar al Estado las herramientas de carácter económico, mediante las cuales desarrolle e implemente estrategias para que las empresas puedan no solo conquistar mercados, sino también proteger segmentos estratégicos de la economía nacional.
Precisamente en ello radica la relevancia de la geoeconomía tanto para EE.UU. como para China, en el empleo del poderío económico para el logro de fines geopolíticos y geoestratégicos, aunque en cada caso con matices diferentes y antagónicos en función de los intereses nacionales de cada uno de estos. La emergencia gradual de China como actor con notables capacidades de desempeño económico que le han conferido una participación decisoria en el rediseño internacional del poder político, ha debilitado la proyección hegemónica de los EE.UU., así como la autopercepción de su tradicional poderío como país hegemónico. En este sentido, la geoeconomía reviste especial relevancia en el mantenimiento de EE.UU. como potencia mundial, teniendo en cuenta el actual contexto de su relativa declinación de poder”.
APROXIMACIÓN AL CONFLICTO COMERCIAL SINO-ESTADOUNIDENSE. ELEMENTOS QUE NO DEBEN SOSLAYARSE EN EL ANÁLISIS
“La guerra económica, o el empleo de los instrumentos económicos con fines políticos para obligar al contrario a cumplir su voluntad, según el autor cubano Luis René Fernández Tabío, es un acto de extrema violencia llevado a cabo de forma refinada, que se ha venido empleando por parte de EE.UU., sobre todo en el caso de que el propósito político sea derrocar gobiernos. En otros casos se busca debilitar o disuadir, pero en general, se trata de reconfigurar el balance global de fuerzas a favor de esta potencia. En la actualidad esta ha sido emprendida con todo rigor hacia China, por las razones que se exponen a continuación.
Existe un consenso en la comunidad académica internacional en cuanto al reconocimiento insoslayable del sostenido progreso económico logrado por la República Popular China desde el inicio del proceso de Reforma y Apertura, catalogado como el “milagro chino”. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, en las tres décadas que van desde 1978 hasta el 2008, el PIB de China tuvo tasas de incremento anual sostenido de alrededor del 10%, registrando su mayor expansión en 1984 con 15,2% y en 1992 con 14,2%. De esta forma, el PIB a precios corrientes del gigante asiático pasó de 1,211 billones de dólares en el 2000 a 13,608 billones de dólares en el 2018.
En el plano multilateral, China ha reclamado un aumento de su poder de decisión en las instituciones rectoras del sistema de Bretton Woods, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En el 2010, dichas instituciones aumentaron la capacidad de voto de China, aunque se mantuvo la preponderancia de EE.UU. y sus aliados occidentales. Además, ante las negociaciones de los mega-acuerdos TPP y TTIP, que excluían al gigante asiático, el gobierno de Xi Jinping buscó alternativas como la creación de instrumentos de integración megarregional. Entre ellos destacan la Asociación Económica Integral Regional, propuesta en noviembre de 2012; el Área de Libre Comercio de Asia Pacífico, basada en un proyecto previo del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), anunciada en noviembre del 2014; y la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII).
Estos son solo algunos ejemplos del vasto entramado de instrumentos económicos que forman parte de la base financiera de la geoestrategia china, así como su proyección geoeconómica, sintetizadas en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Esta, más allá de promover la cooperación y el comercio mundial, una favorable inserción internacional de las economías subdesarrolladas, una mejor circulación monetaria y la conectividad entre los diferentes continentes, también se enfoca en fomentar el intercambio cultural y académico entre las naciones mediante una política exterior coherente con estos principios. Ante el exponencial ascenso geoeconómico chino, se puede constatar la autopercepción por parte de los gobiernos estadounidenses de la declinación de su liderazgo económico en varios documentos oficiales, publicados desde el gobierno de Trump, como son: la Estrategia de Seguridad Nacional del 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional del 2018. En ambos textos se reconoce a la competencia estratégica de largo plazo entre las potencias como la principal amenaza al poder, la influencia y los intereses de EE.UU. en el mundo, relegando a un segundo plano al terrorismo por primera vez en los últimos 15 años.
Igualmente, se identifica la expansión global de China, sobre todo por sus crecientes vínculos con Latinoamérica, como el mayor desafío para preservar la prosperidad y la seguridad de EE.UU. como potencia hegemónica. Fue el cuadragésimo quinto presidente estadounidense el encargado de implementar drásticas medidas de contención contra el gigante asiático. De este modo, el 22 de enero y el 8 de marzo del 2018, Donald Trump anunció la imposición de aranceles globales del 30% a paneles solares y del 20% a máquinas lavadoras, así como tarifas del 25% a las importaciones de acero y 10% a las de aluminio, respectivamente, que iniciaron una escalada en el conflicto comercial de EE.UU. no solo con China, sino también con aliados como Canadá y la Unión Europea. En junio del mismo año, el gobierno norteamericano decidió imponer nuevos gravámenes del 10% exclusivamente contra China, que afectaban a una gran variedad de productos valorados en 50 mil millones de dólares. Esta medida recibió una réplica inmediata por la parte china, que igualmente impuso aranceles a una lista de productos estadounidenses por el mismo valor. Este punto de inflexión desató un proceso de acción-reacción entre ambos países, a través del incremento continuo de aranceles a las importaciones de una cantidad creciente de bienes de cada nación.
