Por Carlos Tórtora.-

La convocatoria de Javier Milei a sesiones extraordinarias del Congreso entre el 20 de enero y el 21 de febrero se da en un contexto especial. En ambas cámaras el ambiente final del 2024 estuvo enrarecido por diversas cuestiones que están lejos de resolverse.

En primer lugar, hay que destacar la extrema tensión entre el presidente y su vice, que jamás había llegado a los actuales niveles.

Está pendiente pero de ninguna manera descartada la operación del gobierno, Santiago Caputo mediante, para voltear a Bartolomé Abdala de la Presidencia Provisional del Senado y colocar allí al salteño Juan Carlos Romero, del bloque Las Provincias Unidas, que contaría con el visto bueno de la mayoría de los gobernadores peronistas. La maniobra debilitaría al máximo a Villarruel, que hoy funciona dentro de un cerco que le armó Milei. En este contexto, la vocera de Karina Milei, la diputada Lilia Lemoine, se dedica a hostigar a Villarruel casi a diario. En este contexto, las extraordinarias estarían en parte marcadas por la desconfianza más absoluta entre los entornos del presidente y la vice.

Un segundo tema que puede crispar las sesiones es la investigación sobre el presunto enriquecimiento ilícito del ex senador Edgardo Kueider que lleva adelante la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado. Ayer Eduardo de Olivera, denunciante de Sebastián Pareja, aseguró que el abogado de Kueider, Juan Grinberg, se puso en contacto con él y le confesó que la vida de la jueza podría estar en peligro.

Está pendiente de tratamiento en Diputados el pedido del bloque de Unión por la Patria para que se forme una comisión bicameral que investigue la posible existencia de coimas dadas para la sanción de la ley Bases. Con este trasfondo, serían varios los senadores que temerían que se conozcan nuevos indicios sobre las coimas y quiénes las habrían cobrado y pagado. El Senado sesionará entonces sentado sobre esta bomba de tiempo.

El insólito caso Ritondo

Pero hay un tercer escándalo que puede alterar las extraordinarias. Con dos denuncias penales por enriquecimiento ilícito y lavado sobre sus espaldas, el presidente del bloque del PRO en la Cámara baja, Cristian Ritondo, se prepara para reaparecer en público como si no pasara nada. Denunciado por Jeremías Rodríguez, Elisa Carrió y Mónica Frade, Ritondo, acompañado por Mauricio Macri, se refugió en el silencio y ni intentó explicar cómo hizo para ser dueño de unas 500 propiedades cuyo valor superaría los US$ 100 millones. Lo extraordinario del caso es que nadie en el PRO habla del tema y hasta ahora no hay ni un pedido para que Ritondo se aparte de la conducción del bloque hasta que se aclare su situación judicial. El Fiscal Federal Eduardo Taiano, acorde con esta conspiración del silencio, se tomó el mes de feria para resolver si abre la investigación. Pese a la enorme red de complicidades, cuesta pensar que el caso Ritondo no repercuta en la Cámara.

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