Por Hernán Andrés Kruse.-

LA SUPREMACÍA DE LA RAZÓN (1890 a 1914)

“En este primer momento Russell tiene una visión de la naturaleza humana y una concepción de la política. Las únicas obras que se ubican en este período son: “German Social Democracy”, de 1896; «Elementos de ética», de 1910 y una carta a Gilbert Murray (1922). En cuanto a las doctrinas políticas Russell es básicamente un liberal con un creciente acercamiento al socialismo. Está convencido de la idea de progreso por medio de la política y la libre discusión. Esto conlleva a una propicia expansión de la democracia parlamentaria; además, defiende la idea del libre comercio. Pero, a la vez, la nacionalización de la tierra. El ser humano aparece como idílico. En «Elementos de ética» se trata de un ser racional: basta con que al individuo se le presenten unas «buenas» argumentaciones éticas o políticas para que éste tome las decisiones correctas o morales. La naturaleza humana es un hecho observable. Admite, sin embargo, la presencia de los deseos o motivos, los cuales son objetivos y carentes de referencia directa al ego; de tal manera, el egoísmo psicológico es contrario a su naturaleza. Los deseos no son el fundamento de la ética y la política. Los «motivos» son la causa de las acciones humanas y por éstos entiende causa de volición; esto es lo que hace que procuremos influir sobre los demás.

Para este tiempo, junto con la madre de Leytton Strackey (miembro del grupo La Sociedad), formó parte de un comité para solicitar los 69 votos en favor de la mujer en 1895. En 1907 es candidato al Parlamento, por el distrito de Wimbledon en favor del voto femenino (en este punto se nota la influencia de Stuart Mill, un defensor del voto femenino). Russell fue miembro del Partido Liberal hasta 1915. Russell creía en la honestidad intelectual. Fue un duro golpe para él descubrir, durante la Primera Guerra Mundial, que la honestidad intelectual -incluso en Cambridge- tenía sus limitaciones, puesto que la mayoría de sus maestros y colegas la apoyaron.

También, conoció a Sidney y Beatrice Webb, así como a Bernard Shaw, quienes representaban la esencia del fabianismo. Los caracterizaba por su culto al Estado, lo cual los llevó a una “…indebida tolerancia respecto a Mussolini y Hitler, por último a una adulación un tanto absurda del gobierno Soviético”. Para él los Webb eran antidemocráticos y consideraban que la misión del estadista era embaucar o aterrorizar al populacho. En 1895 se encuentra en Berlín estudiando el socialismo alemán, ahí conoce a August Bebel y Guillermo Liebknecht. De regreso a Inglaterra dio a conocer los resultados de su investigación en la Escuela de Economía de Londres (1896). Su amplitud de criterio y antidogmatismo le permite realizar este tipo de trabajos. Russell es uno de los primeros pensadores ingleses de inicios del siglo XX que se interesan por el estudio del socialismo”.

LA PASIÓN: BASE DE LA POLÍTICA (1914-1944)

“Esta etapa coincide más con el segundo período ético (no cognoscitivista, 1915-1940). Las obras que se ubican en esta fase son: “Ideales políticos”, 1916; “Caminos de libertad”, 1918; “Teoría y práctica del bolchevismo”, 1920; “El problema de China”, 1922; “Filosofía, ciencia y política”, 1928; “Libertad y organización”, 1934 y “El poder en los hombres y los pueblos”, 1938. El año de 1914 es trascendental para el pensamiento político de Russell. La guerra lo sacudió de muchos prejuicios y lo obligó a pensar en muchas cuestiones fundamentales. Antes de esta fecha creía, al igual que los pacifistas, que las guerras “…eran impuestas por gobiernos despóticos a una población reticente. Pensaba que cuando el público descubriera las mentiras, se enfadaría y reclamaría”. Al contrario, constató que el pueblo, más bien, se sentía libre de responsabilidades.

A partir de ese año, plantea una filosofía política cuya base se encuentra en una antropología y psicología del ser humano; en otros términos, establece una conexión entre la política y la psicología individual. La reforma social tiene como base un cambio de los sentimientos. También, desarrolla una teoría del poder cuya característica principal es el psicologismo, al estilo de Hobbes, como bien lo señala Norberto Bobbio. Para este último autor la noción de poder en Russell es “…algo que sirve para alcanzar lo que es objeto de nuestro deseo», el poder consiste en la producción de los efectos deseados. Consecuentemente, según Bobbio se trata de una noción sustancialista. Empero, Bobbio atribuye esta noción a toda la filosofía política de Russell sin distinguir períodos.