En adición al auge del proteccionismo, el gobierno de Trump puso en práctica otros instrumentos de carácter económico para contener el desarrollo tecnológico chino, como la persecución a la compañía tecnológica Huawei, una de las empresas más grandes del sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) en China y el mundo, que ya se encontraba desarrollando la conectividad 5G. Posteriormente, bajo la gestión del presidente Biden, el discurso pronunciado el 3 de marzo de 2021 por el Secretario de Estado Anthony Blinken, hizo referencia a la emisión de un documento denominado Guía Estratégica de Seguridad Nacional Provisional (Interim National Security Strategic Guidance, INSSG), en el que se expuso la perspectiva de la administración de Biden ante la evolución del panorama mundial y los nuevos desafíos geopolíticos y geoestratégicos que enfrentan los EE.UU.
La esencia del documento indica que para este país, la Seguridad Nacional (SN) también posee un enfoque geoeconómico, pues son las condiciones económicas las que garantizan, en última instancia, la ejecución de los intereses nacionales estadounidenses. La fortaleza económica de EE.UU. como base de su proyección imperialista, aunque en fase de relativa declinación, pretende recuperar lo que consideran su cuota de hegemonía perdida mediante un mayor empleo de los instrumentos económicos. De esta manera, la estrategia de SN aboga por la recuperación del papel de EE.UU. de potencia única en el escenario global, la reconstrucción de alianzas y la contención a los adversarios en ascenso. Este documento establece las bases para contrarrestar el creciente poder económico de China, país señalado como el principal responsable de la declinación del poderío estadounidense.
Por su parte, China ha mantenido su firme negativa a plegarse ante el incremento de la hostilidad estadounidense y ha continuado expandiendo su inserción en el comercio internacional como actor relevante en la determinación de los precios y en el funcionamiento del mercado mundial, aunque las relaciones de interdependencia económica con EE.UU. sean profundas. China, que se convirtió en 2008 en el principal acreedor de Washington, depende en gran medida de las exportaciones a su mayor socio comercial, y las empresas transnacionales norteamericanas dependen de los costos de producción y la calidad de la manufactura china en el sistema interconectado global de las cadenas de valor para mantener altos sus márgenes de ganancias (aunque actualmente dichas producciones chinas se dirigen también hacia otros países del sudeste asiático, Asia Central y Europa).
Esta situación ha generado una profundización de las contradicciones geopolíticas y geoestratégicas, reflejadas en el ámbito geoeconómico, en el seno del sistema internacional. De esta manera, si bien existen pugnas por imponer el orden, difícilmente se puede hablar de la existencia de dicho orden. Por lo tanto, las reglas que rigen esta etapa, aunque inestables y de corto plazo, constituyen un “orden de transición intersistémica”. (Dallanegra). Ante este panorama, las economías latinoamericanas se han visto directamente afectadas, pues son EE.UU. y China los principales socios comerciales de los países de la región, teniendo en cuenta que más de la mitad del comercio internacional de América Latina depende del intercambio con ambos”.
08/04/2025 a las 10:36 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La ampliación de la Corte que no fue y el castigo de Trump llegó a las Malvinas
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
7/4/025
CUANTO PEOR, MEJOR (PARA UN PACTO)
El control de daños tras la derrota en el Senado reabre por necesidad el capítulo negociador entre el Gobierno y la oposición, para alisar el camino ya escarpado del año electoral. Después del voto escarmiento que tronó en el Congreso, hubo una llovizna de republicanismo en la oposición del peronismo que coordina José Mayans, y se acerca a las posiciones amigables del interbloque de «Los 38», administrado por Juan Carlos Romero.
El impulso hacia este acercamiento para superar el bloqueo institucional quedó contenido en los discursos de los dos senadores en la sesión del jueves. Ocurre en el peor momento de las relaciones entre esas dos tribus. Pero los acuerdos sobrevienen siempre cuando las diferencias parecen ya insoportables.
Esta vez, además de la Corte, pueden llegar a negociarse otros cargos de mayorías especiales, como la Procuración de la Nación y la Defensoría General, además de los seis representantes en la Auditoría General de la Nación.
LA CASTA CONTRAATACA
En este clima renovado de pactismo manejan la alternativa de que, si el Gobierno no quiere participar, será un acuerdo legislativo para ampliar la Corte. La iniciativa habla de juntar 50 votos en el Senado para aprobarla en señal de independencia. Como decir: “Si no quieren, déjennos a los de la casta que arreglemos lo que ustedes no pueden” (textual de uno de los negociadores).
El punto máximo de exasperación se registró en la reunión de labor parlamentaria previa a la sesión, cuando Bartolomé Abdala amenazó con firmar un decreto suspendiendo la sesión. Mayans le disparó: «Si hacés eso, bajamos al recinto y te destituimos». Pudo agregar «Como hicimos con Kueider», aunque Abdala no llegó a escuchar esa coda, más que hiriente.
