Por Carlos Tórtora.-

El gobierno empieza a verse jaqueado en el Congreso y Javier Milei habría dado la orden a Luis Caputo para que ceda a algunos de los reclamos de los gobernadores y disipe la incipiente rebelión que conduce el tucumano Osvaldo Jaldo. Pero la lupa de la política está puesta fuera del marco institucional, en las internas de LLA y el PJ para definir las candidaturas para la elección bonaerense del próximo 7 de septiembre.

El anuncio de que la asamblea permanente del PRO de Buenos Aires aprobó la conformación de la alianza con LLA, pareció un bálsamo para un escenario que hasta la semana pasada estaba crispado. Pero se trata de un final sólo aparente.

Unos 7 intendentes del PRO continuarían rebeldes y propensos a fugarse hacia una alianza de centro que les restaría votos a los libertarios.

Una idea de hasta dónde llegan hoy los temores en el oficialismo es que en las últimas horas en la cúpula de LLA se escucharon elogios a la gran tarea realizada por Cristian Ritondo, el principal arquitecto del acuerdo. Milei sabe que para ganar en septiembre necesita hasta el último voto del centro a la derecha y parece que no lo va a tener. En este clima tenso se inscribe una maniobra espectacular del gobierno: puso en marcha una teatralización al convertir en una causa criminal grave el atentado con bosta de caballo realizado por militantes K al frente de la casa de José Luis Espert. La jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado dramatizó la cosa y mantiene detenida a Alexia Abaigar y otros funcionarios K. Se trata de una demostración de que en Buenos Aires se empieza a jugar fuerte.

Con olor a acuerdo

En cambio el clima que reina en el campo peronista es de misterio. Desde hace 72 horas, Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner no emiten señales en absoluto.

La gran duda es si, después de muchas elecciones en las que fue hegemónica, La Cámpora perderá finalmente su predominio de las listas de candidatos. Se trataría de un blanqueo de la realidad y un mérito político para Kicillof.

Da la impresión de que la misma Cristina tácitamente está aceptando que su liderazgo está declinando y que en el 2027 el peronismo será poskirchnerista.

Share