Dicha apreciación es válida para este período (1914-1944), pero no para el anterior, incluso para el siguiente, pues de acuerdo con Sacristán, hay un alejamiento del psicologismo inicial. Las pasiones son las motoras de la acción humana, la razón no conduce a la acción. En este sentido se tiene la impresión de que Russell sigue muy de cerca el pensamiento político de Spinoza, Hume y Hobbes. En sus palabras: “…tuve que reconsiderar mi opinión sobre la naturaleza humana. Aunque por aquella época desconocía totalmente el psicoanálisis, llegué por mi cuenta a tener una idea de las pasiones humanas que no difería en mucho de la opinión de los psicoanalistas. Llegué a estas conclusiones en mi afán de comprender el sentimiento popular respecto a la guerra. Hasta ese momento siempre había creído que era normal que los padres amaran a sus hijos, pero la guerra me persuadió de que este sentimiento es una rara excepción. Había creído que la mayoría de la gente le gustaba el dinero por encima de casi todo, pero descubrí que la destrucción les gustaba todavía más. Había creído con frecuencia que los intelectuales aman la verdad, pero también aquí comprobé que ni el diez por ciento de ellos prefieren la verdad a la popularidad”. El consuelo lo encontró en las conversaciones con George Santayana, quien influyó en el cambio de la visión política de Russell, en la misma dirección que en el caso de la teoría ética. Santayana era neutral, él afirma “…en cualquier caso no tenía suficiente respeto por la raza humana como para preocuparle si se destruía a sí misma o no. Su indiferencia, tranquila y filosófica, aunque yo no deseara imitarla, me tranquilizaba”.

Su obra “Principios de reconstrucción social”, escrita entre 1913 y 1916, es la primera en la que Russell expone que el impulso es más fuerte que la razón. Al respecto, Copleston considera que el impulso es bueno en sí mismo por cuanto es el principio de crecimiento central que lleva a una dirección determinada, lo que recuerda a Rousseau: además, es natural y guiado por el entendimiento. Según Russell existen dos tipos de impulsos: los posesivos (el Estado, la guerra, la propiedad y las corporaciones políticas) y los creativos (la educación, la familia y la religión). Todas las instituciones actuales tienen sus bases en la autoridad: opinión que reaparece en “Autoridad e individuo”. La idea de que las pasiones dominan la política lo alejan del liberalismo, al menos en cuanto fundamentación de la filosofía política. Intenta una reconstrucción política de la sociedad -la cual concibe como orgánica en donde es necesario examinar qué son las necesidades de los seres humanos -ya que la visión tradicional liberal sólo se fija en lo económico. Por eso, se necesita más libertad y creatividad.

En este período hay un marcado énfasis en el socialismo, pero no de corte marxista. En “Principios de reconstrucción social” se perfila la idea del socialismo gremial de inspiración anarquista, que se encuentra plenamente desarrollado en “Caminos de libertad”. Su aproximación al socialismo es a partir del rechazo a la propiedad tanto privada como estatal. La última por cuanto es una forma de mantener el poder despótico y, que a la vez, contribuye a la pérdida de vitalidad -idea que es una constante de su pensamiento político-. Esto lo aleja del socialismo marxista. También, se distancia porque el marxismo sólo se fija o toma en cuenta los aspectos económicos, en cuanto que “…se apresura a suponer que unas condiciones económicas mejores harán a los hombres felices por sí mismos. No es solamente más bienes materiales lo que los hombres necesitan, sino más libertad, más dirección de sí mismos, más salidas para la creatividad».

En “Caminos de libertad” su tendencia al socialismo o anarquismo es más marcada. En ella propone el sindicalismo gremial, un federalismo entre las industrias y un federalismo entre las naciones. Coincide con los anarquistas en que la libertad es el máximo valor, en materia de política es el mejor de los bíenes. Para él dicho principio anarquista fue postulado con anterioridad, por Chuang Tzu, quien influye en Russell. Comparte el proyecto de la repartición de la riqueza, especialmente la propuesta por Kropotkin, pronunciándose así por el derecho al pleno empleo. En esta obra adelanta la idea, que luego se desarrolla en “El Poder en los hombres y los pueblos”, en cuanto que existe un deseo de obtener el poder político, así como un deseo de ejercerlo sobre los individuos; lo cual le lleva a sustentar que no se debe conceder mucho poder al Estado, sobre todo a un Estado con un poder absoluto en manos de una sola persona. Propuesta que se asemeja a la de Kropotkin.