El presidente provisional del Senado, cuando todo terminó, explicó: «Disculpen, pero no podía hacer otra cosa, estaba muy presionado con toda esa gente ahí». Se refería al grupo de observadores que aguaitaba desde los pasillos, enviado por el Gobierno para desbaratar la sesión, encabezado por el vicejefe de Gabinete José Rolandi, a quien los ujieres llaman con legislativo cariño «Cochi».
TRUMP ARRUINÓ EL PACTO
Emisarios del oficialismo y la oposición recuperaron aire durante el fin de semana para retomar una negociación para ampliar la Corte, que estaba en marcha hasta que se interrumpió el 21 de marzo cuando el gobierno de los Estados Unidos comunicó la prohibición de ingreso a ese país a Cristina de Kirchner por su condición judicial.
La vehemencia del Gobierno en festejar esa regulación migratoria provocó que el peronismo se levantase de una mesa habilitada por Olivos y el Instituto Patria, en la que se sentaban José Mayans y Juan Carlos Romero en representación del Senado, y Sebastián Amerio y Santiago Caputo como delegados de los hermanos Milei.
Hasta ese momento, dos semanas antes de la sesión del jueves pasado, el acuerdo era para aprobar una ley de ampliación de la cantidad de miembros de la Suprema Corte de cinco a siete integrantes.
PARA TODOS Y SIN VETOS
Se generaban cuatro vacantes a cubrir de esta manera: dos jueces para el Gobierno, uno para el peronismo y otro para el radicalismo. Esa integración incluiría a una o más mujeres según un proceso en el cual ninguna de las partes tendría poder de vetar nombres.
La discusión partía del hecho de que los nombres de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla habían salido de propuestas de la propia Corte aceptadas por el poder Ejecutivo (que admitió por lo menos que a Lijo se los aconsejó Ricardo Lorenzetti).
A García-Mansilla nadie le reconoce la paternidad, pero viene de un Caputo, que no es ni Santi, ni Toto, ni Nicolás. Esto importa por el consentimiento de que nadie podía vetar a nadie. Si Milei insistía en ese dúo de candidatos, se lo aceptaban como le aceptarán a Cristina de Kirchner si propusiese a su edecana jurídica, Graciana Peñafort. Nadie la vetaría.
El Gobierno no convenció a (casi) nadie
El acuerdo parecía avanzar en paz y sin estridencias hasta que se conoció la medida de Estados Unidos, que el Gobierno festejó como propia. El peronismo reinició las hostilidades y se conjuró para propinarle una lección al Gobierno en el recinto. Hasta que eso no ocurriera no iban a conversar nada más.
Mayans reunió en aquella semana a los 34 senadores de su bloque y los comprometió a rechazar los pliegos de los jueces. Registró que nueve de ellos votarían a favor del Gobierno por compromiso de sus gobernadores o, en algún caso, por convicciones personales.
Un día antes de la sesión Mayans los reunió, con el esfuerzo que significaba llevarlos en un día feriado. Hizo un recuento de fuerzas y el Gobierno solo había podido sumar a dos más, con un total de 11 votos que son los que Unión por la Patria aportó en favor de Lijo. Mayans logró que la totalidad aportase al quórum, de manera de habilitar una sesión que el Gobierno quería suspender.
UNA PUJA IMPOSIBLE DE GANAR
Estas minucias procesales importan para medir la capacidad del Gobierno para enfrentar esta batalla, la más importante de todas. Sólo pudo mover a 11 peronistas y no vació el quórum. Tenían que defender a Lijo, propuesto por Lorenzetti como el hombre que dejaría en paz al Gobierno en Comodoro Py durante 4 años, y a García-Mansilla, el garante de las inversiones en energía que van a salvar la economía.
No les alcanzó, por haber elegido el método torpe del decreto y llevar adelante una puja imposible de ganar. Los traicionó la improvisación: la mejor batalla es la que se evita. La victoria está en evitar la confrontación.
“El sentido indirecto es la forma más prometedora y económica de la estrategia», enseña Basil Liddell Hart, el estratega británico que inventó la guerra relámpago. Su lección sobre la experiencia de las dos guerras mundiales es que hay que evitar lo que buscó el Gobierno, el ataque directo.
«Ningún general -dice- tiene derecho a lanzar sus tropas en un ataque directo contra un enemigo fuertemente establecido en una posición de defensa». Acá se enfrentaron Bartolo, Atauche y Pagotto, conducidos por «Cochi», contra Mayans, Parrilli y Sagasti, conducidos por Cristina.
Era una pelea desigual y para perder, una invitación al bullying, el grooming y el sobajamiento. Los gramscianos del mileísmo tienen la versión del ajedrecista Lenin: «La estrategia más sana en la guerra consiste en aplazar las operaciones hasta que la desintegración moral del enemigo haga posible y fácil dirigirle un golpe mortal».
HACIA UN MUNDO QUE NO EXISTE
La vocación globalizante de Milei le hace buscar para su gestión un lugar en el mapa de un mundo que ya no existe. Es el cuarto presidente de minorías que tiene la Argentina en lo que va del siglo, después de Duhalde, Kirchner y Macri.
