Por Guillermo Cherashny.-
Hace varios meses Mauricio Macri mostró un interés particular en la licitación de la Hidrovía afirmando que es un traje a medida para Jan de Nul, el actual concesionario desde 1995, que es un empresa belga de prestigio internacional que comparte con su connacional Deme, que está asociada a la holandesa Boskalis, aunque la impugnación sólo la hizo Deme.
La teoría más difundida es que el expresidente quiere quedar bien con la reina Máxima, pero otros piensan que el interés es comercial, es decir, negocios cuyo operador es el exministro Guillermo Dietrich, quien en su gestión cuestionaba el supuesto alto precio del peaje y las fuentes más confiables dicen que Macri quería darle el negocio de la vía troncal a la bolsa de comercio de Rosario que en ese entonces, 2018, era manejada por la empresa Vicentin, cuyo hombre fuerte fue el «oso» Nardelli, un hombre fuerte del PRO en Santa Fe que tenía préstamos por algunos centenares de millones de dólares del Banco Nación.
Esa cuestión motivó que, con el cambio de gobierno, la nueva administración intentara expropiar Vicentin, que ya estaba en convocatoria de acreedores. El juez comercial se opuso a la intervención pero las deudas y la presión política y mediática provocaron un infarto mortal a Nardelli.
Volviendo a la Hidrovía, el kirchnerismo, alegando la soberanía acuífera nacional, logró que la AGP, es decir la Administración de Puertos, cobrara el peaje y luego le pagara a Jan De Nul, a quien se le renovó el dragado del Paraná y el balizamiento a la empresa Emepa del empresario Gabriel Romero, situación que se mantiene hoy en día hasta que la nueva licitación adjudique nuevamente. En tanto, la AGP le debe US$ 95 millones a Jan de Nul por peajes impagos, pero al caerse la licitación la empresa belga sigue lo que pretendían impedir Deme y Boskalis, por lo cual la presión de Macri logró el efecto contrario.
27/02/2025 a las 4:39 AM
A toda laucha le gusta el queso y Macri no es la excepción.