Por Carlos Tórtora.-

Javier Milei espera que en su inminente viaje a los EEUU se confirme su reunión con Donald Trump. Pero lo hace con malos augurios. Trump no da señales de eximir a la Argentina del arancel del 25% que acaba de imponer a la importación de acero y aluminio. En el 2024, la balanza comercial bilateral fue favorable a la Argentina en US$ 228 millones. Aluar exportó el año pasado aluminio a los EEUU por US$ 515 millones y Tenaris y Ternium acero por US$ 100 millones.

De no exceptuarse a Argentina de los nuevos aranceles, no sólo estaría en juego el negocio de Aluar y Techint sino el negocio político de Milei. Quedaría así en evidencia que la administración republicana no apuesta demasiado al gobierno libertario y que, además, en la negociación de Argentina con el FMI, el apoyo del Departamento de Estado sería relativo. Y ni que hablar del efecto en la opinión pública local, donde el prestigio de Milei se basa en buena medida en su supuesta cercanía a Trump.

En las últimas horas las gestiones del canciller Gerardo Werthein se multiplicaron entonces, ante la convicción generalizada en la Casa Rosada de que el presidente no puede volver de su viaje al norte con las manos vacías.

El caso es que la dependencia de Milei del apoyo de Washington se refleja en su soledad latinoamericana. El gobierno mantiene relaciones frías y hasta hostiles con los tres principales países de la región, Brasil, México y Colombia, además de estar enfrentado con Venezuela y distanciado de Chile.

El petróleo define la política

La inesperada frialdad de Trump con Milei, su seguidor incondicional, contrasta con el pragmatismo de aquél en la relación con Nicolás Maduro. Trump dejó a un lado su reconocimiento a Edmundo González Urrutia como presidente constitucional, para ponerse a negociar directamente con Maduro a través de su enviado especial, Richard Grenell. Así es que Maduro y Trump acordaron que EEUU retire el TPS (status de protección temporal) a 348.000 venezolanos que residen en EEUU y que serían deportados a Venezuela a partir del próximo 1° de abril. Este es el primer acuerdo de deportaciones de la administración Trump y lo hace con un dictador que acaba de usurpar su nuevo mandato presidencial. Este acuerdo le dio aire a Maduro para decir que está en marcha una agenda de entendimiento con Trump. Como es obvio, María Corina Machado, González Urrutia y el conjunto de la oposición venezolana quedaron totalmente descolocados ante el entendimiento entre el dictador y el presidente de la mayor democracia del mundo.

Como es obvio, las compras de petróleo de EEUU a Venezuela son el trasfondo del entendimiento. Un importante empresario petrolero y donante del partido Republicano, de Palm Beach, Harry Sargeant III, fue el gestor de la reunión entre Maduro y Grenell. Como parte del diálogo en marcha, hace una semana Chevron consiguió que se prorrogara por seis meses su licencia para producir petróleo en Venezuela. Además, se está negociando reservadamente el levantamiento de las sanciones que el Departamento de Estado le impusiera a PDVSA en el 2019.

Cómo se advierte, la Realpolitik de Trump lo lleva a acordar con Maduro mientras relega a Milei, ya que la Argentina tiene una baja prioridad en Washington.

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