Los fulgores del populismo derechoso le ofrecen una oportunidad con el acercamiento a Donald Trump. Es el atajo de un presidente de minoría en votos y en representación legislativa y territorial, que busca compensar con representaciones imaginarias como exhibir fotografías en fiestas de black tie, recibir premios por proezas improbables, o encuestas de popularidad difíciles de certificar en alguna instancia formal y verídica.
El Gobierno se prende ahora en otra navegación que es la elección del nuevo Secretario General de la ONU. El portugués Antonio Guterres deja el cargo y se abrió el sport para su reemplazo. La tradición indica que le toca a una mujer y de América Latina. Parecía lo mismo en 2016, cuando Macri patrocinaba la candidatura de su canciller Susana Malcorra.
UN CANDIDATO ATÓMICO
El Gobierno hizo esta semana demostraciones de adhesión a la candidatura del diplomático Rafael Grossi, exembajador argentino en Austria y una estrella internacional sobre temas nucleares y de desarme. Ocupa la Dirección General del Organismo Internacional de Energía Atómica y es el árbitro de los conflictos que se suceden en ese campo en todo el mundo.
Tuvo una ceremonia con expertos en el CARI, el think tank que certifica dignidades, y un seleccionado de funcionarios del gobierno lo acompañó en una cena-homenaje de penetrante aroma atómico que organizó el empresario Mario Montoto.
Entre ellos figuraban los atómicos Demian Reidel y Martín Menem. También estuvo en el encierro de empresarios con ricos y famosos en el Foro de Llao Llao. Grossi dijo, con elaborada modestia, que está pensando en lanzar formalmente su postulación.
TRUMP., MÁS MALVINERO QUE MILEI
Es oportuno que reciba el apoyo de su país. No lo ayuda que Milei haya elegido a la ONU como blanco de su guerra cultural contra la agenda de la modernidad, y en particular las metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La agenda del actual gobierno ha llevado al país a votar con las minorías y a apartarse del multilateralismo en las relaciones internacionales, que es el alimento de estos organismos.
¿Querrán los países de la ONU tener un secretario que quiere dejarlos sin trabajo? Grossi es un equilibrista en el arte de convivir con la contrariedades entre los países en torno al tema nuclear. Sabe que en estos organismos pelearse no es una opción. Agravó todo el tarifazo de Trump (tariff en inglés equivale a arancel), que le permitió al estadista de Mar-a-Lago mostrarse más malvinizado que Milei el 2 de abril.
Les impuso a las islas irredentas un arancel del 42% a las exportaciones de pescado que van a los EE.UU. Incluyó a las Malvinas en la lista de los «worst offenders» («los peores infractores»). Es como decirles: si aceptan la soberanía argentina les cobraríamos apenas el 10% de arancel. Los kelpers están que trinan. “La guerra comercial de Trump podría ser la mayor amenaza que enfrentan los malvinenses desde la invasión de Argentina», se quejó el líder del partido Liberal Demócrata de Gran Bretaña. Solo los consuela que Trump, al estilo Milei, suele dar marcha atrás en todas sus decisiones.
Muchachas bravas y de gran corazón
Sabiendo que quienes usan gomina la van a pasar mal en esta pelea, aparecen anotadas varias damas de alta gama: Michele Bachelet de Chile, Cristina Figueres o Rebeca Grynspan de Costa Rica y Mia Mottley, la premier de Barbados que junta apoyos caribeños y africanos.
También tiene aspiraciones la mexicana Alicia Bárcena, que fue canciller de López Obrador y es ministra de Medio Ambiente de la presidenta Claudia Sheinbaum. Durante muchos años fue secretaria ejecutiva de la CEPAL, en donde sucedió a José Luis Machinea. Obtuvo ese cargo que Néstor Kirchner quería para «Chacho» Álvarez. Igual hizo buenas relaciones con el matrimonio.
Otra candidata puede ser Catherine Pollard, de Guyana, que es subsecretaria de Management y Transparencia en la ONU. Infaltable en la lista Dilma Rousseff, reivindicada de sus malandanzas como presidenta de Brasil con el cargo de titular del Banco del Desarrollo de los BRICS, una mina de oro (el banco, claro) porque los BRICS representan el 23% del PBI mundial.
UNA ARGENTINA EN LA LISTA CORTA
Cerca del actual secretario Guterres, orbitan dos mujeres que hay que seguir de cerca en esta pulseada. Una es la nigeriana Amina Mohammed, vicesecretaria de la organización. La otra es la argentina Virginia Gamba, que ocupa uno de los cargos más altos en la ONU.
Es subsecretaria general y representante especial del Secretario General para la atención de niños y adolescentes en conflictos armados. Ha realizado informes sobre la guerra en Ucrania y la crisis de Gaza que le han dado centralidad a su participación. Es experta en estrategia y autora de los libros más importantes sobre la guerra de Malvinas.
Fue profesora de estrategia de guerra de las Fuerzas Armadas y de la Gendarmería de Argentina. Recibió el premio Nobel de la Paz (compartido) por su tarea en favor del desarme nuclear en el mundo. Participó del programa de desarme en Sudáfrica bajo el gobierno de Nelson Mandela. En la Argentina fue una de las organizadoras de la policía de la CABA cuando Macri era jefe de Gobierno.