Por otro lado, enuncia que no hay ningún método, para ningún sistema político, que asegure la libertad de las personas (de ahí su escepticismo), sólo en las minorías muy reducidas se puede garantizar la libertad, de ahí su idea de las comunas. Aunque dice que el Estado parece ser una institución muy necesaria. En resumen, Russell afirma que “…el sistema que he predicado es una forma de socialismo gremial, tal vez un poco más cerca del anarquismo… En las cosas que los políticos generalmente desconocen -la ciencia, el anarquismo, las relaciones humanas y la alegría de vivir- es en lo que el anarquismo es más fuerte, y es principalmente a causa de estas razones por lo que incluimos las anteriores propuestas, más o menos anarquistas, como el «salario vagabundo”. Al final del libro afirma que el ideal de Estado es el anarquista, el cual es imposible de realizar.

A partir de los elementos expuestos con anterioridad es comprensible porqué Russell critica tan fuertemente al marxismo. La obra “Teoría y práctica del bolchevismo” es una de las más representativas en la materia, no la única por supuesto, ya que Russell manifestó su desacuerdo con el sistema político soviético en varios momentos. Particularmente no toleraba el stalinismo. El libro “El poder en los hombres y los pueblos” es la obra culminante del desarrollo del pensamiento político del período. En ella, el poder aparece como uno de los deseos infinitos del ser humano, el cual está vinculado con el deseo de obtener riqueza. El «poder» es la noción fundamental de las ciencias sociales así como el de «energía» lo es de la física. Como la energía, el poder tiene muchas formas: riqueza, armamentos, autoridad civil, influencia en la opinión. Dicha noción tiene un sentido fisicalista, sobre todo cuando asevera que “…las leyes de la dinámica social son leyes que solamente pueden ser establecidas en términos de poder, no en términos de esta o aquella forma de poder, como la energía, puede considerarse que pasa continuamente de una forma a otra y debiera ser tarea de la ciencia social buscar las leyes de esa transformación. El intento de aislar una forma de poder, especialmente en nuestros días la forma económica, ha sido, y es todavía, una fuente de errores de gran importancia práctica».

También, cree que hay un impulso al poder, el cual tiene dos formas: una explícita que se expresa en los caudillos; otra implícita que se observa en los secuaces de aquél. Aparte de este impulso al poder existe, a la vez, un impulso a la sumisión, “…que es tan real como el impulso a mandar, tiene raíces en el miedo, por ello cuando hay un peligro los hombres tienden a buscar una autoridad y someterse a ella, en estos momentos no se sueña la revolución». De esta manera Russell justifica la necesidad del gobierno. El poder según Russell, se define como la producción de los efectos deseados. En estos términos es un concepto cuantitativo, pues “…dados dos hombres con deseos similares, si uno de ellos alcanza todos los deseos que alcanza el otro y además otros, no tiene más poder que el otro. Pero no hay medios exactos de comparar el poder de dos hombres, uno de los cuales puede alcanzar un grupo de deseos y el otro un grupo distinto de deseos (…) es fácil decir, de un modo general, que A tiene más poder que B, si A consigue muchos de los efectos que persigue y B solamente unos pocos».

Resta acotar que durante la Primera Guerra Mundial Russell fue un pacifista y se opuso a ésta, su práctica política estuvo orientada al apoyo de los objetores de conciencia. Durante la Segunda Guerra Mundial su posición cambia, pues consideró que el totalitarismo nazi era intolerable. Para este tiempo Russell expresa no ser completamente pacifista, y en su libro “La justicia en tiempos de Guerra”, manifiesta que hay guerras que son justas, de tal manera que hacer la guerra a la Alemania nazi fue una cuestión de sobrevivencia de la humanidad”.

POLÍTICA: EL CONFLICTO DE LAS PASIONES (1940-1970)

“En este período se ubican obras como “Autoridad e individuo”, 1949; “Ensayos impopulares”, 1950; “Nuevas esperanzas para un mundo en transformación”, 1951; y “Sociedad humana en ética y política”, 1955. Comparado con los períodos éticos, corresponde a la etapa de síntesis entre razón y pasión (1944-1970). Los cambios no son radicales, en el fondo mantiene la teoría de que las pasiones son las fuerzas motoras de las acciones humanas. Las variaciones son de énfasis y aparecen nuevos temas. La práctica política de Russell adquiere una dirección mucho más marcada a la defensa de los derechos humanos. En este momento Russell precisa más su teoría política. Considera que la discusión sobre política y teoría política no toma en cuenta la psicología, aspecto que es muy importante para él, puesto que si la política “…se tiene que convertir en científica, y si queremos que los acontecimientos no nos sorprendan continuamente, es esencial que nuestro pensamiento político penetre más profundamente en las fuentes de la acción humana».

