Por Otto Schmucler.-

Una a una comienzan a cerrársele las puertas de la justicia a CFK, aun más allá de nuestras fronteras.

Hasta no hace mucho, le bastaba con un Rusconi (que es un Milei de buenos modales), que solía tomarle examen de Derecho, en vivo, a los periodistas preguntones (aunque estos le temían más que a sus preguntas a quedar tuertos, si alguno de los botones de sus lujosas camisas salían disparados tras ceder ante una “zapan en continuo crecimiento”), o un Ubeira, más calmo, aunque (más ¿cínico?), y hasta con un “Groucho Dalbón”, pero más acá en el tiempo necesitó de un estudio importante como Beraldi y Asociados que le garantizara la recurrencia a todas las instancias de apelaciones (posteriores a sus condenas), pedidos de nulidades y todo tipo de artimaña, como recusaciones al por mayor, para que, de ser posible, se llegue a la prescripción o, aunque más no sea, se dilate en el tiempo, tanto como la permisividad de jueces amigos lo permitieran.

Será por una “¿Cripto estafa?”, posteó en X, Cristina (cuando la noticia en los medios, de que EEUU le prohibía la entrada a ella y todos sus familiares directos ya comenzaba a ocupar los principales titulares), pretendiendo aprovechar el caso de “$LIBRA” (que roza al Presidente Milei, en período de investigación y prueba) para llevar agua a su molino.

Pero no, casi en simultáneo la Cámara de Casación Penal ratificó su condena y sólo le queda ahora, como último recurso, ir a la Corte Suprema en queja.

Pero Vialidad no es la única preocupación que tendrá por delante Cristina. Hotesur y Los Sauces, Memorandum de entendimiento con Irán y “la muerte de Nisman” aparecerán como duendes danzarines, cada vez que ponga su cabeza en la almohada en sus horas de descanso.

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