08/04/2025 a las 10:43 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Nuevas turbulencias en todos los frentes
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
7/4/025
Los días convulsionados que sacuden al país (y al mundo) están muy lejos de calmarse. Por este rincón del planeta, la semana que empieza amenaza con más turbulencias en todos los frentes.
En el plano económico-financiero, en la política doméstica y en las calles se pronostica que habrá nuevos temblores.
Para el Gobierno, para los mercados, para el kirchnerismo, para los radicales, para los macristas, para el Poder Judicial y para el sindicalismo (que acaba de despertarse del coma inducido) serán días intensos. Nada terminó con los sacudones de los días previos. Todo lo contrario.
En el oficialismo saben que deberán seguir surfeando olas encrespadas después de la saga sin solución de continuidad de heridas autoinfligidas, que tuvieron dos picos durante la semana pasada.
Por un lado, se destacó el definitivo y rotundo fracaso de los pliegos de sus candidatos Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para integrar la Corte, que este lunes podría cerrarse con la renuncia del catedrático, quien entró impoluto a escena y salió magullado en cuerpo y alma de esa tortuosa película que duró 352 días, lanzada por un equipo de audaces e improvisados autores y directores.
Por otro lado, sobresalió el indisimulable papelón del reciente viaje presidencial a Miami, que le costó al “maldito” Estado (o, mejor dicho, a los contribuyentes) más de medio millón de los dólares que no hay para que, al final, la comitiva, liderada por Javier y Karina Milei, terminara volviéndose de apuro, con manos, fotos y bolsillos vacíos y con la dignidad de la investidura presidencial aún más dañada que antes. No era necesario tanto.
Por eso, los humores en la Casa Rosada y aledaños están agrios. La caza de culpables, así como las teorías conspirativas, se encuentran a la orden del día. Mucho más que alguna autocrítica. Otro activo que también en la cúpula de este Gobierno escasea. Como en anteriores administraciones de “la casta”.
El problema es que no habrá descanso y solo le queda al Gobierno esperar el momento de poder jugar la carta aún no del todo develada del acuerdo con el Fondo Monetario. En especial, si trae un alivio mayor, como prometen las versiones, presiones y operaciones comunicacionales, y el desembolso y los fondos disponibles son aún más suculentos que los 20.000 millones de dólares totales anunciados y los 8000 que estarían liberados para usar. La espera se está haciendo tortuosa. No solo para el mileísmo.
Mientras tanto, la administración libertaria deberá transitar sin muchas herramientas el pantano financiero (con sus efectos en la economía real) que inundó el amigo (ahora invisible) Donald Trump, con su declaración de guerra comercial total. Nadie prevé que el viernes negro en los mercados de hace tres días sea la última jornada luctuosa, con su fuerte impacto en los activos, bonos y expectativas locales.
También tendrá el Gobierno un nuevo desafío callejero. La jornada de protesta de 36 horas convocada por la CGT con paro general incluido el jueves, empezará el día previo con la adhesión de los hasta ayer adormilados sindicalistas a la marcha habitual de los miércoles de los jubilados. Una movilización que, desde hace 20 días, se ha convertido en un dolor de cabeza mayúsculo para Milei y los suyos, al poner en cuestión otro de los activos principales del Gobierno: el control de la calle.
Que a los mercados enloquecidos, el dólar en alza (ambos por cuestiones tanto exógenas como endógenas) y a una interrupción de tres meses del ritmo descendente de la inflación se sumen tensiones callejeras son golpes que impactan en el corazón de las fortalezas oficialistas.
LLUEVEN TEORÍAS CONSPIRATIVAS
Ante eso, empiezan a ganar terreno las teorías conspirativas por sobre la revisión de prácticas y políticas.
En otra de sus antológicas hipérboles, Patricia Bullrich calificó el último viernes de “golpe de Estado” al rechazo que alrededor de dos tercios de los senadores, en uso de las atribuciones y facultades que les confiere la Constitución, le dieron a los pliegos del hipercuestionado Lijo y del probablemente más efímero juez de la Corte de la historia, García-Mansilla.
La ministra de Seguridad y otros prominentes integrantes de la administración libertaria no ven ese traspié como un hecho aislado y, mucho menos, como un error no forzado del Gobierno, sino como parte de “una movida desestabilizadora”, con tentáculos que también operan sobre los mercados bursátiles y cambiarios.
En esa visión conspirativa inscriben al kirchnerismo y al massismo, al punto de que un destacado funcionario llegó a decir que “Sergio Massa quiere ser en 2025 el Eduardo Duhalde de 2001, ante un gobierno que enfrenta dificultades y está en minoría”.
Lo acusan (sin dar pruebas, al menos hasta ahora) de haber aportado recursos para sumar barras bravas a la marcha que hace tres semanas terminó en un caótico enfrentamiento entre manifestantes y fuerzas del orden y dejó gravemente herido al fotógrafo Pablo Grillo, que aún sigue en proceso de recuperación.
Las acusaciones llegaron a Massa y desde su entorno respondieron con ácida ironía: “Lo que tiene que hacer el Gobierno no es buscar un Duhalde, sino buscar dólares, que es lo que no tienen y se les escapan”.