En este sentido hay una continuidad con el período anterior; aunque reconoce que la teoría política ha avanzado en el análisis de lo económico y lo social. En cuanto a la relación entre ética y política llega a la conclusión de que “…la ética nunca es un componente independiente, sino que en un último análisis es reducible a la política». En general, al ser humano lo concibe lleno de impulsos y pasiones que en conjunto le ayudan a sobrevivir, llegando a tener un gran éxito, especialmente en el momento de su desarrollo inicial. No es completamente gregario (como las abejas o las hormigas) ni completamente solitario (como los leones y los tigres). En definitiva es un animal semigregario. Algunos de sus impulsos y deseos son sociales, otros solitarios, de tal forma que hay una oscilación entre la parte social y la privada. Por ejemplo, lo social se manifiesta cuando en una persona que es confinada a la soledad, dicha acción es valorada como un castigo; o si se le limita sólo a lo social siente que se le quita algo de su naturaleza. Y la parte individual, cuando la persona busca por ejemplo la privacidad.

Ni uno ni otro son más importantes, ambos tienen la misma preponderancia. La cualidad de ser gregario, cree Russell, no es completamente instintiva, como en las hormigas o las abejas, sino que tiene una fuente más allá del instinto, cuyo origen no se puede precisar; como él dice es un “…sentimiento más o menos oscuro de egoísmo colectivo». La hormiga, en cambio, actúa por instinto, mientras que la sociedad requiere leyes, para hacer coincidir el interés personal con el social. En gran medida la causa de la cohesión ha sido la guerra (idea que expone ampliamente en “Autoridad e individuo”. Establece nuevas fuentes de la pasión y los impulsos. Así aparecen: la imaginación y la inteligencia, las cuales proporcionan “…salidas a las pasiones sin cambiarlas fundamentalmente», pero a la vez pueden servir para “…dar rienda suelta a las pasiones». Entre la inteligencia y la pasión hay otra diferencia: «(…) la pasión determinará los fines que los hombres buscarán y la inteligencia les ayuda a encontrar los medios a esos fines…». Además de su herencia congénita, el ser humano es producto del medio, de la educación y la sociedad; por eso afirma que los impulsos y los deseos (que determinan el comportamiento), dependen de la educación y las oportunidades.

Siguiendo el concepto de mundos posibles de Leibniz, Russell afirma que “…los deseos o impulsos son compatibles cuando ambos pueden ser satisfechos, y conflictivos cuando la satisfacción de uno es incompatible con la del otro». Un mundo donde lo primero pueda suceder será más feliz que el segundo caso. La noción de poder se aplica con mayor énfasis a las relaciones internacionales, y la idea del Estado mundial obtiene mayor importancia. Si bien la idea del poder aparece vinculada a los deseos, también refiere a esta noción en términos de concentración o dispersión. Atribuye la centralización del poder no sólo a criterios subjetivos sino a aspectos objetivos; por ejemplo, las razones técnicas. También sostiene la idea de que el poder consiste en el dominio de un grupo sobre otro. Asimismo, el poder, en última instancia, consiste en recurrir al uso de la fuerza.

Otra noción que lo aleja de su psicologismo inicial es el aumento del poder del hombre debido al conocimiento científico; es decir, al conocimiento de las «leyes de la naturaleza», el cual es más efectivo que las anteriores formas de tecnología. Pero, a la vez, asevera que el poder aumenta gracias a las aplicaciones de las técnicas científicas. Para concluir resta añadir que Russell, si bien se inclina por el sistema democrático, inicia su lucha contra el armamentismo nuclear (años 60 y 70), Y suaviza su posición frente a la Unión Soviética, puesto que el gobierno de Stalin ya no existe, y la URSS mostró una mayor disposición para negociar el desarme nuclear. No obstante, entre 1945-1947 recomienda que se amenace con atacar a la URSS para evitar que construya bombas nucleares”.

(*) Álvaro Carvajal Villaplana (Revista Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVIII (94), 65-75, Enero-Junio, 2000): “Evolución del pensamiento político de Bertrand Russell”.

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