Por Luis Alejandro Rizzi.-

Eduardo Paladini nos informa en el diario “Clarín” sobre una encuesta confeccionada por Reyes-Filadoro entre personas de 18 a 35 años de edad que arroja resultados preocupantes sobre su nivel cultural.

En el análisis de quiénes son los referentes que mejor conectan con los jóvenes argentinos, los preferidos serían:

1) Mark Zuckerberg: 56% positiva / 25% negativa / 19% no sabe.

2) Elon Musk: 53% positiva / 34% negativa / 13% no sabe.

3) Marcos Galperín: 52% positiva / 28% negativa / 20% no sabe.

4) Donald Trump: 48% positiva / 39% negativa / 13% no sabe.

5) Migue Granados: 48% positiva / 29% negativa / 23% no sabe.

6) Lali Espósito: 45% positiva / 47% negativa / 8% no sabe.

7) Santiago Caputo: 39% positiva / 44% negativa / 17% no sabe.

8) Pedro Rosemblat: 33% positiva / 34% negativa / 33% no sabe.

9) Gordo Dan: 29% positiva / 34% negativa / 37% no sabe.

10) Mariano Pérez…

En la literatura orteguiana sólo encontramos algunos “sabios bárbaros”, otros traficantes o “youtubers” perniciosos para la juventud que conforman esta saga de sofistas de opereta que potencian los vicios de la grosería, la chabacanería, la violencia, el cinismo y la hipocresía.

Los “sabios bárbaros” como los “youtubers” se caracterizan por su “incultura”, que pregonan una suerte de “tecnohumanismo” disruptor y del algún modo nihilista.

Los llamaría “sacerdotes del nihilismo”, y nos proponen un modelo de sociedad que le rinde culto al utilitarismo circunstancial.

En política un 48% votaría a Milei y un 21% a Unión por la Patria, es decir un 70% del segmento joven se inclinaría por lo peor de la política nacional, ponderado desde niveles de idoneidad integral.

Es cierto que la Argentina y la mayoría de los países carecen de liderazgos de calidad y además se construye un falso concepto de la gestión confundiéndola con la “disrupción”, que es lo que parece ser Milei: solo sabe “detonar”.

El mundo, que no deja de ser una selva, carece de un sistema de ideas sobre lo que es la existencia humana y sólo se valora como triunfadores a quienes saben ganar dinero y construir imperios financieros.

Vivimos cautivados por una barbarie tecnológica y por lo que Sartori llamó “cultura del epíteto”, que es el único repertorio que sabe usar Milei, que ya por lo repetido, cansa, salvo al mundo del joven; es que lamentablemente han perdido el respeto por los valores.

La diferencia entre el bien y el mal ya no importa.

Nos hemos convertido en una generalización; Ortega diría, en “masa”.

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