La búsqueda de culpables afuera del staff libertario llevó hasta el siempre componedor jefe de Gabinete Guillermo Francos a incluir tácitamente a Mauricio Macri en ese colectivo desestabilizador, responsabilizándolo de haber facilitado la caída del binomio para la Corte y dejándolo al lado de uno de sus más destetados rivales políticos, como es Massa.
La libreta de rencores del expresidente ya no tiene más hojas en blanco para inscribir agresiones mileístas.
Es ese otro frente de turbulencias que solo tiene por destino la agudización. Al menos hasta después de las elecciones porteñas y mientras los examarillos ahora avioletados, como Cristian Ritondo y Diego Santilli, entre varios otros, tratan de pasar inadvertidos hasta que llegue ese día para poder sumarse a las “fuerzas del cielo”, sin miedo a un infierno macrista.
La propensión de mirar afuera que reina en la cima del Gobierno no debería sorprender. No solo porque reproduce la conducta de sus predecesores, cuyas prácticas Milei prometió que venía a desterrar.
Todos los integrantes del triángulo del poder acumulan un fuerte desgaste por errores propios, que no pueden descargar en nadie sin poner en riesgo (aún más) su credibilidad. Javier y Karina Milei y Santiago Caputo son responsables directos de muchos de los tropiezos que cambiaron el humor en los últimos 50 días.
Apenas si les queda como fusible del último episodio el canciller Gerardo Werthein, quien llegó al cargo por la hermanísima, que ahora duda sobre el acierto de esa elección para reemplazar a Diana Mondino. Pero el empresario devenido en diplomático tiene más peso(s) e influencias que su predecesora como para ser tirado tan pronto por la ventana, a pesar del fiasco de Miami.
AYUDA KIRCHNERISTA
Tal vez, un respiro le llegue a Milei por el lado menos amistoso, aunque nada original. Hay antecedentes. La cruenta disputa del perokirchnerismo bonaerense promete hacerlo. Si no se produce un cónclave repentino en las próximas horas, Axel Kicillof tiene listo para publicar en el boletín oficial el desdoblamiento electoral en esa provincia.
Sería una decisión destinada a fracturar ese espacio, dada la oposición frontal de Cristina Kirchner y La Cámpora, que hicieron pública en modo “carta abierta a la militancia”, bajo el título “Una sola Nación, una sola provincia, una sola elección”, con la firma de legisladores nacionales y provinciales, dos docenas de intendentes bonaerenses y un variopinto conjunto de dirigentes sectoriales, que va desde sindicalistas hasta un grupo de rectores de universidades nacionales (para regocijo del mileísmo).
Nada hay que descartar en esa disputa. Inclusive que se vuelva a postergar, como auguran cristinistas y massistas, que una vez más navegan juntos, aunque sus destinos finales no sean idénticos. Hasta los 44 intendentes que se alinearon con Kicillof en su movimiento “Derecho al futuro”, incluidos los más poderosos y cercanos al gobernador, carecen de certezas y esperan ver para creer que el desdoblamiento se concretará, como ellos desean.
En el entorno del gobernador dejaban hasta el pasado domingo abierta una puerta para negociar, pero sin ningún optimismo y con un grueso talonario de facturas y rencores a mano.
“Axel apostó a que tuvieran un rapto de racionalidad antes del martes (por mañana) y den de baja el intento de golpe institucional en el que están subidos, retomando la mesa de diálogo, que rompieron la otra semana cuando presentaron el proyecto para recortarle facultades al gobernador y obligar a votar la concurrencia con las elecciones nacionales”, dijo a LA NACION una de las (pocas) personas que está en permanente contacto con el gobernador.
La relación entre Cristina Kirchner y quien fuera su hijo político está en su peor momento. Si bien fuentes de la mesa chica cristinista afirman que hubo un diálogo telefónico entre ellos, hace tres semanas, cerca de Kicillof afirman que no hablan desde hace tres meses, cuando se encontraron en Moreno para escenificar la versión conurbano de La última cena, de Leonardo Da Vinci.
“Cuando pidió hablar con ella, hace aproximadamente un mes, le respondieron que las cuestiones políticas de la provincia de Buenos Aires las tenía que hablar con Máximo, no con ella. Pero todos los intentos por alcanzar algún entendimiento chocaron con la falta de predisposición y respuesta de parte de La Cámpora”, insisten desde La Plata.
A casi nadie le extraña que las cosas estén tan complicadas si todo depende del kicillofismo y La Cámpora, cuyo líder Máximo tiene una antigua disputa personal con el gobernador, más que por cuestiones de orientación política.
Aunque muchos peronistas finjan demencia y digan no saber porqué están enfrentados Cristina Kirchner y La Cámpora con Kicillof, saben que es una disputa sucesoria por el poder en la que parece haber lugar para un solo heredero político universal. El camporista Eduardo “Wado” de Pedro, una de las figuras más prominentes e influyentes de esa agrupación, con llegada directa a “la jefa”, ha sido explícito al respecto en charlas confidenciales. Que Kicillof termine siendo el Horacio Rodríguez Larreta del kirchnerismo es más un objetivo por el que trabajan los camporistas que sueños de noches estimulantes y afiebradas. Es lo que hay.
Esa pelea no distrae, sin embargo, de problemas más urgentes. El “amigo” Trump, que no sintió apuro alguno para darle la deseada foto a Milei y salvarlo del costoso papelón, no ayuda en nada con sus decisiones que afectan a la economía mundial. Pero las tribulaciones domésticas agravan el panorama que afronta la administración libertaria.
Ante la demora, por cuestiones mayormente de forma y algo de fondo, que todavía debe atravesar el inminente acuerdo con el FMI, el Gobierno prefiere eludir la revisión de prácticas y políticas. Confía en que el tiempo, al final, jugará en su favor.
Pero hay demasiadas turbulencias en todos los frentes y debe capearlas con recursos limitados.
08/04/2025 a las 10:46 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La frustración del Gobierno por la renuncia de García Mansilla a la Corte Suprema
Melisa Molina
Página/12
8 de abril de 2025
Sin importar que desde la Casa Rosada querían que persista en el cargo hasta diciembre, Manuel García Mansilla presentó su renuncia como juez de la Corte Suprema, después de que su pliego sea rechazado por amplia mayoría en el Senado de la Nación la semana pasada. Para el oficialismo, García Mansilla debía quedarse en su cargo porque consideraban que «ya se habían pagado todos los costos de ponerlo por decreto», pero sabían que la decisión final iba a ser de él. Su nombre y su prestigio estaban en juego y Mansilla decidió claudicar.
Desde el entorno íntimo de Milei dicen que no volverán a insistir con nuevos pliegos hasta diciembre, después de que asuman en sus bancas los nuevos legisladores. Cerca del Presidente están convencidos de que con la composición actual de la Cámara Alta no lograrán buenos resultados y, por más que desde diciembre tampoco tendrán los números suficientes, especulan con que harán una buena elección y eso les dará más fortaleza política para dar la batalla.
En caso de volver a presentar nuevos pliegos, desde Balcarce 50 arriesgan que lo harían en diciembre y que volverían a pedir por García Mansilla. También suman el nombre de Ricardo Manuel Rojas, quien fue secretario de la Corte Suprema de Justicia y miembro del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 18 de la Capital Federal. Rojas se reunió en enero con Santiago Caputo porque Milei y él le ofrecieron ser Procurador del Tesoro. Una propuesta que Rojas declinó. Quien quedó en el cargo, finalmente, fue su discípulo, Santiago Castro Videla. Desde la Casa Rosada se quejan de que «la dirigencia política intenta bloquearlos», y que por eso también rechazarían otros postulantes.
El mensaje de la Casa Rosada, al decir que después de las elecciones los postulantes de ellos para la Corte Suprema serían Mansilla y Rojas, es que volverán a la carga con dos libertarios puros y ya no con una figura como la del juez Ariel Lijo. En el entorno del mandatario creyeron que Lijo obtendría los votos suficientes de la oposición para que su pliego sí sea aprobado, pero eso tampoco se concretó y ambos fueron rechazados. «Fue un gran gesto mandar a Lijo y no tuvo sentido», mascullan bronca cerca del Presidente.
Otra idea que piensa un sector del gobierno es la de, luego de las elecciones de octubre, abrir un tipo de negociación distinta que implique, por ejemplo, la ampliación de los miembros de la Corte Suprema y buscar, de ese modo, algún tipo de consenso con la oposición. Es otro plan que no se llevará a cabo en el corto plazo y que lo consideran los sectores más dialoguistas.
Desde el gobierno aseguran que se enteraron de la dimisión de García Mansilla cuando ya había sido concretada por el magistrado y que, por más que muchos funcionarios declararon durante el fin de semana que el juez se tenía que quedar en su puesto dentro la Corte, cuando vieron la noticia dijeron: «Y sí.. tenía que renunciar». «Hicimos lo que teníamos que hacer, pero esto podía pasar y era bastante lógico», admiten fuera de los micrófonos.
El domingo el Poder Ejecutivo había presentado un Per Saltum ante la propia Corte para buscar dejar sin efecto el fallo que firmó el juez Alejo Ramos Padilla, que ordenaba prohibirle a Mansilla que rubrique sentencias o resuelva cuestiones administrativas dentro del máximo tribunal. Esa fue la señal que dieron desde el gobierno al exjuez, para que entienda el nivel de respaldo que le estaban dando y que, si era por ellos, estaban dispuestos a sostenerlo hasta el último día de noviembre. Sin embargo, el lunes por la mañana García Mansilla presentó su renuncia mediante una carta que fue dirigida al presidente Javier Milei y no ante sus excompañeros de la Corte, que fueron quienes le tomaron juramento.
Esta semana, después del rechazo a los pliegos de los jueces de la Corte, el Senado de la Nación volverá a tener protagonismo. El gobierno podría impulsar el tratamiento del proyecto de Ficha Limpia, que busca proscribir a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y que ya cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados. Es posible que la sesión sea convocada para este jueves, siempre y cuando el oficialismo consiga los 37 votos que necesitan para aprobarlo. Ese es el número clave porque se trata de una ley requiere mayoría absoluta.
En Balcarce 50 especulan con que el peronismo no vote en unidad en defensa de la expresidenta –para evitar su proscripción–, y, de ese modo, poder llegar al número necesario. En total hay 34 bancas peronistas divididas en tres interbloques: Unidad Ciudadana, cuya presidenta es Juliana Di Tullio; el Frente Nacional y Popular, que lidera José Mayans y «Convicción Federal», que conformaron cuatro senadores hace tan solo unas semanas con la idea de «desmarcarse» de la conducción de CFK. Allí se fueron los legisladores de las provincias de San Luis, Jujuy, Catamarca y La Rioja. En los dos últimos interbloques la Casa Rosada busca pescar votos porque se quieren aprovechar de los roces e internas que hay al interior del Partido Justicialista. Sin importar los presentes, la Casa Rosada necesitará juntar 37 voluntades que, por ahora, no tiene.
08/04/2025 a las 10:50 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El «lunes negro» y la guerra comercial pone contra las cuerdas el rumbo económico de Milei
Sofía Hart
Prensa Obrera
7/4/025
La economía argentina no se mantuvo ajena al «lunes negro» desatado tras la suba de aranceles de Donald Trump. Cayeron hasta 8% las acciones de empresas locales que cotizan en Nueva York y el riesgo país trepó a 960 puntos. El fracaso del viaje de Javier Milei a Estados Unidos es el reflejo de que su precario esquema económico entró en colisión con el giro proteccionista del imperialismo yanqui y el salto en la guerra comercial.
Por un lado, que China, Brasil -los principales socios comerciales de Argentina- y la Unión Europea hayan procedido a devaluar sus monedas, tras el anunció de Trump, sumó presión al tipo de cambio local, en momentos donde el gobierno se empecina en mantenerlo pisado a costa de dilapidar reservas. Así las cosas, los dólares financieros superaron la barrera de los $1.300 y la corrida no se detiene. Las consecuencias inflacionarias del ensanchamiento de la brecha impactarán negativamente en la consideración popular hacia Milei, dificultando sus objetivos electorales.
Cabe destacar que el silencio de Caputo y compañía -y su completa parálisis- frente al derrumbe de acciones y bonos locales, acentúa la incertidumbre de los especuladores, incentivando que busquen refugio a los dólares paralelos.
A su vez, el derrumbe bursátil en todo el mundo hizo que el directorio del FMI demore aún más en dar una respuesta acerca del nuevo préstamo solicitado por Caputo, agravando la incertidumbre de los mercados. Incluso las desavenencias del Fondo con la política de Trump podría trabar el acuerdo con Argentina. Sumado a que la disparada del riesgo país a casi 1.000 puntos terminó de excluir a nuestro país del mercado de crédito internacional, vedando el acceso a otras fuentes de financiamiento que permitan recomponer las lánguidas reservas.
El agro, por su parte, que en marzo disminuyó el ritmo de liquidación de la cosecha respecto a febrero (U$S 1.880 millones vs U$S 2.181 millones, respectivamente, según los datos de la cámara de firmas exportadoras de cereales y de la industria aceitera, CIARA-CEC) a la espera de una devaluación, mantiene la misma tesitura. Sobre todo ahora, que la medida de Trump impactó en el precio internacional de la soja, el cual retrocedió U$S 20 la tonelada. En el mismo sentido, el petróleo alcanzó su cotización más baja desde la pandemia, amenazando el ingreso de divisas a través de la exportación de hidrocarburos.
A contramano del mundo, que se adentra en una guerra arancelaria y de monedas, el ministro Desregulación, Federico Sturzenegger, acaba de anunciar la sanción de dos decretos que dan de baja medidas antidumping destinadas a proteger la industria textil y la química. La orientación aperturista del gobierno, en medio de una escalada en los choques comerciales a nivel mundial, pone en peligro el tejido industrial del país y los puestos de trabajo. Como hemos señalado en estas páginas, los países afectados por los aranceles de Trump tenderán a buscar nuevos mercados para colocar sus productos, y el gobierno local no hace más que promover esa avalancha importadora.
Esta falta de «timing» es la que se expresó de manera patética en la gira de Milei a Estados Unidos, donde el mandatario no pudo cumplir su propósito de sacarse una foto con Trump. Debió resignarse a concurrir a un evento marginal organizado en Mar-a-lago por empresarios latinos radicados en Miami (simpatizantes de la ultraderecha), donde recibió un premio inventado por él mismo. El gobernante libertario no se atreve siquiera a cuestionar la ofensiva comercial emprendida por el presidente estadounidense, cuyos efectos sobre Argentina son ruinosos, en una muestra de absoluta genuflexión ante las directivas del norte.
Como vemos, este escenario internacional profundamente convulsionado arrincona el ya frágil esquema económico del gobierno, lo cual podría precipitar un desarme brusco de la bicicleta financiera, desencadenando una corrida de gran envergadura. Los trabajadores tenemos que intervenir en esta crisis para que no se lleve puestas nuestras condiciones de vida. La movilización del 9 de abril y el paro del 10 deben ser el puntapié de un plan de lucha decidido en defensa del salario, las jubilaciones y los puestos de trabajo y por la derrota este gobierno antiobrero, cipayo y represor.